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La leyenda de Lylah Clare

Drama Convencido del gran parecido que Elsa Brinkmann (Kim Novak) tiene con Lylah Clare, una estrella muerta en extrañas circunstancias, el agente Bat Langner (Milton Selzer), la presenta al director Lewis Zarken (Peter Finch), el hombre que vivió una especial relación con la artista fallecida. De este encuentro, surge la idea de hacer un biopic sobre Lylah Clare... una mujer que dará la impresión de resistirse a desaparecer. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
9 de mayo de 2011
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa y desopilante mezcla de géneros que el talento del gran Robert Aldrich saca adelante con bastante mérito, habida cuenta del muy resbaladizo material con el que trabajaba. Así esta mezcla de crítica del sistema hollywoodiense, con toques parapsicológicos, elementos melodramáticos casi de folletín, unas gotitas del mejor Grand Guignol (género del que Aldrich es maestro indiscutible), ciertos toques sexuales muy sesenteros y algunos efectos visuales de "pretendida" modernidad consiguen encajar y dan como resultado una película tan disfrutable por su absoluta falta de complejos como frustrante por la incapacidad de sublimar con cierta elegancia tanto error y tanto disparate.
Productores, directores, estrellas, gacetilleras, parásitos varios... todos van pareciendo en esta mórbida cara reversa de El Crepusculo de los Dioses, que fantasea sobre el negocio del cine con diálogos muy ácidos, y sobre la construcción y destrucción de los mitos que sustentan la industria del cine, sin parase en momento alguno en buscar la verosimilitud pero sin renunciar tampoco a ella plenamente lo que hace que muchos de sus personajes recuerden a otros reales (Steneberg/Dietrich sería el más fácil de reconocer) lo que supone un valor añadido patra disfrute de mitómanos morbosos y decadentes.
Sin ser una de las mejores películas de su director, este demuestra ser capaz de sacar brillo de la bella pero tremendamente inexpresiva Kim Novak, pero se muestra inflexible en hacer más simpáticos lo papeles de Peter Finch o Ernst Borgnine lo cual redunda en un resultado arisco, duro y agresivo, del cual sería perfecto ejemplo el tremebundo final que deja claro que por encima de todo Hollywood es una violenta jauria de perros siempre dispuesto a devorar las delicias que se le puedan ofrecer.
Con todo una película muy disfrutable, si se hace sin pretensiones, y uno está dispuesto a creerse a Kim Novak, de nuevo (como en Vertigo) pretendidamente poseida por el fantasma de otra mujer, en ambos casos mucho mas interesante que ella misma.
kepamk
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21 de abril de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La leyenda de Lylah Clare" forma parte del grupo de pelis que hizo Aldrich acerca de estrellas del espectáculo venidas a menos. Salvo que omita alguna que no he tenido ocasión de ver (agradeceré cualquier información al respecto) las otras son "El asesinato de la hermana George" y "¿Qué fue de Baby Jane?". Dentro de mi disparatado canon particular, las tres películas conforman una suerte de trilogía, de una coherencia y una calidad pasmosas.

"El asesinato de la hermana George" se ocupa de la decadencia misma, desde que ésta asoma las orejas hasta que la protagonista (siempre son mujeres) asume lo irremediable. Parafraseando a T. S. Elliot: "Así acaba el mundo/ no con una explosión sino con un mugido". Es una obra hiperrealista.

En "¿Qué fue de Baby Jane?", el tema ya no es la decadencia, sino la muerte. Los personajes han tocado fondo hace veinte años y se entretienen torturándose unos a otros, como niños idiotas que martirizasen a un insecto para paliar el aburrimiento. Afortunadamente, Aldrich no era Haneke. Hasta dónde yo sé, producía sus propias películas y es de suponer que quería que diesen muchísimo dinero, de modo que esta historia literalmente insoportable está narrada del único modo capaz de proporcionar algún deleite al espectador, a saber, como un cuento terrorífico.

La peli que nos ocupa, "La leyenda de Lylah Clare", es la mas rara de todas. En primer lugar, la estrella venida a menos ya no está viniendo a menos o ha venido a menos del todo, sino que está literalmente muerta desde el principio. De hecho, lleva veinte años muerta cuando da comienzo la historia, la cual narra la producción y el rodaje de un biopic de la estrella muerta en cuestión. La película, por tanto, es una de esas películas que tratan sobre el rodaje de otras películas. Como sátira del mundillo del cine de la época, es entretenida y atroz, pero hay al menos media docena de películas mejores que ésta. Ahora bien, la película es algo más que eso. Sucede que la estrella muerta hace veinte años, sigue brillando y su póstumo resplandor ciega y abrasa a quienes se acercan a él. Como si de una novela de Henry James se tratara, el director juega a ser ambiguo y nos narra un cuento de fantasmas.. sin fantasma. Pero un cuento de fantasmas siempre será un cuento de fantasmas. "¿Y que es un fantasma"?, pregunto Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres" (presuntamente de "Ulises" de James Joyce, aunque yo lo he sacado de la "Antología de la literatura fantástica" de Borges). En este sentido, la peli es notable y bastante original. Y Kim Novak, diga lo que diga la única reseña que hasta ahora ha merecido en FA, está muy bien.
Cleovigilda
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9 de septiembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa historia de fantasmas ambientada en el mundo del cine. Una joven actriz desconocida interpreta un biopic de una fallecida estrella no tardando en ser fagocitada por ella, la Lylah Clare del título. Kim Novak interpreta a un personaje en cierta medida semejante al Madeleine, de Vértigo. Por lo demás, es muy valorable el conseguido tono decadente y desquiciado, a lo que contribuye enormemente la música de Frank De Vol y la fotografía de Joseph H. Biroc, habituales colaboradores del gran Aldrich.
Juan Pais
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23 de febrero de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los años 1960’s hubo un seriado de televisión titulado, ‘The DuPont Show of the Week’, el cual llegó a los 71 episodios y fue nominado a 8 premios Emmy. El primer narrador que tuvo esta serie fue Walter Matthau y el episodio 17 de la segunda temporada se tituló, “The Legend of Lylah Clare” (1963), el cual fue dirigido por Franklin J. Schaffner y protagonizado por Tuesday Weld y Alfred Drake.

La alta aprobación que tuvo este segmento, llevaría a que el guion original, escrito por Robert Thom y Edward DeBlasio, se convirtiera en la base para una nueva producción que dirigiría Robert Aldrich, la cual tomó cerca de cuatro años concretarla. Fueron, Hugo Butler y Jean Rouverol (su esposa), quienes se ocuparon de la puesta al día y adecuación de la historia a largometraje, y la preciosa Kim Novak, quien, a sus 35 años todavía era plenamente capaz de calentar el escenario, recibió en herencia los roles de Elsa Brinkmann (luego Campbell) y el de Lylah Clare. A Drake lo reemplazó, Peter Finch, como el director Lewis Zarken -personaje al parecer inspirado en Josef von Sternberg y su relación con la diva Marlene Dietrich-, y lo que vamos a ver es la historia de un imponente realizador que, tras la trágica muerte de la diva que él mismo formara… y quizás amara, ahora es tentado para hacer un biopic, cuando el agente y amigo, Bart Langner, le presenta a Elsa Brinkmann, una chica con un asombroso parecido a la finada estrella.

Con toques de posesión mediúmnica y con sugerentes escenas lésbicas -cosas permitidas en los desinhibidos y rebeldes años en que se rodó la película-, Robert Aldrich se esmera por delatar el machismo y las luchas intestinas que abundaban en aquel Hollywood que él mismo conociera durante largo tiempo y del cual podía hablar con experiencias de primera mano. “Pretendíamos hacer L’Année Derniér à Marienbad… revisitado”, confesaría Aldrich, pero, a mi entender, el resultado se redujo a un tibio drama donde, de alguna manera, cada personaje está tan bien justificado que, al final, no se guarda ningún rencor… ni tampoco se alienta tristeza alguna.

La Novak, llamada a lucir más sus provocativas carnes que ese talento que nunca tuvo en demasía, no logra la marcada ambigüedad que el rol reclamaba, y Aldrich, no muy convencido de lo que hacía, tampoco le exige demasiado como si hubiese pensado que, “luciendo como luce dejará colmados a los espectadores”.

Más atinados están Peter Finch (como Lewis Zarken) y también Milton Selzer en su rol de Bart… y todavía mejor me resulta la italiana Rosella Falk (Rosella) cuyo rol -como el de Elsa- está para confirmar que también las mujeres pueden tener un sensible carácter.

¡Ah! Y que nadie dude de la posibilidad de que un espíritu desencarnado tome posesión de otro cuerpo… es tan cierto como que, hoy día, algunas potencias armamentistas están temiblemente gobernadas por una extraña camada de necios megalómanos.
Luis Guillermo Cardona
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10 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todas las de Aldrich es sumamente interesante, distinta, un poco enigmática y muy absorbente. Una espectacular Kim Novak, como siempre (después de tres años sin haber rodado), un sólido Peter Finch, el siempre eficaz Ernest Borgnine, y un sorprendente Milton Selzer que hace un papel absolutamente magnífico, sereno y emotivo. Rossella Falk, en un papel entre lesbiana y resentida, completa el elenco principal. También participa George Kennedy en una escena de "cine dentro del cine", en un papel secundario que quizá sólo se explica por ser un hombre a sueldo del estudio.

Pretende ser una crítica, o una sátira, al mundo de la industria del cine. Ya había ambientado alguna película en el cine, "La podadora" (1955). Aquella era realmente estupenda, con un dramatismo estético y armonioso que inunda toda la cinta. Aquello era un drama, una expiación sobre los abuso del mundo de Hollywood. Esta película es otra cosa. Tiene algo del transformismo de Vértigo, dos personalidades en una misma mujer. Coincide con un momento muy especial, la modificación del propio concepto de estrellas del cine y de su status. Ya no había grandes estrellas, los tiempos estaban cambiando, los estudios se abrían a nuevas propuestas, nuevas ideas, nuevos actores, con otra manera de comportarse, de actuar, de ser en el cine. El tiempo de Cooper, de Bette Davis, de Bogart, de Tierney, habían pasado. No se podían copiar ni calcar. Esa forma de ser murió con ellas.

Y la película hurga en esa herida, en ese sistema, con una pretendida reencarnación de esas estrellas con Lylah. En un diálogo de la película los personajes así lo confirman: esto no es una industria artística, sino de divertimento.

No creo que le salga del todo bien. La película es buena. Se deja ver y tiene su mensaje, pero no es una cinta redonda. Vi hace días El asesinato de la Hermana George, que es del mismo año, y es muy superior a ésta. Además la carnalidad de Novak, su brutalidad, su sexualidad, e incluso su vulgaridad la distancian del papel de Vértigo, la exquisita mujer por definición, sofisticada y elitista.

La ruptura con la prensa, en el papel de la periodista criticona y metomentodo que construye carreras y destruye actores a capricho de su propia insidia.

El resultado es apetecible, una película más, de mejor calidad que otras pero no pertenece a las grandes obras de Aldrich, que tiene unas cuantas.
ÁAD
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