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Cara de acelga

Comedia Antonio (José Sacristán), un vagabundo ligero de equipaje y sin rumbo fijo, espera, en una carretera cualquiera, que alguien lo lleve a alguna parte. Así es como acaba en una pequeña ciudad de provincias, donde se verá involucrado en un plan para robar una valiosa pintura. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
9 de septiembre de 2008
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
José Sacristán en esta película es una especie de nómada que no se enraiza en ningún sitio, sino que va recorriendo España, conociendo gente nueva y trabajando de lo que sale allí donde para. Entra en las vidas de la gente, las enriquece, se enriquece él a nivel humano, y sigue viaje. El planteamiento es de lo más atractivo que me he encontrado yo nunca. Guarda cierto parecido con películas como "Niño nadie" de Borau. Son películas atípicas, difíciles de exportar, incluso difíciles para gran parte del público español.

La película promete muchísimo al principio. Cuando sale Amparo Soler Leal al inicio, uno piensa que aquello va a ser un películón, por el tipo de conversaciones filosóficas entre los personajes. Hay algunas frases excelentes. Pero luego decae, cuando el personaje de Sacristán se ve definitivamente atrapado y atascado en aquella historia de la pintura robada.
Uno quisiera verlo volar libre y salir de allí cuanto antes, para seguir iluminando a nuevos extraños en su camino.

Fernando Fernán-Gómez está muy bien, pero ya digo, no me gusta cómo se desarrolla la segunda mitad de la película. Al final, lo que podía haber sido una "road movie" quijotesca, se convierte en una historia cainita de pseudo-picaresca que no es ni chicha ni limoná. Con todo, disfruté viéndola.
toblerone
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12 de marzo de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente como actor, a J. Sacristán se le notaba en 1986, cuando filmó este largometraje, que estaba poco rodado como director y que le faltaban tablas.
Por eso la película tarda en arrancar más de lo conveniente, se encandila en los prolegómenos y se muestra renqueante, evasiva, poco directa y flirtea en exceso con unas tramas que se imbrican entre sí con poca naturalidad.

Pero hay que reconocer que por momentos consigue que la historia exhiba rasgos de ternura y de proximidad, que se manifieste humana, confidencial, afectiva y rebosante de cromatismo emocional.
Ese también era su propósito.
ABSENTA
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5 de noviembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cara de acelga (1986) es el segundo largometraje del director José Sacristán donde nos presenta una película indomable por lo que representa: libertad sin ataduras a nada ni a nadie, sujetado solo a su pasado por un mechero, el recuerdo de su cantarina infancia y una compañía ambulante dispuesta a actuar donde le quisieran escuchar.

El director nos propone el viaje del trotamundos sin rumbo Antonio (José Sacristán), lo que se refleja en la primera escena al probar suerte en ambos lados de la carretera, mostrando así su inapetente elección por camino y destino, no idealizando, lo que le dará el suficiente margen para embarcarse en una serie de acontecimientos originados por los personajes, deseados o no, con los que se va encontrando en el camino dejándose llevar así por el devenir de los múltiples acontecimientos emocionales en su andadura viajera.

Agustín (Raul Sender), un conducto entre tantos, recoge a Antonio, proponiéndole conducir su coche aprovechando así para desfogarse de las neuras que lleva encima. Poco más ha de durar su compañía, despidiéndose ambos en un bar restaurante de carretera regentado por el Camarero y su esposa María ((José Segura y Maria Isbert) y un Cocinero melómano (Francisco Algora), impresionado por las evocadoras y absorbentes armonías de Brahms sonando continuamente en sus cascos, a los que en un arranque de solidaridad, nuestro trotamundos ayudará a las tareas del concurrido restaurante.

De vuelta en el camino y a bordo de un camión donde se celebra una boda de recién casados, todo es alegría y canto, llegando hasta un pueblo donde el destino coloca a Antonio en el lugar por donde años atrás, como en tantos otros lugares, actuó en el Teatro Circo Castañeda como ‘Castañita’ presentado como el “As infantil del cante”, produciéndose los momentos más emotivos y cinematográficos que por sí solos bastarían para recordar con desatada melancolía el recuerdo del lugar y de su ambulante pasado, suficiente para guionizar otra historia, junto a los personajes de los hermanos Acacia y Eusebio (Amparo Soler Leal y Emilio Gutiérrez Caba) encargados de llevar al pueblo la ilusión del cine. Unas horas más tarde Antonio se despide de Acacia, en el ambiente flota la melancolía del recuerdo, la despedida no deseada, los callados silencios entre las prisas del tiempo y la complicidad compartida por algo que se quedó en el pasado.

Sacristán hace un equilibrado cambio en el registro emocional al estilo de la más pura tragicomedia de la mano del impenitente Madariaga (Fernando Fernán Gómez), quien a poco convence a Antonio para participar en una transacción artística de poco fiar, momento en el que otro grupo de grandes actores completan el pasaje “artístico” del momento representando a Olga (Marisa Paredes) aficionada a la pintura y desmotivada esposa de Madariaga, Loles (Amparo Baro) al servicio de Madariaga y hermana del gorrón y extorsionador Paquito (Miguel Rellán), perfecto prototipo del gandul aprovechado en su máxima expresión.

Preciosa película con marcado reguero de sabiduría social de proximidad, sin exagerados abalorios, con buenos, malos, aprovechados vagos sacacuartos sin escrúpulos, confiadas monjitas, infidelidad del viajero, ‘arte volátil’ y libertad para el camino, además de otros tantos personajes que complementan más que un curioso e interesante metraje del gran actor de tantas y emotivas películas, José Sacristán; experiencia revertida como director, además de coguionista junto a Carlos Pérez Merino en Cara de acelga. Otros metrajes dirigidos en su día como Soldados de plomo (1983) y Yo me bajo en la próxima ¿y usted? (1992), nos da la imagen de un creador de atmósferas próximas, reconocibles y creíbles.

Quién sabe si en cualquier momento y llevados por la magia del cine, volvamos a ver al renacido niño cantante Castañita, que tuvo tanto que decir, tanto que cantar y tanto por demostrar, en un personaje de copla, que por afición, se refleja en el actor, director, guionista y entrañable coplero José Sacristán.
avanti
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24 de junio de 2023
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Antonio ( José Sacristán) fue de jovencito un cantante coplero conocido cómo Castañita….hoy, ya adulto, es un vagabundo, y cómo tal camina sin un rumbo fijo, a expensas de las experiencias que le marcan su día a día, donde de una forma u otra, el siempre trata de ayudar y hacer el bien a las personas que se encuentra en su triste ( de ahí lo de cara de acelga) deambular.
Al principio Antonio se encuentra haciendo autostop a un desquiciado Raúl Sender, el cuál lo llevará en su coche y lo dejará en un bar de carretera, donde se pone a ayudar de camarero a un agobiado matrimonio y a su hijo friki que siempre lleva unos auriculares escuchando música clásica..Después Antonio sigue su camino subido en una pequeña camioneta celebrando una boda, que los lleva a un pueblecito interior, donde Antonio ve en un bar unos cartelitos suyos de cuando actuaba en los teatros como Castañita, recordando a la dueña la cuál regenta el cine del pueblo ( Amparo Soler Leal), la cuál recupera la alegria al recordar a Antonio y esos viejos tiempos cuando actuaba en su cine teatro. Pero Antonio sigue su deambular, y ésta vez es reclutado por el personaje de Fernando Fernán Gómez, así cómo por la mujer de éste Marisa Paredes, para que se disfrace de cura y robe un cuadro de un convento de monjas..A partir de ahí continúa la trama en la que cómo siempre Antonio buscará cómo un Quijote en su ruta por los caminos hacer el bien a los demás…Para mí es una película entrañable, muy bien lograda por su director José Sacristán, aunque quizá a veces le falte algo de ritmo, sobre todo a partir de las escenas con Fernando Fernán Gómez( inmenso cómo siempre)….
Por cierto la música de la introducción y del final es deliciosa…Aquí conocí al cantautor Silvio Rodríguez y su precioso tema A dónde van…..las palabras…..
Sonycrockett73
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