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España España · barcelona
Voto de avanti:
6
Comedia Antonio (José Sacristán), un vagabundo ligero de equipaje y sin rumbo fijo, espera, en una carretera cualquiera, que alguien lo lleve a alguna parte. Así es como acaba en una pequeña ciudad de provincias, donde se verá involucrado en un plan para robar una valiosa pintura. (FILMAFFINITY)
5 de noviembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cara de acelga (1986) es el segundo largometraje del director José Sacristán donde nos presenta una película indomable por lo que representa: libertad sin ataduras a nada ni a nadie, sujetado solo a su pasado por un mechero, el recuerdo de su cantarina infancia y una compañía ambulante dispuesta a actuar donde le quisieran escuchar.

El director nos propone el viaje del trotamundos sin rumbo Antonio (José Sacristán), lo que se refleja en la primera escena al probar suerte en ambos lados de la carretera, mostrando así su inapetente elección por camino y destino, no idealizando, lo que le dará el suficiente margen para embarcarse en una serie de acontecimientos originados por los personajes, deseados o no, con los que se va encontrando en el camino dejándose llevar así por el devenir de los múltiples acontecimientos emocionales en su andadura viajera.

Agustín (Raul Sender), un conducto entre tantos, recoge a Antonio, proponiéndole conducir su coche aprovechando así para desfogarse de las neuras que lleva encima. Poco más ha de durar su compañía, despidiéndose ambos en un bar restaurante de carretera regentado por el Camarero y su esposa María ((José Segura y Maria Isbert) y un Cocinero melómano (Francisco Algora), impresionado por las evocadoras y absorbentes armonías de Brahms sonando continuamente en sus cascos, a los que en un arranque de solidaridad, nuestro trotamundos ayudará a las tareas del concurrido restaurante.

De vuelta en el camino y a bordo de un camión donde se celebra una boda de recién casados, todo es alegría y canto, llegando hasta un pueblo donde el destino coloca a Antonio en el lugar por donde años atrás, como en tantos otros lugares, actuó en el Teatro Circo Castañeda como ‘Castañita’ presentado como el “As infantil del cante”, produciéndose los momentos más emotivos y cinematográficos que por sí solos bastarían para recordar con desatada melancolía el recuerdo del lugar y de su ambulante pasado, suficiente para guionizar otra historia, junto a los personajes de los hermanos Acacia y Eusebio (Amparo Soler Leal y Emilio Gutiérrez Caba) encargados de llevar al pueblo la ilusión del cine. Unas horas más tarde Antonio se despide de Acacia, en el ambiente flota la melancolía del recuerdo, la despedida no deseada, los callados silencios entre las prisas del tiempo y la complicidad compartida por algo que se quedó en el pasado.

Sacristán hace un equilibrado cambio en el registro emocional al estilo de la más pura tragicomedia de la mano del impenitente Madariaga (Fernando Fernán Gómez), quien a poco convence a Antonio para participar en una transacción artística de poco fiar, momento en el que otro grupo de grandes actores completan el pasaje “artístico” del momento representando a Olga (Marisa Paredes) aficionada a la pintura y desmotivada esposa de Madariaga, Loles (Amparo Baro) al servicio de Madariaga y hermana del gorrón y extorsionador Paquito (Miguel Rellán), perfecto prototipo del gandul aprovechado en su máxima expresión.

Preciosa película con marcado reguero de sabiduría social de proximidad, sin exagerados abalorios, con buenos, malos, aprovechados vagos sacacuartos sin escrúpulos, confiadas monjitas, infidelidad del viajero, ‘arte volátil’ y libertad para el camino, además de otros tantos personajes que complementan más que un curioso e interesante metraje del gran actor de tantas y emotivas películas, José Sacristán; experiencia revertida como director, además de coguionista junto a Carlos Pérez Merino en Cara de acelga. Otros metrajes dirigidos en su día como Soldados de plomo (1983) y Yo me bajo en la próxima ¿y usted? (1992), nos da la imagen de un creador de atmósferas próximas, reconocibles y creíbles.

Quién sabe si en cualquier momento y llevados por la magia del cine, volvamos a ver al renacido niño cantante Castañita, que tuvo tanto que decir, tanto que cantar y tanto por demostrar, en un personaje de copla, que por afición, se refleja en el actor, director, guionista y entrañable coplero José Sacristán.
avanti
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