Extraña ilusión

Otra interesante película de serie B, en este caso a cargo de uno de sus mejores representantes, Edgar G. Ulmer, realizador cuya valía ha permanecido ignorada hasta hace poco, cuando se ha empezado a apreciar la calidad de sus películas, casi todas ellas realizadas en condiciones precarias.

El presente filme no es una excepción, habiendo sido rodado en unos quince dias y reutilizando decorados de otras producciones más lujosas, circunstancia que no empaña el resultado final, francamente digno, mucho mejor que el de otras películas de Ulmer, en las que la "pobreza" asoma mucho más.

El punto de partida argumental es ciertamente interesante, y también lo mejor de la película, que mezcla felizmente el cine negro de corte psicoanalítico con el dramatismo clásico de "Hamlet", la gran obra (una de tantas) de Shakespeare. Y es que el protagonista, el joven Paul, padece recurrentes pesadillas acerca de la trágica muerte de su padre (un juez) y de la aparición en el entorno familiar de un sustituto, que enamora a su madre. Pero lo terrible no es la persistente recurrencia del sueño (con el que se inicia la película, lográndose un acertado toque onírico bastante insólito en el género), sino cuando éste comienza a hacerse realidad, y efectivamente aparece un hombre que parece destinado a ocupar el corazón de su madre, y el puesto que el padre tenía en el hogar.

Este planteamiento tan atractivo pierde algo de interés en el desarrollo, bastante más previsible, pero no devalúa los méritos del filme, que va revelando poco a poco las intenciones y motivaciones del futuro "padrastro" al tiempo que sigue las investigaciones de Paul, cada vez más desconfiado y presa de sus nervios, sobre todo cuando los acontecimientos suceden exactamente como los había soñado. En "Hamlet" la fingida locura del protagonista tenía gran importancia, y otro tanto ocurre aquí, aunque sirviéndose del psicoanálisis; en todo caso, si a Hamlet su locura le valía para hacer avanzar su venganza, a Paul sus trastornos psicológicos le sirven para certificar sus sospechas. Finalizado el drama, será otro sueño, esta vez muy distinto, el que cierre consecuentemente esta curiosa película.

A propósito de los sueños el cine ha tratado en muchas ocasiones, y parece oportuno apuntar que el enfoque más interesante sobre el tema no ocurre en las pantallas, sino en nosotros, los espectadores. En efecto, el acto de ver cine es lo más parecido que existe a soñar despierto, y esto es hermoso y peligroso a un tiempo, "pues quien sueña con los ojos abiertos no sabe cuándo terminará su sueño..."

Edgar G Ulmer fue uno de esos directores de origen germano, emigrados al cine nortearicano, que imprimieron a la industria del cine estadounidense un marcado estilo europeo.

A diferencia de Wilder, Lang, Wyler, Zinemman, Siodmark, Sirk, su carrera se redujo a pequeñas películas, hechas con un gran talento y sentido de la narración, en la que la carencia de recursos y el hecho de que sus películas se rodaran en pequeños estudios independientes, hizo que no se le reivindicara como a sus coetaneos.

Extraña Ilusión es una película claramente menor, rodada para los PRC estudios (estudios para los que Ulmer filmaría: Detour o Barba Azul), con muy buenos planos en exteriores (se dice que la casa de los protagonistas es la misma que la de Extraños en un Tren), y una muy cuidada fotografía y ambientación, que disfraza la carencia de recursos.

La película empieza con un sueño, tenebroso, entre brumas del protagonista, en el cual siente la amenaza de una presencia masculina que acecha a su madre (enviudada de su padre, juez, por un accidente extraño).

A partir de ahí la historia se convierte en una especie de Hamlet con tintes noir,con esa amenaza masculina , pervertida, extraña convirtiéndose en realidad, rodada con gran ritmo y cuidada fotografía y claro oscuros. En la narración predomina, como en las buenas películas de Ulmer, un cierto pesimismo y oscuridad en los personajes, los cuales muestran sus debilidades.

El desenlace, quizás algo forzado, vuelve a establecer un vínculo con los sueños del protagonista, cerrando el círculo narrativo de Ulmer, por lo que la película acaba y termina en el mundo de los sueños.

En una entrevista con Tavernier, éste indica que Ulmer dijo que Extraña Ilusión era un claro precedente de Psicosis. Revisada por el director francés, se comprobó que tal afirmación era un delirio de grandeza del director austríaco, ya que en verdad se trataba de una revisión de Hamlet en estilo noir. Esta afirmación dejaba patente la megalomanía del director, conocedor de su enorme talento y que debido a diversas circunstancias nunca pudo demostrarlo con un gran presupuesto.

Por tanto estamos ante una película altamente interesante que merece una revisión.

Ahora que se reivindica la figura de Edgar G. Ulmer, conocido como el rey de la serie B (aunque lo mismo se podría decir de muchos otros), como autor en toda regla, es buen momento para revisitar extrañas pero interesantes obras como esta.
Digo extraña porque no es una película negra al uso, de hecho desde su inicio con ese sueño brumoso y premonitorio del protagonista ya notamos que aquí hay algo diferente. Y así es, pues nos encontramos con una transposición no declarada del Hamlet de Shakespeare, con bastante de thriller psicológico y más contenido de lo que podría esperarse en una producción de estas características. Porque las películas de Ulmer siempre sufrían de escasez y pobreza de recursos, pese a lo cual parece que la película que nos ocupa tuvo una mejor producción de lo que era habitual y eso se nota al verla.
La historia del hijo protector con su madre, alerta ante la intromisión de un pretendiente de esta que parece no tener muy buenas intenciones (interpretado muy bien por Warren William), como ya avisaba su sueño inicial, está muy bien narrada por Ulmer. Mantiene en todo momento el interés y la aparición de esa especie de doctor maligno y su clínica de confinamiento hace que el espectador no baje la guardia. Sigo en spoiler.

La película propone la intriga de un thriller recio y, aunque incurre en la ciertas debilidades al describir el carácter de algunos protagonistas, la narración hace alarde de gran fuerza y de una notable capacidad de seducción.
La historia resulta intensa, comprometida, de raigambre ambiciosa y está rodada con enorme sentido del ritmo y del equilibrio (banda sonora, fotografía, etc.) para que todos los elementos encuentren su lugar adecuado.

Las oscuras perversiones de los sueños y sus implicaciones en la conducta de las personas gustaban mucho en Hollywood durante los años cuarenta y, en ese contexto, la historia de F. Rotter salta a la pantalla de la mano del polifacético E.G. Ulmer para dejar, una vez más, muestra de su talento.

Edgar G. Ulmer fue un auténtico especialista en hacer productos de calidad con muy pocos medios, y en ocasiones duele que alguien que ha hecho pelis como "Barbazul", "Detour" o "Ruthless" haya quedado un tanto olvidado para el cine, pese a que se le ha intentado reivindicar varias veces. Esta es otra buena peli de serie B, con poco presupuesto y pocos recursos pero bastante talento, mezclando la intriga con el componente onírico-psicoanalítico, muy de moda en el cine por esta época, y con toques de "Hamlet". La protagoniza el juvenil Jimmy Lydon, que pese a las apariencias ya era un experimentado actor, y le da réplica el inquietante Warren William, que se especializó en personajes "dudosos". Los papeles femeninos tienden a tener poco peso en esta peli, siendo más bien complementos de la trama. Elegante, entretenida y bien llevada, aunque el final sea un pelín forzado para intentar hacerlo "redondo". Como digo siempre, el buen cine no necesita mucho dinero.