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La ciudad sin ley

Western Coleen Wave (Randolph Scott) es un abogado que recorre el territorio de Colorado para implantar la ley y acabar con los criminales. Vive tan absorto en su trabajo que su mujer (Angela Lansbury) lo abandona y le asegura que no volverá con él mientras no deje definitivamente las armas. Pero él está decidido a imponer la ley y el orden en una ciudad dominada por una banda de pistoleros, dispuestos a todo con tal de que el territorio no se ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
8 de enero de 2007
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizado por Joseph H. Lewis ("El demonio de las armas", 1949), el film se basa en un argumento de Brad Ward, adaptado por Kenneth Gamet. Se rodó en plató con un presupuesto de serie B. El productor fue Harry Joe Brown ("El capitán Blood", 1935) y el estreno se celebró el 15-XII-1955 (EEUU).

La acción tiene lugar en Medicine Bend (Colorado), a lo largo de tres días de junio de 1874/75, poco antes de la creación del Estado (1876). Narra la historia de Calem Wave (Randolph Scott), sheriff de Medicine Bend, abogado, entregado a la lucha contra los forajidos, que en el pasado ha sido delegado de orden y sheriff de Abilene, Apache Wells y otras localidades fronterizas de Colorado. Hace 9 años que su esposa, Telly Dikenson (Angela Lansbury), le abandonó por no poder soportar la presión de la lucha diaria de su marido contra el crimen y por la ley.

La película desarrolla una historia llena de emoción, protagonizada por un veterano idealista, que ha sacrificado su vida familiar y personal a favor del imperio de la ley en el territorio de Colorado. Es ferviente partidario de la justicia, la ley y la creación del Estado de Colorado, demorada a causa del desorden que impera en sus tierras. La tensión dramática se ve incrementada cuando el Dr. Wynn (Wallace Ford) advierte que tras el último intento de asesinato del sheriff se oculta una conspiración, secreta y organizada, contra la vida de éste y la creación del Estado. La visita de un teatro ambulante, con un número estrella de canto y baile a cargo de una guapa actriz, enciende las pasiones y los problemas del rico Hamer Thorne (Warner Anderson), amante ocasional de la chica en sus viajes a Chicago y de otras damas de la localidad. Calem es tenido por persona intransigente, dura, exageradamente seria y poco humana, cuando tratado en la intimidad es un hombre sensible, comprensivo, generoso, afectuso, cansado y solo, que guarda un secreto del pasado y que desea reincorporarse a la pacífica vida familiar. Se exalta la generosidad del sheriff, su honestidad, su sacrificio al servicio de la ciudad, la humanidad que le caracteriza y la tenacidad de su empeño a lo largo de muchos años.

La música aporta temas idílicos (de flauta y orquesta), festivos, canción ligera (la de Telly), una descripción del héroe (tonos triunfales) y otros. La fotografía hace uso frecuente de encuadres fijos, tomas largas, movimientos de cámara sobrios y de una brillante presentación del héroe, del que se ven separadamente las botas, el cinto, la pistola, el pañuelo y otros detalles, hasta llegar a su imagen de perfil. El guión salpica el relato de un humor sencillo y natural, que culmina en la escena en la que el pistolero desconfía del encargo que le hacen porque le ofrecen una recompensa desproporcionada. La interpretación de Scott se ajusta al papel de veterano cansado y solitario. La dirección crea una obra sencilla, sin pretensiones, de entretenimiento y aventura, modesta, grata y no exenta de sorpresas e interés.
Miquel
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3 de julio de 2010
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En guardia, atento, sutil y descarado. Joseph H. Lewis es uno de esos directores que siempre tiene algo que decir. Aunque ya en ese mismo año regaló toneladas y toneladas de talento con la excelente “The Big Combo”, un noir histórico e inolvidable, Lewis tuvo tiempo de unirse con Scott para realizar este western de serie B y preparar el camino para lo que luego sería otra obra mayor como “Terror in Texas Town”, de 1958. El actor, como productor, y el director, dieron a luz este film bastante aseado, que crece en el transcurrir del metraje y que vuelve a andar por límites, no siempre seguros en aquella época, de denuncia y acusación directa hacia una sociedad cuyos valores comenzaban a estar bastante en duda.

Buscando similitudes con el western que protagonizara Hayden tres años después, nos volvemos a encontrar a un protagonista que vive en una comunidad complaciente y que mira hacia otro lado ante la presencia de unos gánsteres cuya única ambición es asentarse en el poder pisoteando para ello leyes, ciudadanos e instituciones. Si bien la condición de ambos protagonistas es diferente – Hayden interpreta a Hanson, un sueco que llega a una ciudad de Texas, y Scott a Calem Ware, un sheriff curtido con los tipos más rápidos del incipiente estado de Colorado – en ambos se aprecia un rechazo a la violencia como primera medida disuasoria ante estos caciques corruptos. Sin embargo, y una vez abocados a ella, ninguno de los dos huirá del enfrentamiento directo en cuyo desarrollo se advertirá la otra gran característica común en ambos western: la pasividad de la población ante la injusticia y el desorden social.

Cine de denuncia, cine innovador. Además utilizando unos patrones muy parecidos al de los modernistas italianos, usando poderosos primeros planos, huyendo del discurso dirigido y dejando que el espectador saque sus propias conclusiones ante los hechos presentados. El objetivo es crear un vínculo entre personaje y espectador que lleve a éste a encontrar un punto común entre la ficción y la realidad, entre la película y la situación social de la América de mediados del siglo XX.

Estas pretensiones que tuvo siempre el cine Lewis (poner continuamente en duda el Código Hays, el desafío a la caza de brujas, etc.) lo acercaron inexorablemente al cine de serie b, como los Boeticher, de Toth o Brahm, y lo alejaron de los grandes estudios y las grandes estrellas dejándolo apartado del verdadero lugar que le corresponde en el cine, que créanme, es muy alto. Esta “A Lawless Street” es una de sus últimas películas antes de ser relegado al panorama televisivo. Entretenida, como todos sus productos, sirve para disfrutar de otra gran interpretación de Scott y para completar una filmografía llena de compromiso y buen hacer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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24 de diciembre de 2008
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El bajo presupuesto, para ser superado como dificultad, requiere por parte del director de un filme talento, imaginación y pasión. Joseph H.Lewis poseía estas características.

Acostumbrado a moverse en la serie B, Lewis nos muestra una sencilla historia exhibiendo un gran dominio de la técnica cinematográfica (ideas como la presentación de cada pistolero que llega a la ciudad y la manera de avisar de su llegada por parte de una lugareña, la violencia de los momentos de acción, las sombras proyectadas en la cárcel como metáfora de la situación del protagonista, diversos movimientos de cámara que dotan de dinamismo a una historia carente de ello...), con buenos actores (en especial Scott), pero carente de la brillantez de otras de sus obras en el cine negro (vg; Gun Crazy, Agente Especial).

Western dinámico (a pesar de lo estático de su planteamiento incial), bien dirigido, sorprendente por momentos, Una calle sin ley adolece de falta de profundidad en algunos de sus puntos argumentales, defecto que le impide situarse en el terreno de la excelencia.
opera 0
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26 de abril de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película sólida, con encuadres y movimientos de cámara interesantes, como por ejemplo el reencuadre dentro del plano que vemos justo al comenzar la película, mediante un dinámico uso de la grúa. El film de Lewis se mueve entre la tendencia a la fórmula en la que se mueve la mayoría del western de Hollywood de bajo presupuesto de los 50, y cierta ambición por superar las fórmulas al uso. Evidentemente, no todo el western de bajo presupuesto de los 50 es igual: Randolph Scott era mucho mejor actor, dentro de sus limitaciones, que Audie Murphy.

"La calle sin ley" es un western catalogable dentro del subgénero que podría llamarse "conspiración para matar al sheriff", una corriente que se remonta al menos a "Sólo ante el peligro" (High Noon, 1952), de Fred Zinnemann, y que llega hasta "La ciudad sin ley" (Death of a Gunfighter, 1969), de Don Siegel y Robert Totten.

Una de las escenas más singulares de este film es ésa en la que vemos cantar y bailar a la entrañable Angela Lansbury, una actriz que demuestra aquí un potencial erótico por desgracia desaprovechado.
Pedro Triguero_Lizana
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30 de mayo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta ocasión el que lleva la placa de sheriff de la ciudad es Randolph Scott, alguien que ha sobrevivido años y años siempre en el lado bueno, cumpliendo la ley y haciéndola cumplir, con pistola en el cinto, con su inteligencia, habilidad y mucho valor. Es un personaje que se ha visto mil veces en la pantalla, muy típico de las películas del oeste y por ello "La ciudad sin ley" destila clasicismo y es buena. Creo que es una película que merece más nota de la que tiene, más nota que la que le pongo yo. Comprimidos en sus menos de noventa minutos vamos a ser testigos del cambio que sufre una ciudad a causa de la irrupción del mal, del dinero, de las viles intenciones, de la muerte y las balas.

Mi pequeño homenaje es para Scott, un actor que nada tiene que envidiar a los grandes nombres propios del género. Aquí, en "La ciudad sin ley", encarna a un personaje que bien podría haber interpretado otro, pero no, es él, y su presencia es enorme, transmite tanto como cualquier estrella del momento y es capaz de protagonizar una película de cabo a rabo haciéndola mejor de lo que es. Insisto, se trata de una película que merece más atención, de hecho creo que es imprescindible al menos para todo seguidor del género.

Hay duelos, hay acción, chulería, malos muy reconocibles y todo ello a lomos de una historia sencilla, como tiene que ser en una peli del oeste. Hasta hay una historia de amor, que puede sobrar o no, eso depende de los gustos, de manera que gustará más o menos cierto desenlace. Pero lo que cuenta, con lo que me quedo, es que Randolph Scott es la estrella que luce y que en esta ocasión no lo hace de la mano de Budd Boetticher. Lo digo por última vez: es una peli buena y merece más reconocimiento.
Luisito
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