Un extraño en el paraíso

Con el cine nunca se terminarán los problemas del mundo, eso es seguro. Pero sin duda con obras como esta es fácil abrir la conciencia de la sociedad. Stranger in Paradise mezcla el género documental con la ficción para explicar los pasos que tienen que seguir los inmigrantes irregulares para pedir el permiso de residencia en Europa. Para eso cuenta con el actor Valentijn Dhaenens, que interpreta al funcionario que concede o deniega estos permisos indispensables para los inmigrantes. Sin embargo, esta persona si bien en un primer momento puede darles la bienvenida, al siguiente les puede explicar por qué no son bienvenidos en una Europa llena de inmigrantes irregulares. Las contradicciones de este sistema político no hay estado nunca más claras.

Quizá esta sea la obra que ahora mismo Europa necesite. Una película madura, adulta, que mire al problema a la cara y rehuya de todo tipo de mensajes simplistas. En muchos momentos parece la película que Lars von Trier haría sobre la situación. En ella no se plantea ninguna solución al problema, eso le tocará buscarla a los mandatarios europeos, lo que sí que hay en ella es una muestra de la realidad tal y como es: una Unión Europea demasiado burocratizada, que no es consciente de la cantidad de gente que está dejando en la cuneta. Con poco más de una hora de duración, Stranger in Paradise es capaz de abrir los ojos hasta de la persona más cerrada de mente. No hay que olvidar que esto nuestro es el paraíso y que no se puede dejar a nadie ante las puertas del infierno.

Cine dentro del cine, falso documental, ficción..., todo ello es esta película de Guido Hendrikx, a ello juega intencionadamente, dividida en un prólogo, tres actos y un epílogo. La llegada de emigrantes y refugiados políticos a Europa, tras travesía por el Mediterráneo con origen en Libia, y su repercusión, es lo que trata el director holandés en su filme de una manera un tanto compleja o equívoca.

El argumento, tras un prólogo que habla, con imágenes de archivo, de la colonización de África por parte de Europa y su contestación de parte de la población africana tratando de conquistar un mejor nivel de vida, o simplemente la subsistencia, en tierras europeas, nos muestra las dos realidades de opinión mayoritarias dentro de la sociedad de nuestro continente (rechazo o aceptación) a la hora de tomar postura sobre la presencia de emigrantes indocumentados y refugiados políticos en el viejo continente; pero la verdad, por debajo de lo que dan a entender las imágenes en los dos primeros actos, es distinta de lo que parece, al fin y al cabo, lo que se nos terminará narrando será la selección y posterior entrevista, por parte de un funcionario holandés, a quienes buscan llegar a ese país o a cualquier otro europeo, con preferencia por la zona septentrional.

Se mezclan casos distintos, no es el mismo tratamiento el que se da a la emigración clandestina que a los refugiados, y eso queda claro, tanto como el que toda la acción transcurre en un centro de internamiento de extranjeros en el sur de Italia, donde africanos y asiáticos de Oriente Próximo y Medio han llegado desde Lampedusa. Tan claro como las pocas posibilidades que los migrantes tienen de quedarse legalmente en cualquier país de Europa.

Una película que hace reflexionar al espectador sobre la posición a tomar, o la que él ya tiene tomada previamente, para, al final, mostrarle cuál es la única realidad. No hay que darle más vueltas.

Un interesante experimento y un efectivo dispositivo. Tres enfoques sobre una idéntica situación donde, sin duda, el tercero es el más convincente. Se agradece ver un film europeo que plantee una mirada sobre los refugiados desde la autocrítica y no desde el paternalismo. El principal defecto del film es que no siempre resulta creíble. Su principal virtud, su cruel provocación. Un documental único en su especie.

En la sinopsis leí que la película es como una bofetada a la conciencia y realmente lo es. Me atrapó y sobrecogió desde el minuto 0 muy, muy recomendable.