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China Girl

Drama. Romance "China Girl" es una actualización de la clásica historia de "Romeo y Julieta". Ambientada en el Manhattan de los años 80, la trama gira alrededor de la historia de amor entre Tony, un adolescente italiano de Little Italy, y Tye, una joven de Chinatown, mientras sus hermanos mayores, que forman parte de bandas de delincuentes juveniles, se enzarzan en una lucha por el poder de las calles. De todas sus películas, el director Abel Ferrara ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
9 de junio de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasar más de media década fogueándose en los policiacos televisivos y cinematográficos que le convertirían en alternativa coetánea de los ochenta a Michael Mann sirvió para que estilísticamente se robusteciesen los mimbres del autor de thriller suburbial en el que se había transformado el artífice de los, aún más lejanos de lo que cabría suponer en diez años, inicios en el porno o en un slasher precarísimo con taladradoras.
Alrededor de una década antes de que el hortera e insoportable Baz Luhrmann obtuviese el grado de relevancia que le procuraría su inmersión superpopera en el mito tragiromántico shakespariano, Ferrara reubica el periplo de amor imposible interferido por unas rivalidades familiares de 'Romeo y Julieta', y lo sitúa bajo otra barrera que es aparentemente infranqueable y dificulta el romance entre Tony -Richard Panebianco- y Tye -Sari Chang-: los enfrentamientos raciales.
Una asiática y un italoamericano que se diría es la preencarnación cachas y guaperas de Jimmy Barnatán: dos amantes unidos por la única necesidad de preservar su libertad para enamorarse frente a las pistolas.
Marcada la diferencia con posteriores intentos de renovar el mismo relato, tengo otra advertencia para fans de 'West Side Story' (entre los que también me incluyo): estos no se enfrentan bailando.
Una golosina gangsta tardochentera de un intenso pestazo a violencia, suciedad y turbulencia suburbial marca de la casa.
Un auténtico clásico.
antonio lopez herraiz
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18 de junio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exploitation de bandas callejeras y moderna versión de Romeo y Julieta, en el contexto de las rivalidades entre inmigrantes de origen italiano y chino por el control de sus zonas de influencia en Manhattan. Cuando surge un amor prohibido entre un chico de Little Italy y una chica de Chinatown, ambos pertenecientes a mundos muy opuestos, estallará una guerra entre sus respectivos barrios que solamente podrá acabar en tragedia.

En mitad del conflicto es donde entran, con toda su ingenuidad, los tortolitos, que ponen su amor por encima de todo (Ferrara acaba destapándose como un tipo sensible, un romántico para quien lo bello no dura mucho en este mundo cruel). No pueden faltar los apuntes de imaginería católica, el pecado de la violencia contra el prójimo y la maldición que supone, intuimos, en una película en general bien rodada y montada, aunque con algún que otro exceso dramático. Destaca una fotografía llena de colores contrastados, de luces de neón, que realza la atmósfera de cuento urbano y que casi es lo mejor del film. El desarrollo resulta un tanto deslavazado y la historia de amor queda un poco diluida entre lo demás, aunque la simpleza de los trazos con que nos la cuentan es un acierto, sin atisbo de empalago.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Don Hantonio Manué
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16 de mayo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ambas expresiones significan "Te amo". Sin embargo una se dice en Little Italy, la otra en Chinatown; dos zonas unidas geográficamente que se hallan separadas por cuestiones de raza. De odio racial, más bien.
Pero el amor entre dos individuos es más fuerte que el odio entre dos razas y que cualquier cosa...

Significativa esa apertura que se podría decir desgarra un poco el corazón. La cámara se posa sobre los rostros de las gentes, todas reales, de Little Italy, gentes de la parte baja de Manhattan que ha visto muchos cambios alrededor; y un cartel se descuelga, se borra el nombre del cristal de un viejo restaurante, pareciera que el barrio está llorando por dentro. Los chinos, sin embargo, lo celebran. Triunfantes, son quienes han llegado más recientemente, han tomado la ciudad...pero en su historia Nicholas St. John no expresa este gesto como un acto de soberbia, sino de felicidad, pues esas gentes han sido aceptados por fin en un lugar.
De lejos James Russo, con un "look" de chico malo a lo Mickey Rourke, observa amargo la "invasión" a su hogar; se percibe el odio desde esa primera secuencia, bellamente filmada por un Abel Ferrara que ya llevaba tiempo sin sumergirse en proyectos cinematográficos debido a la mala respuesta de su último esfuerzo (la visceral y malograda "Fear City") y a esos pasos efímeros que dio por el mundo de la televisión, destacando su aprendizaje en "Corrupción en Miami" bajo la batuta de Michael Mann. Empleará tales conocimientos en otra producción de un presupuesto mayor, y que acabará convirtiéndose en la favorita de toda su carrera.

Este aprendizaje pasa primero por la forma. "China Girl" se encuentra entre las obras más cuidadosamente estilizadas de su "periodo clásico"; sacudiéndonos con un principio visceral, pasando del interior de una bulliciosa discoteca de los suburbios donde la pareja se conoce (los debutantes Richard Panebianco con su cara de pánfilo y la bellísima Sari Chang, de quien no es difícil enamorarse) a correr por sus callejones solitarios ocultos entre rincones oscuros, la cámara del neoyorkino, gracias a la labor del recién graduado Bojan Bazelli, capta ambientes realistas y la crudeza de los personajes ayuda a subrayarla, pero la estética y las técnicas lo elevan todo a la pura abstracción.
Pareciera que hemos entrado en un mundo aparte de pesadillas y sueños, tocado de una emocionante vena romántica. La influencia de Mann, Walter Hill, Ridley Scott, incluso Besson y el cine de acción hongkonés, en ese momento en alza, queda impregnada en secuencias de colores intensos, travellings elaborados, sombras y claroscuros y particulares reflejos y brillos mientras se nos absorbe en la más trillada de las historias cuando Tony y Tye se encuentran. De hecho sabemos que la primera mirada que él le lanza en el local no va a desencadenar nada bueno. Ya se huele a tragedia.

Y desde luego se desata. En este caso, y en comparación con "Fear City", Ferrara se centra en un tema concreto, la violencia callejera y a flor de piel, al estilo no de una "West Side Story" de los '80, sino heredando la brutalidad de "The Warriors", pero enfocándolo St. John en el tan controvertido tema del racismo. No es para menos. Chinos invadiendo a italianos, dos razas marcadas por el orgullo y los valores tradicionales; ¿pero acaso los primeros no tienen derecho a establecer una comunidad y enriquecer a otra cultura con la suya?, ¿y no tienen los segundos derecho a vivir tranquilos sin ver su propio mundo infestado de brutalidad extranjera?
Ambas posturas igual de validas. Pero el guionista, que es muy inteligente, no habla de una guerra de familias; el jefe de un bando no quiere hacerse con el control del territorio ni el del otro exterminar a sus nuevos vecinos (como por desgracia estamos tan acostumbrados a ver en el cine norteamericano), sino estrechar lazos. Lazos que, en un segundo plano, los representan Tony y Tye, perdidos en el mar de la inhumanidad, conservadurismo y crueldad racista, impulsada por los soldados de los jefes, esos secuaces egoístas que únicamente quieren lo creen que les pertenece.

En este sentido el grupo de los italoamericanos consigue más simpatía que el de los chinos, comunidad que no es difícil despreciar con elementos como Tsu (Joey Chin, detestable en exceso), clásico descerebrado y despiadado que cree poder tenerlo todo y estratificar a cada raza como le parezca. David Caruso como Mercury es, por el contrario, otro ejemplo de la extrema intolerancia y el miedo a los extranjeros; y a esto queda el impedimento que los hermanos mayores de cada protagonista añaden (magníficos Russo y Russell Wong), una barrera más con la excusa de la tradición y la obligación de preservar los límites entre culturas distintas.
"Eres china y debes quedarte en Chinatown, porque ahí es donde quieren ellos que nos quedemos", alecciona Yung a Tye tras ver amenazado, del mismo modo que antes Alby su barrio, su tradición tan bien preservada observando la habitación de la joven, contaminada con la americanización. Pero precisamente al no hablar St. John y Ferrara de batallas al uso entre clanes ni jefes, "China Girl" no termina en un estallido apocalíptico en las calles, sino en una serie de peleas aquí y allá mal organizadas por tipos sin corazón.

Las caracterizaciones y psicología cae en lo arquetípico, pero el film goza del estilo emotivo y emocionante que le confiere el director, a veces demasiado apegado al de Mann, y por otro lado destacando su uso de localizaciones reales, para añadir esa autenticidad que siempre distinguió su cine, y el montaje frenético de Anthony Redman.
Tal vez no tendremos el espectacular clímax que pudiésemos esperar, pero sí una desgarradora historia de fatalidad, romance y humanidad en la pura tradición de "Romeo y Julieta" trasladada al Manhattan moderno, lo mejor del director en la década '80 y también del género.
Chris Jiménez
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