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Impulso criminal

Thriller. Intriga. Drama Dos brillantes jóvenes de clase alta cometen un asesinato sin motivo aparente; pero, aunque creen haber realizado un crimen perfecto, lo cierto es que han dejado pistas que los incriminan... (FILMAFFINITY)
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
23 de mayo de 2009
67 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tragedia en tres actos.

1) El primero, y quizás el más flojo aunque no carente de interés, lo protagonizan dos seguidores un poco de la Srta. Pepis del superhombre de Nietsche. Todo el rato presumen de inteligencia, pero actúan como dos tontos muy tontos.

2) El segundo cambia el foco a la investigación del caso. Y el protagonismo lo sostiene E.G. Marshall como fiscal. Al igual que en "Doce hombres sin piedad" es un contrincante de altura.

3) Pero sobre todo la película sube como la espuma en el tercer acto, donde irrumpe como un trueno Orson Welles en una de las mejores actuaciones de su carrera. Su discurso final conviene escucharlo en versión original.

A pesar de las reminiscencias a las películas que he puesto en el título, "Impulso criminal" tiene impulso por sí misma.

No se pierdan a otro protagonista insólito de este film... ¡unas gafas de pasta!
Gilbert
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28 de agosto de 2008
62 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria y desconocida película que el año que viene cumplirá medio siglo desde su estreno y supone, la que para mí es la mejor película de Richard Fleischer.
La trama es muy parecida a "La soga" de Hitchcock, con la salvedad de que, en vez de investigar a los chicos su profesor, esta vez lo hace un policía.
También está presente durante toda la película la relación homosexual de los protagonistas, factor que les aisla aún más de la sociedad y hacen despreciarla, sumado a ello la convicción de ambos de poseer una inteligencia muy superior a las personas que los rodean, germinándose en sus enfermas mentes la posibilidad de cometer un crimen sin ser descubiertos por la policía, aunque a veces el exceso de inteligencia hace que ésta se torne en el opuesto y aparezcan evidentes síntomas de estupidez...
Hasta los 3 primeros cuartos de película nos encontramos con una obra de apreciable calidad, pero, realmente lo que convierte a "Impulso criminal" en una obra maestra sin paliativos es la intervención final de Orson Welles, interpretando a uno de los mejores abogados criminalistas del país, el cual ofrece un discurso final terrorífico y espeluznante, convirtiendo a este largometraje en una de las muestras más palpables que el cine nos ha dejado sobre la abolición y la inutilidad de la pena de muerte.
Esta vez sí que se puede decir que recomiendo fervientemente al que lea estas líneas(gracias anticipadas) a que consiga esta película y la disfrute, es una pena que no tenga ninguna crítica, aunque tengo la esperanza de que no permanezca en el olvido, ni ella, ni su temática, saludos a todos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SALMANCINE
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20 de abril de 2009
37 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las motivaciones del asesinato, así como este mismo, son un clásico de la temática cinematográfica. De esta, destacaremos el crimen dostoievskiano de “Crimen y castigo”, el delito perpetrado por la creencia en un orden moral alternativo, que naturalmente legitima al asesino a acabar con la vida de la víctima, débil cordero en manos del fuerte verdugo, adalid de la nueva moral. Esta vía intelectual del crimen siempre resulta fascinante para el arte. Nos presenta a personajes pintorescos, recalentados en la alquimia de cierta interpretación espuria de Nietzsche y el subidón de la sangre, sujetos racionalistas en estado de ebullición. Pero que aquí no esperen los espectadores a Rodion Romanovich, ya que deberemos conformarnos con unos inflados universitarios chapuceros de fraternity, niños jugando a ser taimados hombres malos. A esto hay que añadirle la influencia de un psicoanálisis de andar por casa–“Compulsion” se llama la película en los EEUU-, y el contraste ñoño de la moral de los 50 a la denostada justificación del homicidio. Por ello, la primera parte de la película tiene un cierto sabor teenager que disgusta un tanto, si bien el ritmo rápido en la sucesión de los acontecimientos neutraliza estas deficiencias argumentísticas. Se agradece la interesante parte del proceso de descubrimiento de los autores del crimen. La película comienza aquí a hacerse grande. La metáfora de las gafas delatoras recuerdan al famoso cuento de Poe. El sagaz fiscal es el perro viejo que échabamos en falta. La investigación, con su oposición de falsas coartadas y tentativas de acusaciones, conseguido juego de espejos, engancha como esos adictivos puzzles sobre la Justicia que deseamos resolver. Y para rematar, un juicio barroco con un magnético Orson Welles haciendo de abogado de vuelta de todo, cansado paladín de la justicia, defensor del sinsentido de la pena de muerte. Finalmente, se debe encomiar la economía temporal en la exposición de la clásica estructura de “contravención”-“esfuerzo por que se haga justicia”-“orden restaurado y castigo de los culpables”, por lo que en poco más de una hora y media salimos reforzados en nuestra creencia en el “Fiat iustitia, pereat mundus”. Y luego dicen que el arte es inútil. Aunque es ineludible omitir que la película remite a “La soga”, luminosa antecesora, “Impulso criminal” vale por sus propios méritos.
Talladal
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18 de noviembre de 2009
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me da la impresión de haber visto dos películas en una. La primera hora transcurre de forma parecida a "La soga", aunque con variedad de escenarios. A partir del minuto 62 aparece Orson Welles y, sencillamente, borra de la pantalla a todos los demás. El alegato final del abogado es lo mejor del film. Está en contra de la pena de muerte, y al mismo tiempo está asqueado y decepcionado por la bajeza del ser humano:

"La humanidad ha sido una espantosa carnicería desde sus comienzos, y seguirá siéndolo." El tiempo le ha dado la razón, lamentablemente.

También, aunque se declara ateo, tiene conflictos internos:

"Toda una vida de dudas y preguntas no significan haber llegado a ninguna conclusión."

A destacar, también, la actuación de Bradford Dillman como un auténtico psicopata.
paco
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28 de diciembre de 2009
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
401/29(22/12/09) Notable thriller de los que te hace pensar con buenas armas. Richard Fleischer adapta el guion de Richard Murphy ("Pánico en las calles" o "Lanza Rota"), que a su vez adapta la novela "Compulsion" (1956) de Meyer Levin, inspirada en el caso de Leopold y Loeb, dos estudiantes adinerados de la Universidad de Chicago que secuestraron y asesinaron a Bobby Franks, de 14 años, en Chicago (Illinois), el 21 de mayo de 1924. Cometieron el asesinato -caracterizado en ese momento como "el crimen del siglo"– con la esperanza de demostrar un intelecto superior, creían les permitía y les daba derecho a llevar a cabo un " crimen perfecto " sin consecuencias.

Fleischer nos obsequia con uno de sus mejores trabajos, gran drama partido en dos partes bien diferenciadas. En la primera explora la mente de un par de sociópatas, Judd Steiner (expléndido Dean Stockwell) y Arthur Straus (estupendo Bradford Dillman), dos amigos pertenecientes a dos acomodadas familias que se creen por encima del Bien y de Mal, creen tener una mente superior al resto y para demostrarlo asesinaran a un chico, en esto recuerda bastante al film de Hitchcock “La soga”.

En el relato subyace una relación de homosexualidad entre ellos que parece ser lo que les hace odiar al mundo, donde hay un trato de dominación, de dependencia de uno hacia el otro, en lo que también evoca a la historia real novelada por Truman Capote “A sangre fría”, a su vez llevada al cine de forma magistral por Richard Brooks.

En su segunda parte el protagonista absoluto es el genial Orson Welles, un “Dios” del séptimo arte que compone a uno de los abogados más carismáticos de la historia del cine, Jonathan Wilk, un agnóstico que suelta esta descomunal frase <Toda una vida de dudas y preguntas no significa haber llegado a ninguna conclusión>, está en contra de la pena de muerte, Welles se apodera de la pantalla con su personalidad arrolladora, una colosal interpretación que tienen su glorioso zenit en el alegato final ante el jurado, un discurso magistral de los que emocionan y te mueven a la reflexión, no te dejan inmune.

Recomendable a los que gusten de muy buenos dramas judiciales de calado. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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