El cristo del océano

Un niño que vive en un pueblo de pescadores cuyo padre era un pescador que murió en el mar y la madre le abandono al no aceptar la muerte de su marido y partir en su búsqueda con la esperanza de encontrarle vivo en algún puerto, tiene una estrecha relación con Juan Aguirre, un duro, honesto y campechano pescador con un gran carisma entre sus paisanos, el cual se ha convertido en una especie de padre para él.
Un día Juan Aguirre muere durante una fuerte galerna en circunstancias heroicas tras poner al resto de la flotilla a salvo y ser el único barco que zozobra, quedándose el niño profundamente consternado y triste, hasta que estando en la playa ve llegar a lomos de las olas una figura de un Cristo crucificado (sin cruz), la cual lleva a una cueva que es una especie de santuario secreto suyo en la que paso muchos momentos en compañía de Juan y que está repleta de recuerdos de este.
Al enterarse el cura del pueblo del hallazgo del Cristo, le hace ver al niño que el lugar de dicha figura es la iglesia a espera de enterarse de donde había salido la figura.
Súmense a todo lo anterior la aparición de un extraño personaje que se presenta a a sí mismo como Manuel, que parece saber todo sobre el niño y las gentes del pueblo y que se convierte en amigo y confidente del niño y las reacciones que provoca en el pueblo el comportamiento del niño influido por las conversaciones con Manuel y tenemos una emotiva e intensa película, rodada en el asturiano y bellísimo pueblo de Cudillero (espléndidamente fotografiado), referencia del genero religioso (en México se pasa por televisión una Semana Santa si y otra también), que por muy agnóstico que seas no deberías perderte por nada del mundo, pues aparte de su interesante y emotivo argumento para los creyentes (impresiona ver a Manuel/Cristo cargando con la cruz formada por los restos del naufragio de “La Gaviota”, el barco en el que faenaba Juan Aguirre cuando el mar se lo trago), es un muy interesante retrato de las costumbres y tradiciones de la dura y entregada gente de la mar.
Coproducción entre España, Méjico e Italia y dirigida por Tito Fernández (Cuéntame como paso), dejo para el final lo más entrañable para el que esto suscribe: el nombre de Miguel Oliveros como uno de los firmantes del guion que esta adapta el cuento de titulo homónimo escrito por Anatole France (http://fraynelson.com/biblioteca/literatura/cristo_oceano.htm), que así escrito puede que no te diga nada, pero seguro que al mencionar el seudónimo bajo el que escribió más de 500 novelas del Oeste en la Editorial Bruguera, que hicieron disfrutar e iniciarse en la lectura a multitud de españolitos no hace tanto tiempo, me refiero a KEITH LUGER, aprovechando también para recordar al otro titán de los bolsilibros Bruguera. SILVER KANE (el magnífico y reputado escritor de novela negra y creador del inspector Méndez. Francisco González Ledesma).

Una sorpresa muy agradable encontrarme con esta obrita tan cargada de contenido. Su dulzura y el frescor del agua marina sobresale por la pantalla. Jesús mismo se da un paseo por aquí, y, como de costumbre, no deja indiferente a nadie, y, de paso, nos deja un gran regalo. Una obra salida de la bondad de un corazón sencillo.

Ramón (Tito) Fernández, que dirigió casposas películas como "No desearás al vecino del quinto", otras más sencillas y directas, como "Margarita se llama mi amor", se dejó caer en esta, de una finura de sentimientos y de una emotividad que hasta asombran.
La historia del niño, Pedrito, ya se ha contado aquí. Solo destacar la excelente interpretación de todos, la maravilla de ese pueblo asturiano, la belleza de la mar, la naturalidad con que se afronta el tema religioso, sin beaterías y sin sarcasmos, que es lo que en películas de los años ochenta, noventa y hasta hoy se hará relativamente frecuente.
El guión es muy bueno mezclando la fantasía del niño con la posibilidad de los milagros.
Entre los actores, dos italianos: Paolo Gozlino, que hace un creíble Juan Aguirre; y Leonard Mann, un "Manuel" (Cristo) de una lacónica grandeza.
Recomendable a gente de fe y a quienes les intrigan este tipo de cosas. Desaconsejaba a los cínicos y a quienes no saben llorar.

Adaptación cinematográfica de un cuento de Anatole France.

Pedrito, de unos 13 años, vive solo en un pueblecito marinero de Asturias. Huérfano de padre, murió en un naufragio, su madre está internada en un manicomio desde que perdió la razón tras esperar largo tiempo el regreso imposible de su marido. Juan Aguirre, recio marinero, compañero de su padre, hace las funciones de éste, si bien no hace nada para que el pequeño Pedrito acuda a la escuela, como le piden reiteradamente la maestra y el cura del pueblo. Cuando Juan muere en otro naufragio, Pedrito se queda definitivamente solo. Un día aparece en la playa una imagen de Cristo, de tamaño natural, que es recogida por el chico que la lleva a la cueva de sus juegos y ensoñaciones. Pero con el Crísto aparecerá otra sorpresa...

Película dignamente rodada que logra su propósito, el de conmover con una historia sobre la Fe en Dios y la Esperanza en Él, lo que al final produce su recompensa.