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The Prom

Musical. Comedia. Drama Una chica de Indiana no puede ir a su graduación porque quiere ir con su novia, y un grupo de actores de Broadway acude a su rescate.
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
13 de diciembre de 2020
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de que nadie lo diga, sí, el mensaje de The Prom es descaradamente progresista, inclusivo, pro-LGTB (faltaría más, teniendo en cuenta su argumento) y totalmente en la línea de pensamiento y difusión audiovisual de Netflix y del mundo ahora mismo.
Nada que objetar de inicio. Desde luego que hay muchas personas en el mundo que necesitan referentes para no sentirse bichos raros, gente para quienes puede ser muy importante ver una película en la que una pareja de chicas quieren ir juntas a un baile de graduación. La importancia de tener referentes LGTB, que muchas generaciones no han tenido mientras vivían su adolescencia, no se puede minimizar ni desprestigiar. Otra cosa es que dicho mensaje se nos meta un poco a la fuerza por la garganta, como cuando hay que hacerles tragar un jarabe a los niños, por la fuerza. Este es un poco el caso de The Prom, la verdad, pero es lo que hay. El que no quiera ver un producto cuya razón de ser es el activismo LGTB, pues que no lo vea, la verdad. Los demás, encantados, y no tiene nada de malo.
El problema de The Prom no es su corrección política, sino su duración. Su duración y que representa lo peor de los musicales modernos de los últimos años. La duración, que sobrepasa las dos horas, sin contar créditos finales, es a todas luces excesiva, porque ya el espectador, cuando llega el número en solitario de Nicole Kidman, se está preguntando cuándo va a terminar lo que está viendo. Sinceramente, 90 o 100 minutos hubiesen sido más que suficientes. Sin embargo, esto no puede ocurrir debido a la necesaria fidelidad que Ryan Murphy quiere guardar al original escénico, y aquí viene el segundo problema: muchos musicales recientes de los últimos 10 años, con honrosas excepciones (obras maestras como Kinky Boots, The Book of Mormon o Dear Evan Hansen, por ejemplo), son obras dramáticamente pobres que acumulan canciones sin ton ni son para alargar la función hasta las dos horas y media y así justificar el elevadísimo precio que se le cobra al espectador por cada entrada. Sólo así se explica que cada personaje tenga que tener su número, aunque no pegue mucho, o que una historia tan mínima tenga tantos minutos en pantalla (las "enseñanzas" de los actores a Emma se hacen eternas). No ayuda tampoco, por cierto, que la música y las canciones no sean grandes obras maestras, a medio camino entre el pop y el sonido más Fosse (de hecho, algunas parecen descartes de Chicago).
Con todo, no cabe duda de que la cosa tiene su estilo, de que Ryan Murphy sabe lo que hace tras la cámara y sobre todo como narrador de este tipo de historias comprometidas, y que el reparto es excelente. Meryl Streep (que le ha cogido el gustillo a esto del musical, tras las dos Mamma Mia!, Into the Woods y la secuela de Mary Poppins) llena la pantalla cada vez que aparece, lo cual no es novedad, pero no deja de sorprender cómo nunca se cansa de innovar, explorar registros cómicos y apabullar con su incomparable carisma y talento. ¡Y cómo canta! Sensacional. La debutante Jo Ellen Pellman está fantástica también, aguantando el tipo a todos estos monstruos de las tablas y/o de la cámara, muchos de ellos de larga trayectoria en musicales (ojo a Andrew Rannells y James Corden), y es gracias a ella que momentos como el final, con ese beso, son tan emotivos. Tiene mucho encanto, mucho desparpajo y mucha naturalidad, y es lo que requería el personaje. Nicole Kidman, por su parte, vuelve también al musical, género que tantas alegrías le dio con Moulin Rouge en 2001, y está sencillamente pletórica, muy divertida, guapísima, cantando a la perfección y aportando ese talento y esa versatilidad únicas que tiene.
En definitiva, una cinta aceptable, bonita sin duda, con un importante mensaje, pero que no va a permanecer en la memoria ni a ganar ningún premio. Y podría haber sido candidata a todo. Un desperdicio, en muchos aspectos.

Lo mejor: El reparto, especialmente Meryl Streep, Nicole Kidman y la debutante Jo Ellen Pellman, y su mensaje, necesario para muchas personas alrededor del mundo (aunque nos lo metan un poquito a la fuerza por la garganta)
Lo peor: Es excesivamente larga, y representa lo peor de los nuevos musicales del siglo XXI.
Sibila de Delfos
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27 de diciembre de 2020
16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ryan Murphy, prolífico y exitoso showrunner de la televisión estadounidense, dirige su cuarto largometraje, la adaptación de un musical para Netflix. The Prom narra la historia de un grupo de actores de Broadway que busca lavar su imagen con el objetivo de relanzar sus respectivas carreras; así, llegan a un pueblo de la América profunda para ayudar a una adolescente a quien han prohibido asistir al baile de graduación por ser lesbiana.

Murphy ofrece una dirección absolutamente bochornosa, con la cámara girando sin descanso y sin el menor sentido; enfoca a los personajes, en numerosas ocasiones, de cintura para arriba, opacando así las coreografías que, junto a las canciones, son la esencia de un musical. La fotografía, además, recurre a colores chillones, potenciando el efecto mareante de las imágenes. El guion, previsible e insultantemente obvio, a pesar de las buenas intenciones, subraya tanto el mensaje que acaba por resultar moralizante. El montaje disparatado y la doble trama acaban desembocando en un completo caos narrativo; la película habría agradecido una generosa reducción de metraje. Las canciones, mediocres y repetitivas, se olvidan tan pronto como se acaban de escuchar. Y el reparto, aunque no tiene mucho donde agarrarse, también descarrila.

Maryl Streep sale más airosa que sus compañeros pero no evita la sobreactuación. James Corden, tras el ridículo antológico de Cats, repite en el género, ahora como protagonista, con una interpretación vergonzosa en la que recurre a todos los tópicos posibles para encarnar a un personaje homosexual. Nicole Kidman, desaprovechada, se ausenta de la película durante un buen tramo pero en el fondo no llega a importar; parece que solo pasaba por allí para hacer su número y cobrar el cheque. El resto de personajes secundarios, poco desarrollados, son meros resortes de guion para hacer avanzar la trama.

En The Prom todo resulta falso, hueco, abigarrado y excesivo. La experiencia de su visionado responde, más que a un musical, a una película de terror.
Oflineuk
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13 de diciembre de 2020
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para bien o para mal, Ryan Murphy es uno de los hombres del momento, siendo el responsable de propuestas (para un servidor, fallidas) como Glee o American Horror Story, o las recientes Hollywood y Ratched, que no voy a valorar, entre otras cosas porque no las he visto, pero también es cierto que meses después ya nadie habla de ellas. El caso es que su nombre va relacionado con el éxito, y es por ello que su nueva película tras las cámaras (suele ser más creador y productor, que no director) ha llamado la atención, en especial por su espectacular reparto (publicitado hasta la saciedad).

Las críticas han navegado entre dos aguas con la nueva película de Netflix, tildándola unas de producto fresco, desenfadado y necesario, y otras de absoluto despropósito, cargado de edulcorante y que supone una pérdida de tiempo. Una vez vista, me quedo en tierra de nadie, ya que no considero que sea un desastre, pero tampoco es el gran musical que se nos está vendiendo, con demasiados elementos en contra, y la sensación inequívoca de que esta producción esta diseñada para gustar a cualquier precio. Bueno, menos al estado de Indiana, al que no dejan en buen lugar, precisamente.

Adaptación de un musical, se nota su origen teatral, ya que las canciones y números de baile se suceden ante nuestros ojos cada dos escenas, con unas melodías que jamás logran cautivar, ya que no hay ninguna canción pegadiza que se quede en nuestras memorias, y las letras tampoco son nada del otro aquel, y con unas coreografías que cumplen, pero tampoco maravillan. Y es que la labor de Murphy es bastante simplona y rudimentaria, con ni un solo instante a destacar, notándose que lo suyo es otra cosa. Quizás debería haber cedido el testigo a otra mano más experta, porque me dicen que esto es un producto destinado a Disney Channel, y me lo creo. Y bueno, eso de que la cinta dure unas exageradas dos horas… Lo único que se consigue es que se haga eterna y nos confirme que se quieran tocar demasiados palos, con demasiados personajes y más bien pocos aciertos. Roza el caos absoluto, eso seguro.

Personalmente, prefiero la reciente (y ya olvidada, como casi todas las películas exclusivas de Netflix), Los chicos de la banda (en la que Murphy sólo producía), film de temática homosexual donde se jugaba más a la intuición que a la exposición, al contrario que la cinta que nos ocupa, en la cual la sutilidad brilla por su ausencia, en un mensaje bien masticadito, para que nadie se pierda o atragante…

Eso es culpa de un guion patoso y demasiado evidente, dejando clara su postura y con canciones y diálogos que no llevan a equívoco. Ésta es una película contra la intolerancia, con lo cual estoy totalmente de acuerdo, pero es que parece escrita por unos adolescentes, público al que, por cierto, está directamente dirigida, siendo quizás una propuesta demasiado pomposa y cargante para el resto de los mortales. Debo confesar que no todo es purpurina y risas, ya que hay algunos momentos emotivos, algunos algo bochornosos (aunque se pretenda lo contrario) y otros que sí aciertan, como los del pasado de cierto personaje. Sin embargo, no son suficientes para hacernos olvidar que estamos ante un film que aspiraba a más y se queda a medio gas de sus intenciones (ser el musical del momento). Y por favor, que nadie busque la frescura o la originalidad en el film (por mucho que se venda como tal), porque no la hay. Esto ya lo hemos visto todos, aunque mejor, en musicales como Hairspray, film mucho más logrado e inspirado.

Tampoco ayuda el exceso de personajes, sobrando bastantes de ellos, o que convivan dos film en uno, por una parte, la trama de las viejas glorias y divas que quieren recuperar su fama a costa de una buena acción, y por otro lado, la de dos chicas que quieren confesar su relación en el baile de la graduación (de ahí el título). El problema es que una de las tramas engulle y eclipsa a la otra, y todavía no tengo claro cuál gana la partida, pero el resultado es caótico a más no poder. Fijaros qué argumento interesa más a los responsables de la cinta, que en el póster no hay ni rastro de las dos chicas, interpretadas por dos actrices desconocidas, por supuesto.

Y es que Murphy no tiene ni un pelo de tonto, rodeándose de un plantel de primer orden, pero que tampoco tiene sentido si vas a desaprovechar a intérpretes de la categoría de Nicole Kidman, que hace lo que puede con los pocos minutos que le han dado, siendo uno de los mencionados personajes de más, el cual, si quitas del metraje, sigue siendo exactamente el mismo resultado. Merece más la actriz, y más en uno de los mejores momentos de su carrera. Más airosos salen Meryl Streep o James Corden. La primera nunca decepciona, aunque quizás en esta ocasión esté un poco más sobreactuada de lo esperado, aunque se entiende que es por exigencias del guion. No es de sus mejores papeles, pero se la nota entregada, que no es poco. Eso sí, olvidaos de nominación alguna a los próximos Oscars, como ya estoy leyendo por ahí.

En cuanto a Corden, debo confesar que ya me satura verlo en todos lados, no perdiéndose un musical, como la espantosa Cats, de la que reniega sin pestañear (y no me extraña…). No obstante, aquí nos regala una actuación cercana y muy lograda, gracias al mejor personaje de la película, entrañable y (a ratos) divertido, siendo consciente del producto en el que está, pero sin obviar la parte dramática de su papel. Seguramente el mejor del reparto, con permiso de la Streep.

Continuo en spoilers sin spoilers por falta de espacio.

Más críticas: ocioworld.net
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javi McClane
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5 de diciembre de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
*De Broadway a Indiana

The prom muestra muy pronto sus cartas. Apenas si ha comenzado la película, asistimos a un número musical frenético, de resonancias clásicas pero con el barroquismo colorista e hiperactivo de Ryan Murphy. Este número será la puerta de entrada para conocer a un grupo de actores de Broadway que acaban de estrenar un musical inspirado en la vida de Eleanor Roosevelt. Los clásicos nervios de la noche de estreno se convierten en desolación cuando las primeras críticas son, en todos los aspectos, demoledoras.

Este grupo de actores lo forman Dee Dee (Meryl Streep), una vieja gloria con dos premios Tony en su haber y una elevada dosis de narcisismo. Su principal partenaire es Barry (James Corden), tan extravertido como algo ególatra. Angie (Nicole Kidman) tiene un perfil más bajo al ser corista, pero posee un infatigable optimismo. A ellos se une, en las horas bajas, Trent (Andrew Rannels) un actor en paro que ahora trabaja de camarero.

Todos ellos buscan resarcirse del batacazo de su musical consiguiendo notoriedad y publicidad apoyando una causa que pueda ser mediática. Y así encuentran el caso de Emma Nolan (Jo Ellen Pellman) una joven lesbiana de Edgewater (Indiana) que tiene vedado el acceso al baile de graduación, por no poder acudir con su novia Alyssa (Arian DeBose). Los motivos evidentemente son homófobos, y producto de unos valores propios de la América profunda. Este grupo de actores se dirigen hacia allí para favorecer la causa de Emma. The prom hace un retrato inicial no muy favorecedor de la gente de Broadway, que aparecen como narcisistas contumaces que apoyan una causa solo por la publicidad.

*A todo color

La presentación de The prom en lo que a la parte de Indiana se refiere, tiene un barniz más o menos político. Los padres, o el equivalente al AMPA de Estados Unidos, suspenden el baile de graduación por la insistencia de Emma en ser fiel a sí misma e ir acompañada por otra chica. El caso llega incluso al Fiscal General del Estado. Pero justo cuando en Edgewater se está dirimiendo la cuestión, llega la troupe de Broadway. Es en ese momento cuando la tendencia más desbocada Ryan Murphy pone en marcha un mecanismo colorista, de tonos vivísimos, y ritmo incontrolable.

La dirección es intensa, pero no muy certera. Es un terremoto de paneos, movimientos fulgurantes, angulaciones espasmódicas y planos que duran como mucho un segundo. Es un estilo barroco pasado de vueltas. En las series creadas por Murphy pasa un poco lo mismo. Tomando como ejemplo American horror story, podemos percibir la tendencia hacia la exageración histriónica y un estilo visual un tanto freak y rimbombante. A veces con éxito (la temporada 2) y otras con una matraca cansina y mareante.

Las canciones de The prom van sonando y siendo presentadas de manera igualmente fulgurante. En esta parte de la narración Dee Dee, Barry, Angie y Trent todavía están muy pagados de sí mismos y entran en la vida de Emma como un elefante en una cacharrería. El objetivo de llamar la atención para que Emma pueda ir al baile de graduación con la pareja que quiera y mostrándose abiertamente lesbiana parece que progresa, aunque solo sea por el escándalo. Pero no todo va a ser tan fácil.

*Los amores prohibidos

El contrapunto intimista y sereno de The Prom es todo lo que rodea a Emma. Es una adolescente de diecisiete años taciturna, aunque amable, que no puede mostrar abiertamente su relación con Alyssa. Y es que ésta no ha revelado a nadie, ni siquiera a su familia, que ella es lesbiana. La relación es un poco asimétrica, pues Emma sí ha tenido el valor de reconocer su condición, al coste de tener que dejar su propia casa por diferencias con sus padres. El baile cobra así mayor trascendencia, de tal modo que Emma espera que Alyssa muestre públicamente su verdadero ser y, además, su amor por ella.

Lo que rodea a la historia de Emma es un contrapunto necesario al ritmo casi sísmico de los actores de Broadway. Y es que, por mucho ánimo expansivo que pueda tener una película, no está de más algún elemento que temple los impulsos. Las canciones que cantan desde ambos ámbitos tienen sus diferencias. El grupo de actores interpretan canciones más cercanas al Broadway clásico, pero con una producción más moderna. Emma y Alyssa se valen de un estilo más cercano al pop contemporáneo y de unas coreografías más sencillas.

Cabe mencionar que la música de The Prom corre a cargo de Matthew Sklar, las letras son de Chad Beguelin y, concatenando creadores, todo tiene su origen en un concepto general de Jack Viertel. La mezcla de estilos musicales no es del todo armoniosa. Quizá porque al principio el encuentros entre Emma y los actores muestra la diferencia de caracteres, que poco a poco se va convirtiendo en complicidad.

*Choque cultural

Un recurso usado continuamente durante The prom es el contraste, a veces hosco y conflictivo, entre la modernidad de los actores de Broadway y la cerrazón de los habitantes de Edgewater. No es un análisis muy fino, aunque pueda encerrar algo de verdad. La gente de Indiana es representada como paleta, reaccionaria, zafia y bruta. Desde la chicas del instituto a los pétreos progenitores. Acaso pueda haber sustento para ello en la América profunda, pero la descripción es esquemática, simple y arquetípica. Los saltos van del blanco al negro, sin incluir escalas de grises. O casi.

Un personaje interesante es el director del instituto, el señor Hawkins (Keegan-Michael Key). Es de los pocos habitantes del pueblo de Indiana que está a favor de la causa de Emma, y además es un fan de la larga carrera de Dee Dee. Tanto es así que entre ambos se inicia una especie de flirteo. De algún modo es el vínculo entre ambos mundos. La némesis, la “villana” de la película, es la señora Greene (Kerry Washinton), la madre de Alyssa. Se aferra a los valores tradicionales con tal intensidad que se opone frontalmente a que dos lesbianas acudan al baile de graduación.
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Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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12 de diciembre de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta producción del presente año 2020 merece verse por todos los aficionados al género de las comedias musicales de Broadway, incluso, también, por los aficionados al Cine musical. Contiene una música alegre, bien orquestada, de las grandes producciones. Las secuencias de baile poseen una coreografía excelente, especialmente, la rodada en un Centro Comercial es de gran altura artística. El argumento posee un gran y positivo ingrediente LGTB muy positivo que encaja perfectamente en las tendencias de hoy día.
Esta película, muy bien dirigida por Ryan Murphy, con unos movimientos de cámara muy atractivos, se basa en una obra del género estrenada en Broadway en el 2016, y empezada a rodar a finales del 2019, teniendo que ser suspendida su filmación con motivo del COV.19 hasta julio 2020.
Entre los intérpretes, destacan Meryl Streep, Nicole Kidman y James Corden, este último con un sobresaliente.
Aún con los adelantos modernos en imagen y sonido de la TV. (Netflix), personalmente he echado de menos visionarla y oírla en un buen Cine.
Alegrará las actuales graves circunstancias que atraviesa la sociedad mundial, por lo tanto muy recomendable en general.
Jose Antonio ZG
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