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Trampa en la luna

Ciencia ficción La NASA encuentra en la Luna restos de una antigua raza humanoide que dejó mortíferos robots... (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
2 de septiembre de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película perteneciente a la Serie B de más baja calaña, tuvo un pase por videoclubs a principios de los 90 bajo la distribución de la desaparecida Record Vision. Es curioso comprobar como parte de sus responsables procedían de Terroríficamente Muertos, la segunda parte de Posesión Infernal. Así, el productor y director, Robert Dyke, era parte del departamento de efectos especiales de aquella, de la misma manera que Joseph LoDuca, el compositor de la banda sonora, desempeñaba la misma función en la película de Raimi. Para rematar comparten protagonista, un Bruce Campbell aquí algo secundario, se deja acompañar de Walter Koenig, conocido por los trekkies debido a su participación en la saga Star Trek.

Dos astronautas (Koenig y Campbell) se encuentran en la órbita de la Luna una nave extraterrestre que contiene un extraño artefacto y un cuerpo momificado, que traen a la Tierra. Aquí, descubren que el artilugio resulta ser un robot alienígena que mata a todo aquello que tiene vida propia. Tras acabar con el invasor, los astronautas deciden volver a la Luna a investigar.

Es la única película que he visto en mi vida capaz de cambiar de plano por corte de un club de alterne a la Luna con los mismos personajes. Esto debería servir como ejemplo de la desfachatez que ha tenido al rodar el tal Robert Dyke, que pese a ese frenetismo solo va dando palos de ciego durante los eternos 80 minutos de duración, sin encontrar nunca el ritmo adecuado (no recuerdo cuantas veces miré el reloj durante la segunda parte de metraje esperando que acabara). No mejora la faceta del director en la planificación de unas escenas de acción que ya resultaban indecentes para ese 1989 (risible la batalla que sucede en la NASA: el ejército, armado hasta los dientes, perdiendo contra cuatro trozos de chatarra mal puestos en un pasillo).

No obstante, lo peor es el incoherente guión, refrito y exploit de otros éxitos de la misma década como Alien, Lifeforce o La Galaxia del Terror (esta última otra producción igual de modesta pero de resultado mucho más original), plagado de personajes planos recitando diálogos que convierten los de una película porno en puro Shakespeare. Respecto a los actores que les dan vida, no esperaba nada del mediocre Walter Koenig, pero resulta doloroso ver a un Bruce Campbell tan lamentable.

¿Qué se puede salvar? Teniendo en cuenta que incluso los efectos especiales son flojos, poco. Una ambientación que, aunque casposa, es defendible debido al ingenio de la dirección artística y la escenografía. Nada más, salvo que te guste pasarte las películas contando los gazapos que hacen acto de presencia en pantalla, aquí innumerables, si bien el largometraje en si mismo resulta ser un gazapo en toda regla.

La clase de película que te hace darte cuenta de la carencia de buen gusto que tenías cuando eras un crío y la disfrutaste en VHS tras alquilarla en el videoclub de tu barrio. Trampa en la Luna es una de estas películas que te compras en DVD a 1€ y aún así te podrías sentir estafado. Por lo menos queda la alternativa de utilizarla como posavasos.
David MS
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23 de diciembre de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película más aburrida de Bruce Campbell. Cuando un espectador se sienta ante una película de serie B sabe lo que va a ver. Pero en esta ocasión es peor de lo que se puede imaginar. Lejos de tener un argumento, carece de ritmo, igual que de interpretación, aunque eso sí es de esperar. Simplemente no ocurre nada. Los robots aparecen sin razón alguna y los humanos gritan y disparan, nada más. Carece del encanto de su género, lo que hace que ni siquiera merezca la pena verla entre amigos para compartir unas risas.
Arian
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14 de abril de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Humilde película de los 80, con una mínima trama sobre ciberorganismos acechando a la humanidad desde la Luna. Si consideramos que Aliens (J. Cameron) data de 1986, tres años antes, estamos ante un auténtico churro, con efectos espaciales muy desfasados ya entonces, con maquetas cutronas, interiores de pena y humanoides-robots de risa.

Con claras reminiscencias de La Cosa (con la pelea en el pasillo en la NASA), de Aliens (en cuanto a los huevos-robot), de Lifeforce (la presencia de una nave cargada de bichos malos con las peores intenciones), sin embargo no capta la esencia de esas películas, ni su inspiración, calidad y dinamismo, mostrándonos una amalgama de escenas demasiado largas y lentas, con diálogos de besugo y sin sentido y apoyado en una buena utilización de las luces y sombras para la ambientación lunar. La película está llena de gazapos (ver spoiler) pero es tan mediocre, lenta y en ocasiones aburrida, que ni siquiera produce hilaridad.

Es de las pocas películas en las que Walter Koenig, el Pavel Chekov de la serie original de Star Trek, es el protagonista. Que pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quinto Sertorio
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26 de mayo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a haber dirigido solo cuatro películas en casi tres décadas, entre 1988 y 2017, atención al dato porque Robert Dyke ya ha perpetrado otra más, aún no estrenada, y de nombre “Liquid Red”. En este su debut en la dirección, si bien es cierto que luego realizó dos bastante curiosas, lo cierto es que su ópera prima fue bastante flojita.

Se trata, como ya se ha dicho aquí del típico 'scifi' ochentero de serie B. Y su mayor problema que es que ni siquiera es graciosa por lo mala, como a veces ocurre. Es que a partir de la mitad del metraje es simplemente aburrida, al margen del sinfín de gazapos y errores factuales chapuceros que contiene, como que en la luna haya la misma gravedad que en la tierra o que la munición de las armas sea inagotable. Por no hablar de la propia factura del film, con algunos saltos de montaje estrambóticos y una música plúmbea y soporifera.

Con todo, tiene un inicio prometedor y que sabe crear cierto interés, con obvias referencias a la saga "Alien", e incluso cierta inquietud e intriga en las secuencias del primer viaje en que durante su paseo espacial el personaje de Walter Koenig encuentra el extraño cadáver y el artefacto. Como tampoco está del todo mal lo que se refiere a la reunión entre el agente del Gobierno y el personal de la NASA en paralelo con la que se está montando en otros lugares del edificio y que tendrá su culminación en la secuencia del enfrentamiento en el pasillo con el robot.
Son secuencias que al menos a mí me parecen moderadamente resultonas pese (o, precisamente, a causa) de su simplicidad) y en las que, al contrario de lo que han comentado otras personas, no me parece tan grave la pobreza de los efectos especiales. Aunque, eso sí, los robots/monstruos/malos/villanos sean una burda mezcla de los cylones de “Galáctica” y Mazinger Z.

Lo que sucede es que a partir de la preparación del nuevo viaje de exploración, tras la escena en el local de striptease, la película se viene abajo y ya cuando encuentran en el último tramo Walter Koenig y Bruce Campbell a la mujer hibernada interpretada por una actriz que es mejor no menciona, porque luce insípida como una pasa seca, ya la calidad baja hasta el subsuelo. Y ello es así, aparte de porque Walter Koening vuelva a demostrar lo limitadito que siempre fue como actor o por las muchas deficiencias técnicas, por las carencias de un guión paupérrimo y con unos diálogos de tercera.

En ningún momento se definen bien los personajes, aunque los hayamos visto borrachos en aquel local de copas y tías en bolas de la tierra o se nos haya mostrado torpemente algún retazo de la vida privada de Koenig en la secuencia con su hijo. O aunque nos hayan querido colar cierto guiño generacional con lo que dicen en el bar de que que fueron demasiado jóvenes en la década de los 60 y ahora ya son demasiado viejos en los 80. Casi todo lo que nos han dicho la peli hasta entonces de ellos mismos son bobadas, como que a uno en sus anteriores empleos en el ejército le han llamado “Penetrador” y al otro “Einstein”. Y luego cuando de sopetón y sin condimento alguno en la puesta en escena aparece la mujer descongelada no hay tampoco la menor química y la peli sigue fría como un témpano. Por eso no es que las secuencias sean lentas o que haya poco ritmo, sino que nos parece que son así porque nos importa poco más que un pimiento el destino de quienes las protagonizan.
Echanove
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