La ciudad quemada

La acción se desarrolla entre los años 1899 y 1909. La entrada a un nuevo siglo y las diferencias sociales cada vez más agudas entre unos pocos y la clase política apoyada por la burguesía no sin alejarse de la monarquía que espera ansiosamente la coronación del Rey Alfonso XIII, están entre los acontecimientos que resurgieron entre el fin de la Guerra de Cuba a los hechos que desencadenaron la terrible “Setmana Trágica” de Barcelona (acaecida entre el 26 de julio y 2 de agosto de 1909) por la negación de alistar a filas a miles de soldados en el Norte de África y la falta de recursos que padecía el país; unos días que la capital catalana se llenó de barricadas, los conventos fueron saqueados, incendiados y profanados. Algunos de los instigadores, entre ellos un pedagogo partidario de instaurar un modelo estudiantil laico, Francesc Ferrer Guàrdia, fueron ejecutados.

En ése marco histórico conocemos a Josep (Xabier Elorriaga), de orígenes humildes, regresa de Cuba con Frederic (Francisco Casares), un hombre de negocios indiano que, tras un incidente en las caballerizas de la masia de verano propiedad de su hermano el señor Palau (Pau Garsaball) es presentado a su familia. Las hijas Remei (Jeannine Mestre) i Roser (Ángela Molina) quedan prendidas por el huésped, pero Josep decide casarse con Remei. A poco a poco tendrá un papel decisivo e importante en los Palau pero no dejará de lado su orgullo obrero. En el panorama político Francesc Cambó (Adolfo Marsillach) clama derechos para los ciudadanos con el fin de mantener elevada su posición. Mientras tanto Alejandro Lerroux (Alfred Luchetti), también movido por sus intereses, anuncia su llegada a Barcelona para ganarse adeptos entre el Pueblo.

El realizador catalán Antoni Ribas (Barcelona 1935-2007) más que un cineasta era todo un historiador que no siempre disfrutó de las subvenciones reportadas en el desarrollo de sus producciones épicas pero muy bien documentadas. Prueba de ello se demuestra en películas como el reportaje “Catalans Universals” (1980) que nos ofrecia una mirada a personalidades del mundo del Arte como Joan Miró o Salvador Dalí, en la Medicina; el doctor Ignasi Barraquer o en la Escena; la soprano Montserrat Caballé. Pero sus films históricos son los más característicos en su carrera; “Victoria! La Gran Aventura d´un Poble” (1983) sobre la llegada del Dictador Miguel Primo de Ribera; “Dalí” (1990) en que el hijo de Anthony Quinn, Lorenzo interpretaba al pintor surrelista; luego llegaron “Terra de Canons” (2000), cinta que le llevó muchos años de rodaje, y problemas con la Generalitat y nuevamente con Lorenzo, y ésta vez al lado de su padre. Posteriormente realizaría “Centenari” (2002) sobre la corrupción en el mundo del fútbol.

Lo primero que hay que dejar claro es que esto es una película histórica. Es decir, una película para aprender sobre historia. Si uno busca eso sale encantado, por lo bien ambientada que está y por todos los temas históricos que toca. Ahora bien, si uno espera ver una trepidante historia de acción, una típica historia de amor, una cinta de intriga o alguna reflexión filosófica llevada al cine, para eso hay otras películas.

A mí, que me gusta mucho la historia, me ha parecido una película excelente, que toca una época poco tratada en el cine español y de una forma muy completa. El vestuario es magnífico, así como la ambientación de las calles, el mobiliario y decoración de las casas, los bigotes y peinados, las escenas de combates callejeros... viendo la película parece que te transportes a principios del siglo XX.

La película no me ha parecido nada aburrida, pues continuamente están sucediendo cosas. Además, resulta muy interesante ver cómo era la vida en esa época. Ahora bien, si a uno no le interesa nada la historia puede ser que no valore nada todo lo que la película nos aporta. Pero la culpa no es de la película, sino de los intereses de cada uno. Si a mí no me gusta la carne no se me ocurre ir a un asador argentino y luego quejarme de lo mal que se come allí, porque no hay arroz ni pizzas en la carta. Pues con esta película sucede lo mismo.

Del mismo modo que Bertolucci daba un repaso histórico y socio-político de la Italia del siglo XX, Antoni Ribas, un cineasta muy inferior al italiano, nos recrea desde “La ciudad quemada” un fresco histórico y socio-político de los primeros años del siglo XX en Cataluña. Periodo que abarca desde la derrota española en Cuba hasta la semana trágica de Barcelona. Articulada mediante una trama coral que retrata de forma muy distinta y un tanto maniquea a la burguesía del proletariado, los primeros como ricachones hedonistas y explotadores (que algunos lo fueran, no desmerecen a otros que eran emprendedores que con su esfuerzo y dedicación crearon riqueza y puestos de trabajo desde sus factorías), y los segundos como humillados obreros revolucionarios que toman las armas y queman iglesias y conventos tras una ineficaz huelga general, siendo reprimidos por las fuerzas del orden.

En realidad se trata de un pestiño infumable, un culebrón melancólico y sentimental de casi 150 minutos que aburre hasta el separatista más devoto. Un panfleto nacionalista reivindicativo llamado a revitalizar el “sentiment catalá” con sus costumbres y folclore, que muestra unos tiempos convulsos, producida con aportaciones privadas entre otros por el ínclito Josep M.ª Forn. Habría que recordar su curriculum a posibles ingenuos o despistados que, Forn en 1975 fundó y presidió el Instituto de Cine Catalán desde donde impulsó la producción de cortometrajes y noticiarios. De 1987 a 1991 fue director general de cinematografía del departamento de cultura de la Generalidad de Cataluña. En 1994 fue elegido presidente del Colegio de Directores de Cine de Cataluña. En 2001 recibió la Cruz de San Jorge (por los servicios prestados… a la causa).

Resulta paradójico que una de las escenas más importantes en la que el personaje del político Francesc Cambó (Adolfo Marsillach) se dirige solemnemente al rey Alfonso XII en su visita a Barcelona, reclamando libertad y estatuto de autonomía para el “problema catalán”, fuera una de las que despertaba mayores aplausos enfervorizados por el público de los cines catalanes donde era proyectada, seguramente ese público entregado desconocía la historia, pues fue Francesc Cambó uno de los primeros políticos en apoyar el golpe militar de Franco, ¡Qué facil es manipular al pueblo con unas frases oportunas! Eso tampoco lo mencionaron ayer cuando presentaron la película en televisión, no sé si por interés o desconocimiento.

No faltan frases lapidarias y complacientes como “los derechos no se suplican, se conquistan...” y yo añadiría pero pacíficamente y respetando la ley votada democráticamente, no por la fuerza y la violencia del anarquismo anticlerical. Lo que más me ha gustado es el extenso y bien escogido reparto, esa melancólica música adaptada por el maestro Ros Marbá de conocidas habaneras, el excelente diseño de producción y ambientación, para tan escueto presupuesto, donde no puede faltar el “lei motiv” de la identidad nacionalista “Els segadors”. Una película que, vista a día de hoy, se queda muy corta para las aspiraciones insaciables de estos nuevos políticos que reivindican la independencia para distraer al pueblo, eludiendo las responsabilidades de su nefasta gestión económica y política con la división y ruptura de esta sociedad.

Extraña película que es más bien una recreación de la vida política y social de Barcelona. Desde el final de la guerra de Cuba hasta la semana trágica. Con un debilísimo hilo argumental: un soldado que vuelve de la guerra de Cuba es utilizado por un burgués catalán para pasar dinero y documentación sin ser registrado. Este hombre acabará casándose con una mujer de la familia, aprovechando ésto saldrán múltiples personajes de aquellos años.

Buenos actores del cine y del teatro dan vida a todo esto. Consiguiendo momentos muy emotivos, divertidos, dramáticos… Buen intento de explicar la historia de Cataluña a través del cine, aunque demasiado largo y, a veces, queriendo meter a algunos con calzador, con personajes innecesarios. A la pobre Mari Santpere le dan un triste y cortísimo papel que no le hace justicia. A Joan Manuel Serrat lo meten porque es él. En la época hacía de actor ocasionalmente. Afortunadamente, después se dedicó solo a cantar. Más corto y con menos personajes hubiera podido quedar más redondo. No está mal... posteriormente, Antoni Ribas intentó continuar explicándonos la historia de Cataluña con: ¡Victoria! La gran aventura de un pueblo pero le salió un pastiche indigerible.

Larga,aburrida y caótica visión de la clase política en general y del mal llamado "problema catalán" en particular. No me sirve la excusa de que era una tarea compleja el retratar ese pedazo de la historia de España, ni tampoco que acababa de terminar la dictadura. Cinematográficamente hablando. para mi, la cinta es un tostón. Buenas intenciones, buen elenco de artistas pero con un resultado demasiado discreto. Se salva la belleza de Angela Molina y poco más. Ah si, Serrat.