Secretaria para todo

La secretaria Carmen Sevilla dividida sentimentalmente entre el cliente holandés Frank Latimore y su compañero en el trabajo Tony Leblanc. Ni Carmen Sevilla ni Tony Leblanc pudieron lucirse aquí como en otras ocasiones ya que los personajes no poseen la gracia necesaria para crear una chispeante comedia y la película muestra una medianía en todos sus aspectos totalmente representativa de la discreta filmografía de Iquino como realizador. En su pequeña trama no hay nada que sea original o imprevisible por lo que en bastantes momentos le cuesta mantener la atención del espectador aunque haya buenos actores secundarios y algunas escenas que se salen ligeramente de su tono desangelado en general. Faltó la inspiración en la planificación de este convencional producto que para nada irrita pero que tampoco entusiasma. A pesar de eso de que no entusiasme al compararla con futuras y horribles realizaciones de Iquino sale ganando y además puede caer simpática a algunos espectadores por carecer de grandes pretensiones.

El argumento es el típico de las comedias de equívocos y enredos. Se quedaría en nada si no fuera por la gracia y elegancia de los tres acores `protagonistas, Carmen Sevilla, Toni Leblanc y Antonio Casal. Hay que añadir a Antonio Garisa en su eficaz papel de baturro agricultor, cultivador de tomates, corto de mente pero directo. Se podría afirmar que el film se pensó en función de los intérpretes. Sin ellos no existiría. Hoy en día tiene el encanto de lo "kitch", contemplar como eran las calles de Madrid, el ambiente y las modas en el momento en que se estrenó.

Por ver a Antonio Casal y a Tony Leblanc, en papeles de escaso lucimiento, se podría intentar aguantar el tirón. El guionista no se estiró mucho y pergeñó una comedia de enredo al alcance de los menos espabilados para que la trama no fuera un obstáculo para los admiradores de Carmen Sevilla (que los tenía). Antonio Casal, un hombre de negocios apurado, trata de que su secretaria, Carmen Sevilla, se rinda a su cliente, un holandés bien plantado y con intenciones serias, para poder rematar un negocio de calado. Un poquito de enredo entre Carmen de Lirio, la esposa de Antonio, y la pudorosa secretaria son el soporte para las actuaciones cómicas de A. Casal y Tony Leblanc que, aunque sean en color, decepcionan y saben a poco. Carmen nos obsequia con un par de canciones que, cuando menos, las ves venir y no te pillan de sopetón. Al que le valga con esto, que se la apriete, y el que espere más ya está avisado.