Los pájaros cantan en Kigali
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Drama
Ruanda, 1994. Claudine es una refugiada tutsi que consigue escapar del país sumido en el horror gracias a la ayuda que le proporciona Anna, una ornitóloga encargada de estudiar los buitres de la zona junto a su colega, el padre de Claudine. Escondida entre las jaulas de buitres muertos que Anna saca de la zona controlada por los hutus para su estudio, Claudine logra escapar de la atrocidad para acabar acompañando a Anna a su Polonia ... [+]
30 de octubre de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta será una de esas amargas historias que el público no comprará: por la carga dramática que contiene, por la peculiaridad de las imágenes grabadas (desenfoque y planos fijos) e incluso por el absoluto desconocimiento del hecho genocida, que tuvo lugar en ese país africano (antigua colonia belga), hace tan solo veintitrés años.
Casi un millón de asesinados y muchos miles de mutilados, desplazados y refugiados, mujeres violadas e infectadas de sida de forma sistemática que dieron a luz a niños enfermos... Y todo ello por el criminal motivo de pertenecer a la etnia minoritaria de los tutsi, que en ese momento (desde 1961, fecha de la independencia) penaban bajo el imperio de los hutus, que les consideraban de baja casta. Para más abundancia en el horror fueron masacrados a machetazos e hicieron desaparecer sus cadáveres en cloacas, fosas comunes, cunetas (eso nos suena a los españoles) y sirviendo de pasto a los buitres.
En Kigali, por aquellos días, cuenta la ficción de los Krauze, una ornitóloga polaca llevaba a cabo un trabajo de campo, de aves carroñeras junto a un especialista ruandés (el padre de Claudine). En la huida, Anna (la científica) consigue arrastrar con ella a la única superviviente de la familia Mugambira.
Las dificultades para adaptarse a la normalidad, por parte de las personas que sufrieron un trauma tan escalofriante, son el eje central de este proyecto que tramaron juntos Joanna y Krzysztof (autores por ejemplo de Plaza del Salvador y Papusza), aunque fue la mujer quien corrió con la responsabilidad de acabarlo porque él murió en el año 2014.
El trabajo de las dos actrices protagonistas es más que reseñable y aunque los descontentos asistentes al estreno en la 62 Seminci solo percibieran... (paso al spoiler)
Casi un millón de asesinados y muchos miles de mutilados, desplazados y refugiados, mujeres violadas e infectadas de sida de forma sistemática que dieron a luz a niños enfermos... Y todo ello por el criminal motivo de pertenecer a la etnia minoritaria de los tutsi, que en ese momento (desde 1961, fecha de la independencia) penaban bajo el imperio de los hutus, que les consideraban de baja casta. Para más abundancia en el horror fueron masacrados a machetazos e hicieron desaparecer sus cadáveres en cloacas, fosas comunes, cunetas (eso nos suena a los españoles) y sirviendo de pasto a los buitres.
En Kigali, por aquellos días, cuenta la ficción de los Krauze, una ornitóloga polaca llevaba a cabo un trabajo de campo, de aves carroñeras junto a un especialista ruandés (el padre de Claudine). En la huida, Anna (la científica) consigue arrastrar con ella a la única superviviente de la familia Mugambira.
Las dificultades para adaptarse a la normalidad, por parte de las personas que sufrieron un trauma tan escalofriante, son el eje central de este proyecto que tramaron juntos Joanna y Krzysztof (autores por ejemplo de Plaza del Salvador y Papusza), aunque fue la mujer quien corrió con la responsabilidad de acabarlo porque él murió en el año 2014.
El trabajo de las dos actrices protagonistas es más que reseñable y aunque los descontentos asistentes al estreno en la 62 Seminci solo percibieran... (paso al spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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30 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película afronta las consecuencias del genocidio ruandés, a través de la historia de Claudine, una joven tutsi y de Anna, una bióloga polaca que esta haciendo un estudio sobre los buitres y que la ayuda a huir.
Los Krauze (aunque Krzysztof falleció en 2014 al iniciar el rodaje), intentan contar la historia fragmentada, como los recuerdos de la propia Claudine. Y ahí es donde, a mi entender, más pierde la película. Eso, unido al excesivo metraje hace que el ritmo se resienta y pierda fuerza el mensaje.
Los Krauze (aunque Krzysztof falleció en 2014 al iniciar el rodaje), intentan contar la historia fragmentada, como los recuerdos de la propia Claudine. Y ahí es donde, a mi entender, más pierde la película. Eso, unido al excesivo metraje hace que el ritmo se resienta y pierda fuerza el mensaje.
23 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Situada en la Ruanda de 1994, los directores Joanna Kos-Krauze y Krzysztof Krauze nos presentan a Claudine, una refugiada tutsi que consigue escapar del país sumido en el horror gracias a la ayuda que le proporciona Anna, una ornitóloga encargada de estudiar los buitres de la zona junto a su colega, el padre de Claudine. Escondida entre las jaulas de buitres muertos que Anna saca de la zona controlada por los hutus para su estudio, Claudine logra escapar de la atrocidad para acabar acompañando a Anna a su Polonia natal. Pero ya en Polonia, el dolor que habita en ambas mujeres es demasiado grande como para dejarlas vivir en paz.
Una producción que intenta concienciarnos sobre la situación de los refugiados y en la que brillan con luz propia sus dos actrices principales Jowita Budnik y Eliane Umuhire.
Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/
Una producción que intenta concienciarnos sobre la situación de los refugiados y en la que brillan con luz propia sus dos actrices principales Jowita Budnik y Eliane Umuhire.
Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/
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