La cesta

La cesta es una película dirigida por Rafael J. Salvia en 1965 sobre un guión de Jaime García Herranz, música de Fernando García Morillo y fotografía de Manuel Merino. Formado principalmente en el guión cinematográfico de gran influencia durante un sustancial periodo de tiempo en la comedia, Salvia desarrollaría inolvidables trabajos escritos en títulos tan recordados como El día de los enamorados y Atraco a las tres coescritos con Pedro Masó, junto a Antonio Vich y Vicente Coello respectivamente. En la realización dirigió películas siempre recordadas como Manolo, guardia urbano, Las Chicas de la Cruz Roja o La gran familia codirigida con Fernando Palacios.

La cesta es una comedia que nos plantea las vicisitudes de una comunidad no demasiado grande como para expandirse ni demasiado pequeña como para olvidarse de ella donde quedan reflejados los personajes que normalmente la habitan y no es casual que así sea ya que las tradiciones hacen a las personas, los pueblos y sus habitantes, así que Carmelo (Antonio Garisa) no iba a ser menos: es un vecino agarrado, además de usurero que no suelta prenda, de humor agrio (si es que lo tiene) y siempre creando enemigos , aunque raramente dando la razón, eso sí, cuando no hay más remedio.

Por otro lado disfrutar de la excelente actuación que Francisco Camoiras hace en el papel de Crescencio, noble y respetado a pesar de las limitaciones psicológicas que representa su personaje, consigue sobrevivir de la limosna y la beneficencia de los demás, amable con todos los habitantes solo tiene un deseo que le ocupa su pensamiento sin dudar en proclamarlo por todas partes debiendo esperar el resultado hasta el día de Reyes.

Destacadas actrices, entre las cuales Lina Morgan en el rol de Lolín donde ya mostraba formas y gestos absolutamente singulares que desarrollaría con gran éxito a lo largo de su productiva carrera, junto a ella cabe señalar a la veterana Julia Caba Alba en el papel de Petra una sirvienta del hogar enfrascada sin quererlo en la conciencia emocional del avaro Carmelo para quien trabaja equilibrando con sus reproches la ira y el coraje de su patrón siempre encerrado en su propio y silenciado mundo emocional de un pasado que le empujó a ese indeseado carácter del que Teresa (Ana Esmeralda) tiene algo que decir.

La evolución de los acontecimientos hará que las cosas cambien de la forma más imprevisible a pesar de la indisimulada codicia de Carmelo por controlar el azar de la rifa con la cesta y un aliciente añadido que despierta el interés de los lugareños en un final que, aunque previsible, no deja de sorprender a la comunidad que pasa del rechazo al afecto en nada de tiempo. Redescubrir La cesta supone reforzar la imagen de destacados intérpretes como, entre otros, Rafael Durán, Perla Cristal, o Antonio Vico, aportando además a la galería de destacadas interpretaciones a Francisco Camoiras por Crescencio.

Agridulce comedia de aire costumbrista y fachada sencilla cuyo trasfondo social, a pesar de su evidente acritud, está tratado con suaves pinceladas de humor que lo convierten en entrañable.
La historia discurre en un ambiente rural cargado de psicología popular en la que A. Garisa desempeña el papel principal brindando una lección magistral de profundidad en la interpretación de su personaje.
El argumento tiene una gracia indudable -también su guasa- y está desarrollado con frescura, con ese candor narrativo que resulta tan atractivo cuando la ingenuidad formal y la naturalidad conceptual se dan la mano deliberadamente.
Los años no le pesan sino que acrecientan su valor como obra importante.

Convencidos estábamos que la mayor cesta de Navidad era la del Restaurante Mariano de Calamocha, que este pasado año estaba valorada en más de 500.000 euros con premios de todas las clases, coches, motos, lingotes de oro ... incluso décimos de lotería.
Bien, bien ... pues ahora resulta que mucho más importante fue "La cesta" que se sorteó en los pasados años 60 en Mora de Rubielos, también en la provincia de Teruel. Aunque en la cinta aparece bajo el nombre de Moral del Río (Rubielos).
Todo empieza con las fiestas de San Roque en agosto. Pasacalles de la banda de música, toros embolados con yuguetes por las calles, tancas, petardos y buen ambiente. Misa de 12 en la colegial con asistencia de las mozas ataviadas con el traje regional, autoridades y elección de los clavarios que dan el gasto el año siguiente. Eso sí, con la recomendación del cura "A ver si gasta menos en cohetes y en toros que es lo que más os gusta".
Pero la nueva comisión no está por la labor. Hay que buscar más dinero para encimar a los clavarios anteriores. Lo normal. Y entonces llega la idea brillante, rifar una cesta de Navidad el mismo día de Reyes con un jamón, turrones, sidra, carne de membrillo ... Diez mil papeletas a dos pesetas veinte mil clavadas, menos las dos o tres mil de los regalos. Negocio redondo.
El problema es que son muchas papeletas para una población de poco más de dos mil habitantes.
Están preocupados los clavarios por la difícil venta de los talonarios y ... otra idea brillante, añadir a los regalos una serie de un número de la lotería de Navidad que se ofrece a la vista de todos en un escaparate.
Se animan algo las ventas pero sigue sobrando mucho papel y el negocio pinta negro. Pinta negro hasta que ... hasta que el gordo de Navidad cae precisamente en ese mismo número.
Lo nunca visto, el gordo en Teruel.
Es a partir de ese momento cuando la película gana en altura. El rico del pueblo, D. Carmelo (Garisa), un roñoso que ha despreciado hasta entonces la rifa, usa de su influencia, chantajes y malas artes para hacerse con todos los números del sorteo. Extorsiona a sus deudores, a los necesitados, amigos y enemigos. A todos.
A todos no, el único que resiste la puja que hace con los vecinos es Crescencio (Camoiras), el tonto del pueblo que se quiere comer el solo el membrillo.
El trato para conseguir los boletos nos permite conocer a Pascual el herrero (Sepúlveda), un viejo republicano que se las tiene tiesas con D. Carmelo (para que luego digan del cine español de entonces), como también le sale respondón el Mellao (Vico) que lo echa de su casa hoz en mano tras darle los boletos a cambio de la deuda que lo ahoga, incluso los banqueros y otras personas de posición sucumben a las millonarias ofertas del cacique. Todos pues en el pueblo tienen su precio. O casi todos.
Una buena historia muy bien contada. Se nota la mano del guionista, Jaime García Herranz, oriundo del mismo Mora de Rubielos donde falleció y fue enterrado el 14 de agosto del año siguiente del estreno de "La cesta". Fraseado plagado de aragonesismos y localismos turolenses que comunican una gran frescura a la obra.
Excelente también la ambientación con una de esas "Sinfonolas" de bar que por unas pesetas ofrecía hasta 96 elecciones en el tocadiscos. Sobran tal vez algunas boinas caladas hasta los ojos.
Comedia que tiene también su parte de drama colectivo, una "Fuenteovejuna" de toma de conciencia popular que acaba resolviendo el amor.
"Plácido" aire berlanguiano que mezcla comicidad y ternura. Escenas candorosas como la ofrenda de velas al Santo, "Querido San Roque, Credo y Amén Jesús".
Realización que muestra un fresco de los problemas e inquietudes del mundo rural de los 60 a través de personajes muy bien trazados. A los citados D. Carmelo, el Mellao o Pascual habría que añadir a Petra la criada (Caba), la entusiasta Lolín (Morgan) o la mano izquierda del cura (Alfayate), "Este mosén cuando no dice nada dice más que cuando dice".
Una película notable muy poco conocida que merece darle un vistazo. Y que demuestra de paso la tradición y el tronío de las cestas turolenses de Navidad.
No se la pierdan.