Jerusalema

Jerusalema es una película de Ralph Ziman. Ambientada en Johannesburgo durante la década de los noventa, esta película cuenta una historia con pinceladas de realidad, una pizca de crítica social y, sobre todo, mucha acción.
La trama de Jerusalema sigue los pasos del gangster Lucky Kunene desde sus humildes comienzos como ladrón de autos hasta su ascenso como magnate inmobiliario. El aspecto más interesante de la trama es el proceso mediante el cual el protagonista amasa su fortuna que, casualmente, es el único tomado de la realidad. Si le quitamos esta parte al guión, lo que queda es una historia simple pero efectiva sobre mafiosos y el precio del poder que recuerda a Carlito's way o Scarface.
Las problemáticas sociales de la Sudáfrica post apartheid sirven para adornar la trama de esta película: el alza del crimen y el desarrollo de la industria de seguridad privada, la corrupción del nuevo gobierno y la desilusión de la gente a la que se le prometió una nueva Sudáfrica donde no se pasara hambre. Pese a que no se ahonde sobre estos temas, se los usa para darle textura a la trama que, de no tenerlos, resultaría un tanto plana y trillada.
Sin dudas, el aspecto que redime a esta película es su valor de entretenimiento. Esta se mueve a un ritmo consistente y saludable, con escenas de acción bien logradas. Con actuaciones más que correctas y una buena puesta en escena, el apartado técnico tampoco tiene fallas que sobresalgan.
En conclusión, Jerusalema es una película muy entretenida. Aunque el director falló en su propósito de producir la nueva "Ciudad de dios", el producto final que obtuvo es más que recomendable para cualquiera que quiera ver una película de acción entretenida o esté interesado en la historia de la Sudáfrica de los noventa.

Ambientada en los principios de la nueva SA, la película consigue mostrar la libertad de la que se habla y las ayudas que llegan o más bien que no llegan, luego es tremendamente típica en su desarrollo, nunca llega a transmitir que sus jóvenes personajes están contra las cuerdas, carece de la dureza de otras y apenas se viaja a uno de los guettos más famosos del mundo.

Me gustó la frase "si hay que trabajar, es mejor hacerlo en uno en el que se pueda robar", buen resumen de lo que desarrolla la cinta a su llegada a la ciudad, ya que se introduce en el terreno de los negocios inmobiliarios para contar esta historia real que tiene fragmentos de otras películas de cartel, intentando ir más allá de lo que realmente podía y necesitaba, basándose en la redistribución de viviendas por la puerta de atrás y la mezcla con el mundo de las drogas había suficiente, pero el querer acaparar con más sólo hace que se pierda ritmo y que el espectador no sienta vida en muchos pasajes.

Arranca en un barrio de Johannesburgo, mostrándonos en una buena encadenación de secuencias, la detención por parte de un equipo de fuerzas especiales de Lucky Kunene (Rapulana Seiphemo), al parecer un peligroso delincuente, la satisfacción de fuerzas del orden y prensa ante la detención y su entrevista en una sala de la prisión con una periodista, la cual le insta a que le cuente como ha llegado hasta ahí y a ser posible empezando por el principio.

Utilizando este recurso como introducción de la historia, nos trasladamos a Soweto en el año 1994 (10 años atrás), donde en un ambiente de exaltación de la alegría por partes de los perjudicados por el apartheid ante el reciente final de este, conocemos a un joven Lucky y su inseparable amigo Zakes, dos adolescentes que se buscan la vida como pueden con venta ambulante, lavar coches y cosas por el estilo, hasta que las malas calles y las amistades peligrosas, les convierten en 2 temerarios asaltantes que inician una escalada delictiva (robo de coches, bancos y tiroteos varios) de la que tras un susto en el que sobreviven de milagro, rehuyen y se trasladan a Johannesburgo a ver como les trata la vida.

Johannesburgo, 10 años después de su llegada, Lucky y Zakes siguen juntos, trabajando como taxistas en un caótico y peligroso ambiente, cuando tras ser asaltados y quedar en la ruina (tampoco es que les fuera muy bien) deciden liarse la manta a la cabeza y volver a las andadas.

Sigue en spoiler por falta de espacio:

Pero contada un poco mal. Me explico: se pasa de una subtrama a otra de una manera extraña, de golpe; mientras la parte adolescente está bien estructurada (genial el trabajo de la Isuzu) en la parte adulta falla la continuidad en el guión, salta de un asunto a otro sin que medie un... algo; simplemente ya estamos en otra historia. Aparte de eso, resaltar la BSO, que es una maravila, sobre todo las canciones africanas, sobresaliendo la de los créditos finales, que da título a la película.

Salvando las grandes distancias entre una y otra, es algo así como Ciudad de Dios pero en Sudáfrica.

Tras el apartheid y la entrada de Mandela en el poder, los negros del país deben seguir buscándose la vida. El protagonista es un chaval con ganas de ir a la universidad pero sin dinero para pagársela, por lo que intenta sobrevivir y prosperar en la universidad de la calle.

Acompañado de su mejor amigo, cometen diferentes delitos para el mayor delincuente de la zona que es algo así como un Dios para ellos.

Asustado por las medidas policiales que matan sin pensárselo dos veces, es obligado a cometer "el último trabajo" que como en toda peli está condenado a la tragedia. Le toca huir y la cinta da un salto en el tiempo y nos cuenta la historia central que es él con la dualidad ejemplificadora que en el mismo barrio de llamen por un lado el Robin Hood y por otro el temible matón.

Los libros que ha leido y la experiencia, le han dado los conocimientos para prosperar y se centra en limpiar los barrios marginales de delincuencia y drogas, haciéndolo con puño de hierro y enrriqueciéndose por el camino.

La película no tiene nada realmente notable o espectacular o algo que no hayamos visto ya en muchas películas del estilo. Lo que si tiene es un visionado muy ameno y hasta se echa de menos que profundice más en ciertas cosas porque es tan entretenida y llevadera que se hace corta.

@er_calderilla