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The Sweet East

Drama. Comedia Lillian, una joven estudiante de instituto, se escapa durante una excursión escolar. En este picaresco viaje que nos recuerda a un cuento de hadas o a una gamberra Alicia en el País de las Maravillas, la joven descubrirá un mundo sorprendente.
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
25 de octubre de 2023
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una sátira controvertida y a veces divertida de la sociedad americana vista a través de una alocada jovencita que no hace más que liarla. La película proyectada en la semana Internacional de cine de Valladolid ha causado diferentes opiniones a la hora de digerir una historia como esta.

En un viaje de estudios a Washington, Lilian, una joven estudiante de secundaria, se separa de sus compañeros y acaba en un Karaoke, allí se produce una situación peligrosa con rehenes y escapa junto a un anarquista punk que tiene una banda, comienzan a recorrer el país y seguidamente conoce a un profesor neonazi con el que mantiene una extraña relación, tras escapar con el dinero de este conocerá a otra serie de personajes pintorescos y se vera envuelta en situaciones rocambolescas con esta variopinta cultura estadounidense.    

La sonrisa pícara de la protagonista a la cámara en la última escena (una Talia Ryder que se come la pantalla) después de ese recorrido por ese decadente país, donde conviven personajes variopintos como supremacistas, blancos, conspiranoicos, fanáticos religiosos, artistas de medio pelo, cantantes decadentes sin ningún talento, etnias extrañas que no aspiran a nada etc.. Y sobre todo esa fragmentación política y social que estamos viviendo en todo el mundo.

Debuta como director Sean Price Williams caricaturizando con un tono a veces confuso una trama extraña, aproximándose a una especie de fábula negra y crítica de estos tiempos tan convulsos.
Destino Arrakis.com
videorecord
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24 de octubre de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no puede empezar peor, en el sentido que los 5-10 primeros minutos parecen un ejercicio de pretenciosidad cargante en el montaje, por suerte pasados esos minutos no se vuelve a repetir este estilo y la película comienza a tratar su tema, que no es otro que la evasión en un formato de historia muy similar al Lazarillo de Tormes, ya que la protagonista no hace más que ir de lado a lado siempre con alguien que la ayude en su supervivencia del día a día.
La protagonista, interpretada por Talia Ryder, hace un viaje por los lugares más oscuros de Estados Unidos, que no dejan de ser territorialmente, de los más amplios. La película sube mucho con la introducción del personaje interpretado por Simon Rex, al cual se le puede recordar por su aparición en las películas de Scary Movie, o por su más reciente aparición en la maravillosa Red Rocket.
La picardía de esta protagonista nos hace ver a un continuo grupo de singulares personajes y una especie de retrato del medio oeste americano.
El director de esta película es Sean Price Williams, que firma su primera dirección en solitario, pero que dejó su sello como director de fotografía en Good Time, la estupenda película de los hermanos Safdie
mugiwara38skr
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11 de agosto de 2024
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
*La caída al agujero

La secuencia que abre The Sweet East deja claro al espectador el tono de la película. Con la parodia del Pizzagate vemos a la protagonista cayendo al agujero como si fuera Alícia. Y a partir de ese momento vemos un guion que va dando bandazos como la protagonista.

Lillian (Talia Ryder) va conociendo a personajes excéntricos que forman parte de diferentes grupos (supremacistas blancos, ultrarreligiosos, artistas bohemios...). La trama se va desarrollando con cada una de las personas con las que se relaciona. Los mejores momentos son, sin duda, aquellos en que la protagonista interactúa con el personaje interpretado por Rex.

*El viaje por el otro mundo

A causa de los hechos vividos, la protagonista accede a "otro mundo". Y el gran fallo de The Sweet East reside precisamente en el hecho de no saber mantener una calidad de guion de manera regular. Se intercalan secuencias excelentes y buenas ideas con momentos menos brillantes.

Sin embargo, la actuación de Talia Ryder es hipnótica y consigue que The Sweet East se convierta en una película magnética. El extrañamiento que provocan todas y cada una de las situaciones en las que se ve envuelta la protagonista junto con su estética atemporal, permiten envolver al espectador como si estuviera en un sueño. Y de hecho, es todo lo contrario. Muchas situaciones y personajes estan basados en la realidad. El terror que llega a transmitir Lawrence (Simon Rex) es brutal precisamente por el hecho de que parece una persona que podría vivir en el piso de al lado.

*De vuelta a casa

The Sweet East es un viaje por un imperio en decadencia cuya caída vemos en directo día a día. Igual que lo que retrata, la película va cayendo a medida que avanza. Pese a empezar con fuerza y buenas ideas, llega un punto que todo es demasiado superficial y repetitivo.

El encanto de ver la decadencia (¿volvemos a una especie de romanticismo porque nos gusta ver las ruinas?) de unos Estados Unidos llenos de personajes peculiares, como si frente a la hora del te de Alicia en el País de las Maravillas nos encontrásemos, funciona en los mejores momentos pero cuando el guion no es tan inteligente todo parece funcionar a medio gas.

*Conclusión

The Sweet East es el retrato de la caída de unos Estados Unidos contemporáneos poblados por peculiares personajes. Con una maravillosa actuación de Talia Ryder y una estética única el mayor problema que debe afrontar es un guion irregular que sabe tocar algunas teclas a la perfección pero que tiene momentos en que no consigue ser tan divertido ni inteligente como se propone.

Escrito por Guillem Uceda i Oliver
Cinemagavia
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22 de agosto de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mario C. Gentil 25/12/2023

The Sweet East, ópera prima de Sean Price Williams, es probablemente, junto a la cinta andaluza On The Go, la pelicula más gamberra que se proyectó en la SEMINCI. El que ha sido el responsable de fotografía en las películas de los hermanos Safdie (Heaven Knows What, 2011), (Good Time, 2017) da el salto a la dirección con una de las películas más libres del panorama cinematográfico autoral.

Pese a sus marcadas vestiduras de independiente la película estadounidense no se desvincula de sus potentes referencias, de su historia y latitud, pues su epopéyica travesía en forma de road movie suponen una nueva versión de la desmitificación del mito americano. Abordado desde lo paródico, pero sin caer en el gag, es tan ontológicamente hiperactiva que, sin poder etiquetarla en ninguno de estos géneros, mantiene un hilo de conexión con el slapstick y la screwball, que marcarían la consagración del cine estadounidense hace más de cien años. Pero en su tremenda actualidad, el filme se percibe con el hondo aroma a desencanto de quien sabe que ya no revela algo nuevo, sino todo lo contrario (un hastío asfixiante), pero que sí es poseedor de la capacidad intelectual y del manejo de las formas para reírse a carcajadas de su propia nación. Esta obra, que busca en una nueva generación la asunción de un Estados Unidos desprovisto de toda falacia nacionalista, que a la vez sirva como reconstrucción, o al menos, reafirmación identitaria (tarea nada sencilla), mezcla la Alicia de Lewis Carroll con Lolita de Vladimir Nabokov. Una especie de coming-of-age a través de diferentes episodios que hace a su joven protagonista recorrer todo el país, a veces de la mano de sus pretendientes/secuestradores, en donde vemos muchas de las patologías de la nación norteamericana.

El punto de partida se antojaba complicado: colocar nuevas sensibilidades y puntos de vista de un tema vasto (el desengaño del mito americano), mil veces visto, a la vez que se realiza un proceso de búsqueda de identidad nacional. Price Williams tiene la inteligencia de no abstraerse, de no colocarse por encima de sus personajes y jugar al demiurgo (pese al componente lúdico que porta la película), ni rasgar la cuestión identitaria en discursos solemnes: elije un camino, el del azar, mucho más verdadero y lúcido, que supone una bocanada de aire fresco. La utilización de las imágenes y la construcción del cine como un recreo supone una transgresión de la labor y el sufrido trabajo cristiano, una transmutación de valores que supone una ruptura, que, si bien se antoja un ejercicio cíclico con el pasar de las generaciones, la escisión es ya aquí completa. Esta filosofía tan alejada de lo institucional y lo académico maquinan una película donde la fantasía tiene las riendas sueltas, en la que la crítica es voraz a pesar del escapismo ilusorio, y en la que elementos como el hilarante montaje imbrican situaciones de EE.UU. que parecen sacadas de cuentos surrealistas, pero que brotan de forma corpórea en muchos rincones del país. Este cine sí engrandece la cinematografía estadounidense, el único capaz de enfrentar a su propia industria del secuestro comercial al que lleva décadas sometido. No lo hará con recaudación, pero sí con una pieza artística que reelabora un discurso que emana de una nueva generación de jóvenes estadounidenses.

testigodecine.com
tito_tumba
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16 de agosto de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sean Price Williams no tarda en establecer los códigos de su fábula satírica y desvergonazada, aunque al principio lo haga de forma hasta dulce. Lillian, la protagonista, entra en un baño público y entonando una canción titulada Evening mirror se posa sobre un espejo. Su reflejo queda pegado a ella, promete esa doble cara que existe en cada aspecto de la vida y, al mismo tiempo, divide el rostro de una joven a punto de iniciar un viaje de autodescubrimiento. Poco después, Lillian cruza ese espejo y la gamberra odisea por capítulos da comienzo.

The sweet east se construye sobre un guion irregular, pero que sabe sacar partido de su extravagancia para recuperarla en momentos oportunos e ir presentando a sus peculiares personajes por el camino. Este no es más que una alegoría a la ruta interior de la chica por hallar su propia identidad, lo que la lleva a impregnarse de rasgos de quienes se va encontrando y probar aquellos que más encajan con ella.

Sin embargo, el director usa este periplo interior para hacer, paralelamente, un retrato cínico de la sociedad estadounidense y reírse de sus elementos absurdos y moralmente turbios. Ahí es donde lo bizarro de la obra, incómoda y tosca en algunas escenas, cobra sentido y se utiliza para gestar escenarios de comedia negra.

La película es en sí misma una road movie que deambula sin buscar ofrecer contundentes resoluciones ni explicaciones y que, como la vida misma que intenta emular, se muestra abierta a ir mutando. Acompañada de rostros conocidos e interpretaciones destacables –por encima de todas la de Talia Ryder, hipnótica en su primer papel protagonista–, cabe mencionar que The sweet east no es fácil de ver; es un producto con marcado sello autoral no apto para todos los públicos.

www.contraste.info
Revista Contraste
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