Intruso

Drama claustrofóbico triangular de no poca originalidad y riesgo (lo último un rasgo propio de su decadente realizador). La tranquila vida de una pareja se ve trastocada cuando ella (Abril) descubre un día al que fue su primer marido (Arias) en un lamentable estado de indigencia. Por ello lo lleva a su casa, siendo ya mal recibido por el actual marido de ella (Valero), cuando en otro tiempo los tres fueron inseparables amigos...
Vicente Aranda dota de personalidad formal al film y lo enriquece tocando múltiples aspectos de interés propios de su filmografía: la paráfrasis del éxito y el fracaso con la mujer en el medio, la relación del mundo infantil y el adulto resultando ser las situaciones de los últimos más increíbles e infantiles que las de los propios niños, las interrelaciones Sexo-Muerte y Placer-Dolor, unos personajes que actúan irracionalmente llevados por la pasión...
El conjunto es áspero e inquietante, y no falto de una reflexiva maliciosidad, con una lograda, oscura y apsionada fotografía de José Luis Alcaine, lo que unido a la entrega de los intérpretes configuran una película bastante lograda y personal.
Lástima de un final poco convincente pese a la amplitud de lecturas que admite y de un guión demasiado desigual. Lo que es indiscutible es que al lado de títulos más ambiciosos de Aranda ("Libertarias" sería por proximidad el caso más rotundo) resulta una obra literalmente excelente y que entronca bien con la obra de su otrora gran autor.

El planteamiento se ofrece a través de secuencias cortas, configuración de personajes con complejidades contrapuestas; combinando preferencias encaminadas hacia sugerir en vez de mostrar. A mi entender el problema es un guion mal desarrollado. La idea era buena, no así su ejecución. La banda sonora nos avanza un intriga que no llega, no culmina.

Acusa problemas de interpretación, con unos diálogos que en ocasiones no se interpretaban, simplemente parecía que se recitaran, produciendo una toma de distancia con esa historia extraña, no tanto por el argumento, sino por su desarrollo ecléctico.

Una mala película de Vicente Aranda.

La historia seria original, si se hubiera contado de otro modo.
Se hace un abuso de expresiones poéticas de chatarrería barata, y esto termina por menguar un film que a la postre resulta cansino y estomagante por su pedantería.
Tiene algunos puntos que resultan del todo increíbles...no por llevarnos a un universo "Lynch" sino más bien porque no entran ni con vaselina.

Respirar mejor. Nácar. Te deshago la cara a puñetazos. Recaídas metafísicas. Inasequibles al desaliento.
Hermoso y disparatado cuento de terror, los otros, en el que la muerte se enseñorea de una casa (encantada tomada) invadida por el mal cotidiano abismal, abducida por lo infernal y donde los niños son los enviados de satanás, omen, la profecía, y el sexo, el humor menos, es la única defensa antiaérea ante tanto poltergeist, ángel exterminador, fantasma del averno y abominación aberración, el cuerpo contra (fuera del) cuerpo es la única posible solución, salvación, la esperanza, la disolución, el ajo y la cruz contra el vampiro, drácula, la extremaunción, consunción.
Magnífica, para variar, Victoria Abril, no tanto los otros dos. Los niños se debaten entre el desagrado máximo que le producen al espectador, cancerberos del infierno, y la precisión absoluta adorable de su misión encarnación ajustada del horror sin parangón, autómatas siniestros, a cholón.
El espectro del pasado que vuelve con hambre atrasada reclamando sediento de sangre rojo.
Lo burgués acomodado es acosado por la pobreza y la enfermedad, la salud por el virus del fracaso y la derrota, el orden es pavorosamente sodomizado por el caos, lo de dentro y lo de fuera, Cronenberg, El seductor, La peste, eros y tanatos, el asesino dentro de mí, medícame.
Parábola monstruosa grotesca bella que en buena parte es la mar de estupenda salerosa negra y que solo al final de mala manera se descalabra con un cierre imposible absurdo rizar el rizo (yo) te duplico doblo.

Es 1993, y no da la impresión que para Vicente Aranda el factor económico sea una de las características indispensables para un amante que da la talla, prioriza un carácter intenso y apasionado como la clave para despertar la pasión. Se puede decir que en mí como espectador lo ha conseguido, pues el personaje de Imanol Arias me inspira bastante más simpatía que su réplica, el soso Antonio Valero que sí goza de una buena posición social.

Aunque la cosa no va exactamente de eso, el pasado juega un papel fundamental a modo de soporte para lo que se va sucediendo en la película. Aunque la sensación de algunos pasajes están forzados esté presente a lo largo de todo el largometraje, la fantasía del director atrapa debido al intenso ambiente, -hasta el punto de llegar a adquirir el carácter de una atmósfera inquietante,- la buena fotografía y algunos momentos realmente buenos (a partir de aquí spoilers):

1. La llegada de Arias despierta la pasión de Abril hasta límites insólitos por esos dos hombres que tuvo en el pasado, -por su marido y por el 'intruso',- los quiere a los dos. Lo que siente por uno, aumenta su deseo por el otro de manera abismal. Fascina y conmueve.

2. El propio personaje de Arias me inspira simpatía, es una especie de predicador apocalíptico que escupe la verdad sin importarle las consecuencias. Es el invitado incómodo de la mesa y por tanto siempre tiene atractivo.

3. El apasionado intento de Abril porque Arias siguiera viviendo y luchara contra su enfermedad, su fe ciega en que su colosal empeño serviría de algo es imposible que deje indiferente. [Ahora que lo pienso esta intérprete siempre me ha parecido interesante y atractiva, pero las únicas películas que acierto recordar que me gustaron de ella han sido 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto' e 'Incautos', pero incluso en aquellas obras que he terminado rechazando su participación siempre me ha inspirado simpatía.] Solo consiguió aplazar temporalmente el inexorable desenlace, reflexionar con mayor profundidad acerca de hasta qué punto el empeño puesto en un propósito puede remediar hasta las situaciones más complicadas no es apropiado en la crítica de este filme, ya que está claro que lo que Aranda buscaba aquí era una calculada fatalidad, aderezada de detalles estilísticos por los que se denomina su cine como muy personal o de autor.