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Magic Johnson da la cara (TV)

Documental El 7 de noviembre del 1991, el legendario jugador de Los Ángeles Lakers Earvin 'Magic' Johnson sorprendió al mundo anunciando que se retiraría de forma inmediata de la NBA debido a que había sido diagnosticado como portador del VIH. Aunque sólo era portador del virus y no había desarrollado SIDA, en aquellos años, la mera mención del VIH se entendía como una sentencia de muerte segura. Además, aún existían muchos prejuicios, ya que era ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
11 de noviembre de 2012
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El VIH (virus de inmunodeficiencia humana) es el causante del SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) que es una de las principales causas de muerte en el mundo. Fue descubierto en los años 80 pero desde el primer momento se definió esta enfermedad como la plaga de los homosexuales y los drogadictos. Surgió la creencia que si no pertenecías a esos grupos de riesgo, eras inmune a esa enfermedad mortal.

Desde que se descubrió el SIDA y el VIH muchos famosos la habían contraído y fallecido, Rock Hudson por ejemplo, pero fue en octubre de 1991 cuando la enfermedad tuvo un rostro que dejó al mundo entero en estado de shock.

Earvin Magic Johnson, el jugador de baloncesto más querido, el personaje más idolatrado de USA daba una rueda de prensa para decirle al mundo que se retiraba de los Lakers debido a que había contraido el VIH.

A partir de ahí se desarrollaron una cascada de acontecimientos que cambió la percepción del mundo acerca de la enfermedad y que tuvieron a Magic y su familia en el ojo del huracán. Buenos momentos, malos momentos, pero un camino recorrido menos llamativo que su carrera baloncestística pero más importante para el mundo. El documental nos cuenta todos esos hechos de un modo muy efectivo incluyendo entrevistas de compañeros, representante, amigos, admiradores, familiares, etc. Muy completo.

En palabras de Magic Johnson, en la vida ganarás o perderás pero lo que es inaceptable es rendirse.

Un admirador.
huber
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27 de octubre de 2012
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emocionante reportaje. Imprescindible para la gente que ame el basket, que admire a Magic Johnson o que quiera entender como impactó en la sociedad la irrupción del S.I.D.A.
"Se puede ganar o se puede perder... En la vida te van a pasar ambas cosas, pero lo que nunca es aceptable es rendirse."
En el fim podrás ver lo bueno que era este jugador, como era el ambiente que se respiraba en L.A. ,como se enfrentó a la enfermedad, como reaccionó la gente a su alrededor.
Reportaje muy completo que dentro de unos años me gustaria poder volver a ver, pero esta vez acompañado de gente que le guste el baloncesto para poder alabar a este monstruo de las canchas.
joanets
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2 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los más grandes. Un genio.
Su historia es un guion de Hollywood. Lo tenía todo, era el rey Midas, lo perdió todo, o eso parecía, y renació de entre sus cenizas.
En él se juntan dos ideas antitéticas en principio, el choque de dos galaxias muy diferentes y lejanas; el deportista de élite en la plenitud de la juventud y el éxito y la enfermedad, por aquel entonces, más ominosa, sórdida y famosa del mundo. Parecían ámbitos incompatibles, un huevo frito y una cámara de gas, no entraba en los planes ni en los cálculos de nadie. Y pasó. Esas cosas pasan, a veces.
Como él mismo reconoció, aunque en este documental (superficial pero bien hecho, impecable en su funcionarial transcurrir) se diga con eufemismos o de manera muy "técnica", en su libro "Mi vida" (autobiografía), en aquellos aquellos años de gloria y asombro se follaba todo lo que se movía y más (mujeres que se le ofrecían, imantadas por su don y carisma, las polillas y la luz, en avalancha generosa y -casi- irresistible). La NBA, como cualquier otro lugar donde el dinero y el ruido del triunfo arrasan, como dijo Rodman con su habitual tendencia a la diferencia o la provocación: "La NBA es mitad sexo y mitad dinero", siempre ha sido un pequeño o gran putiferio en ese sentido, hombre jóvenes, y muy ricos y famosos, rodeados, acosados o simplemente deseados por miles de mujeres estupendas que buscan fortuna, fama o tocar a los dioses y a las que, por supuesto, la mayoría no rechazan tan fácilmente como cierta moral o precaución les aconsejaría debidamente. Quizás en el caso de Magic el número de féminas fuera mayor, su trajín sexual más desaforado o arriesgado, quizás, podría ser la causa de la desgracia, tal vez, pero no sabemos realmente si ese fue el motivo único por el que la flecha envenenada dio en su diana. El hecho cierto es que le tocó precisamente a él. Y había que ver cómo reaccionaba y lo afrontaba. Y la verdad es que de una manera admirable, ejemplar, envidiable. Al principio con valor y sencillez, después con entereza y constancia y finalmente con templanza y firmeza. Sigue vivito y coleando, la mar de bien. Un poco bastante gordo pero sano: con su legendaria inteligencia y su enorme simpatía, forrado y querido, negociante habilidoso y, al parecer, lo que dicen por lo menos las malas lenguas, marido y padre hermoso.
Si nos atenemos a lo puramente baloncestístico, habría mucho que decir, por ejemplo que verle jugar, hay numerosos vídeos que lo prueban, era una de los mayores placeres que el deporte ha dado, ver cómo movía ese corpachón, con que fluidez, generosidad, brillantez, imaginación y eficacia. Cómo mezclaba la precisión con la libertad, cómo hacía jugar a sus compañeros, cómo alegraba el juego, lo engrandecía y ensanchaba, lo hacía comunitario y feliz; de esas pocas personas o atletas que elevan, superan, fijan y dan esplendor, trascienden, por su inmensa maestría y benéfica influencia, su entorno, el tiempo que les tocó vivir.
Desde casi niño ya deslumbró. Con apenas dieciocho años ganó el título universitario y con veinte el de la NBA. Los ochenta se podrían resumir a través de los gloriosos duelos entre él (los Lakers de Kareem, otra leyenda abrumadora, Worthy, Scott, Cooper, Green..., los del Show Time) y otro gigante inabordable, por supuesto que hablo de Bird (los Celtics de Parish, McHale, Ainge, Johnson o Walton, solo un rato este último tan diezmado por las lesiones). Los dioses del Olimpo frente a frente. Batallas impagables e inolvidables.
Hasta que aparecieron primero los Bad Boys de Detroit y finalmente Michael Jordan y mandó parar, el hijo logrado de ese matrimonio, el mejor de todos, el que recogió el maravilloso relevo y legado de sus padres deportivos y lo llevó un poco más lejos si cabe, lo hizo más universal y luminoso incluso. La final del noventa y uno entre unos Lakers gastados y unos Bulls emergentes significan el rito de paso, quedará para el recuerdo también. Gloria pura.
Magic volvió un par de veces más, podría haber jugado hasta los cincuenta si no se le hubiera cruzado la fatalidad en su camino, tal era su facilidad y dominio del juego. Pero sobre todo hay que señalar el All Star del noventa y dos, increíble lo que allí pasó, fiesta y regalo, aquella exhibición que nos ofreció tras su prematura retirada, aquellos unos contra uno frente a Thomas y Jordan (grandes amigos suyos, especialmente el primero durante aquel tiempo) y aquellos triples imposibles, sin olvidarnos del Dream Team de las Olimpiadas de Barcelona.
En fin, cualquier nuevo adjetivo sería redundante, no le haría justicia suficiente.
Y si volvemos al documental, solo añadiría que alterna con elegancia la parte deportiva con la social, la personal con la de la enfermedad global, maneja con soltura las imágenes de la época y las entrevistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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