Sabían demasiado

Segunda de la trilogía que filmo Pedro Lazaga sobre entrañables y divertidos delincuentes proletarios en la década de los 60 (Los tramposos y La cuadrilla de los once, son las otras dos), nos encontramos ante una divertida historia, que si bien no llega ni mucho menos a la altura de su anterior “Los tramposos”, te hace pasar un rato bastante divertido, en base a unos desopilantes diálogos devenientes de las dificultades para poner en marcha por parte del resto de la banda los métodos criminales que se ha traído “El Señorito” (Tony Leblanc) de Chicago, ante la fuerte suspicacia y desacuerdo por parte del recién salido de prisión y muy buen profesional en lo suyo “El Grillo” (Jose Luis Ozores) y el excelente cuadro actoral reunidos para la ocasión, amén de lo sumamente atractivo que resulta ver por medio de una buena fotografía, como era Madrid por aquellos tiempos.
Absolutamente recomendable.

El robo de carteras se ha vuelto un negocio poco ambicioso para un grupo de ladrones. Hay que renovarse y pensar a lo grande, y para ello, que mejor sitio para aprender que en los Estados Unidos. ¿Estará España preparada para este nuevo tipo de crimen?

Entretenida y a momentos divertida. Hacer mención especial al grandísimo Pepe Isbert, magnífico como de costumbre.

La ví ayer, por medio de canal plus. La verdad es que esperaba más porque habitualmente las películas en las que trabajan Ozores o Leblanc son divertidas, eso está garantizado, pero esta sin ser mal hay momentos que decae un tanto porque desgraciadamente el guión no daba para mucho. Sin embargo, y a pesar de que el tiempo le ha pasado factura sigue siendo interesante y entretenida.

Una de las muchas películas donde coincidieron los ilustres Tony Leblanc y Concha Velasco. Para ser una comedia en principio confeccionada con el afán de divertir y con la presencia de cómicos de la talla de López Vázquez, Venancio Muro o José Luis Ozores la película en casi todo momento resulta bastante apagada y tiene un ritmo con el que va decayendo poco a poco. Una vez que se agota la primera parte que sólo tiene algunos momentos moderadamente divertidos viene aquella en la que aparece el nunca olvidado José Isbert y tampoco resulta demasiado divertida. Le faltaron refuerzos a este guión que se filmó no obstante con un cierto talento. El tono de la película resulta inadecuado para una obra que pretende ser cómica. Se echa de menos una mayor vivacidad. Un film muy interesante a pesar de los defectos especificados y relativamente peculiar puesto que Pedro Lazaga sólo decae a partir de 1965 recuperando la inspiración a partir de 1972. Dentro de ese período aparecen varias películas fallidas pero lo filmado por él antes y después de esos años una veces más y otras veces menos siempre tuvo algún interés.

El inefable y prolífico Pedro Lazaga presumía de hacer un cine popular, desde luego, tenía razón, aunque no siempre sus films fueron aceptables artísticamente. Aquí está a su mejor altura y nos ofrece una parodia costumbrista divertida y simpática sobre el mundo de la delincuencia centrada en las ganas de evolucionar y ponerse al día de un esperpéntico grupo de carteristas, la banda del "señorito" compuesta por: el palillos, el camboria, el pianola, el chepa, ademas del jefe que da nombre al clan, una banda de entrañables rufianes, descarados y facinerosos en el Madrid más castizo que tras una rápida escapada a Chicago para aprender nuevas técnicas, incorporan el estilo gánster americano, con un impagable Pepe Isbert como anciano insoportable y Concha Velasco como profesora de inglés enamorada de un sinvergüenza. El problema se presenta a la hora de adaptar las técnicas y la disciplina a la tropa celtibérica.

El grillo (Ozores) es un carterista chapado a la antigua, acaba de salir del trullo y tras reunirse con sus compinches, el señorito (Leblanc), jefe de la banda, le comunica que se acabó el negocio de las carteras, ya ha pasado de moda, porque el negocio no consiste en “ir tirando” para malvivir, se trata de hacerse ricos, teniendo que debatir los pros y los contras, porque el grillo no está de acuerdo. Una trama jocosa plena de gags bastante conseguidos, diálogos acerados y llenos de mala uva. El "señorito" ha vuelto de Chicago muy cambiado, ahora bebe whisky, lleva pistola y con un ayudante, Joe, un tipo duro encargado de las nuevos métodos.

Más original y menos zafia que en otras ocasiones, gracias a un buen guión, ritmo ligero, excelentes localizaciones, no falta la picaresca castiza, también cierta ternura a la hora de crear a los personajes, una comedia coral muy aceptable para ser de Lazaga. Una desternillante sátira sobre el cine policíaco americano que nos invadía y que como no lo podíamos combatir de otro modo más acertado, pues lo hacíamos a través del humor. Un casting de actores cómicos memorables, que no voy a enumerar porque figura en la ficha de la web, una fotografía espectacular, buenos detalles de puesta en escena en la descripción de los personajes, tan chapuceros como genuinos.