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Múnich en vísperas de una guerra

Thriller. Drama Otoño de 1938. Europa se encuentra al borde de la guerra. Mientras Hilter se prepara para invadir Checoslovaquia, el primer ministro británico Neville Chamberlain (Jeremy Irons) busca desesperadamente una solución pacífica. El joven funcionario británico Hugh Legat (George McKay) viaja a Munich para una conferencia de emergencia, adonde también se dirige el diplomático alemán Paul von Hartmann (Jannis Niehwöhner). Paul es un ex ... [+]
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
17 de enero de 2022
38 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
La realidad supera la ficción. No es de extrañar que Robert Harris escribiera una novela sobre la Conferencia de Munich que daría paso libre a Hitler en Checoslovaquia en lo que se llamaría "apaciguamiento", la política de ceder a cualquier cosa ante Hitler para mantener la paz seguida por Inglaterra.

Las verdades a medias son peores que las mentiras pues contienen parte de verdad y cuelan mucho mejor. El film, muy bien llevado por otra parte, es un lavado de cara espectacular de lo que fue la política británica de apaciguamiento. Es realmente triste que un film tan bien hecho y sobre un tema de tanto interés sea incapaz de mostrar aquella parte de verdad que mostraría la verdadera miseria que fue la política británica de aquellos días. No se han atrevido a contar toda la verdad, sencillamente. Es un juego muy sutil.

El film pertenece a esa categoría tan especial de reconstrucciones históricas de grandes momentos a los que nos tiene acostumbrados el cine británico, recordemos las muy recientes sobre W. Churchill en los días de la derrota en Francia y las presiones para un acuerdo con los alemanes. No es solo el periodo prebélico de 39-45, también hay ejemplos en el previo a agosto de 1914 y otros muchos casos en el cine norteamericano, el danés, el noruego o incluso el alemán. Son films que nos meten en la intrahistoria de los grandes momentos, las situaciones en encrucijada donde se toman las decisiones; la dramatización precisa en ocasiones situar personajes puentes o nexo que permitan que la historia real se nos vaya mostrando. Eso ocurre en este film, la parte real es tan sorprendente en algunos detalles que muchos espectadores poco avisados tendrán dificultades para situar lo real y lo dramatizado.

En 1938 un grupo de generales alemanes de la vieja escuela temían una guerra con Inglaterra, pensaban que un ataque a Checoslovaquia llevaría un enfrentamiento con los franco-británicos que les llevaría a la derrota y con ello, tal vez, a dejarles indefensos ante la URSS. Se confabularon para dar un golpe en el caso en que se diera la orden de movilización; el coronel Oster, del Abwheir y un grupo de voluntarios se prepararon para detenerle cuando se diera la orden. La red clandestina contaba con diplomáticos, militares y otras personas con contactos en Inglaterra que utilizaron hasta donde pudieron, pero si Inglaterra cedía ante Hitler, la posibilidad del golpe desaparecería por mucho tiempo. Estos hechos, reales, junto a la lógica misma de lo ocurrido en Munich son parte del fondo del film, si bien la historia que se nos muestra está centrada en las figuras de dos jóvenes diplomáticos, uno alemán y otro británico. La parte de ficción está al servicio de la historia de fondo y no la falsifica, es solo una parte necesaria.

La factura del film es correctísima. Ambientación, fotografía, ritmo del guión. Impecable es la palabra.
No busquen en España nada parecido en este tipo de cine, no lo encontraran.

El film es en la práctica una especie de lavado de cara de Chamberlain y su apaciguamiento, nada es perfecto, pero es una historia que debe verse y llama a formarse y a buscar más información sobre el mismo tema.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dedona
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23 de enero de 2022
40 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película basada en dos jóvenes que se conocieron en 1932 en Oxford y cada uno de ellos dispone ahora, oh sorpresa, del acceso a cierta intimidad con Chamberlain y Hitler respectivamente. Y, oh, tan importantes son que en las manos de ellos dos podría estar la salvación del mundo: tan solo deben impedir la 2GM en el famoso encuentro de Munich de 1938.

Sumados a estas ¿casualidades? logran consumar ciertos actos evitando a las SS y la Gestapo que, oh sorpresa de nuevo, nadie en aquellos momentos hubiera podido intentar ni mucho menos lograr.

Lo positivo es la ambientación de época, excelente, y la caracterización física de Chamberlain, bastante parecido al original. Lamentablemente no lograron lo mismo con el malvado Adolf: parece ser que se creyó que con un bisoñé y un bigote postizo alcanzaba para lograr que cualquier actor (en este caso, uno demasiado delgado) se pareciese al célebre dictador (de hecho, Chaplín se le parece mucho más en su famosa película). Demasiado estereotipado, poco verosímil y hasta caricaturesco.

El relato, bastante lento, está basado en un importante hecho histórico, pero no se trata de una película verdaderamente histórica; mas bien pareciera que, de alguna manera, se intenta revindicar la actuación de Chamberlain en el acuerdo de Munich. Recordemos que, si bien fue aclamado como una especie de estadista en ese momento porque se creyó que había logrado la paz y evitado el avance de Hitler sobre Europa, luego fue denostado por su actuación que algunos juzgaron ingenua y otros negligente.

No es que no me gusten las películas basadas en hechos históricos que, por la razón que sea, los alteren o les agreguen ficciones (Inglourious Basterds me encantó), pero en este caso no le he podido encontrar mucho sentido

Por otra parte, hay un par de cuestiones de alcoba que nada aportan al relato central. Objetivamente: no me gustó para nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan del Sur
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9 de enero de 2022
25 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Hugh Legat y Paul von Hartmann, antiguos compañeros de universidad en Oxford, ocupan en 1938 cargos de confianza en los entornos del primer ministro británico, Neville Chamberlain, y el fuhrer alemán Adolf Hitler. Cuando ambos mandatarios se citan en la conferencia de Munich, convocada para dirimir el asunto de los sudetes checoslovacos, los destinos de Hugh y Paul vuelven a cruzarse tras un tiempo de distanciamiento por discrepancias ideológicas.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Acudía a ver la película con una mezcla de esperanzadas expectativas y enconados temores. Las primeras, más allá del ya citado interés en la trama histórica, se fundamentaban en un trailer que parecía preludiar un relato interesante, no del todo trillado, y en unas críticas que, sin entregarse con piernas abiertas, sí avalaban la posibilidad de entregarle dos horas de mi vida a este Christian Schwochow que recientemente me dejó buen sabor de boca con ‘Una lección de alemán’. Los miedos, por su parte, se debían al recelo con que siempre me acerco a todo lo que provenga de Netflix, a la que tengo catalogada como una especie de granja que factura productos de consumo mainstream de forma intensiva, y también a que mi primer topetazo con este director, con su procelosa ‘Al otro lado del muro’, no fue tan satisfactorio como el reciente.

Una vez vista, he de decir que se han demostrado más acertadas las ilusiones que los congojos, y que la balanza con el señor Schwochow va decantándose del lado favorable, sin que ello signifique que le haga hueco en mi nómina de cineastas de obligado visionado.

La trama arranca en 1932, en una alcoholizada celebración en el campus de Oxford, donde encontramos a los dos protagonistas ya dejando entrever sus diferentes enfoques sociopolíticos. Pronto saltamos al momento en que va a desarrollarse la historia, seis años más tarde, cuando Hitler no para de lanzar bravuconadas, y las democracias occidentales están inmersas en aquella actitud de apaciguamiento que ya sabemos que no funcionó. He ahí, precisamente, uno de los puntos interesantes que le reconozco a la película: nos contextualiza bastante bien situaciones que se dieron en aquellos momentos previos a la Segunda Guerra Mundial. Vemos, por ejemplo, cómo el primer ministro británico no era considerado por la sociedad como un parias acongojado ante el insolente fuhrer, y culpable por tanto de que éste se creyera con derecho a conquistar lo que le diera la gana. Antes al contrario, el pueblo le agradecía a Chamberlain su actitud pacifista, y él se vanagloriaba en sus discursos de sus obstinados esfuerzos por evitar un conflicto que causaría muerte y sufrimiento. En la misma línea, hay escenas de la película que nos recuerdan de forma directa, sin sutilezas, dos realidades de aquel tiempo que no conviene olvidar: una, que el antisemitismo estaba muy extendido entre gran parte de la población europea, no solo entre quienes militaban en movimientos fascistoides (la secuencia en la que unos judíos son obligados a fregar la vía pública ante el alborozo generalizado es muy clarificadora al respecto); y la otra, que Hitler no llegó al poder en Alemania a través de un golpe de estado, como hicieron otros…, sino que ganó unas elecciones, es decir que contaba con el apoyo y la simpatía de una mayoría de alemanes (el flashback que nos cuenta la pelea que mantenía enfadados a los protagonistas transcurre en un bar donde la mayor parte de los parroquianos sustentan las tesis de Paul de que el ideario nacional socialista iba a devolver la confianza y el orgullo al pueblo alemán, aún humillado por la resolución de la Primera Guerra Mundial).

Volviendo a la narración que aborda Schwochow, que me voy por los cerros de Úbeda, reencontramos a los antiguos compañeros universitarios ya más creciditos, y protagonistas ambos de fulgurantes carreras que les han acercado a los centros de poder en sus respectivos países. Eso nos permite colarnos en Downing Street y en dependencias privadas de Hitler, y vivir de cerca cómo Reino Unido trataba de apaciguar las invectivas del fuhrer para evitar una nueva guerra europea. Concretamente, en el momento de la narración está en el candelero la ambición alemana sobre los sudetes checoslovacos, que sabemos que fue el último órdago que las democracias consintieron al Reich. Lo hicieron en la Conferencia de Munich, que ha pasado a la historia como un episodio aciago de la diplomacia, una irresponsabilidad de Chamberlain y Daladier. Y la película nos permite vivir desde dentro aquella reunión, lo cual es un deleite para mi alma historicista, que en ese momento no paraba de decir aquello de “ves cómo había que venir a esta, y no a la rareza georgiana”. Mi yo cinéfilo callaba, qué remedio…

El guión se condimenta con un elemento de intriga, en plan thriller, debido a que Paul se hace con un documento que pone negro sobre blanco las verdaderas intenciones de Hitler en Europa, su decidida intención de ampliar el espacio vital alemán. Se ha desengañado de su antigua filiación nazi, y con el objetivo de que las democracias occidentales no alcancen ningún acuerdo con el fuhrer en Munich, se dispone a hacerles llegar ese clarificador documento, para lo que recurre a su viejo amigo Hugh, estrecho colaborador de Chamberlain. Con ese matiz de suspense, Robert Harris capta lectores para su novela más allá de quienes se interesan por la historiografía del siglo XX (el guión es una adaptación de dicha novela, ‘Munich’), y por tanto la película suma público a las salas incluso entre quienes no tienen ni idea de qué fue aquella conferencia.
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Naroa Lopetegi
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25 de enero de 2022
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
El trasfondo de la película puede ser hasta apasionante para los aficionados a la historia: los acuerdos de Múnich de 1938.

Pero esta vez no se puede alegar esa crítica tan manida de que los que no conozcan la historia estarán algo perdidos. Más bien al revés, los que la conozcan estarán más bien aburridos por estas pretensiones intrigantes, y ficcionadas, donde uno ya sabe cómo acaba todo. Es lo mismo que pasa con otras películas como 'Valkiria', con esas absurdas ambiciones de thriller. Algún día harán un intrigante drama judicial sobre si condenan o no a Hermann Göring en los Los Juicios de Núremberg, ay qué emoción.

Otra manía actual es esta querencia por la efebocracia actoral. Actores jóvenes de mirada intensa y mandíbulas prietas para darle "carácter" a su personaje como protagonistas de la película. Bueno, lo entiendo en otro género cinematográfico, y ya se sabe, el público palomitero y tal. Pero aquí dudo que saquen rédito a las palomitas, y el ambiente es más propio de cuarentones y octogenarios. En la pantalla y en la butaca. O igual me estoy haciendo viejo.

En fin, desperdicio absoluto por querer meter una historia que no interesa a nadie en primer plano, cuando lo interesante es el trasfondo. Sobre todo el interesante retrato de Neville Chamberlain que encarna un excelente Jeremy Irons, que desmitifica la desmitificación histórica del personje, de forma creíble. No sé puede decir lo mismo de Hitler, que produce mayor hilaridad que en 'Jojo Rabbit', pero sin esa pretensión.

En resumen, si se prescinde de la primera capa, queda una película interesantísima. Pero a veces da pereza coger martillo y cincel.
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Gilbert
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24 de febrero de 2022
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No quiero entrar en la crítica formal de la película. A ese nivel resulta una película correcta, con un Jermy Irons que clava al Primer Ministro Chamberlain, con cierta tensión y correcta actuación en general (aunque con un Hitler algo extraño; si lo ven comprenderán lo que digo). Hasta ahí podría tratarse de una película con una puntuación por encima de la media. ¿Pero qué sucede al final, justo cuando termina? Aparece un mensaje de que, gracias al pacto de Munich, cediendo los Sudetes a Hitler, los aliados pudieron armarse. Y ya está. Y uno se queda parado. ¿Cómo es posible que lancen ese mensaje cuando se sabe que Alemania no estaba preparada para una guerra total, y cuando el propio Hitler confesó que fue el momento más determinante de su carrera? Es decir, que si Chamberlain no hubiera cedido, quizás la Segunda Guerra Mundial no hubiera sido tan mundial. En añadido, precisamente ese año (del 1938 al 39) ayudó a Alemania a armarse...
En definitiva, que la película es mentirosa y pretende lavar la cara del papel de Inglaterra en la SGM. Algo que molesta a cualquier persona algo leída en la historia de dicho conflicto.
Luisantonimo
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