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Güeros

Drama. Comedia Sombra y Santos viven afincados en un apartamento al que hace tiempo ya le cortaron la luz por no pagar la renta. Reciben la visita del hermano menor de Sombra, Tomás, enviado por su madre porque ya no se soportan. La llegada del chico cambia las cosas y deciden todos emprender un viaje para rendir homenaje a un músico mítico que oía el padre de Sombra y Tomás, que nadie conoce, y que según ellos pudo haber salvado al rock mexicano. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
9 de mayo de 2015
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre es grato comprobar que hay cineastas afanosos por reinventar el cine – ahora que conmemoramos el centenario de Orson Welles – y nos viene bien que nos recuerden que las reglas están para romperlas o saltárselas. Bienvenido sea ese aire fresco y esas ganas por explorar y experimentar con las imágenes, con el lenguaje cinematográfico, con la narración y con los personajes, de no dar nada por sentado y tener el arrojo y la valentía de no dar nada por supuesto, de no conformarse por recorrer caminos trillados y de no limitar la cámara a ser un mero y terco espejo de la realidad. Loable esfuerzo y afán.

Lo malo es cuando esas ganas de búsqueda, creatividad e invención no cuajan y nos ofrecen tan sólo un cúmulo de imágenes interesantes, una amalgama de personajes curiosos y encantadores, una trama descoyuntada y dispersa de esforzado ingenio, una falta notoria de dirección e intención y un exceso de ruido en detrimento de las nueces. Cuando el envoltorio es más interesante que su contenido, cuando las muchas ideas se agolpan sin ton ni son y desbaratan y entorpecen la narración, tan sólo podemos hablar de las muchas buenas intenciones, de las interesantes ideas que se abocetan a lo largo del metraje, de las imágenes alucinadas y de su textura entre el duermevela o el desvarío… pero el resultado final no es fecundo, no seduce y no convence.

Decir que se trata de una película interesante es ser veraz y atinado. Pero alabarla desproporcionadamente es hacerle un flaco favor, al crear unas expectativas que de ninguna forma es capaz de satisfacer. Resulta atractiva por la resuelta procacidad de sus personajes, por la valentía de su director y coguionista, por la falta de complejos que demuestra y por ciertos logros parciales que jalonan su metraje. Pero el conjunto deviene en desvarío, entre lo pretencioso y lo forzado (no hay ninguna propuesta o solución convencional, lo cual acaba siendo un demérito y hasta un despropósito), entre lo laborioso y lo estéril.

¿Recomendable? Lo dudo. Quizás su metalenguaje sobre el cine y la vida pueda impactar a algún iluso neófito, sus filosóficas reflexiones sobre la existencia resulten novedosas para algún televidente iletrado, pero carecen de fuerza y poso y resultan un adorno envarado. En definitiva, interesante, creativa y simpática… pero bastante aburrida y prescindible.
antonalva
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23 de marzo de 2015
23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima de Alonso Ruizpalacios es un sólido relato filmado en blanco y negro y en un formato 4:3 que es un verdadero soplo de aire que refresca la aletargada cartelera mexicana, donde los estrenos nacionales sólo buscan emular las fórmulas del cine venido de Hollywood.

El adolescente Tomás (Sebastián Aguirre), es enviado a manera de castigo por su madre de Veracruz a la Ciudad de México a que lo cuide su hermano Sombra (Tenoch Huerta) quien estudia en la UNAM, la cual está tomada en huelga por los estudiantes, y de la cual tanto Sombra como su amigo Santos (Leonardo Ortizgris) se declaran en “huelga de la huelga”.

Sombra y Santos no hacen nada durante el día, no tienen luz la cual le roban a los vecinos de abajo, se la pasan jugando con cartas y fumando mientras supuestamente realizan su tesis; luego que Tomás llega se enteran que Epigmenio Cruz, su ídolo musical heredado por su padre y al cual consideran que “pudo haber salvado al rock nacional” y que alguna vez conmovió hasta las lágrimas al mismísimo Bob Dylan, está enfermo en el hospital y deciden salir en su búsqueda con el fin de conocerlo, acompañados de Ana (Ilse Salas), el interés romántico de Sombra y parte del movimiento estudiantil.

Lejos de la solemnidad de la mayoría de los films arties nacionales, ‘Güeros’ pone el dedo en la llaga y lo mismo cuestiona las supuestas buenas intenciones de directores de cine que hacen películas complacientes para con los críticos extranjeros, así como también muestra sin juzgar los entretelones de la toma de la universidad y a los diversos personajes y roles dentro del movimiento estudiantil, muy parecido al sucedido en el año 99.

La película de Ruizpalacios se torna una road movie que cruza en una noche y parte del día y de polo a polo la ciudad de México, donde los personajes recorren lo mismo barrios complicados que fiestas en estratos altos y donde salen a relucir diferencias sociales mientras buscan al, para ellos, legendario músico que pudo haber tocado en el festival de Avándaro.

‘Güeros’ es una apuesta más que interesante del cine nacional, tanto desde lo visual como en su narrativa, que disecciona a una generación y su entorno despojada de falsos intelectualismos y sin discursos aleccionadores y si con bastante humor y sin tomarse tan en serio.
Quique Mex
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14 de noviembre de 2014
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para hacer cine se ocupa talento, claro que algunos privilegiados tienen mucho más que otros, este es el caso del mexicano Alonso Ruizpalacios, realizador que inició en el mundo artístico como actor y director de teatro, para luego enfocarse en hacer cine, de forma autodidacta. Se le podría considerar como un rebelde con respeto por la academia, con una narrativa agresiva entra fuerte en el panorama cinematográfico como una brisa fresca.

Luego de dos cortometrajes galardonados con el Ariel (que se pueden encontrar fácilmente en la red), Ruizpalacios da el brinco elaborando su primer largometraje, con guion propio que al quedar varado en cierto momento de escritura invita a ser participé a Gibrán Portela. Una obra a la que le transmite algunos elementos de sus cortos: el blanco negro, el humor ácido e inesperado, la afición por los globos, viajes y cierto manejo de secuencias.

El film se encuentra ambientado en la actualidad, tiene como contexto una huelga universitaria de los estudiantes de la UNAM. Tomás (Sebastián Aguirre) es un chico que es enviado al D.F por su madre para pasar una temporada con su hermano Sombra (Tenoch Huerta), universitario que está en “huelga de la huelga” que pasa sus días junto a su compañero Santos (Leonardo Ortizgris) en un apartamento convertido en pocilga.

Ambos están varados al igual que la tesis que deberían estar realizando, la huelga les vale madre no están ni a favor ni en contra, pasan sus días en la inmundicia alimentando la pereza que les carcome la vida, Tomás comienza a ser imbuido por este desolado paraje, intenta resistir. El giro a todo esto lo trae Epigmenio Cruz, una vieja estrella del rock mexicano olvidada que está a punto de morir, las circunstancias mueven a los tres personajes a salir en busca de este mítico hombre.

Cuando pensaba en Güeros, un film exitoso por cuanto festival de cine pasó, galardonado en Berlín, San Sebastián y Tribeca, lo pensaba como una road movie común, sin mayor alarde, que pudiera ser una historia de superación moviéndonos de un punto X a un punto Y, así sin mucha complicación. De ahí que existiera en demasía curiosidad por visualizarla y ver que tanto se alardeaba de ella, más equivocado no podía estar.

Ruizpalacios sorprende en su Opera Prima con una riqueza visual y argumental total, una explosión de creatividad detrás del guion y la cámara impresionante, rompe el molde de la comodidad, de lo que se acostumbra a realizarse. Y a pesar que su film es el típico en blanco y negro con unos personajes nada llamativos que busca jugar de inteligente y llegar a algún festival en europa, él si consigue pegar con su propuesta.

Por esto hablo de que es un rebelde, un agresor de la cinematografía, un tipo que sabe engalanar sus imágenes, un hombre que no se cansa de llevar la cámara en mano, de jugar a gusto con un sinfín de planos, con manejar el sonido a su antojo, con romper lo obvio, con hacernos reír con y de sus personajes, un humor ácido, inteligente por momentos tonto en otros pero gracioso al fin de cuentas.

Un trabajo del cual se desprenden muchas lecturas, hay un evidente trasfondo social que es representado con esta huelga universitaria ficticia (muy similar a la del 1999-2000), en un momento donde casualmente la sociedad mexicana sufre momentos álgidos y críticos precisamente entorno a estudiantes universitarios. ¿Es quizá esta una representación para llamar la atención a sus coterráneos para despertarlos de un letargo de años?

Esto se puede empatar con la figura que representa el músico olvidado, un tipo que según mencionan los personajes pudo haber salvado el rock mexicano e hizo llorar a Bob Dylan. Es la gran estrella olvidada, la figura histórica que nadie recuerda que va agonizando lentamente. Una historia que se olvida se convierte en el pecado más grande para una sociedad.

Así mismo está la connotación del güero, que divaga a lo largo del relato y que es definida a inicio de metraje, está la evidente diferenciación entre Tomás (rubio) y su hermano Sombra (moreno). Estos jóvenes que se mueve en su viaje pasando por distintas zonas del Distrito Federal, donde son señalados como tales aunque ellos no se sientan de esa forma, ya sea perdidos en un barrio o en una “piscina.”

Por otro lado, Ruizpalacios realiza algunas referencias al cine (ya una mencionada), donde incluso juega por un corto momento con esta idea del cine dentro del cine. Son chispazos de genialidad que son recurrentes a lo largo del guion, lo que hacen la visualización del film muy agradable, Güeros es un placer para la vista, para el oído y para el intelecto, un trabajo enorme y arriesgado, un gran montaje y selección musical, una joya en el máximo sentido de la palabra.
10P24H
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30 de marzo de 2015
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viernes 27 de marzo, 6:30 pm. Cinéteca Nacional. Güeros, la reciente película mexicana más premiada de 2014, festivalera — calificada como tal de viva voz de su creador—, continúa su exhibición en este recinto, para conducirnos a través de una fotografía en blanco y negro y con algunos personajes que encajados por las discordantes realidades sociales, a sitios conocidos y hasta a veces habituales para quienes vivimos y nos desplazamos por la gran urbe.

Güeros se sitúa en el contexto de una huelga que remite a la instaurada en el año del 99 en la UNAM, donde el movimiento es un ingrediente que nos acerca hacia la juventud que se manifiesta pasivamente y sus actividades no están del todo definidas para este tipo de eventualidades en pro de la justicia social. La película tiene un arranque prometedor, mas el móvil que propicia el deambular por la selva de asfalto jamás es convincente y se embotella en escenas al intento por mostrar las diferencias existentes de los cuatro puntos cardinales, sin lograr compenetrar ni por lo que plantea y mucho menos en el cómo lo muestra.

Sí, dos jóvenes universitarios a la espera de la conclusión de la huelga, a uno de ellos la visita inesperada de su hermano menor (con quien tiene una buena relación) le cambiará un tanto sus días, sin embargo el güero trae consigo una cinta de cassete con algún tema de algún exponente musical de los años del festival de Avandaro, al que deciden ir en su búsqueda y hacerle saber cómo su interpretación plasmada en el magnético ha traspasado el tiempo. Con un preámbulo ya un tanto cuestionables al que en género comedia Ruizpalacios reafirma, haciendo del metraje un sinsentido extenso con recopilatorio de imágenes en Cópilco y Cu al sur de la ciudad, Santa Fé y Chapultepec al poniente, Centro Histórico y concluir en Texcoco al Oriente. Dicho recorrido tampoco es efectivo ya que la foto en blanco y negro atenúa eso a resaltar, las diferencias sociales y a la vez las distintas estéticas de la ciudad.

Un ingenio perdedizo entre mucha palabrería, detonantes mal entablados, ires, venires y encuentros plagados de laxitud irremediable.

Tampoco se la compro.
Coleccionista Visual
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24 de noviembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una imponente presencia, física y visual, que se evapora al conocerla con confianza en su intimidad.

“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción”; una rebelión interesante y extraña, de aroma independiente, que no remueve ni altera a su observador es un fracaso.
El alma es su fotografía, ese exclusivo e intimista uso de la cámara, su delicada y escogida melodía, su minucioso guión lleno de sinceridad trascendental y banalidades al uso, la querencia por la aptitud de los personajes, su provocación experimental, esos enfoques tergiversados, su desorden de correlación..., pero lo único que sientes es vacío, distancia, frialdad receptiva e ignorancia de su esencia pues no da pie con bola; no capta el interés del vidente, resulta hueca y lejana, seguir su hilo y estela no causa mayor emoción, fascinación o estima que terminar, por empeño y obstinación, lo empezado.
“Para qué nos vamos, si al rato vamos a regresar”, para apreciar su estilo, para incorporar su formato, para integrar su espíritu individual, altruista y llamativo, veracidad de una estructura que respira sola y no necesita consejo de andadura pero..., sigo con el mismo dilema, no entusiasta, no atrapa la atención, no excita la curiosidad por saber de ella, la empatía reina en este grupo de estudiantes que, con rumbo certero y tendencia provocativa, se desvían, pierden y sucumben a su propia parsimonia y apatía.
La historia no acompaña a su magnética imagen, ese hipnótico blanco y negro que oferta sublevación y pasotismo, esa juventud que no quiere liderar ni estar a la cola, únicamente pasar desapercibido en el medio, cómodo centro que igual vira hacia importantes lemas reflexivos, que hacia la incoherencia de sentirse desorientado y deambular haber qué surge.
¿Qué quiere expresar Alonso Ruizpalacios?, difícil saberlo pues su entonación posee altos grados complacientes, así como tantos otros de desapego y ligazón rota que provoca, a pausado ritmo, que desconectes y te establezcas en una indiferencia sensitiva que sólo continúa por saber qué oferta, lo cual, una vez recibido, confirma el abandono ya hace tiempo emprendido.
Los críticos la encumbran/el personal la relega porque, aún dando la razón a todas las alabanzas y análisis de la obra realizados -inteligente, divertida, audaz, capta con precisión y modestia el estado anímico del joven actual- su global efecto pierde todo el atractivo de la originalidad óptica para desfallecer ante una razón que se aburre, una cognición aturdida por no poder deleitar la magnífica pieza vendida, motivo de tu elección y búsqueda.
Güeros, rubio, de piel blanca o pálida, frente a su hermano Sombra, más un tercero intermediario y quien se una de camino, los instintos no fallan y aunque valoras su presentación, estética y vanguardismo narrativo, cae en saco roto ante la dejadez de tus sentimientos por ella, cavilaciones filosóficas traídas a colación como la galleta de la fortuna de un restaurante chino, la escuchas y digieres pero se diluye en ese ambiente creativo que intenta ser ameno y cautivo pero que, con lamento de experiencia vivida, harta por desgana y fastidia por el nulo aliciente hacia su causa, vida y hazañas.
Formato 4:3, cultura mexicana, hermosos planos, química interpretativa, alabado montaje técnico, guión trabajado con detalle, ironía por trazos, humor según momentos, apertura a ese ejemplo familiar mayor que se gana su cariño y respeto..., todo lo que se quiera pero la conclusión no varía, tediosa, pesada, sin inspiración nutritiva que vote por su compañía y disfrute de ella, pues ésta nunca surge ni llega.
En plano teórico una maravilla, osadía a aplaudir y alabar, coraje de diferenciarse con identidad propia; en la práctica, sirve de poco ante las negativas y contrarias sensaciones evocadas, todo un lamentable conflicto, el mismo que sentirás al leer sobre ella y después visionarla.
Dividida en ingredientes, soberbia; la mezcla de todos ellos en plato único, ni alimenta ni reconforta la velada.
¡Cómo duele no habernos entendido!

Lo mejor, toda su estética, técnica y valentía de marcar personalidad.
Lo peor, la ruptura o ausencia comunicativa con el espectador.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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