El duque Negro (César Borgia)

Los que llevábamos pantalón corto en los años 60 nos inventamos un nuevo género cinematográfico: el de "espadas", es decir, esas cintas de aventuras tipo Scaramouche o El príncipe valiente, o de temática histórica, "apañada" por sus autores, con masas, caballos y duelos a espada, muchos duelos a espada. Las buenas, por supuesto, eran las norteamericanas, con nuestros actores favoritos. Las que nos pasaban los domingos por la tarde en el cine del cole, convenientemente retocadas con el fin de preservar nuestra castidad, eran esas coproducciones italianas más baratas, con menos masas, y con actores estadounidenses venidos a menos. La que nos ocupa es un buen ejemplo de lo que digo. En este caso, el prota se trata nada menos que de César Borgia, el intrigante cardenal miembro de la famosa familia. Aquí salen a relucir las espadas cada dos por tres, porque el pobre hombre es víctima de una misteriosa conspiración para acabar con su poder. Dirige el habitual Pino Mercanti, quien mueve a los extras con cierta destreza, aunque notemos enseguida que las coreografías dejan mucho que desear. Protagoniza un Cameron Mitchell en el inicio de su decadencia, con una interpretación tan espantosa que cuesta creerlo. Mitchell iría cayendo hacia el precipicio hasta posarse sobre Supersonic Man, una de las películas más execrables del cine de todos los tiempos, obra del "excelso" Juan Piquer Simon (J.Piquer Simon para la venta al extranjero). El siempre eficaz Conrado San Martín da la réplica al norteamericano (y le deja en evidencia), y Maria Grazia Spina y Gloria Milland ponen los escotes (modositos). Un auténtico producto de la época. Para nostálgicos irremediables.

Mediocre coproducción entre Italia y España (en este caso sí que se podría muy bien aplicar aquél ¿chiste? de la época ("Italia ponía la producción y España la co")), pues casi todos los creadores del film son italianos.
Dejando esto aparte y yéndonos al resultado final general, este es de una medianía absoluta, que sí se puede ver, no es que moleste su visión, pero que deja indiferente al espectador más entregado.
Hay escenas de acción, con muchos duelos de espada y asaltos a castillos y fortalezas, pero el meollo de la cuestión, estando en liza un personaje como César Borgia, son las intrigas palaciegas, las traiciones, los entresijos amorosos. Es decir, que hay más bla, bla, bla, del que sería aconsejable en un producto como este, destinado, supongo, a que tenga mucho éxito al menos en los países que pusieron la pasta. Y esto es más que discutible en esta ocasión.
Muy bien, como siempre, nuestro siempre admirado Conrado San Martín, e irregularidad en el resto de interpretaciones, sobre todo las de las damas que salen, eso sí, todas ellas preciosas, y elegantísimas en cuanto a vestuario y peluquería.
Se puede ver, aunque se olvida de la misma, pero es que el guión, incongruente a todas luces, a cargo de tres personas, y escasa dirección de Pino Mercanti, para mi un ilustre desconocido, merma cualquier posibilidad que tenía la peli cuando se concibió.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es/