Kinjite: Prohibido en occidente

Oh dios el gran Charles Bronson haciendo el papel de un policía vengativo de nuevo, no lo puedo creer dirán algunos, acaso no se cansa de hacer lo mismo criticaran otros, pero por favor no nos engañemos que esperar de una película de Bronson cuando en el afiche publicitario de la película aparece con un arma. Quien quiere ver una película de Bronson sentando en un parque viendo un arco iris o tratando de trepar un árbol para rescatar un gato, a los fanáticos de Bronson muy pocos, ese no es el Bronson que nos acostumbraron a ver, nos acostumbramos al Bronson de pocas palabras ese Bronson que actúa con su cuerpo como solo él lo sabe hacer, nos acostumbramos tanto a él que nuestra costumbre se hizo ley, Kinjite de lejos no es la mejor película de Bronson ni su mejor colaboración con su compañero habitual en la dirección John Lee Thompson tampoco la peor, en su momento la película fue difícil de digerir, debido en gran parte a la trama, un policía llamado Crowe, tendrá que luchar contra una red de prostitución infantil, este film cuenta con escenas que pueden incomodar al espectador, pero también hay escenas donde Bronson saca lo mejor de él, sobre todo la primera escena del film, aunque pueda parecer un film acido y oscuro, creo que en la actualidad ( a diferencia cuando se estreno ) puede verse sin ningún inconveniente, esta fue la ultima colaboración de Bronson con John lee Thompson.
Como dato curioso tanto Bronson como Thompson dejaron de existir el mismo día, el 30 de agosto uno en el 2002 (Thompson) y un año después su amigo el gran Charles Bronson.

Policíaco algo irregular protagonizado por Charles Bronson, de nuevo dirigido por Lee Thompson para la Cannon Films. Otra vez nos topamos con una historia que tiene cierto grado de sordidez, lo cual me hace bastante gracia dado el perfil conservador del personaje protagonista.

Resulta interesante mostrar como en ambos lados del planeta existen ciertas costumbres y tabúes que, en el fondo, no nos hacen tan distintos. Lo que me chirría un tanto es el retrato tan explícito en lo negativo que se hace sobre los japoneses. Es cierto que todos hemos oído esas historias de tocamientos en los vagones del metro, o de la aparente sumisión de las mujeres de dicho país para con sus maridos y los hombres en general. Pero no deja de ser chocante verlo en pantalla. Lo llamativo está en el aparente contraste respecto a Occidente, ya que aquí tenemos a un descendiente de irlandeses incapaz de aceptar el despertar sexual de su hija adolescente, mientras que son las mujeres occidentales las que muestran mayor vivacidad en estos aspectos respecto a las orientales.

Lastimosamente, pese a que estos contrastes resultan interesantes, la parte donde vamos conociendo al banquero japonés se hace algo insustanciales en su desarrollo. Además, cierto incidente de dicho personaje con alguien allegado a Bronson apenas da juego transcurrido gran parte del filme. Tampoco me termina de convencer cómo se reflejan situaciones relacionadas con temas gravísimos, tales como la trata de blancas o la prostitución infantil.

Independientemente de eso, las escenas con Bronson siempre tienen su miga. No es una película de acción, pero tiene una parte final bastante entretenida y la mala leche de su personaje siempre ayuda a mantener cierto interés por la cinta, que afortunadamente no se hace pesada en ningún momento pese a que, como he dicho anteriormente, las escenas del japonés no me interesan prácticamente nada.

Enésima aparición del amigo Charles Bronson como un justiciero dedicado a combatir a malandrines infectos, esta vez concretamente hace de un policía que lucha contra una mafia dedicada a la prostitución infantil, delicado asunto que se trata con menos sutileza de la que merece pero que hace por su propia naturaleza que el público se ponga del lado del protagonista, después de todo la explotación sexual de la infancia es algo tan abyecto que cualquier cosa que se les haga a los que la practican nos parecerá bien empleada. La película en sí misma es correcta dentro de su género, entretiene, está realizada con pocos medios pero con oficio y da lo que promete. Tiene menos acción que otras del mismo tipo, después de todo Charles tenía ya una edad, y cuenta con algunas ideas interesantes pero desaprovechadas (el hecho de que un personaje "normal" sea también un pervertido en potencia podría haber dado mucho más juego, y las relaciones "difíciles" entre el protagonista y la familia japonesa a cuya hija tiene que rescatar parece querer ser una especie de metáfora de las barreras culturales y el racismo, pero no acaba de estar bien desarrollado ese aspecto tampoco).

Tiene, eso sí, un desenlace que dejará totalmente satisfechos a los aficionados a este tipo de películas. Un final en el que, efectivamente, se hace justicia.

Una vez más Charles Bronson interpreta a un veterano policía encargado de encontrar a la hija de un importante hombre de negocios que ha sido secuestrada por una banda de proxenetas. Su propia hija ha sufrido también el acoso de un pervertido, esto le hará implicarse más en la investigación.

Un decrépito Bronson vuelve por sus fueros y esta vez tendrá que liquidar a toda una serie de explotadores sexuales que se dedican a raptar jóvenes para convertirlas en esclavas del sexo. Lo que me llamó la atención es que el bueno de Charles pone también en su diana a los japoneses que en aquella época se estaban apoderando de Manhattan comprando todo lo que podían. Pero la película me decepcionó. No me gusta ese aire que tiene a telefilm barato y sobre todo, resulta imperdonable que a penas tenga acción. Lo mejor el póster publicitario del filme.

Jo, qué malas son las películas de J. Lee. no tienen nada, y son todas iguales. Y me gusta J. Lee, tiene cosas realmente valiosas, pero supongo que llegó un momento en que lo más fácil era hacer siempre lo mismo, sobre todo si en taquilla funcionaba, y todo paree que era así, porque repetía, una y otra vez, la fórmula: policís viejo, honesto y asqueado de su trabajo policial sufre algún acontecimiento traumático que lograr desestabilizarle y convertirle en una especie de justiciero de la verdad y de la venganza. Pero no son escabrosas o sexualmente explícitas, nada de eso. Tampoco son rudas o violentas. Es una especie de subgénero que tuvo mucho éxito en su momento y que todavía lo tiene, siendo la máxima estrella del género Charles Bronson, en sus épocas más crepusculares.
Es la última películas de J. Lee, que tiene cosas, como digo, que me parecen muy decentes: Los cañones de Navarone (1961), Taras Bulba (1962), Una llamada a las doce (1965), La sombre del zar amarillo (1969) y El oro de Mackenna (1969), estando en otra división: La rebelión de los simios (1973), El griego de oro (1978) y El Pasaje (1979). Las dos últimas son de ese tipo de películas que no son especialmente brillantes y, sin embargo, me gustan mucho, se dejan ver y pasas el rato un par de hora.
Argumentos simples, pero que funcionan. Es un cine que no me gusta especialmente, pero seguro que tiene su público, y todavía deben seguirse viendo, porque se reeditan en DVD de manera constante.