El taller

Un planteamiento rutinario de una reunión entre amigos, demuestra que debe tomarse con calma la película para pasada la hora entrar en uno de los films más envolventes e insidiosos de 2021. Su tono de comedia no es intencionado, ya que la trama principal es un drama social. Es creadora de una ambigüedad que juega totalmente a su favor porque no sabes hacia donde se dirige la historia. Un giro de guión oscuro y un dilema moral, sobre las redes sociales, completan una lealtad puesta a prueba. Cuando la crueldad llega, también se abre paso uno de los momentos más surrealistas.

Película vendida como una comedia negra a la que le cuesta muchísimo arrancar. Tres amigos de la infancia ya en la cuarentena tienen altibajos en su relación. Tras meses sin verse, uno de ellos hace que se reúnan con un propósito concreto que no revela al resto.

¿Que si le cuesta arrancar? Prácticamente dos tercios de metraje son idas y venidas de los tres paletos, con sus neuras de cuarentón fracasado de la América profunda, la berborrea alcohólica consecuente y absolutamente ningún punto de interés. No hay análisis de personajes, solo que uno tiene problemas de control de la ira y los otros son una suerte de comparsas. Todo este tiempo se termina haciendo muy largo, tanto que nos preguntamos por qué demonios estamos viendo esto y por qué me tienen que interesar estos personajes.

Al comienzo del último tercio la cosa da un vuelco, se guardaban un as en la manga. La cosa se pone turbia y, ahí si, por fin se desliza algo del humor negro anunciado. Pero como estamos en el acto final no tiene mucho recorrido, no da para profundizar en lecturas de calado. A ver, las podemos entresacar, pero el trabajo que tenía que hacer el guión lo tiene que hacer el espectador. El libreto solo deja entrever los temas pero no cierra nada, pierde demasiado tiempo en mostrarnos la relación entre los amigos que termina siendo cargante. John Pollono dirige, escribe y protagoniza, y quizá el trabajo actoral sea lo mejor. Que lo sustancioso se condense en menos de media hora es todo un bluff.

Me he lanzado con esta primera crítica porque esta película me ha gustado mucho y quería hacerle justicia.
Es entretenida, buenos personajes que resultan simpáticos, buenas actuaciones. El tono de comedia que subyace hace que la película pase con gran facilidad.
Da para reflexionar sobre la amistad, la familia y las diferencias sociales sin que el director pretenda aleccionar.
La construcción de la película es atípica, dos partes, una costumbrista y otra de suspense. No es un defecto para mi, me lo tomo como una buena oferta comercial, un dos por uno. Además una da contexto a la otra.
Hay lo que creo que es un falso flash forward en la peli que me parece un logro de realización.
Me gusta el elegante final (es un detalle de la parte final, no destripo nada).

Lo primero que habría que decir es que es un drama en toda regla, quién espere suspense, thriller, o acción, solo la encontrará en una dosis escasa, y posiblemente pueda llevarse una pequeña decepción.
Y es que la primera hora y veinte es una película de personajes, donde vemos cómo cuajan los protagonistas divagando y relatando sus vidas, sus amistades, sus pasados... Que sí nos contamos batallitas, que si salimos de fiesta, que si fumamos unos canutos juntos, todo muy bien realizado, eso sí, pero para quién espere chicha se le podrá hacer eterno.
En su tramo final encontramos la verdadera trama de la película y se predispone interesante, pero da la sensación que todo el relato anterior se lo podrían haber ahorrado o en su defecto que no hubiera sido tan extenso. A quién le guste los dramas humanos y las historias de personajes les gustará, a los que busquen más chicha o movimiento puede que se les haga largo.
De todos modos, el suspense o giro argumental se ve venir de lejos en cierta parte ya pasada la mitad de metraje y no logra el efecto que desearíamos.
Los actores cumplen muy bien y no desentonan, y el transfondo de la trama tiene un significado muy exacto de los que nos proponen, lástima que el desarrollo solo tenga miga en su cuarto de hora final.

Extraña y pequeña propuesta que encuentra a John Pollono como guionista, director y protagonista (en este rol actoral, lo acompañan Jon Bernthal y Shea Whigham). Se trata de un mix entre drama y thriller, con ligeras dosis de un humor vulgar y algo rudimentario.

Tras una introducción que no se sabe muy bien hacia dónde conduce, el relato nos sumerge, de un momento a otro, en la reunión de tres amigos para beber (sin medirse, a puros excesos) y para recordar algunas cuantas anécdotas. El giro principal se da tras un evento en particular que rompe el esquema de lo que el espectador venía presenciando: es el último tercio de 'Small Engine Repair' el que le otorga un sentido valedero y tenso al film.

El director se anima a mostrar los riesgos de las redes sociales, de las viralizaciones y otras tantas cuestiones que, entre aciertos y desatinos, redondean un score aceptable.

Entretenida aunque algo despareja hasta que define su rumbo, la obra de Pollono consigue su cometido, sin llegar a trascender.

6,5 Alancitos Amigos Bebedores sobre 10