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Miedo súbito

Cine negro. Thriller. Drama Myra es una autora de teatro cuyas obras triunfan en los escenarios de Broadway, pero su feliz existencia se desmorona cuando escucha cómo su marido Lester planea matarla. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
21 de noviembre de 2009
65 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jack Palance
Nombre: Lester Blaine
Profesión: actor en Broadway. Herido en su orgullo por brillante autora teatral.
Aspiraciones: no tiene nada salvo a él mismo. La cima del mundo le espera.
Carácter: cínico, embaucador y calculador.

Gloria Graham
Nombre: Irene Neves
Profesión: la más antigua del mundo, pero con clase. Arpía y buscona a la antigua usanza.
Aspiraciones: dinero, joyas y pieles, como no podía ser de otra manera.
Carácter: frívola, manipuladora.

Joan Crawford
Nombre: Myra Hudson
Profesión: escritora de éxito infinito a la que le espera una herencia de similar magnitud.
Aspiraciones: lo tiene todo. Solo quiere amar y ser amada.
Carácter: pasional, inteligente, brillante.

Realmente pocas películas del Hollywood dorado han reunido en su reparto a semejante terna de actores. Tú puedes contar con un Lee Marvin o con un par de Bette Davis. Pero ¿tres cómo éstos? Rostros inolvidables, actores carismáticos y personalidades únicas y singulares dan vida a este melodrama negro que filma David Miller bajo el sello de la RKO….quién si no. La fórmula es parecida a la tanta veces expuesta en la pantalla: soltera y rica heredera es camelada por un tipo apuesto e implacable en sus métodos de enamoramiento, quien a su vez es manejado por mujerzuela despampanante con el único objetivo de hacerse con la incalculable herencia. Evidentemente desde aquí exijo la redención inmediata de Palance. Ante ese tipo de mujer yo muy probablemente también sería “marioneteado”. Y además encantado de serlo.

Cinematográficamente la cinta cuenta con dos partes bien diferenciadas. Una primera donde Miller nos presenta un discurrir de los acontecimientos pausado y sustentado en sus actores. La narración resulta en momentos hasta excesivamente romántica e incluso cuesta creer a Palance en ese registro. Pero Miller, sabiendo lo que tenía entre manos, da un giro radical hasta llegar a unos últimos cuarenta minutos geniales, magníficos y repletos de recursos y detalles de calidad, que se ensamblan perfectamente con una Crawford que explota toda su grandiosidad interpretativa. Uno se agarra al sillón y no puede sino dejarse llevar por ese continuo juego de sombras, con esos ángulos de luz hipnóticos y con un par de licencias narrativas espectaculares.

Final perfecto. Crawford en una última escena de las que no se olvidan. Y peliculón, una vez más, de esos que están en el rincón más escondido del desván y que cuando la ves te sientes orgulloso y complacido de ser de los poquitos que han podido disfrutarla. ¿Esta crítica? Pues para mí es el segundo placer: que me lean, que la descubran y que la disfruten como yo.
Alfie
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4 de junio de 2011
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no suelo animarme mucho a escribir críticas, si que suelo leerlas, y gracias a ello, me he llevado más de una grata sorpresa por dejarme llevar y acabar descubriendo algún peliculón. Por ello, me he animado a escribir sobre esta peli, que aunque no sé muy bien el porqué, ha pasado demasiado desapercibida para tratarse en mi opinión, de una de las mejores películas del comienzo de los 50.

Pues eso, que no te la pierdas y así no te perderás tampoco a una de las mejores Crawfords de todos los tiempos. Su magnifica interpretación hace inevitable el no acordarse de otros grandes momentos del cine con actrices devorándose la pantalla como podrían ser la misma Joan Crawford postrada y amarrada en la cama por su hermana Jane, la inolvidable y atormentada Paula de Luz que agoniza, la candida Fontaine "sospechando" sobre las malas intenciones de su marido o la delirante Gloria Swanson en el Crepúsculo de los Dioses luciendo, como bien muestra aquí Joan, elocuentes ojos y los mejores ademanes del cine mudo. Y es que Joan, como la gran actriz que fue, consigue dejarte los últimos 45 minutos literalmente pegado a la pantalla.
Fon
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21 de febrero de 2011
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este Miedo súbito ha sido una agradable sorpresa y descubrimiento. Al principio, su planteamiento de drama convencional no te hace pensar los giros que dará la historia hacia una parte final tan angustiosa e inquietante.

Uno de los mejores dramas psicológicos de los años cincuenta con secuencias de auténtico miedo y una gran tensión emocional. La fotografía desprende una atmófera de puro terror con un elaborado juego de contrastes (lástima una edición tan pésima de calidad en Dvd)

Excelente trabajo de Joan Crawford que lo expresa todo con el brillo de sus potentes ojos. Tal vez, junto a Amor que mata y Los condenados no lloran sus papeles más destacados. Jack Palance y Gloria Grahame destacan también en sus papeles maquiavélicos.

Una peli a redescubrir, revalorizada con el paso del tiempo de un director como David Miller que destaca, en especial, por un interesante western crepuscular como Los valientes andan solos con Kirk Douglas.
Antonio
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18 de enero de 2016
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película de cine negro dirigida por David Miller en la que, por encima de una sublime fotografía y de una soberbia puesta en escena, brilla un trío protagonista (Joan Crawford, Gloria Grahame y Jack Palance) en absoluto estado de gracia, confeccionando una galería de personajes a cual más retorcido, más maquiavélico. Da la sensación de que se tratara de una lucha encarnizada por entrar de lleno en el Olimpo del género negro aun sabiendo el espectador que tanto Jack Palance como Gloria Grahame ya tienen asegurado el sitio y Joan Crawford poco ya que demostrar como actriz. De esa enconada pelea nos beneficiamos, y asistimos, desde nuestro cómodo sillón, a la enésima lección de tres grandes actores y de un semidesconocido director, empeñados en demostrarnos que el blanco y negro es otra cosa. Es puro cine.
el chulucu
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13 de abril de 2014
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años leí que un aspirante a asesino en serie vio quebrado su sueño de emular a Jack el destripador por un olvido muy tonto, le pillaron porque se dejó el original de su mensaje anónimo en la fotocopiadora de una librería, un poco de cuidado, no, en el caso de “Sudden Fear” se trata de un dictáfono, que merece por cierto la pena observar, una inoportuna grabación cambia la vida de una mujer, escritora de éxito, locamente enamorada de su marido reciente, un actor de teatro más joven que ella, muy varonil, algo misterioso.

El camaleónico David Miller, especialista del lejano oeste y del suspense, es un director acostumbrado a realzar al máximo la labor de los actores y de las actrices y más cuando son estrellas, aquí lo hace. En la primera parte de “Miedo súbito” el protagonismo recae en Jack Palance, 32 años, varios de teatro, cuasi debutante en el cine, este actor de familia ucraniana trabajó en la mina, fue boxeador, pilotó bombarderos en la segunda guerra mundial y precisamente, en una de esas, se estrelló, su llamativo rostro de facciones imposibles es en realidad fruto de la cirugía estética que le hicieron para recomponerle la cara, Jack Palance, al que muchos recordaréis por sus posteriores intervenciones en “Bagdad café”, “Batman” o “El desprecio”, tuvo una merecida nominación como actor de reparto. El inicio de la segunda parte de la historia de “Sudden Fear” lo marca la llegada de una vieja amiga de mirada entre pícara y perversa, Gloria Grahame, 26 años en la vida real, estamos en 1952, dejaba de ser la señora de Nicholas Ray y unos minutos en “Cautivos del mal” le bastaron para ganarse un Oscar.

Si bien la primera parte aunque está bien, no es para lanzar cohetes, la continuación es fascinante, Joan Crawford se crece e impone su presencia en registro doble y ambiguo, David Miller a su vez juega muy bien con el tiempo real para prolongar los momentos de inquietud, para aumentar la intensidad de los compasases de espera que los primeros planos de la protagonista acentúan dramáticamente de por sí. A sus 44 años Joan Crawford cierra con gran éxito una trilogía que realza mucho su imagen, “Amor que mata”, 1947, “Los condenados no lloran”, 1950, una nominación y otra más por “Sudden Fear” que también produce, la imponen en el registro de la intriga psicológica criminal.

La fotografía de Charles Lang merecía con creces otra nominación, Elmer Bernstein compone una de sus primeras partituras para el cine y juntos los dos contribuyen a un desenlace antológico que justifica ese “Miedo súbito” que reza el título. Una gran película.
Juan Marey
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