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La portuguesa

Drama Al norte de Italia, los von Ketten disputan las fuerzas del Episcopado de Trento. Herr Ketten busca matrimonio en un país lejano, Portugal. Tras regresar a casa de su viaje de luna de miel, Ketten se va nuevamente a la guerra. Transcurren once años. Corren rumores sobre la presencia de esa “extranjera” en el castillo. Algunos dicen que es una hereje. Hasta que un día, el obispo de Trento termina muriendo y, con la firma de la paz, cae ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
26 de abril de 2019
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine portugués no es sencillo, y probablemente es el más cercano al cine de autor, por diferentes aspectos como su estética, ritmo narrativo, temática y por ser en muchos casos demasiado poética y teatral. A nivel personal conecto con algunas de sus películas, pero en oros casos me cuesta entrar en las historias que plantean sus directores o directoras. En esta ocasión nos llega el nuevo proyecto de una de las cineastas de mayor talento de su país, Rita Azevedo Gomes, y cuyos proyectos se estrenan aunque sea de manera limitada en los cines españoles. La película se presentó en el Festival de Mar del Pata de 2018 y hace unos meses en la pasada edición del Festival de cine de Berlín en la sección Forum. En Portugal se estrenó hace dos meses, y nos llega afortunadamente con menos retraso de lo habitual, y se desarrolla en la Edad Media tomando como referencia el cuento "Die Portugiesin", escrito por Robert Musil en 1923, con diálogos de Agustina Bessa-Luís.

La historia tiene pocos diálogos y son bastante poéticos, y cuenta una historia en donde las luchas por el poder, las batallas y las diferencias de clase son temas importantes, y para ello nos presenta a Lord von Ketten y a su esposa junto a la comitiva de siervos y criados que se trasladan desde Coímbra hasta Trento en Italia, para que la mujer del protagonista, que al comienzo de la película está embarazada, se aloje en un castillo junto a su séquito, mientras que él acude al campo de batalla, para enfrentarse con el Obispo. En ese lugar de recogimiento pasa el tiempo, y los que habitan allí se aburren, mientras que von Ketten se encuentra fuera ocupado en asuntos que prioriza frente a su familia. Me costó mucho entrar en la película, con esos largos planos, ya sean fijos o en movimiento, y no termino de sacar conclusiones interesantes, pareciéndome tediosos esos diálogos tan poéticos y filosóficos, pero con el paso de los minutos me empezaron a interesar algunos asuntos secundarios, ya sean sentimentales, políticos o en esa diferencia de clases entre la pareja protagonista y su séquito de sirvientes. Las interpretaciones son correctas, y destacan las actrices, sobre todo Clara Riedenstein.

Es innegable que la película tiene una buena dirección de fotografía, y sobre todo tiene una diseño de vestuario de calidad con unos trajes de época con unos colores variados, y recrea bastante bien ese castillo en la Edad Media, pero el problema es el guion y los diálogos que no son sencillos, y que repiten bastante los temas a debate.
Hay unos planos secuencia muy bien filmados, como la escena con el Obispo y la que tiene lugar en el interior del Castillo con la pareja protagonista bañándose en unos barriles mientras debaten sobre temas interesantes.
Hay una crítica a las guerras, las monarquías, la iglesia y los poderosos, y aunque no es fácil de recomendar tendrá su público, sobre todo los aficionados a los trabajos anteriores de la directora, y a los que les gusta el cine portugués de época.

LO MEJOR: El diseño de vestuario y el tercio final.
LO PEOR: Cuesta entrar en la película. Su excesiva duración.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
WILLY74
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1 de diciembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que está muy bien hecha, los escenarios muy bien escogidos y filmados, los personajes muy bien caracterizados, entre el teatro y el cine, no me ha parecido que vaya lenta, va acorde con los tiempos del medievo tardío para meterte más en la época, el diálogo, que es buenísimo porque está cargado de poesía cuando describe paisajes o hace reflexiones, trasciende el medievo si lo escuchas sin los filtros de nuestra época actual,.Refleja muy bien como era la sociedad corporativa del medievo: los tipos de nobleza, la relación entre ellos y el campesinado, a través de pequeños detalles que posicionan a cada personaje en su clase social. El diálogo final de von
Ketten con la eminencia de una cristianadad en crisis no tiene desperdicio.
Noe
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8 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La portuguesa" es una de las tres mujeres junto con "Grigia" y "Tonka" sobre las que el escritor austriaco Robert Musil (1880-1942) conformó sus tres relatos femeninos encuadrados en su novela "Tres mujeres" publicada en 1922.

Rita Azevedo (Lisboa, 1952) vuelca dentro de su cine primordialmente autoral una extensa - 2 h y 17 m. - e intensa visión formal sobre aquello que le ofrece la novela.

Este mundo de fábula medieval en el que se encuadra el relato le permite a la directora volcar su temprana vocación en las Bellas Artes y su pasado como figurinista. Compone así, como se ha escrito, una serie de "tableaux vivant" -obras pictóricas representadas - donde la minuciosidad en el detalle natural y realista contrasta con una narración antinatural y surrealista de corte teatral y tempo denso. Los actores ejercen así su rol de figuras en movimiento en cuyo contexto podemos intuir un mensaje feminista y evocar algo de la parte mágica -representada en los animales - y social de la novela original. La utilización de la cristalina fotografía de Acácio de Almeida, habitual de Azevedo con gran profundidad de campo nos introduce en un mundo engañosamente hiperreal de gran belleza visual que requiere mucha paciencia contemplativa por parte del espectador poco acostumbrado a este tipo de propuestas tan alejadas del frenesí y la inmediatez en los tiempos que corren.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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16 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegar ante A portuguesa, un drama histórico de dos horas y veinte, puede parecer un desafío antes de empezar la película. Sin embargo, desde sus primeros planos en un castillo en ruinas, la curiosidad por saber si el conjunto se mantendrá a lo largo del film, si nuestro interés no decaerá hace que nos adentremos en la película, que logra con creces absorbernos. Una introducción de la mano de la enorme Ingrid Caven, vestida con atuendo moderno y recitando, mitad cabaret, mitad juglaría, para acompañar las imágenes de la Edad Media creadas por la directora y que, al igual que los tapices de Arras tantas veces nombrados, narran las hazañas, más cotidianas o sociales que épicas, de la mujer que da título a la obra.

Rita Azevedo Gomes aviva el relato gracias a una realización que engrandece la idea original, que dota al texto de razón y de significado. La composición es la clave, y lo es además a dos niveles. Primero, en lo que concierne la imagen. En el interior del castillo abundan los planos fijos en los que el bloqueo teatral prima para posicionar a los actores. La iluminación y el color son un deleite para la vista y por momentos parece que estuviéramos observando pinturas de la escuela holandesa. Pero mayor importancia cobra el movimiento, el de la propia cámara.

Los muros del castillo, los marcos de puertas y ventanas se delimitan por perfectas líneas rectas, en ocasiones las esquinas de las habitaciones se nos presentan en sus tres ejes en el centro de la imagen, en perfecta perspectiva caballera. La cámara de la directora rompe estos límites al desplazarse, al seguir el movimiento de la rebelde mujer. Rita Azevedo Gomes pone su arte al servicio del personaje y a su historia. La directora escapa de la imagen cuadriculada del castillo como su rebelde protagonista escapa de los rígidos ideales que quieren imponerle. Esto viene representado por el propio castillo, fruto de méritos de guerra y tradiciones en una sociedad que la mujer aborrece y cuya visión no comparte. Un punto de vista de caballeros y guerreros. La perspectiva caballera, podría decirse.

No en vano, es en las escenas al aire libre donde el personaje se nos escapa. Cuando monta a caballo, cuando nada en el río, cuando contempla la niebla que desciende al valle... En la naturaleza no hay líneas rectas que delimiten, incluso en estas escenas parece perderse nitidez, como si los bordes de la pantalla fueran también incapaces de contener el grano de la imagen. Como si la luz, al igual que la portuguesa, también quisieran escaparse.

A portuguesa es un espíritu libre cuya pasión pertenece a la naturaleza, no a los rígidos principios religiosos y políticos de la Edad Media. Es una mujer a la que acusan de bruja, de hereje, que adopta gatos y lobos, que añora el azul del océano y que se propone escalar las cimas a las que ningún cristiano ha sido capaz de subir.
harryhausenn
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