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Maravillosa familia de Tokio

Comedia. Drama Los tres hijos de una pareja que se acerca a su 50 aniversario de boda entran en shock cuando su madre pide el divorcio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
14 de mayo de 2017
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con seguridad que no estamos ante un Ozu reencarnado o tan siquiera menor – como tampoco estamos ante una gran película del veterano maestro nipón Yôji Yamada – pero pese a su tono algo burlesco y convencional, desprende un poso de autenticidad en cuanto al retrato que ofrece sobre tres generaciones de una familia japonesa que viven bajo el mismo techo, sus relaciones, sus vinculaciones, sus proximidades y desencuentros, sus peleas y reconciliaciones, sus sinsabores y su nueva sabia irrefrenable que brota a cada paso y que prolongan la estirpe más allá del tronco acogedor. A veces no hace falta ofrecer una cinta redonda e impecable para abordar los misterios de la convivencia en pareja, basta con que haya un conjunto de características que nos revelen las trampas y dificultades cotidianas para convertirla en un acierto entrañable.

El humor nos puede parecer algo ganso y exagerado, más cercano al vodevil aparatoso que a una sutil comedia de costumbres, pero su textura resulta consistente y bien trabada y sus muecas se nos antojan reconocibles y cercanas pese a la lejanía cultural innegable que nos separa del país del sol naciente. Conviene fijarse en los detalles, en lo no dicho aunque sagazmente esbozado (como por ejemplo el secundario papel de la mujer japonesa, del todo sometida a la voluntad y los antojos del marido, o también la dificultad para verbalizar lo obvio, como si fuera un desdoro reconocer los propios sentimientos y dependencias más allá de lo convencional o de lo tácito). Es esa acumulación de gestos y rasgos lo que eleva esta obra más allá de lo previsible y de lo epidérmico.

Casi todas las escenas son llevadas hasta la farsa y el exceso paródico. Hay muchas muecas, mucho histrionismo y muchas reacciones extremas y sobreactuadas, pero si se acepta y abraza su acentuado y sesgado tono de sainete chusco e irrisorio se atisban los márgenes de una verdad que tiene miedo por manifestarse y decir su nombre. El exceso de recato y disimulo de la cultura japonesa parece que conlleva asociado que ciertos temas sólo pueden abordarse de forma oblicua e indirecta, como si el pudor impidiera nombrar a las cosas por su nombre y hubiera que optar por la parodia para aproximarse a las incongruencias de la vida. Quizás sea este rasgo lo que dificulte a más de un espectador occidental adentrarse en la propuesta.

En resumen, estamos ante una obra modesta y acogedora, más crítica y afilada de lo que pudiera parecer a simple vista, que si bien no alcanza niveles de gran cine, resulta cálida y sugerente.
antonalva
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1 de junio de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando está bien eso de practicar la desmitificación, sentir que uno es capaz de reírse de todo y de todos, hasta incluso de lo más sagrado. Y desde luego pocas cosas me parecen en el mundo más sagradas que el cine de Yasuhiro Ozu. En su película de 2013 “Una familia de Tokio” el veterano Yoji Yamada se acercaba de manera aceptable y respetuosa al peculiar universo cinematográfico del maestro a través de una versión actualizada de la emblemática “Cuentos de Tokio”. Ahora, cuatro años más tarde, Yamada vuelve con “Maravillosa familia de Tokio”, y le da la vuelta a la tortilla. Con los mismos mimbres de su obra anterior, con prácticamente todo su reparto y con un título casi idéntico, Yamada articula esta vez una comedia sentimental demasiado ligera y superficial, propensa más de lo deseable al trazo grueso.

En la película nos encontramos con una familia protagonista, tres generaciones de un mismo clan condenados a habitar bajo un mismo techo y a convivir con sus distintas peculiaridades e idiosincrasias. Hay hombres compartiendo sake y confidencias al calor del amor en un bar en la noche tokiota. Todo es demasiado reconocible y a la vez queda demasiado lejano, muy obvio y poco sutil. Por si a alguien no le queda del todo claro el asunto, uno de los personajes va y se pone en la tele el DVD de “Cuentos de Tokio”. Yamada no puede evitar la brocha gorda a la hora de dibujar a algunos de sus personajes y presentar la mayoría de las situaciones. Y así nos topamos con un cabeza de familia algo especial, una especie de Paco Martínez Soria en versión nipona (juro haber escrito mi comentario antes de leer a Jordi Costa), cuyo mundo se viene abajo el día en el que su mujer le anuncia su intención de pedir el divorcio. Lo que viene después se asemeja más a los supuestos de una “sit com” televisiva cutre de risas enlatadas que a otra cosa. Humor que linda a veces con lo pueril y el sonrojo (¿es necesario que algunos de los personajes sean tan, tan, tan ridículamente patosos?). Como se suele decir, se ve con la misma facilidad con la que se olvida. De momento, el maestro Kore-Eda puede seguir durmiendo tranquilo, de momento nadie va a arrebatarle el título honorífico de sucesor natural de Yasuhiro San.
Juan Solo
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23 de diciembre de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El prolífico director y guionista Yôji Yamada firmó, con 83 años, la que fue su película número 84. A día de hoy sigue en la brecha dirigiendo una segunda parte de "Maravillosa familia de Tokio" en el 2017 y esperando estrenar otra película en 2018. De la filmografía de Yamada que he podido ver destaca especialmente su trilogía Samurai y muy especialmente dentro de esta trilogía "El ocaso del samurái" (2002) que es un peliculón con todas las letras.

En el año 2013 Yamada hace un homenaje a "Cuentos de Tokio", obra maestra de Yasujiro Ozu, a través de "Una familia de Tokio". Realiza una especie de remake de la película de Ozu adaptando la historia al Japón actual. El resultado fue bastante notable, una película muy recomendable. El giro de tuerca ahora es coger exactamente el mismo reparto de "Una familia de Tolio" y volver a plantear una historia familiar diferente, con un tono de comedia pero que sigue referenciando a la película de Ozu en cierto modo y de diferentes maneras, incluyendo la aparición de la película del año 53 en el televisor de la casa. Y precisamente lo que aparece es el final de la película con las palabras de Chishu Ryu.

Coge Yamada exactamente el mismo reparto principal de "Una familia de Tokio" pero cambia de nombre a los protagonistas excepto en el caso del papel que hace Yû Aoi, la novia del más joven hermano. Incluso se permite colocar en una sala un poster de "Una familia de Tokio" donde se puede ver a sus protagonistas posando para una fotografía. No se puede negar desde luego que el director deja muy claras sus intenciones. El tono de comedia es bastante ligero y la película consigue mantenerte con una sonrisa, e incluso con un par de situaciones hilarantes. Lo interesante es que no se pierde interés pues consigue perfilar la idiosincrasia de esta familia, los personajes están bien definidos y los actores están muy bien en su papel. Desde luego la escena cumbre con toda la familia metida en el escenario es lo mejor de film.

En la parte negativa quizás esté el tono de sitcom que tiene la película, no plantea muchos escenarios y la música de Joe Hisaishi, por una vez y sin que sirva de precedente, me ha paredido bastante dedicada a acentuar precisamente ese tono a comedia de situación.
fresenius
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28 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco le falta a día de hoy a Yoji Yamada para llegar a las noventa películas firmadas como director, sale a casi una por año de vida. Tuvo etapas de firmar dos o tres al año, de manera que con un ritmo y un método de trabajo así, ¿alguien cree que ya metidos en el S.XXI pretendiese hacer la definitiva obra culminante de su carrera?; evidentemente, llega al final del curso de su vida satisfecho. No es necesario entrevistarlo para saberlo, estoy convencido que es un director feliz.

Casi noventa años de vida, casi cien películas y "Maravillosa familia de Tokio" de 2016 ante nosotros. No pretende ser Ozu; ¿quién lo dice?; ¿quién lo insinúa?; ¿qué sentido tiene poner uno al lado del otro?; el cinéfilo que haya profundizado en la filmografía de Yasujiro sabe a la perfección que no aporta nada poner un director al lado del otro, salvo su condición de japoneses. En esta comedia, ya entrados el siglo actual, una familia (maravillosa, desde luego) tiene que lidiar con ciertos problemas domésticos y consigue de forma exacta y precisa lo que pretende: entretener.

Quedan claros muchos conceptos propios de la idiosincrasia nipona aunque no es un tratado de conducta y ética, ellos son así y punto. Su humor no es como el nuestro porque no lo pretenden, sus actos se rigen por su lógica, no por la nuestra, y si algo chirría para el occidental no es por culpa de ellos, es por culpa nuestra. Es una película modesta, de humor de fácil digestión, discreta, sencilla y por lo tanto, dentro de sus limitaciones, maravillosa (tal cual la misma familia que queda retratada: maravillosa).
Luisito
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1 de noviembre de 2016
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando entramos al cine a ver una japonesa, cosa cada vez menos habitual, curiosamente desde que algunos nos machacan con lo de la globalización, lo último que esperamos es encontrarnos con una comedia. El veterano Yôji Yamada recupera aquí el tono de la saga Tora-san, que mantuvo durante 48 episodios cinematográficos, a lo largo de 25 años ( ....y porque murió el protagonista); para desdramatizar la carga existencialista de sus otros proyectos, en ocasiones muy influenciados por el gran Yasujiro Ozu. La última visita, por cierto, le supuso una Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid (2013) por Una familia de Tokio, revisando el clásico del maestro: Cuentos de tokio.

Es esta ocasión aprovecha la reciente jubilación del abuelo para hacer saltar por los aires la supuesta seriedad protocolaria de los nipones y poner en solfa sus tradiciones y su correctísima educación milenaria. Cuando la abuela, en su cumpleaños, le pide un regalo barato e inusual al hombre con quien ha compartido los últimos cincuenta años de su vida, todos los miembros de la comunidad familiar resultarán afectados y tratarán de convencerla para que desista.

Agradable historieta con situaciones divertidas que huye, a propósito, del trascendentalismo y que promete convertirse en serie para dulcificar y aliviar los últimos años (tiene 85), del prolífico creador del país del sol naciente.
Sinhué
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