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Un momento en el tiempo (Waves)

Drama. Romance Narra el viaje emocional de una familia afroamericana afincada en las afueras de la ciudad que, tras una grave pérdida, debe abrirse camino entre el amor, el perdón y la unión. (FILMAFFINITY)
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
25 de enero de 2020
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Waves es el tercer largometraje del americano Trey Edward Shults, quien debutó hace tan solo unos años con el drama Krisha y dirigió el thriller de terror Llega de noche un par de años después. Hasta ahora, todas sus películas (incluyendo esta) han sido distribuidas por A24, y todas han recibido el beneplácito de la crítica. A mí, siendo sincero, no me entusiasmaron sus dos primeros trabajos, por lo que me acerqué a Waves con bastante cautela. Tras verla dos veces, puedo confirmar que estamos ante la que, al menos para mí, es la primera gran película de Shults.

Lo primero que merece la pena destacar de Waves es su enorme potencia visual. La película rebosa estilo y belleza. Shults aprovecha todas las herramientas cinematográficas que tiene a su disposición para establecer una unión indivisible entre forma y contenido. El movimiento de las cámaras, el montaje, el inteligente empleo del aspect ratio a lo largo del metraje... Todo en su fotografía cumple un propósito narrativo. Cuando aumenta la tensión, la imagen oscila con violencia, el montaje se acelera. Cuando nos centramos en un personaje turbulento y dramático, la cámara nos lo hace saber. Cuando la historia nos muestra una relación dulce y serena, todo se relaja, todo es más suave y más delicado. Waves empieza en 1.85:1, cuando Tyler está en su mejor momento. Las cámaras rebosan vitalidad. Movimientos circulares, cortes precisos. Poco a poco, las cosas se empiezan a torcer. Nos vamos al 2.35:1. Y en el climax de la primera mitad, cuando todo se va a la mierda, nos quedamos encerrados en el claustrofóbico 4:3. Todo el estado emocional de los personajes, todo el proceso, se expresa utilizando el lenguaje cinematográfico.

Y es que esta claro que Waves es, ante todo, una película puramente emocional. Seguimos a dos personajes distintos, y sus desarrollos se complementan en perfecta simetría, dando a la película una sensación de finalidad, a pesar de su final abierto. Si la primera mitad trata sobre la responsabilidad y el sufrimiento, sobre cómo todo se desmorona, la segunda trata sobre el perdón y el proceso curativo, sobre recoger todas las piezas y recomponerse. Ambas mitades comparten sutiles paralelismos visuales repartidos entre el bien llevado melodrama, haciendo el viaje enormemente satisfactorio. El primer amor de la adolescencia y la familia son pilares temáticos evidentes, y si una mitad de Waves te muestra una parte, la otra te mostrará la contraria. Es cierto que hay algún momento excesivamente histriónico, además de un par de ideas a medio cocer (el componente racial se menciona de pasada pero nunca se trata en profundidad), pero creo que el conjunto funciona, y mucho, porque Waves siempre nos mantiene anclados en unos personajes bien definidos, que se relacionan de manera orgánica.

Las interpretaciones son espléndidas. Kelvin Harrison Jr. ya hizo un trabajo sólido en Luce hace tan solo unos meses, y aquí sigue demostrando que es una auténtica promesa. Taylor Russell está aún mejor como Emily. Sterling K. Brown hace un papelón interpretando al patriarca de la familia Williams, y me parece surrealista que haya pasado tan desapercibido en la temporada de premios. Lucas Hedges vuelve a ofrecer otro papel solvente en una película independiente, y no sé cuántos van ya. Tal vez sea Alexa Demie la más floja del elenco, pero bueno, cumple.

Y por favor, hablemos por un momento del soundtrack, porque es que está compuesto por temazo tras temazo, la gran mayoría salidos de la última década y que están elegidos con un gusto exquisito. Animal Collective, Kendrick Lamar, Kanye West, Tame Impala, Frank Ocean, Radiohead... Un lujazo, vaya. Y lo mejor es que, como la fotografía, la música también cumple una función narrativa. Las canciones están súper bien hiladas, se entrelazan con la historia y contribuyen mucho a crear la atmósfera ligeramente neblinosa de la película, a darle un rollazo muy fresco y muy actual. Más bandas sonoras que apuesten por este tipo de música, por favor, que a mí también me gustan Buffalo Springfield y Stevie Wonder pero estoy un poco harto de que se escojan siempre las mismas canciones.

En fin, que me ha encantado Waves. Su ostentosidad visual, su habilidoso montaje, la sensibilidad de su historia, el talento de sus actores... Todo me parece de bastante calidad. Me habría gustado que desarrollara un poco más la relación del padre con los demás miembros de la familia, tal vez porque Sterling K. Brown está tan fantástico que el tiempo que se le dedica en pantalla me sabe a poco. Y a veces admitiré que es algo postureta. Pero no puedo ponerle muchas más pegas, la verdad. Creo que el contraste entre sus partes no gustará a mucha gente, pero yo, por mi parte, estoy muy satisfecho con el resultado y no puedo hacer más que recomendarla.

Calificación: Imprescindible
Dabi
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30 de enero de 2020
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Euforia juvenil

Tyler (Kelvin Harrison Jr.) es un adolescente afroamericano que lo tiene todo: popularidad, éxito como deportista, una novia guapísima y una familia que le apoya. Pero tras un descubrimiento que pone en peligro su prometedor futuro, su vida comienza a desmoronarse. Tras Krisha (2015) y Llega de noche (2017), Trey Edward Shultz sigue labrando su carrera dinamitando los núcleos familiares con Un momento en el tiempo (Waves), adentrándose esta vez en el territorio del melodrama y desde una perspectiva juvenil emparentada con Euphoria, la brillante serie de HBO cuya primera temporada se emitió meses antes de la presentación del largometraje en el Festival de Toronto.

Tanto la película de Shultz como la serie creada por Sam Levinson abordan el desencanto de la adolescencia con colores saturados, una playlist perfecta para cada situación y con tiros de cámara que dan vueltas en torno a unos personajes al borde del abismo.

*Tensión familiar

Que nadie se lleve a engaño por haber definido Un momento en el tiempo (Waves) como un melodrama: los conflictos que aborda el film son tremendos, pero las salidas de tono están muy medidas. Shultz va dando forma a la tragedia que se avecina con una tensión y una incomodidad crecientes que, pese a alcanzar su clímax hacia la mitad del metraje, no terminará de abandonarnos hasta el final de la historia, valiéndose de múltiples recursos para hacerlo posible: cambios en el formato de imagen acordes con el estado de liberación u opresión que siente el personaje central, significativos silencios, llantos discretos, discusiones hirientes, elipsis… Un momento en el tiempo (Waves) nunca cae en la monotonía, aunque sus dos horas y cuarto de duración se sientan un tanto excesivas y se produzca un giro durante el mencionado clímax que hace que la película se transforme en otra muy diferente.

*Dos historias en una

Esas dos «mini-películas» en las que se compone Un momento en el tiempo (Waves) crearán división, pues habrá quien le guste más la opresiva bajada a las infiernos que supone la primera, y a otros el doloroso pero esperanzador camino de vuelta de la segunda. Aunque sean distintas entre sí, se establece un interesante diálogo entre ellas sobre la asunción de responsabilidades durante el proceso de madurez, la importancia de la comunicación familiar, el primer amor o la experimentación de los jóvenes con las drogas.

Todo expuesto sin afán de moralismo, con menos interés en subrayar que en plasmar los sentimientos a través de sus dos talentosos protagonistas, Kelvin Harrison Jr y Taylor Russell, respaldados por un estupendo elenco de secundarios compuesto por Sterling K. Brown, Renée Elise Goldsberry, Lucas Hedges y Alexa Demie, quien curiosamente también forma parte del elenco de Euphoria.

*Conclusiones

Aunque su ambición no se ha visto recompensada en la temporada de premios, Un momento en el tiempo (Waves) es tan sólida en su vertiente familiar como en su aproximación íntima a la desazón adolescente. El conflicto racial de la trama queda reducido a una línea de diálogo y sus constantes cambios rítmicos y narrativos no siempre encajan igual de bien, pero su ecléctico repertorio musical, sus imágenes, su nervio y la ternura que termina por abrirse paso ante la fatalidad convierten a Un momento en el tiempo (Waves) en una imperfecta amalgama que deja poso y mucho en lo que pensar.

Escrito por Jorge Blanch
Cinemagavia
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31 de enero de 2020
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuenta dos historias de amor (incluso tres) visual y narrativamente distintas, con la familia como curioso nexo de unión entre ellas. La primera tiene una puesta en escena un tanto nerviosa, con un desarrollo narrativo algo desequilibrado, ya que sus personajes femeninos están muy difuminados, cuando no diluidos en la testosterona de los masculinos. Crea una atmósfera algo opresiva, presentando a un adolescente presionado social y familiarmente, con dificultad para tomar decisiones acertadas, con poca tolerancia a la frustración. Es más que correcta. pero su desenlace es precipitado, demasiado fortuito (ver spoilers). Eso sí, mantiene la tensión introduciendo una general y difusa culpabilidad que chapotea casi en cada secuencia, que preludia un final...(en spoilers)

En la segunda historia todo es más sosegado (movimientos de cámara incluidos), más maduro, más intimista. El tratamiento de los personajes es más equilibrado y coherente, con ligero predominio de los personajes femeninos. El tono es totalmente distinto, más positivo, incluso algo almibarado. Con un mensaje sencillo y directo: hay que aferrarse a las emociones positivas ( el amor, la compresión, el perdón etc.) y apoyarse en la familia, que no hay mejor alquitrabe para conseguir un equilibrio emocional, afectivo.

Lo más destacado quizá sea su dominio del medio, con un director que consigue otorgarle el color apropiado a cada personaje, que va cambiando el tono de la película con mucha sutileza.

En definitiva, una película con dos historias distintas, la primera como coartada o como premisa de la segunda, sugerente y bien dirigida, pero destaca por sus formas...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
East
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1 de febrero de 2020
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Un momento en el tiempo (Waves)”, de Trey Edward Shults, se ha quedado fuera de la carrera de los Oscars. Aunque con algunas distinciones por parte de los críticos y premios independientes, al final la Academia de Hollywood ha preferido colar entre sus nominados productos más comerciales antes que este drama, que algunos califican como drama- romántico, lo cual puede inducir a error por parte del público más joven o desinformado, porque aunque algunas de esas dosis hay, se aleja por completo de lo que se entiende de un film de esa índole.

Trey Edward Shults, que hace un par de años estrenó el thriller independiente “Llega de noche” y que produjo división de opiniones, ahora nos trae este film que nada tiene que ver con su anterior trabajo, y que posee, eso sí, mayores ambiciones como autor. Las influencias de otros autores son notorias. Desde Sean Baker, conocido sobre todo por la colorista “The Florida Project”, aunque más a nosotros nos trasladaba más a su anterior film “Tangerine”, a Barry Jenkins por la oscarizada “Moonlight” e incluso a un intento de llegar a ser Paul Thomas Anderson, tejiendo personajes y circunstancias que se inculpan y buscan la redención, mezclado con un mosaico musical, como si se tratara de una versión reducida de “Magnolia”, y evocando en fugaces tomas al mismísimo Malick.

No le ha salido mal, pero creo que si lo hubiera pulido, sobre todo a nivel de guión, le habría salido un film excelente. Pero da la sensación de que haya preferido ceñirse a contar su película dividida en dos bloques claramente diferenciados, sin complicarse en entrelazarlas, y pretender volcarse en ese propósito en el montaje, ya que junto a Isaac Hagy, él es el responsable.

A nivel técnico la película está muy trabajada. No solo en su comentado montaje, que es quizás de lo mejor. Gracias a la fotografía de Drew Daniels, se juega constantemente con las atmósferas, los colores, con los fundidos... se sabe crear tensión e incluso brevemente transmitir un estado de éxtasis, todo bajo una influencia casi “setentera” que suponemos gustaría al mismísimo Tarantino. De hecho hasta sus créditos finales tienen un fondo de que va cambiando de colores, llegando a oír ocasionalmente algunas frases de los actores.

Sus actores, la mayoría actores negros sin querer ofender (es que decir “de color” es algo tan indeterminado) hacen un muy buen trabajo. Desde los mayores a los más jóvenes, como Taylor Russell o Kelvin Harrison Jr, Desde los actores blancos, como Lucas Hedges hasta el gato, todos sin excepción están bien, aparte de estar muy bien dirigidos.

Pero al final, a pesar de sus logros, deja la sensación de no ser un film compacto. No le falta consistencia, ni tampoco madurez, porque ya de lo que nos habla escapa de lo superfluo, pero sí de rotundidad, de que parece nos hayan contado dos películas por separado con diferentes mensajes, todos válidos, o al menos para mí incluso los más esperanzadores eran necesarios, pero con diferentes propósitos. Cabe recordar las palabras de un gran maestro como David Lean que afirmaba que todo aquello que no filmes luego en el montaje no lo vas a poder subsanar. Y él también era montador. El confiarlo todo al envoltorio técnico no es lo más recomendable. Quitando ese pero he de reconocer que “Un momento en el tiempo”, (prefiero su título original “Waves”), tiene buenos momentos y bastante más mérito que otras producciones intrascendentes más sobrevaloradas, por lo que merecería un visionado.
Maggie Smee
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6 de febrero de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película. Un drama muy fuerte y realmente emotivo que se hace muy difícil digerirlo rápidamente y se nos queda trabado en la garganta. Los silencios y las miradas son tan poderosos que transmiten mucho mas que cualquier palabra. Excelente calidad de fotografía y banda sonora que encajan perfectamente en la cinta y le otorga aun mas fuerza. Cada mínimo detalle tiene sentido. El trabajo de los protagonistas es sublime.
Recomiendo muchísimo esta película pero advierto que no es para todos. Una cinta de esta calidad, merece espectadores igual.
zetazim
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