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The Sandman

Terror Una niña con poderes formidables imagina la existencia del Hombre de Arena, un monstruo terrible de sus pesadillas que hace daño a cualquiera que quiera lastimarla.
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
7 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues tampoco está tan mal. Filme de terror a estilo de los 90, que bebe claramente de filmes anteriores como "Ojos de Fuego"(1984, M. L. Lester) "La furia"(1978, B. de Palma) o "Carrie"(1976, B. de Palma), con eso de una niña o adolescente con poderes psíquicos que se manifiestan de manera mortal para sus enemigos, y que es acosada por siniestras organizaciones gubernamentales para explotar sus poderes.

Filme intrigante, bastante tópico y previsible, pero no por ello carente de interés. La dupla protagonista -tía y niña- lo hacen bastante bien, en especial la pequeña, que pone unas caritas de niña enfadada bastante creíbles. Sabemos que todos los malos o gente desagradable van a ser combustible para ser consumido por el monstruo arenoso que titula el filme. Nada que ver con el personaje de cómic de DC/Vértigo o el de Marvel. Lo suyo es ese tipo de monstruo capaz de generar una franquicia, aunque no sabemos si será el caso.

El lenguaje cinematrográfico es bastante televisivo, con unos fundidos en negro entre secuencias que parecen para intercalar anuncios. El bicho siempre aparece en interiores o en lugares oscuros, idóneo para unos CGIs no muy buenos, pero apañados.

A mi no me ha aburrido ni me he tirado de los pelos. Tampoco me ha dado por beber lejía tras visualizarla. Es una de tantas. Entretiene como en su momento lo hizo "Ojos de Fuego"(1984).

Aviso: Hay DOS SECUENCIAS POSTCRÉDITOS. Y la segunda es bastante importante (ver spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quinto Sertorio
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1 de mayo de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El típico terror yankee, barato y poco efectivo al estilo de "Boogeyman" o "The crooked man". En este caso un nuevo personaje de arena que cobra vida gracias a los poderes de una niña. Malas actuaciones, pobres efectos, escenas que no asustan en lo más mínimo y un final patético. Me costó terminar de verla. Es pésima.
Darío Lapicki
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11 de diciembre de 2022
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«Mr.Sandman, bring me a dream (bung, bung, bung, bung)
Make him the cutest that I've ever seen (bung, bung, bung, bung)»…

Así empieza la famosa canción de Pat Ballard (1954), que el mismo año de su composición grabaron The Cordettes, y es un referente musical de la banda sonora de «Halloween» (1978), de John Carpenter. La referencia de esta letra a los sueños y al personaje que menciona, rescata la mitología de esta fiesta del solsticio e invoca a un ente que traía el sueño a los niños que no podían dormir, echándoles arena en los párpados, obligándolos así a cerrarlos y conciliar el sueño.

Como en otros casos de transformación de seres del imaginario a antojo para convertirlos en malvados monstruos de una película de terror, «The Sandman» (2017) es una maléfica inversión del «hombre de arena» ancestral en una criatura asesina que usa como portal de entrada al mundo físico para cometer sus fechorías, los sueños de una pequeña de ocho años, Madison (Shae Smolik).

Peter Sullivan, ducho en producciones para la televisión (algunas de ellas, soporíferos telefilmes de sobremesa, y no pocos dedicados a pasteleras historias de Navidad), es el encargado de dirigir esta pieza para la compañía Hybrid, y que la distribuidora Lionsgate lanzaría, después de que el canal Syfy la estrenara.

Dado que se trata de un artículo para ser acuñado directamente en DVD, las expectativas de los más exigentes pueden ser fácilmente defraudadas, a pesar de que usaron como gancho publicitario la participación de Tobin Bell (al que hizo famoso la franquicia de «Saw», 2004, con su interminable retahíla de secuelas), y del ya nonagenario Stan Lee como productor ejecutivo (lo mismo que lo hubieran puesto de jardinero; el pobre hombre estaba ya por aquél entonces en sus últimas, pues fallecería en 2018), quien seguramente jamás vio una cinta en la que el «Sandman» que él creó, nada tiene que ver con el engendro parido en este proyecto para la caja tonta.

Teniendo en cuenta que, como abejorro de flor en flor, Sullivan ha tocado muchas teclas de género en sus andaduras tras la claqueta, la base del relato de «The Sandman» resulta en un extraño ensamblaje de terror, «thriller» y ciencia ficción, con algunos toques especiados de drama familiar, así como un considerable pastiche de tópicos y clichés, de los que destacamos el típico crío o cría con súper poderes (como en «Stephanie»,también de 2017), el archi trillado «hombre del saco» (que, de tan manido ya es «el hombre que da por saco»), y los sueños (mejor dicho, pesadillas) que el siniestro coco usa como pasaporte para hacer de las suyas en nuestro mundo real, en una clara referencia al ochentero y sanguinario personaje de Freddy Krueger («Nightmare on Elm Street», 1987- 2010).

Respecto a esta saga, el argumento hace una variación: el hombre de arena no ataca a sus víctimas durante su sueño, sino que lo hace en el plano existencial material, y también durante el día (el bicho no se corta un pelo), cuando Madison se queda dormida y aparecen sus terribles pesadillas.

De ella, a pesar de ser la indiscutible protagonista del relato, apenas se nos revela el «background» que vaya explicando o justificando los eventos que van acaeciendo. Lo que no contribuye en absoluto a generar interés. Por lo tanto, se diluye el factor atencional del espectador en una simple película de puro entretenimiento después de una comida o cena de sábado o domingo.

La obra de Sullivan se mueve constantemente a caballo entre el horror, la ciencia ficción, la conspiración política, y hasta incluso en el tercer acto tenemos una extravagante deriva al cine de acción. Si usamos un poco la lupa, nos daremos cuenta de que está basada en el cliché de la niña(o) o adolescente que desata fuerzas apocalípticas ante aquéllos o aquello de los que percibe que puede ser lastimada(o). Lo que nos lleva a «Firestarter», 1984 (de Mark L. Lester), o «Carrie» (1976), de Brian de Palma.

En su papel de miembro de una agencia paragubernamental que va tras los pasos de Madison, a Tobin Bell se le ve actuar como cansado y/o con desgana. Si juntamos la poca chispa de un guion que funciona con cambio de marchas automático, un trabajo de dirección que no pone demasiado esmero en pulir las interpretaciones, y, tal vez, el desánimo o desmotivación que esto podría producir en el veterano actor, el resultado de la ecuación es que su presencia, que en otras cintas es suficiente para hacer subir el caché, aquí se queda corta para adecentar el resultado final. A pesar de que Valentine, el personaje al que da vida, tenga una subtrama propia a la que «in extremis» el guión da más relevancia en el tercer acto, a modo de taparrabos del estancamiento al que llega en su desarrollo.

Ni la efímera presencia de Wyss (en su papel de doctora que tiene la llave para deshacerse del hombre de arena, y cuya participación en el elenco se antoja a guiño, pues es la primera víctima de la película original de las pesadillas de Freddy), da solidez a un reparto en el que sólo Smolik y Haylie Duff (Claire, hermana de su padre) hacen lo que pueden ante la cámara.

La falta de carisma y luces en casi todas las figuras dramáticas apunta a que Sullivan no sabe o neglige en sus funciones de conducción de los artistas, seguramente para ceñirse a lo marcado en una agenda de producción que no debe dejar margen a demasiadas florituras.

El personaje de Shae Smolik falla en dos sentidos: el primero, no está trabajada lo suficiente para que la joven actriz sepa estar delante de la cámara, y además su rol está boicoteado por el propio guion, que deja flotando una neblina de ambigüedad moral sobre Madison, desde el momento en que no queda claro si es que la niña sufre porque no puede controlar la furia desatada en forma del monstruo sobre el que leyó en un libro (y por eso toma esta forma), o ella lo libera a sabiendas para defenderse de los que voluntaria o involuntariamente le pueden provocar daño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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4 de agosto de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encontramos una niña con poderes mentales que no sabemos cómo los obtuvo ni para que les pueden servir. Tiene contacto con un ser demoníaco hecho de arena que la aterroriza en sus sueños, pero que por alguna razón que se desconoce, se materializa en la vida real solo para matar a todos los que buscan hacerle daño. Por su realización es una película digna de haberse hecho en los noventas, hoy queda antigua. La dirección de fotografía es buena, aunque demasiado básica para una película de terror. El guion tiene muchos agujeros y explicaciones que nada tienen que ver con la trama. Las actuaciones son malas y forzadas por diálogos incongruentes, los personajes carecen por completo de realismo y caen en el cliché clásico de Hollywood. El montaje es bueno pero los efectos de videos son muy malos. Una y otra vez, encontramos “homenajes” a series y películas clásicas de ciencia ficción. La banda de sonido y los efectos sonoros son buenos y acompañan a la perfección al género.
Nicolas Largeaud
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24 de marzo de 2018
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezando por los efectos pobrespeciales hasta el guion superabsurdo todo aquí está mal, ya «Finders Keepers» era bastante patética pero le puse un tres porque me sentía generoso, en este caso no. Tienes que hacer un esfuerzo muy grande para acabar de verla y aun así te va a costar porque la historia es mala de por sí, no te interesará en absoluto lo que le pase a los personajes.

Tobin Bell, pues tendrá que comer el hombre porque aparecer en esta película es para matarlo. Lo único que me salvaba un poco era Shaun Sipos ya que el hombre pues es mono y tal. Por lo demás una patética película de terror que no da terror ni nada. Una de adolescentes slasher es veinte veces mejor que esta basura que en mi opinión es un patético intento de imitar a «Mamá» que ya esa peli no era la gran cosa pero al menos tenía una muy buena producción.
tipar
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