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Su propia vida

Drama Lily es una mujer que llega a Nueva York con el firme propósito de convertirse en una modelo. Las cosas le van bien y triunfa en su carrera. Además se siente atraída por un hombre casado con una mujer que se ha quedado inválida. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suele pasar desapercibida, en la enorme y muy irregular carrera de George Cukor, esta película sobre la desesperada búsqueda de la felicidad de una pareja -“vamos a intentar ser felices”- en la que Lana Turner interpreta a una joven que escapa del ambiente chato de su pueblo para buscar trabajo como modelo en Nueva York. Una vez alcanzado un gran prestigio conoce a un hombre de negocios casado con el que inicia un romance, en una relación que les llevará a un difícil callejón sin salida. Con un magnífico guion de Isobel Lennart, lleno de buenos diálogos, Cukor expone la radiografía madura y sombría de esta pareja a la que las circunstancias adversas impiden su relación. Hay un afán realista de Cukor manifestado en las escenas de exterior, de iluminación un poco sobreexpuesta –la escena inicial con los créditos, abandonando el pueblo, es bastante significativa- o en la amarga visión del mundo de la moda -a través del personaje de Ann Dvorak- pero, sobre todo, gracias al excelente trabajo de los actores: la sentida interpretación de ese prodigio de contención llamado Ray Milland, la excepcional labor del eterno secundario Louis Calhern y, sobre todo, la parte del león que se lleva Lana Turner, esa menospreciada pero brillante actriz con su permanente aire tenso y trágico. Con una bella música de Bronislav Kaper y un “leit-motiv” que simboliza a la pareja - resulta admirable la escena del reencuentro en el bar donde el pianista le recuerda la melodía, la cámara abre el campo y aparece Ray Milland- la película utiliza algunos recursos argumentales –relación adúltera y esposa en silla de ruedas- ya vistos en otras pelis lo que no impide que el resultado final sea un sólido melodrama -pese a que el propio Cukor odiara este encargo y lo hiciese a regañadientes- a reivindicar con energía en la prolífica carrera del director norteamericano.
Gould
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2 de marzo de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué tal. Hoy vengo a recomendar una película de George Cukor, que he visto recientemente y que me ha dejado estupefacto, por lo inesperado quizá. "A Life of Her Own", de 1950, que en su día no se estreno en España (no existe doblaje), y que recientemente se ha incluido bajo el título de "Su propia vida" en una colección de clásicos en VOSE en DVD. La película fue rodada por Cukor entre dos obras maestras del calibre de "La costilla de Adán" y "Nacida ayer", y parece ser que la aceptó como un encargo de la Metro de la que no quedó especialmente satisfecho. Y es algo que no puedo comprender (cosas de los maestros que pasan habitualmente), porque el filme es primoroso, de una sutileza y un buen gusto extraordinario y de una factura técnica, no ya impecable, sino a la altura de cualquiera de sus grandes obras. ¡Qué manera de mover la cámara en una habitación!, como si flotara de una forma casi imperceptible, algo a la altura de muy pocos. ¡Qué travelings por las calles de un New York iluminado por George J. Folsey siguiendo a Lana Turner!, ¡y qué diálogos!!!.

Un personaje femenino de gran calado, como es habitual en Cukor, en un melodrama, siempre con un tono bastante amable, que sería una especie de eslabón entre Frank Borzage y Douglas Sirk. Lily (Lana Turner, un monumento de actriz) llega desde Kansas dispuesta a triunfar como modelo, y de forma casi episódica, va conociendo a diversos personajes que le muestran el camino duro y profesional que ha de recorrer (Tom Ewell, director de la agencia), que la tientan y le ofrecen el camino fácil (una especie de diablo, Barry Sullivan) o que la advierten de en qué piedra no ha de tropezar (Ann Dvorak, con dos escenas fantásticas). Y claro, inevitablemente se enamora de un tipo casado, Ray Milland, y la cosa se complica. Sólo los títulos de crédito (muy Noir) son inusualmente modernos para una película de 1950.

Los no menos de media docena de planos-secuencia de Lana Turner compartidos con los diversos personajes masculinos (el propio Milland, Louis Calhern o ese Barry Sullivand que recuerda al George Sanders de "Eva al desnudo"), ya sean en el piano bar, en la mesa del restaurante o en el hotel, son una verdadera gozada, y un trabajo de actores fenomenal (una de las grandes especialidades de Cukor).

Por último, comentar que Lana Turner compone con toda solvencia un personaje con unos diez o doce años menos de los que ella tenía en realidad. Hoy en día esto sería totalmente impensable (salvo casos excepcionales como el de Isabelle Huppert), de hecho hasta los papeles de mujeres con más edad se los dan inapropiadamente a actrices jóvenes, todo muy lamentable.
griffinjazz
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21 de septiembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprendente!. Un film, sólido como los viejos melodramas de Holliwood. Un Cukor exquisito que rueda con gran elegancia con una serie de planos, alternando grandes planos secuencia. Un guión bien escrito sin efectismos aún cuando el tema se prestaba a concesiones y unas interpretaciones magníficas. Sorprende Lana Turner en uno de sus mejores trabajos. Ray Milland, con su aparente facilidad, vuelve a marcar el terreno con una interpretación sobria pero intensa. Qué decir de Tom Ewell, Louis Calhern o Ann Dvora y Barry Sullivan, todos perfectos. Como ejemplo: Tómense los dos fragmentos y diálogos entre Lana Turner y Barry Sullivan del principio y el final del film. Una sorpresa notable.
rocamadur01
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21 de marzo de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha costado un poco encontrar esta película en Filmaffinity. Yo tengo la edición de DVD y la película no se titula "Seguiré mi destino", sino "Su propia vida". No sé el porqué de este baile de títulos.

La verdad es que el título es lo de menos. ¡Qué sorpresa tan agradable he tenido después de visionar esta película! Tengo entendido que la realizó George Cukor por encargo y que el director siempre renegó de ella, no quería oír hablar sobre esta película y no entiendo el motivo, porque es un gran película. Muy desconocida dentro de su filmografía, pero toda una joya a descubrir. ¡A mi me ha encantado! Tiene un buen guión, la trama no es nueva pero está muy bien desarrollada. Después de verla te quedas con ese buen sabor que te dejan las películas de antes bien hechas. Es un melodrama de los de antes, pero nunca cae en el exceso.

Dicen que George Cukor era director de mujeres y esto queda muy bien reflejado en esta película, no sólo por algunos detalles del guión, sino por la gran interpretación que logra sacar de Lana Turner, que siempre he pensado que era una actriz "flojita". ¡Pues aquí hace un gran papel! Y que decir de los demás actores, desde la misma Ann Dvorak, que hace un papel pequeño pero bien interpretado, y su personaje es decisivo para entender la evolución de la protagonista femenina. Y luego están Ray Milland, Louis Calhern, Jean Hagen y un cínico Barry Sullivan. ¡Todos bordan su papel! Los personajes tienen mucha profundidad psicológica y eso queda muy bien reflejado en la pareja protagonista, o en personajes más pequeños pero bien definidos, como es el caso de la misma Ann Dvorak, que hace el papel de una modelo ya veterana.

Es una película que tienen que ver todos los amantes del buen cine que se hacía antes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
bette davis
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8 de junio de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabedora de su magnífica figura y de su irresistible encanto como mujer, Lily James (Lana Turner como siempre fascinante) decide irse a New York para buscar trabajo en la acreditada agencia de modelos de Thomas Caraway, y el avisado empresario la toma enseguida, convirtiéndose de inmediato en la gran estrella de su catálogo. La primera amiga de Lily, será Mary Ashlon (magnífica Ann Dvorak) una curtida modelo con deseos de regresar a una profesión que abandonó por problemas personales, pero, lo que ocurrirá con ella dejará marcada a Lily… y una suerte de zapatilla de cenicienta impedirá que Mary se aparte definitivamente de su mente.

Lily conocerá, luego, al emprendedor y nuevo rico, Steve Harleigh (Ray Milland bastante comedido), y aunque éste confiesa que es casado y en principio evita mayores acercamientos (obsérvese la extrañeza de Lily al ver que nunca se despide afectuosamente), la atracción se volverá irresistible… y con una tentación como Lana Turner, perdón, Lily, don Luci sabe, ¡bien que sabe!, que lleva todas las de ganar.

Al entrar en escena, Nora (una muy bien escogida Margaret Phillips), la esposa de Harleigh, un nuevo triángulo amoroso tendrá lugar… y el director George Cukor, va a dejar perfectamente plantada una clasecita de madurez en sus personajes femeninos que, no por nada, fue siempre calificado como “el director de las mujeres”. La historia, en algún momento se nos hace archiconocida, pero, la sobriedad con la que Cukor compone y fotografía cada plano y la eficacia emocional que logra con cada uno de sus personajes, hace que el filme se salga de lo común y consiga dejar una sentida huella.

Sin embargo, surge la antigua pregunta que, a los ávidos lectores de revistas de cine -como lo fuera la guionista Isobel Lennart-, les quedó sin oportuna respuesta: ¿Por qué, el director George Cukor, eludía hablar cuando se le preguntaba por “PÁGINAS DE MI VIDA”? La respuesta la encontramos ahora en la página IMDB, y podemos resumirla de la siguiente manera: El final que se le ocurrió a la guionista para su historia, fue mostrar a Lily, a sus 45 años, trabajando como criada en un hotel. A Cukor se le ocurrió que lo más impactante era mostrarla suicidándose, marcada por aquella zapatilla de la que ya hablamos… Pero, luego de la preview, el público protestó por la improcedencia de este final, y es entonces que se vio obligado a cortarlo, habiendo tenido que inventarse otro desenlace que dejara contento al público… pero él quedó totalmente consternado.

Por esta vez, siento que el público tenía la razón, pues, con el final que ahora vemos, se dejan de lado los malos ejemplos… y ésta es la clase de gente que el mundo anda necesitando.

Me hizo reír la punzante frase de la atribulada Mary:

-¿Un caballero? ¡Conocerás a uno si vives lo suficiente!
Luis Guillermo Cardona
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