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El espontáneo

Drama Paco es el joven botones de un hotel de lujo. Suele hacer pequeños negocios con la reventa de entradas de corridas de toros a los turistas. Por un equívoco es despedido del trabajo. No encuentra ningún empleo de su gusto y deambula por las tabernas de la calle Victoria. Finalmente descubre su única oportunidad en los toros, oficio que considera fácil y le gusta. La realidad es muy distinta y tiene que aceptar la verdad que se manifiesta ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
31 de julio de 2011
27 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que tenemos más jóvenes españoles que nunca buscando trabajo, retocando y enviando el curriculum cada día, haciendo entrevistas de trabajo absurdas y frustrantes, pensándose si lo mejor es pagar un ojo de la cara por un máster después de 5 años de carrera, o jugándoselo todo en las oposiciones. (*)

Ahora que ya apenas existe cine “social” español; no es casualidad que la última gran ola de de películas sobre desempleados y marginación social fuera a finales de los 90 y principio de los 2000 cuando la economía iba bastante bien, y en cambio con una crisis económica de las que hacen época el género en cuestión ya no interese a nuestros cineastas de "Hay Motivo".

Precisamente ahora no estaría de más rescatar del olvido a esta película española, tan estupenda como desconocida. “El espontáneo” es un eco del neorrealismo italiano que ya había quedado atrás hacía casi diez años en el país alpino, pero también es una película muy española en su contenido, un retrato urbano del Madrid de los 60 y sus clases humildes, de sus jóvenes, sus calles y sus bares.

Y es que los 60 fueron una buena época de crecimiento económico, había trabajo como se puede ver en la película, pero nuestro protagonista Paco, un chaval sin estudios porque tuvo que ponerse a trabajar para echar una mano en casa, no se conforma con ganar calderilla de limpiacoches en una gasolinera, o con la cubeta y el rodillo (hilarante escena cuando acaba intercambiándose insultos con un pintor después de hablar sobre cuánto se gana al mes en su oficio; y no será la única escena de madrileños insultándose por la calle o en las taquillas de las Ventas, para disfrute de los aficionados a la filología de la jerga coloquial).

Para Paco todo en la vida es cuestión de echarle cara y ser valiente, como presentarse a una audición para actor saltándose una cola de cientos de chavales como él, ir a una entrevista de vendedor de perfumes sin la experiencia que pedían en el anuncio, o conseguir un trabajo de antenista también mintiendo sobre su experiencia. Pero nada termina de salirle bien hasta que finalmente da con la idea que mejor se ajusta a sus ambiciones, ser torero. O mejor dicho, saltar al ruedo.

La película es sociológica hasta la médula, tanto que a veces asombra por la inteligencia y el detallismo de su análisis y su incalculable valor como radiografía social. En general se puede decir que todos los personajes son un producto y reproducción de su entorno.

(sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
afrancesado
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30 de septiembre de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El espontáneo" es una buena muestra del primer cine de Jorge Grau y del mejor cine de Jorge Grau, una muestra instalada en el cine-verdad, en el cine testimonial, en el cine de denuncia, pero sin maniqueísmos ni fáciles juicios morales. Es un largometraje que recoge el desgarro y el malestar de obras inmediatamente anteriores de Marco Ferreri ("Los chicos", 1959) o Carlos Saura ("Los golfos", 1960), llevándolo a una desesperación y a un deambular que, al menos por el contexto cinematográfico, pueden recordar un poco a Pasolini. A través del personaje de Luis Ferrín, las imágenes nos llevan de paseo por un Madrid agrio y duro, en el que el chico protagonista trata de sobrevivir, a toda costa y de cualquier manera.

Los signos del mundo taurino, presentes desde el comienzo, se harán más y más claros, hasta desembocar en una plaza de toros muy metafórica. Sorprende el uso del color en el tramo final, en contraste con el blanco y negro de la mayor parte del metraje. Un estupendo reparto de secundarios, entre los que destaca Fernando Rey en el papel de un pintor homosexual, contribuye a dar una gran autenticidad a un friso humano muy creíble, y muy español.

Esta obra pertenece a unos años privilegiados -aproximadamente entre 1963 y 1965- en los que el cine español, por una serie de circunstancias, se puebla de auténticas obras maestras, y no todas suficientemente reconocidas.
Pedro Triguero_Lizana
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15 de mayo de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Director, guionista, pintor y ocasional actor, Grau ha dado sobradas muestras de versatilidad, pasando por géneros como el cine documental, cine comprometido socialmente, cine experimental y el cine fantástico. Su segundo largometraje, la película que hoy nos ocupa, “EL ESPONTÁNEO” (1963), una tragicomedia desencantada sobre un piernas (un estupendo Luis Ferrín) que ve en saltar al coso taurino su única salida, pienso que la debemos ubicar entre los mejores exponentes cinematográficos de aquello que se dijo en llamar “el nuevo cine español”, un periodo que personalmente considero el más brillante de toda la historia de nuestra cinematografía y que proporcionó títulos tan memorables como PLÁCIDO (1961, Luis García Berlanga), EL VERDUGO (1963, Luis García Berlanga), EL EXTRAÑO VIAJE (1964, Fernando Fernán-Gómez), EL MUNDO SIGUE (1965, Fernando Fernán-Gómez), EL COCHECITO (1960, Marco Ferreri), EL PISITO (1958, Isidoro Martínez Ferry y Marco Ferreri), LA TÍA TULA (1964, Miguel Picazo), LA CAZA (1965, Carlos Saura) y... EL ESPONTÁNEO. Estábamos entonces en un contexto de fuerte florecimiento de las vanguardias en las principales cinematografías europeas, y ese influjo unido a una tímida liberación de las férreas leyes de la censura, favorecieron un bloque considerable de títulos de gran interés.

EL ESPONTÁNEO parte de un guión y una base argumental bastante sencilla, que destaca por dividirse en una serie de episodios, y se convierte en una especie de metáfora de lo que ocurría en la sociedad española de los años sesenta. Es también resaltable la capacidad de observación que se desprende en la película, caracterizada además por una limitada presencia de diálogos, incorporando en ellos el sonido directo y contribuyendo con ello a reforzar la sensación de verdad que describen sus imágenes. De elogiar también el esfuerzo por mostrar un Madrid más despersonalizado del típicamente casticista que era el primordialmente ofrecido por el cine español del franquismo.

Una estupenda y poco recordada muestra del mejor periodo que ha vivido nuestro cine. Una cinta amena y con ritmo ágil a la que sin duda vale la pena darle una oportunidad.
Juan Marey
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9 de mayo de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo largometraje de Jorge Grau es un muy estimable drama sociológico localizado en el Madrid torero, donde un joven altivo pierde su empleo como botones de hotel y no logra encontrar otra fuente de ingresos que le satisfaga. Los elementos taurinos irán cobrando mayor presencia según avanza la trama, hasta desembocar en una metafórica plaza de toros filmada en color, que contrasta con el blanco y negro del resto del metraje.

Un espléndido Luis Ferrín lidera un no menos espléndido reparto, al servicio de esta historia de supervivencia en los difíciles años del franquismo. En contra de lo que pueda parecer, "El espontáneo" es mucho más que una película sobre tauromaquia.



"Me tiré al ruedo de espontáneo."
CINECLUB
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4 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda del paralelismo existente entre esta entrega de Jorge Grau y" Los Chicos" de Marco Ferreri aunque esta última en un tono más realista y una visión más profunda de unos adolescentes madrileños seis años atrás.
Aquí seguimos las andanzas de un joven Paco, que Luis Ferrín interpreta con descaro y desparpajo, para encontrar un puesto de trabajo cómodo y bien remunerado para el que no tiene preparación en un Madrid de pícaros y pillos.
Grau consigue, aunque se extienda en algunas escenas, mostrarnos esos lugares de Madrid donde el tipismo de sus personajes le dan verdadero aire de autenticidad, no solo se queda en la localización de la calle Maestro Victoria, el Rastro, los bares o la plaza de Las Ventas.
La historia encuentra un equilibrio en esa búsqueda de trabajo, los encuentros con los amigos, los problemas familiares y esa chica a la que pretende dotando al conjunto de una amena dinámica.
Resultan algo ridículos esos ataques de divo de algunos directores introduciendo simbolismos y analogías, como si fueran el preclaro sucesor de Orson Welles. A Grau le dio uno de esos ataques en forma de colorines hacia el final.
José Miguel
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