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Ellos y ellas

Musical Adaptación de un musical de Broadway basado en un cuento de Damon Runyon, gran maestro de la literatura picaresca americana. Nathan Detroit (Frank Sinatra), organizador de las partidas más selectas de dados de Nueva York, apuesta mil dólares con uno de los jugadores (Marlon Brando) a que no es capaz de enamorar a una joven puritana que pertenece al Ejército de Salvación (Jean Simmons). (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
26 de diciembre de 2008
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película más rara de la gran y prolífica obra de Mankiewicz pues se trata de un musical. Para no patinar demasiado, el autor no se adaptó al género, sino que inteligentemente adaptó el género a sí mismo. El resultado, bien considerable, ofrece un argumento más elaborado que en el clásico musical, guarda el mismo tono que aquel, hay ecos hasta de Capra, pero pone más agudeza e interés en el guión, el diálogo y los personajes. Film espacioso, divertido y sugestivo, tiene muchas más "rarezas" dentro de sí, como ver a Brando bailar y cantar, al igual que Simmons, y a Sinatra componer el personaje de un gángster sin malicia. Francamente recomendable.
kafka
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1 de septiembre de 2010
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El american way of life puede resumirse en dos metas básicas: 1. Hacer dinero. Y 2. Divertir al máximo para hacer dinero al máximo. Y uno de los recursos más útiles para los estadounidenses es el pasado. Aquella máxima que invita a mirar siempre hacia adelante se la pasan por la faja, y ellos miran y miran hacia atrás, para indagar cómo fue que hicieron fulano y sutano para forrarse de dinero. ¡Y claro! De ahí se cuelgan para mamar todo lo que pueda volver a aplicarse en el querido presente.

He aquí un ejemplo: En 1926, ese gran artista y mejor moneymaker que fuera Harold Lloyd, hizo una encantadora película titulada “For heaven’s sake” (para nosotros “¡Ay, mi madre!”). En ella nos contaba la historia de un caballero con mucho dinero, quien de pronto entra en contacto con una chica que orienta una misión en la que se ayuda a los pobres con las comunes inmensas dificultades. El ricacho decide ayudarla y será quien se ingenie la manera de atraer a quienes necesitan servirse de la misión, mientras su corazoncito y el de la chica, se van sintiendo irremediablemente atraídos.

Para no caer en remakes que obliguen al pago de derechos, ni en plagios que animen una demanda, se trata de darle la vuelta al protagonista y, de buen heredero, se le convierte en un jugador de grandes apuestas, pero con un corazón que se conserva amable. La chica, ya no tiene el afán de calmar el hambre del cuerpo, sino que desea salvar almas haciendo parte del ejército de Dios. Y la razón de su encuentro, ya no es un pequeño accidente, sino una apuesta entre dos truhanes para hacerle tragar las palabras que acaba de proferir uno de ellos.

Pero, en este filme, de evidente encargo para Joseph L. Mankiewicz, se entra en la moda de los musicales a lo Broadway -con los que mucha gente consiguió dinero hasta para donar a las guerras-, y se cae en la comedia-musical con canciones y más canciones, donde una que otra resulta agradable o divertida, pero las más nos convidan a la somnolencia o nos dan ganas de ir a comer algo.

Como comedia, “ELLOS Y ELLAS” apenas nos motiva dos o tres sonrisas, y es más por su buen reparto que se sostiene del lado interpretativo, pero se queda uno a la espera de ver brillar la fluidez para los diálogos de nuestro apreciado Mankiewicz quien, curiosamente, firma el guión. Tampoco hay un personaje entrañable como en muchos de sus grandes filmes, y todo se reduce a un juego de comparsas porque, sin duda, el objetivo de la Metro era entretenimiento al 100% y 0 de complicarle la vida a los espectadores obligándoles a pensar.

Queda así un Mankiewicz apenas identificable en los títulos de crédito y en dos o tres diálogos que pudo incorporar. El resto es un casi-aburrido musical a leguas de distancia del fascinante filme de Harold Lloyd, el cual debe haber costado cincuenta veces menos.
Luis Guillermo Cardona
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10 de marzo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
42/18(26/02/15) Agradable e interesante comedia musical que Samuel Goldwyn encargó a Joseph L. Mankiewicz, prometiendo más de lo que ofrece, tiene entre sus atractivas bazas dos singulares elementos, la dirección de un dramaturgo, y la más llamativa aún que la protagonice un actor del método, que digo un actor, EL ACTOR, única incursión de Marlon Brando en el género, además canta sin doblajes. Producida por el megalómano Goldwyn y distribuida por MGM, también la escribe Mankiewicz, se basa libremente en un musical de Broadway de 1950 dirigido por George S. Kaufman, con composiciones y letra de Frank Loesser, con guión de Jo Swerling y Abe Burrows basado en "El idilio de la señorita Sarah Brown" y "Presión arterial", dos historias cortas de Damon Runyon, con bailes coreografiados por Michael Kidd (“7 novias para 7 hermanos” o “Hello Dolly”). Loesser escribió 3 nuevas canciones para la gran pantalla, "Pet Me Poppa", “A Woman in Love" y "Adelaide", esta última para Sinatra, cinco canciones fueron suprimidas. Estuvo nominado a 4 Oscars, dirección de arte en color, cinematografía en color, vestuario en color, y música.

Estamos en el barrio de Broadway en Nueva York, Nathan Detroit (buen Frank Sinatra) es un organizador de partidas de dados clandestinas, se encuentra en serias dificultades para organizar la siguiente, el problema es encontrar lugar, y es que tiene tras suyo al Tte. Brannigan (Robert Keith), encuentra un local que le pide 1000 $ para dejárselo, no tiene la plata y tras encontrarse con el empedernido jugador Sky Masterson (gran Marlon Brando) decide proponerle una apuesta por esos 1000 $, el reto es que debe llevar a cenar a una chica a La Habana en Cuba, la elegida por Nathan es la remilgada Sarah Brown (gran Jean Simmons), una sargento de una Misión del Ejército de Salvación que luchan contra los juegos de azar intentando reconducir a pecadores en charlas en su local en la zona, Sky traza un plan para que Sarah acepte salir con él, empezando por presentarse ante ella como un jugador con ansias de reformarse, Sarah está presionada por la General Cartwright Matilda (buena Kathryn Givney), que amenaza con cerrar la sede si no obtiene resultados satisfactorios. Entre tanto Nathan debe lidiar con su novia de 14 años, una cantante de cabaret, Adelaida (buena Vivian Blaine), que intenta hacer que su pareja siente la cabeza, deje el mundo del juego y se case con ella, a las dos cosas Nathan es bastante reticente.

La cinta tiene su gran baza en su extraña pareja de actores protagonistas Marlon Brando y Frank Sinatra, que Sinatra cante es algo normal, pero que lo haga Brando fue impactante en su momento, para ello se preparó de modo stajonovista para no quedar mal, y a fe que consigue no desentonar. Es un musical de carácter optimista, como se estilaba entonces, el realizador construye un mundo idealizado, con personajes que rebosan gran inocencia, bondad, y los que se suponen peores se quedan en traviesillos. Una cinta que delinea personajes pintorescos, con diálogos ingeniosos, con alguna sonrisa salpicada durante su (demasiado) extenso metraje, con un hilo conductor plúmbeo, simple excusa para engarzar sus numerosos momentos musicales, algunos mejores que otros, pero ninguno ha pasado a la historia del cine, se ven con gusto y se olvidan rápido, teniendo entre sus grandes hándicaps su larguísima duración, sintiéndose que deberían haber metido tijera para haber menos dilatada la acción, es un mero entretenimiento, lujoso, al que el tiempo ha envejecido, pero sin poder de que su única trascendencia sea ver cantar a Marlon. Su naif juego es el contrastar la licenciosa vida de unos vividores jugadores con la recatada de una agrupación puritana, y de aquí hacer brotar el humor, a esto se suma una subtrama algo rancia como es la de Adelaida frita por casarse con su novio de toda la vida, visión algo arcaica de la mujer. Es un argumento trivial, con la hondura de una mesa, nunca se siente riesgo alguno para los personajes, posee un aire cuasi-infantil la trama, con un agente de policía que parece el director de un colegio queriendo pillar a los gamberretes de la escuela, no hay alma en la historia, apenas hay vodevil o giros en la narración, con un ritmo desigual por su pronunciada duración, derivando en un producto inofensivo, inane.

Es una cinta que tiene sus mejores bazas en su ostentosa producción y en un unos intérpretes que poseen un enorme carisma, destacando sobremanera un supremo Marlon Brando que desborda desde la primera vez que aparece un magnetismo sublime, tanto que empequeñece a Sinatra, su poderío en la actuación desborda la pantalla, y encima para escarnio de quienes criticaron su elección entona de maravilla, sabeddor de sus limitaciones no se arriesga a bailar, únicamente unos escasos pasos en el tramo en La Habana. Frank Sinatra se limita a hacer de lo que mejor sabe hacer, de Frank Sinatra, de un bon vivant de vida hedonista que de vez en cuando nos deleita con su poderosa voz. Jean Simmons exhibe aprte de su belleza y natural dulzura, un tremendo encanto e inocencia que la hacen adorable, con un arco de desarrollo divertido, cuando se desmelena (física y anímicamente) en La Habana, además de demostrar buenas dotes para el baile y la canción, como bien he leído en un rol muy del estilo tierno de Audrey Hepburn. La cuarta protagonista es Vivian Blaine, algo desdibujada en un rol bastante repelente, de menos espacio en pantalla pero no muy aprovechados. Entre los secundarios destaco a BS Pulley como Big Julie de Chicago, sobresaliendo la partida de dados propios que no tienen puntos. (continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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15 de marzo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la mediocre (para mí, excelente para el resto del mundo) La condesa descalza, Joseph L. Mankievicz decidió dar un giro de 180º a su carrera dirigiendo la adaptación al cine de un clásico musical de Broadway, Guys and Dolls. Era el primer musical de su carrera, algo que se alejaba totalmente en tono e intención del cine que había dirigido hasta entonces. Tal vez por este motivo, o porque la experiencia no le satisfizo, también acabaría siendo el único.
Ellos y ellas fue un encargo que Mankievicz recibió del productor Samuel Goldwyn, que a su vez le sugirió también la presencia de Marlon Brando, con la intención de romper un poco con el estereotipo clásico de los musicales que desde la propia MGM se hacían en aquella época. Viendo el resultado, está claro que Mankievicz no supo, o no se atrevió, a correr los riesgos necesarios para que esto sucediera, y Ellos y ellas acaba respondiendo a todos y cada uno de los parámetros marcados por los musicales de esa época. En cualquier caso eso no fue impedimento para que la película se convirtiera en un disfrutable espectáculo, en el que tal vez había poco del propio Mankievicz, pero que fue dirigió con mucho oficio.
La historia que cuenta la película está ambientada en un Nueva York colorista, deliciosamente recreado en estudio. En ella Nathan Detroit, un pícaro entrañable que se dedica a organizar partidas clandestinas de dados, necesita urgentemente mil dolares para conseguir un local en el que montar una nueva timba. Para ello hace una apuesta con el seductor y jugador Sky Masterson en la que este tendrá que llevar a cenar a La Habana a la mujer que Nathan le señale. La elegida será una chica tan bonita como puritana encargada del Ejército de Salvación, una organización que trata de llevar por el buen camino a las almas descarriadas.
Con está premisa, adecuadamente aderezada por personajes y tramas secundarias, Joseph L. Mankievicz construye un artificio que combina con gracia el enredo ingenioso e inofensivo con canciones clásicas y vistosos números de baile, todo ello resuelto con ritmo (mejora según va avanzando el metraje), y, eso sí, sin sorpresas que la hagan destacar sobre otras producciones del mismo corte.
De sus cuatro protagonistas solo la estupenda Vivian Blane se mantenía del reparto original que el musical tuvo en Broadway. Para los otros tres papeles principales se contó con tres grandes estrellas, de las cuales la elección de Marlon Brando resultó la más discutida. Y si bien es cierto que carece de una gran voz, y que los únicos pasos de baile que realiza son de una torpeza alarmante, Brando sabe encajar perfectamente en el tono, entre frívolo y entrañable, en el que se mueve la historia. Del carisma y la voz de Frank Sinatra poco se puede decir que esté a la altura de su talento.
Pero quien arrebata con su presencia es Jean Simmons, todo dulzura y encanto, y que en las escenas que transcurren en La Habana se desmelena con un registro cómico que enamora. Además canta y baila perfectamente. Son precisamente esas escenas en una Habana de cartón-piedra lo más brillante de la película, y que culminan con un contagioso número de baile. Este número junto al que transcurre algo más adelante en las impolutas cloacas de la ciudad son una clara demostración del talento sin límite del gran Michael Kidd, principal artífice de algunas de las mejores coreografías jamas rodadas en el cine.
Es de suponer que Mankievicz no se sintió especialmente cómodo dentro del género, tal vez demasiado controlado por la productora, y por ello se limito a hacer las labores de un buen artesano. Pero aunque la película tal vez sea de las más impersonales de su carrera, también hay que decir que resolvió el reto con mucha profesionalidad.
ernesto
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13 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ellos y ellas de Joseph L. Mankiewicz es un musical basado en un organizador de apuestas y juego de dados que apuesta 1000 dólares a que un hombre que él conoce no es capaz de enamorar a una mujer puritana. Dirigida con un ritmo vigoroso y con un estilo típico de musicales con dosis de humor y amor, es una obra lejos del registro más habitual del director en sus dramas, logrando captar hábilmente la atención de los amantes de los musicales con un film que aunque no sea deslumbrante si tiene varios detalles curiosos que merecen la pena ser vistos, concluyendo una película notable que no defraudará a nadie en su visionado pero que tampoco apasiona.
La fotografía en color es lumínica y vistosa para dar alegría al film gracias a unas imágenes evocadores y repleta de detalles que te transportan en una labor inspiradora que llama la atención y da atractivo a la película. La música es rítmica y estimulante con canciones enardecedoras que llenan la película de espléndidas melodías que arrollan y en ciertas escenas añaden emotividad al film. Los planos y movimientos de cámara consuman una gran labor técnica a través del seguimiento, grúas, generales, circulares, tercera persona, cámara en mano, avanti, retroceso y planos medios que dan dinamismo a la acción.
Las actuaciones son auténticas y curiosas. Como protagonistas Marlon Brando está irreprochable y admirable lejos de su arquetipo habitual, Frank Sinatra está sincero y carismático en un papel de jugador con corazón y Jean Simmons está remarcable en su labor, siendo cumplidoras las interpretaciones de Vivian Blaine, Robert Keith, Stubby Kaye y Johnny Silver. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones variados según el personaje pasando de elegantes mafiosos, barberos, civiles, policías y muchos más en una deslumbrante labor que junto con los elaborados decorados te transportan in situ.
El guion, escrito por el director y basado en el cuento de Damon Runyon, es atractivo en sus juegos amorosos y de dados, así como por sus innumerables canciones cantadas por Frank Sinatra, Jean Simmons e incluso sorprendentemente por Marlon Brando en una labor muy lejana de sus personajes más habituales, creando una atmósfera apasionante y de diversión que cumple perfectamente con su cometido pero que tampoco es de visión obligada para el público en general. Esto se lleva a cabo con una narrativa musical en su mayoría, siendo el resto afable y con toques de humor en una expresiva y clásica tarea. Cabe destacar también, el montaje seguido y acompasado que es rápido en la acción y lento en la exposición de la historia aunque sea algo largo de metraje.
Para finalizar, la considero una obra notable dentro de los musicales que tiene en su interior algunos detalles magníficos que la hacen inolvidable como por ejemplo ver cantar y bailar a Marlon Brando muy lejos de su línea habitual. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, movimientos de cámara, vestuarios y narrativa que hacen de Ellos y ellas, un film vistoso y entretenido para disfrutar en familia pero sin esperar de ella algo maravilloso.
Elcinederamon
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