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La sal de este mar

Drama Narra la historia de dos palestinos, Soraya y Emad, con vidas completamente distintas pero que tienen en común un sentimiento de marginalidad, que se conocen en Palestina en el momento en que uno (Soraya) desea quedarse y el otro huir (Emad). Soraya tiene veintiocho años. Nació y se educó en Brooklyn, pero ha decidido regresar a Palestina, país del que su familia tuvo que exiliarse en 1948. Desde su llegada a Ramallah, intenta recuperar ... [+]
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
8 de abril de 2009
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
El peor desarraigo es el que ha sido impuesto por otros. "La sal de este mar" nos conduce, como en una "road movie" con acompañamiento musical de evocaciones arábicas, tras los pasos de una joven descendiente de refugiados emigrados a EEUU que llega a Palestina en busca de sus raíces. Lo hace con abundancia de tomas en estilo próximo al documental y con planos también subjetivos que nos ponen de verdad en la piel de los intérpretes, mostrando lo que sienten al contemplar los paisajes añorados, las piedras de los edificios, las olas del mar...

Soraya y Emad, en su periplo que apenas dura lo que unas cortas vacaciones de verano, enseñan al público la vida cotidiana en los territorios ocupados por Israel: militares, policías, controles, registros, ausencia de intimidad, miedo... Y sobre todo nos descubren a un pueblo derrotado que parece condenado a resignarse y tragar a la fuerza que no les quitaron todo lo que era suyo (el dinero, las tierras, las casas), sino que dejaron de tenerlo porque sí.

El contraste entre el cielo y el infierno -el occidente israelí y el oriente aniquilado- se aprecia cada vez que los personajes cruzan el muro gris que mantiene aislada a Cisjordania. Esa diferencia brutal y reiterada, junto a la secuencia en que Soraya reclama a la mujer israelí dueña ahora de la casa de sus abuelos que reconozca que tiene algo que fue robado, es probablemente el mensaje más explícito de esta contundente acusación política y humana. Bueno, en realidad, todo el metraje es una obvia denuncia de principio a fin.

La película se resiente algo en los aspectos técnicos y en el abuso de la cámara en mano con zarandeo casi permanente, aunque puede entenderse por las dificultades a las que el equipo palestino ha tenido que enfrentarse para rodar en Israel. Tal vez la directora y autora se recrea también en exceso en los momentos contemplativos de los personajes con la intención de comunicar una sensación de melancolía que no necesitaba tanta redundancia para notarse. No obstante, es meritorio cómo el objetivo capta el sentimiento que parece nacer de las cosas cuando las miran los protagonistas, y lo lanza al espectador.

Así, vemos y sentimos a esos desterrados alejados de su mar, expuestos a otro oleaje, uno que carece de sal o que es más bien la sal que escuece en las heridas: el de quien dicta sus destinos mientras la mayor parte del mundo calla.
Pedro
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26 de julio de 2011
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una muestra más de la gran diferencia que existe en Oriente Medio entre el Estado de Israel y Palestina.

Soraya es una mujer que vuelve a su Palestina natal desde los Estados Unidos dispuesta a establecerse definitivamente. Sin embargo, tiene que hacer frente a un obstáculo; recuperar el dinero que su abuelo depositó en el banco. Pero esto no puede ser, ya que debido a la proclamación del Estado de Israel en 1948, cambió radicalmente el sistema y ahora, el dinero se ha perdido. Tras esto, consigue huir y traspasar las fronteras junto a dos amigos hasta llegar a Jerusalén.

A lo largo del film se puede ir observando lo que es el día a día no sólo para un palestino en Palestina, sino también para un palestino en Israel; continuos controles y todo tipo de vejaciones y humillaciones es a lo que se tienen que someter miles de palestinos. ¿A causa de qué se deben éstos bochornosos controles? ¿Israel tiene miedo? ¿Miedo de qué? ¿Es que por que unos cuantos radicales islamistas pongan bombas, son todos los árabes/musulmanes malos?

Porque lo hicimos, lo hacemos, y lo seguiremos haciendo. El ser humano tiende a generalizar sin más. Si un etarra pone una bomba, todos los vascos son malos. Si uno del IRA pone una bomba, todos los norirlandeses son malos. Si los americanos matan gente inocente en el mundo árabe, todos los americanos son malos. Y si un terrorista radical musulmán pone una bomba, todos los árabes son malos.

Así razonamos los seres humanos, a generalizar sin más, discriminando a cualquiera, no por sus actos o valores como persona, sino dependiendo de su cultura, país o creencias.

Annemarie Jacir reivindica la voz palestina silenciada por un conflicto en el que los dirigentes se frotan las manos y dejan pasar el tiempo, en vez de arreglar las cosas de una vez por todas.
Koyaanisqatsi
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3 de mayo de 2009
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta nueva directora es todo un descubrimiento. Es su primera película como directora y guionista.
Tremendamente emocionante, muy verosimil y de un realismo crudo y auténtico.
Es un guión muy curioso, lleno de honestidad y humanismo.
Las interpretaciones son perfectas. Les coges mucho cariño a los personajes.
Te explica la cantidad de problemas que sufre Palestina hoy en dia por culpa de Israel y de Estados Unidos que lo arma.
La denuncia es maravillosa, clara y rotunda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KIM KI DUK 2
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1 de noviembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soraya o las naranjas de Jaffa.
Locas historias de amor.
Dramáticamente es pedestre, arbitraria, absurda e inverosímil, la psicología de los personajes es errática y disparatada, la denuncia poco nada sutil, insistente, hasta demagógica, solo tiene real interés como viaje a los orígenes, visitas desgarradas desesperadas al pasado herido.
La historia se sostiene bajo/por los hilos del marionetista más naíf y cándido en el tono o mirada, lo cual contrasta con la rabia constante que declaman los principales personajes, no pegan o casan demasiado bien esos extremos.
Por otro lado, la realidad que plantean también se contradice al mostrar una opresiva obsesiva ominosa abrasiva vigilancia amenaza a la par que un descanso/relajo en las medidas de seguridad infantiles, como Pedro por su casa, tócame Roque, por ahí andan.
Por no hablar de las relaciones que establecen de forma tan frívola o banal o de las decisiones que toman tan a la ligera (respecto a asuntos trascendentales, de mucho calado, a vida o muerte), o de que ella como personaje está muy pobremente definida o explicada, cogida por los pelos, sus motivaciones suenan más a puras excusas, muy débiles, es (la portadora o representante de) una idea, la bandera de la reclamación de la tierra, del país, de su gente, un símbolo, un estandarte o portavoz (del mensaje), eso, en verdad, trata de ser la película, el altavoz de una queja, de una enmienda a la totalidad, esto es nuestro, que nos lo devuelvan los que nos lo han robado (de hecho, habla claramente de sus enemigos, en ese sentido no es mojigata ni pacifista -aunque también es cierto que no apuesta por la violencia sangrienta, la niega, más por la intimidación y la perorata, por el robo o, mejor, por la recuperación de lo suyo, de lo que le hurtaron- ni se queda a medias, utiliza lenguaje de guerra, no de posible diálogo o acuerdo, es belicosa, todo o nada, patria o muerte, viva el Che Guevara).
Por todo ello, la película se resiente o desaprovecha, resulta (muy) poca cosa, plana, solo emocionante interesante en los espacios de la memoria y en una canción árabe en un determinado momento, cuando visitan unas ruinas, y, claro, en los mares y los cielos, los montes y las grutas, en la geografía (humanizada), en el recuerdo magullado por un presente tan doloroso, sal en la llaga, nostalgia del paraíso perdido humillado que nunca pudo ser del todo, el jardín del edén.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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27 de septiembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película entrañable, poética, reivindicativa de la tierra donde uno ha nacido a la que está ligado más allá de pasaportes, nuevos amos o las más diversas barreras. Cuenta la historia de una palestina con nacionalidad USA que entra en Israel con el objetivo de quedarse a vivir en los territorios Palestinos, entonces desde el mismo momento en que llega al aeropuerto de Ben Gurión, empezará a padecer la sospecha, la burocrocia y la mala leche de los uniformados hebreos a sueldo e ideología de su Estado contra todo aquel que olfatean puede ser problemático para su seguridad.

Una película que debían de ver las amigas y fanáticas antipalestinas Doris Lustrón y Pilar Rahola, no con ánimo de que cambien su parecer radicalmente pro-israelí (cosa que no hay manera mientras no haya dinero por medio que las tiente a ambas), sino simplemente para que puedan de ver algo, solo alguito de lo que pasan y sufren los habitantes palestinos dentro de Israel y dentro de sus territorios palestinos y desearle que ellas y sus descendientes nunca tengan que padecer algo similar.
lancefre
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