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Los verdugos también mueren

Thriller. Drama El 27 de mayo de 1942 murió víctima de un atentado Reinhard Heydrich, jefe del gobierno nazi de Praga. El doctor Franz Svoboda, miembro de la Resistencia y autor material del atentado, se esconde en casa del profesor Novotny. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
28 de enero de 2007
50 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizado por Fritz Lang, se basa en un guión escrito en colaboración con Bertolt Brecht y con la ayuda de John Wexley, experto en traducción del alemán al inglés. Se rodó con un presupuesto de serie B, en estudio, a finales de 1942. Fue nominado a 2 Oscar (música y sonido). Producido por Arnold Pressburguer, se estrenó el 15-IV-1943 (EEUU).

La acción tiene lugar en Praga a partir de finales de mayo de 1942, durante varias semanas. La muerte en atentado del líder nazi de Bohemia y Moravia (Chequia), "El verdugo", Reinhard Heydrich (Hans Heinrich von Twardowski), por parte de un miembro de la Resistencia, da pie a un relato de ficción que trata de reconstruir el clima de opresión y terror del país durante la ocupación nazi.

La película incluye la única aportación escrita del dramaturgo Bertolt Brecht al cine de Hollywood. El relato se desarrolla en una atmósfera inquietante, opresiva y sombría, marcada por la violenica de los ocupantes, con toma de rehenes inocentes, ejecuciones de los mismos como medida de presión psicológica y trato denigrante de la población checa. La narración es sobria. Expone hechos turbadores, de modo contenido y duro. Sitúa los sucesos sangrientos fuera de campo (muerte del líder nazi), los explica mediante sombras expresionistas (ejecuciones) o los muestra desde lejos (muerte de Czaka). La línea argumental integra cuatro ideas centrales: la defensa de las libertades individuales y colectivas, la necesidad de la unión de la población contra la tiranía, el rechazo del terror como arma de dominación colectiva y la ignomina de la traición. Pone el acento en la fuerza de la unión contra la opresión y la traición y en favor de la libertad. Destaca la potencia narrativa de Lang y la excelente creación de un ambiente de suspense, basado en las diferencias de opinión de sectores de la población sobre las estrategias de resistencia, las reacciones desproporcionadas de los nazis y la lucha contra la traición en una carrera contrarreloj y contra la inteligencia teutona, bloqueada y abocada al desprestigio. La capacidad de sacrificio de los checos en favor de una causa justa constituye el núcleo de la fuerza movilizadora del film.

La música incluye una partitura original de Hans Eisler, una canción de Smetana ("Ma Vlast") y un fragmento de "Tannhäuser", de Richard Wagner. La fotografía, de estética expresionista alemana, crea ambientes oscuros y tenebrosos, muy adecuados para el desarrollo de la acción. Presta atención a detalles mordaces (preocupación de oficial nazi por el estado de su grano facial). El guión dibuja con trazos seguros y rotundos la maldad, perversidad y crueldad. La interpretación de los personajes alemanes corre a cargo de judíos alemanes exiliados y la de los checos, a cargo de americanos de gestualidad y facciones muy americanas. La dirección crea un obra de gran fuerza, que se enmarca en la contribución de Hollywood al esfuerzo de guerra y al sostenimiento de la moral del país.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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16 de abril de 2010
51 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con paciencia y tiempo para ver muchas películas, puede advertirse quién es. Siempre la misma. Es la abuela de un niño que es compañero de colegio del hijo de Joan Crawford. Es la enfermera que se lleva una bandeja sin una línea de diálogo. Es la quinta viuda del primer banco de la iglesia empezando por la izquierda. Es la pesada tía Sally a la que el guionista hace esperar en el vestíbulo toda la película. Es la mujer del minero tan poco importante que ni siquiera muere en el derrumbamiento.

La encontramos en la Revolución Francesa, la mujer que grita “¡Muerte!” cuando María Antonieta sube a la guillotina. En México nunca llega a enterarse de que su hija ha sido seducida por El Zorro. Luego la tenemos de cocinera preguntando si el señor se quedará a cenar sin sospechar que el señor tiene previsto asesinar a Lincoln esa noche. Y allí está, en el Mississippi, agitando su paraguas ante la partida del vapor en el que se escapa Huckleberry Finn.

En 1943 va a parar a Praga, atendiendo a la protagonista en su comercio de comestibles. Después de eso debería haber aparecido de matrona en un pequeño pueblo de Kentucky, pero es retenida en Praga. Los nazis, que han invadido el país, la llaman y la interrogan: la resistencia ha matado a Heydrich y se sospecha que el responsable pudo haber pasado delante de su tienda.

La película es “Los verdugos también mueren”, una gran cinta antinazi que Fritz Lang hizo con un productor independiente para poder rodarla como si no hubiesen pasado los años desde “M” (de hecho es la película americana de Lang con un estilo más cercano a “M”). Está llena de vibrantes discursos, secuencias brillantísimas, emociones legítimas.

Con todo y a pesar de que sólo tiene cuatro brevísimas escenas, la tendera, que ya tiene nombre y se llama Sra. Dvorak, se apodera de la película. A la Sra. Dvorak – a la enfermera anónima, a la quinta viuda del primer banco, a la madre de la posadera- por una vez le cae encima la arbitraria brutalidad de los criminales y ni hace discursos, ni escupe a sus verdugos: se limita a padecer la tortura y a dejarse llevar por su instinto de ser humano. Se limita, en suma, a ser una persona corriente. Sin saberlo, ha encontrado una receta infalible para derrotar a los invasores.
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Talibán
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5 de febrero de 2007
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película no estrenada en su día en España, por tanto muy desconocida por el cinéfilo y, además, una obra maestra de enorme fuerza visual y dramática, así como capacidad emotiva.
La acción se sitúa en la Praga ocupada por los nazis, en la primavera de 1.942, cuando el doctor Svoboda (Donlevy) asesina al protector del Reich Heydrich, el cruel oficial destinado a mantener el orden y la seguridad. La Gestapo comienza a investigar, se empiezan a suceder las detenciones y las ejecuciones...
"Los verdugos también mueren" no es una mera película antinazi, se trata de un drama humano y, sobre todo, dilucidador de problemas morales que se estructura vibrantemente como un policiaco y acaba con una trama ingeniosa que inculpa a un inocente de asesinato pero culpable de todo lo demás.
En esta película Lang sobrevuela y defiende el valor de organizarse como grupo cohesionado y sin grietas (¿qué teme más hoy día el Poder, del tipo que sea, que el hecho de que la masa anónima se organice por una causa común?) de una única vez, el valor de los ideales universales como la Libertad, la Igualdad... y, por último, una ejemplificadora muestra de la solidaridad y unión de un pueblo ante el invasor opresor. La película, que tiene unas interpretaciones soberbias, así como una excepcional fotografía de James Wong Howe, resulta un film de una capacidad transmisora admirable y asombrosa de la situación que narra, dada la impresionante inmediatez de su realización en relación a los hechos que cuenta -es de un año después, 1943, al de la ocupación alemana en Checoslovaquia, dónde se sitúa la acción-.
Por cierto, Bertold Brecht colaboró en su excelente guión y en el argumento. Y cómo se nota.
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kafka
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27 de febrero de 2006
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dotada con la habitual clase y fuerza narrativa de Lang esta es, sin duda, una de las mejores películas donde se describe la ocupación nazi (en este caso sobre Checoslovaquia). Con un guión que roza la perfección (de Lang y del genial Brecht), la trama de esta intensa película se desarrolla de tal manera que el boquiabierto espectador solo puede respirar tranquilo al final de su metraje. Con todo, el material escrito en manos de otro podría haberse transformado en una película sensiblera y/o de exaltación patriótica, debido a lo terribles, pero al final positivos, momentos del guión. Pero Lang no está para ñoñerías, esta historia es dura y perturbadora y como tal la traslada a la pantalla. Sobria y contenida, con momentos especialmente duros y emotivos, Fritz Lang consigue algo muy difícil (y que pocos han conseguido) lograr que los sentimientos (intensísimos) que se derivan de su visionado estén generados de alguna manera por debajo de algunas capas del film, el espectador los siente, pero no forzado por un poco honesto director (esto es, "amenizar" una escena bonita con violines o recalcar y enfatizar sobre una situación terrible), sino que surgen en él con la naturalidad que deben surgir en toda persona que tenga un mínimo de compasión.

Lang logra aquí una cumbre de la narración, de dominio del lenguaje cinematográfico, de poder visual. Todos los elementos que utiliza el maestro en la obra están empleados de tal manera que cualquier aspirante a cineasta debería visionarla con lápiz y libreta en mano, a la espera de la clase del profesor Lang. Con un mensaje que habría firmado el mismísimo Che Guevara, la unión del pueblo puede derrotar a la tiranía política, al ver la película queda clara una cosa: La inteligencia es la mejor arma contra la fuerza desproporcionada. Especialmente inquietantes son las actuaciones (y hablo también de los personajes ficticios) de los ocupantes nazis. En ved de leer estupideces, consíguela y mírala.
K
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7 de agosto de 2013
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está, para mi gusto, entre lo mejor de Lang. Mientras la veía me estaba acordando de "Ser o no ser", obra maestra del vodevil con nazis. En la película de Lubistch quedaba claro desde el principio el tono de comedia, pero aquí la cosa no está tan clara. La única aparición de "El verdugo" acojona, pero su histrionismo mueve a la risa. Y eso ocurre con todos los nazis de la película: sabemos que son temibles, pero dan risa. El histrionismo de los actores que los interpretan da pie a pensar que se buscaba, efectivamente, la risa. Y no me parece mala opción, pues la risa es un buen antídoto contra el miedo.
Pero los hechos que cuenta son realmente dramáticos y estos dos tonos tan opuestos colisionan y se desactivan. O drama o comedia, pero alternar ambos registros resulta contraproducente. Tal vez esa risa distanciadora sea la colaboración brechtiana al drama, pero a mí no me convence.
Realizada en plena guerra es, evidentemente, una película de propaganda. Lang salió de Alemania cuando la cosa se estaba poniendo demasiado parda. Algo vería en sus paisanos que no le gustó y si los retrata tan odiosos y ridículos lo haría con conocimiento de causa. Con algo menos de metraje y sin histrionismos hubiera resultado mejor película y más efectiva en sus propósitos. Por lo demás, una infalible puesta en escena de Lang. Este hombre siempre colocaba la cámara y las luces no sé si en el único o en el mejor de los ángulos posibles.
iñaki
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