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España España · Barcelona
Críticas de K
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Críticas 39
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
23 de mayo de 2007
124 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
El porqué de que el cine español esté, ya históricamente, a mucha distancia de otras cinematografías está ejemplificado por el hecho de que no ha habido ningún gran, pero verdaderamente gran, director que haya mantenido una carrera conservando un cierto nivel (aunque sea con altibajos), exceptuando, claro, a Buñuel, que no cuenta ya que no desarrolló su cinematografía en España. El que más se acerca a eso es Berlanga, pero sólo se mantuvo en forma durante los 50 y 60, luego bajó mucho. Por contra la lista de los que han hecho muy buenas (o buenísimas) películas, pero muy puntualmente (o una sola vez) es muy extensa: Juan Antonio Bardem, Fernando Fernán-Gómez, Nieves Conde, Mur Oti, Llovet Grácia... o los "extranjeros" Ferreri, Vajda, Neville... o los "interesantes" Saura, Aranda, Armendáriz, Camus, Chávarri, Portabella, Jordá... Luego está Erice, pero Erice no dirige... Evidentemente a los actuales ahora no se les puede valorar.

Borau es otro de los paradigmas anteriores. Director pasado a crítico de cine, ex presidente de la real academia, apenas ha dirigido un puñado de películas y muy irregulares. Sin embargo "Furtivos" es un peliculón. Aún cuando la censura en España ya estaba expirando, es difícil de creer que este duro, pero que muy duro, drama provincial ambientado en la última etapa del franquismo la pasase.

Ángel se ve atrapado entre dos mujeres, su posesiva madre (impresionante Lola Gaos) y Milagros (irónico nombre), chica explosiva (por adjetivarla de un modo políticamente correcto) que se ha escapado del reformatorio, amante a su vez de un conocido delincuente, y de la que se enamora perdidamente. La aparición de ésta última en la apartada casa del bosque de Ángel y su madre, detonará un seguido de acontecimientos de consecuencias difícilmente predecibles, aunque nada halagüeñas… El reflejo que hace la película de la España profunda no es nada complaciente y deja en evidencia las carencias y las miserias de un país muy atrasado en muchos aspectos. Esto sumado al papel del dudoso Gobernador Civil (encarnado por el propio Borau), amante de las cacerías y de la comida de la madre de Ángel, con su particular ética profesional, no ayuda precisamente a comprender la “vista gorda” hecha por la censura.

El guión es realmente excelente. Aunque desde el principio presientes que la cosa no va a acabar muy bien, no sabes por donde explotará. El increscendo dramático está realmente conseguido y todos los acontecimientos están dotados de pleno sentido, para acabar con muchísima coherencia. Con todo, a nivel visual la película supera a su guión. Los encuadres de Borau son tan acertados como sugerentes. El ritmo del montaje (con alguna que otra elipsis casi antológica) es todo lo brusco y seco que reclama la historia. El uso del color o del atrezzo, a menor escala, es tan sutil como impecable. Y los personajes, a parte de bien escritos, están interpretados a muy gran altura. No, si cuando quiere, el cine español merece mucho la pena.
K
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9
6 de abril de 2007
41 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es sorprendente como se puede decir tanto con tan poco. Esta es una de esas películas en la que se ve claramente que no hace falta una gran aparatosidad, ni un guión con mucha trama y con diálogos profundos, ni muchos espacios para desarrollar la trama, ni muchos recursos en general para hacer cine del bueno. Aquí con un único espacio, un palacio, (eso si, compuesto de otros, entre alcobas, comedores, patios…) poquísimos personajes y una trama mínima el bueno de Zimou da toda una lección de cine (Aquí esta afirmación, tipiquísima y mal empleada en un sinfín de ocasiones tiene, de verdad, todo el sentido del mundo). Es paradójico como el propio Zimou parece haber olvidado actualmente su propia cinematografía y su propia idiosincrasia en sus recientes y espectaculares títulos que se han estrenado en los últimos años.

Este drama intimista, casi minimalista, relata la historia de la joven Songlian, que a principios de siglo, tras la muerte de su padre, ve truncada su carrera universitaria y se ve obligada a contraer matrimonio con un poderoso señor, Chen Zouqian, que tiene ya tres mujeres. A partir de ese momento “La cuarta esposa”, prácticamente su nuevo nombre, deberá aprender a convivir con sus otras “hermanas” y su marido en el palacio de éste, en el seno de una familia regida por unas fuertes tradiciones. Las envidias y rencores entre hermanas se sucederán en el intento ser la “preferida” del señor en este film que pone en evidencia lo retrógradas, injustas, machistas, mezquinas… que eran las tradiciones familiares en la china de principios de siglo (¿Sólo la de principios de siglo?). En la familia Zouqian son más importantes las linternas rojas que indican con quien pasará la noche el señor que las propias esposas.

El estilo de Zimou es impecablemente minucioso. Por su austeridad y poca artificiosidad puede llegar a pasar desapercibido, pero nada más lejos de la realidad. La manera con que el cineasta utiliza los elementos cinematográficos es casi sublime. Los encuadres son a parte de bellos irreprochables, siempre remarcando el poder que el espacio ejerce sobre las esposas (particularmente sobre Gong Li). Zimou deja siempre al marido a parte, o bien encuadrándolo en plano muy general o directamente dejándolo fuera de campo, nunca le vemos la cara. No nos importa este personaje (que por otra parte es el principal causante de la “desgracia” de sus esposas). El atrezzo también está impecablemente utilizado, en especial esas linternas, tan importantes para las esposas, lo diferente que es el hecho de que se hallen o no en la alcoba, de que estén encendidas o tapadas… El sonido también, como el del masaje de los pies, tan deseado en su ausencia o disfrutado cuando toca; asimismo el color rojo de las linternas, que lo domina todo, incomoda, se desea; o el fuera de campo, en esas escenas donde se intuye más que se muestra, siempre con una honestidad irreprochable… En fin, aquí sí, una lección de cine.
K
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9
21 de marzo de 2007
68 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una nueva obra maestra de Walsh. Es increíble la portentosa habilidad narrativa de este hombre, su capacidad de síntesis y concreción son pavorosas. Lo que más llama la atención a la gente que se acerca a este film es la cantidad de cosas que pasan, y eso que solo dura 90 minutos, pero uno se va con la impresión de que ha estado largo tiempo al lado de los personajes de la película, que los conoce de sobras. Estos personajes, hecho también remarcable, son numerosísimos, asistimos a todo un desfile de los mismos, lo que no impide llevarnos dicha sensación de conocerlos casi a la perfección. La trama, así mismo, avanza y evoluciona de manera notable, de tal forma que si uno ve la primera media hora y la última, apenas creería que forman parte de la misma historia (si no fuera porque los personajes sí que son los mismos). Y es que Walsh va al grano, quita todo lo accesorio y se deja de tonterías para ir a las entrañas de las cosas, a lo esencial. En manos de otro la película hubiese durado considerablemente más, cuando no es en absoluto necesario (me estoy imaginando ahora a Edward Zwick ("Leyendas de pasión", "El último samurai", "Diamante de Sangre") dirigiéndola). Porque hoy en día uno se acerca a las películas (que ya duran de media 120 minutos ¿Es que las historias DE VERDAD lo requieren?) con la impresión de que con unos cuantos tijeretazos mejorarían bastante. Eso con Walsh es imposible, no se puede ser más sintético. No es que prefiera las películas rápidas o cortas a las demás, pero cuando no hace falta más, no hace falta...

Las virtudes de la película son tantas que ni Walsh, con su capacidad de síntesis, podría enumerarlas. Los actores rayan a muy gran altura, especialmente Ida Lupino en el complejo y riquísimo papel de Lana Carlsen. El guión es de esos que tanto gustan a los críticos, a lo "perfecto engranaje de relojería". La fotografía de Edeson, toda una eminencia, está más que a la altura, con sus contrastes y su potencial dramático. Pero por encima de todo está el gran Walsh. Los encuadres son tan precisos y tan acertados que no es posible pensar en otros más idóneos en ningún momento. Los primeros planos de Ida Lupino son arrebatadores. Especialmente brillante es la secuencia del "acontecimiento" (no quiero desvelar nada) protagonizado por ésta (sabéis a lo que me refiero), pero en general todos los encuentros entre ésta y Raft (El actor con menos luces de la historia, que rechazó los papeles protagonistas de "El halcón maltés" y “High Sierra”, cuanto le debe su "hermano" Bogart) están maravillosamente filmados. A esto se le debe sumar el hecho de que sea del año 40. Y es que Walsh entre los años 39 y 42 (es decir, 3) filmó "The Roaring 20s", "High Sierra", "Murieron con las botas puestas", "Gentleman Jim" y ésta, ¡Entre otras!, todas ellas películas imprescindibles en la historia del cine americano (y mundial). Nada más que decir.
K
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7
24 de febrero de 2007
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es Inland Empire, polémica asegurada. Polémica entre dos bandos, Bando 1: Incondicionales de Lynch, que verán a IE como una genialidad, Bando 2: Los que no lo tragan, que la verán como una tomadura de pelo. Pero más allá de impulsos, o sensaciones primarias, habrá que valorarla analíticamente.

Valorarla es difícil ya que es evidente que IE es una película confusa. Su argumento (sí, lo tiene, como todo) va más allá de la narración lineal, articulándose de manera no narrativa, alterando la causalidad, desordenando los hechos y construyendo un sentido temporal y de la realidad particulares. El resultado es un seguido de secuencias no conexas al modo tradicional y que crean, esto es clave, confusión. No hay que darle más vueltas, IE trata de la confusión de una actriz en crisis. Esto lo entiende cualquiera, de hecho es lo mismo que le pasaba al personaje de N. Watts en Mulholland Drive (¿Se repite Lynch?). El problema es como se articula dicha crisis, ya que no acabamos de entender la causalidad interna de la película y esto nos desconcierta. Pero no podemos esperar siempre entenderlo todo; las papillas están buenas, pero el pescado, pese a las espinas, también, y ya tenemos una edad para las papillas. Ahora bien ¿Qué una película se articule narrativamente de manera poco usual la hace buena? Pues de por sí no, habrá que ver, como en todas, cómo está construida y valorarla en función de su coherencia. Esto, por razones evidentes, es difícil, pero creo que hay elementos suficientes para valorar (véase spoiler). Por otro lado de Lynch se pueden decir muchas cosas, pero no que no sea honesto, véase la coherencia de otras películas como Carretera perdida o Mulholland D. La relación entre IE y Mulholland, es más que evidente y con un denominador común, el mundo del cine y Hollywood en particular, con su “teatro de los sueños” (el foco iluminando el título lo deja bastante claro). Creo que narrativamente IE es muy interesante, pero…

Es indudable que formalmente IE tiene muchos atractivos, es absorbente (para quien se deje) y tiene momentos visualmente potentes. Que una película dure tres horas y que mantengas el interés sin entender casi nada tiene mérito. No obstante veo, creo, un estancamiento en Lynch. Más allá de las trucas y los efectos digitales, del tono, de que esté rodada en formato digital y de algún momento puntual bueno, no veo que formalmente IE esté a la altura de su argumento. Una película tan radical narrativamente (relativamente, sino véanse las primeras películas de Buñuel, de hace 80 años) no puede querer considerarse vanguardista si está articulada de manera tan tradicional. La planificación de IE está totalmente asumida, no es más que un seguido de secuencias rodadas como el 95% de las películas. Lo único es que los planos están más exagerados, con planos muy cortos y planos muy violentos, todo rodeado de ese tono extraño digital. Resumiendo, es una buena película, pero que no aprovecha totalmente sus posibilidades.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
K
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8
6 de febrero de 2007
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Angelopoulos es de los denominados cineastas contemplativos (creo que se les llama así). Claramente influenciado por Tarkovski, sus películas, de tempo lento, van transcurriendo, delante de nosotros, fluidamente y sin prisas. Este "Paisaje en la niebla" es, sin duda, uno de los paradigmas de su obra. Narra el viaje de dos niños, a través de una desolada Grecia, en busca de su supuesto padre que, creen, vive en Alemania. Ni que decir que este viaje derivará en uno interior, en el que irán viendo y aprendiendo sobre la vida, en concreto la griega, pero, extensiblemente, sobre la vida en general.

Para ver el film hemos de firmar una especie de pacto no escrito en el que nos dejamos llevar por sus imágenes, sus secuencias, entrando en su juego. Porque puede resultar difícil para muchos espectadores no alterarse ante algunas secuencias y acciones cuya verosimilitud es, cuanto menos, cuestionable. Nos pueden asaltar muchas preguntas en su visionado del tipo ¿Cómo pasean tan impunemente esos críos sin que nadie les diga nada? o no tomar como creíbles muchas de las reacciones (o no-reacciones) de algunos personajes. Más aún cuando Angelopoulos, se podría decir, prioriza la estética de su película por encima de cualquier otra cosa. Todos los personajes y situaciones son esclavos de esa estética, de ese paisaje del título. Algo que, como ya se ha dicho, forma parte de un juego, en el que hay que entrar para disfrutar la película. A mí, personalmente, no me ha costado, es más, lo he encontrado una experiencia bastante gratificante. Es indudable que T. A es un muy buen director, sus grandes planos generales, largos, con fenómenos atmosféricos incluidos, varios personajes interactuando y que, en su mayor parte, ocupan toda la secuencia, no son solo un mérito técnico, sino expresivo. Entran de lleno con le fondo de la película. Esos paisajes desolados con esa gente desolada, esa bruma, esa lluvia, esos tonos grisáceos, esa fluidez, esa vida... forman parte de un todo cuyo tono puede llegar a ser cautivador, si te dejas…
K
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