Espadas cruzadas

Después de graves desavenencias con los estudios de Hollywood, Errol Flynn decidió crear su propia productora y se trasladó a Italia, con la creencia que se iba a hacer todavía más rico de lo que ya lo era. Pocos años después, arruinado y vencido por su amor desmedido al alcohol, que lo avejentó prematuramente, volvió a su país prácticamente sin un centavo a morir.

Esta es una de las películas de capa y espada firmadas por su productora, y a pesar de contar con la presencia de la diva italiana Gina Lollobrigida no tuvo ningún éxito, entre otras cosas por contar con un burdo guión y una más que molesta banda sonora, con un dudoso humor y con el héroe con unos kilitos de más y bastante perjudicado ya.

La película, francamente, no tiene ninguna historia más allá de disfrutar de la salvaje belleza de Gina y de contar con la presencia de uno de los mejores actores del cine de capa y espada, como la inolvidable interpretación que hizo del mítico héroe Robin Hood.

Muy floja, 3.

Errol Flynn ha sido, y siempre será, uno de los héroes de mi infancia, pese a que vi sus películas muchos años después de haberse rodado, gracias a la tele, las reposiciones y la filmoteca. No habrá otro Robin Hood como él, ni Capitán Blood, ni general Custer muriendo con las botas puestas, nadie conducirá la carga de la Brigada Ligera hacia la muerte como este hombre, nadie combatirá contra los nazis al borde de la oscuridad con la elegancia y determinación de este australiano universal. No era un gran actor, pero no le hacía falta: su personalidad desbordante llenaba la pantalla, y te insuflaba tranquilidad porque sabías que los malos no iban a salirse con la suya. Por eso me sabe mal verle hacer el ridículo en esta nefasta co-producción con Italia, una especie de opereta bufa con malos de pacotilla, señoras descocadas que no se descocan nada y un argumento calcado de otras aventuras de Errol de cuando estaba más ágil y menos abotargado. Para colmo, la insufrible banda sonora de Alessandro Cicognini, digna de los espectáculos de Coros y Danzas que montaba Aquel Que Nunca Se Fue, acaba de rematar la jugada y amargar al espectador.

Mediocre (quizás un poquito menos) película de aventuras, producida por Errol Flynn, que se fue a las Europas para producir sus propios filmes para ganar dinero, cosa que no sucedió, desgraciadamente para él.
Y es una pena, primero como ser humano, y luego como cineasta, ya que viéndose el film uno/a se da cuenta del esfuerzo llevado sacar adelante la empresa, sobre todo en aspectos técnicos como vestuario, peluquería y dirección artística en general.
Pero sucede que el guión, del propio realizador, es muy pobre. Y es algo raro puesto que fue su único trabajo como realizador tras las cámaras pero tenía experiencia como guionista. Y el guión es muy pobre, amén de que el ritmo empleado para la narración no es constante existiendo escenas sin vida ni gracia alguna.
Se puede ver y no aburre a las ovejas, pero no tiene ninguna personalidad y tal y como se ve se olvida de la misma.
Una bala de fogueo en la cinematografía del gran Flynn, que sigue resultando simpático en pantalla pero es que la peli no le va a la par y acaba por desmerecerle.

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