El jorobado de la Morgue

Acabo de ver "El jorobado de la morgue", rodada en Viella (Lérida), y ambientada en Alemania (era habitual que muchas películas del cine español de fantaterror de los últimos años del franquismo situaran sus tramas en un país europeo diferente al nuestro). Esta obra, que hay que ver para creer, y que posee un prestigio entre la crítica especializada y la afición que me parece desproporcionada, mezcla sin prejuicios y con desparpajo el mito de la Bella y la Bestia, el tema del científico loco, que tarde o temprano será castigado por su osadía, y el mito del monstruo de Frankenstein, junto con algunas gotas del universo de Lovecraft, y personajes de otras películas previas como el Jorobado de Notre Dame (el Quasimodo de Victor Hugo) y hasta los ladrones de cadáveres. ¿Quién da más?

El no menos habitual carácter gótico-romántico de los personajes de Naschy, especialmente el de Valdemar Daninsky, adquiere aquí una dimensión más grotesca, tanto por su aspecto físico, como por escenas "cumbre" como la de la lucha de Gotho contra las ratas (¡saltan y corren envueltas en llamas, casi nada!). La acumulación de mitos y temas muestra, además de escasa originalidad y falta de ideas, una indecisión que, en lo visual, se manifiesta en la alternancia entre escenarios claramente góticos/románticos -los túneles, las mazmorras subterráneas- y escenarios mucho más modernos y asépticos, como la morgue del título, el hospital, etc. El tanque de ácido es demasiado socorrido.

La desinhibición a la hora de mezclar referencias es, creo, característica del cine fantaterrorífico español de los 60 y 70; la atracción sexual entre el deforme personaje de Paul Naschy y el del Rossana Yanni, o la tarea de secuestrar chicas de reformatorio para el científico loco (Alberto Dalbes), por parte de Gotho, entra ya en el terreno del morbo, del sexo extraño, del amor enloquecido. Maria Perschy está muy bien en su pequeño papel, como de costumbre, y la dirección de Aguirre es competente, pero eso no basta para salvar un conjunto realmente desquiciado, y demasiado lastrado por tópicos del género.

Sin complejos y con bastante caradura esta película monta un refrito con tópicos varios del género fantástico y de terror: científicos locos, ayudante chepudo, seres del más allá...y con ellos monta un filme bastante más animado, más violento y más divertido que la mayoría de los que protagonizó por la misma época el bueno de Paul Naschy, que encarna esta vez a un antihéroe mucho más gamberro que su hombre lobo habitual, lo que le da al conjunto un toque lúdico que se agradece bastante. Los aspectos técnicos, eso sí, cantan considerablemente, sobre todo en la aparición del "primordial" que más parece un tipo al que le han tirado por encima una fuente de fideos que otra cosa. Y yo juraría que en algunas escenas la chepa se mueve sutilmente de lado a lado. Pero se le perdona por lo desprejuiciada, por lo entretenida y por alguna que otra escena bastante bestia para el cine español de entonces.

No le faltaba razón a Jonás, desde las entrañas del gran pez, esta película supura magia.

Desde luego, mira de tú a tú a varios engendros de la UIP y de la Hammer. No la definiria como obra maestra, Jonás, desde las entrañas del gran pez, quizá se exalta un poco, pero bendigo su romanticismo enfermo y a ese Paul Naschy embriagado de incomprensión e impartiendo su particular justicia.

Javier Caguirre, antes de recalar en España, conquistar Pamplona y encandilar a javivi, demostró que era un tipo con las ideas claras, y no dudó en empuñar el timón de este sórdido y retorcido artefacto.

Grande.

Desquiciada y desdichada mezcolanza de tres obras clásicas del cine de terror a cargo del delirante y reincidente Paul Naschy/Jacinto Molina: se fusionan (es un decir) "El jorobado de Notre Dame" de Wallace Wosley, el "Frankenstein" de Whale y "El ladrón de cadáveres" de Robert Wise en un conjunto que apenas puede despertar simpatía y/o respeto, pues es rigurosamente inverosímil y muy mediocre en casi todos sus aspectos: la puesta en escena de Aguirre; las interpretaciones de un reparto numeroso y muy flojo; el guión, invertebrado y licencioso, pobre y casi ridículo; los efectos visuales, absolutamente risibles en muchos casos, con lo que la truculencia queda desdibujada y no creíble en ningún caso.
No obstante, para muchos exégetas de Naschy es su mejor película (todo queda dicho) y su mejor interpretación (creo que las tiene mejores, pues a veces estaba por encima de chapuzas innombrables), galardonada en el Festival de París, lo que no sirvió para apuntalar el terror ibérico aquí en nuestra propia tierra (allende nuestras fronteras Naschy es respetado y reconocido como un grande!!!). Sinceramente, no basta para hacer un producto digno tener mucho amor al cine de terror y sus mitos para mezclarlo sin ton ni son, pues lo que resulta es un bodrio insostenible. Digo yo.

Vista desde nuestra modernidad, es una película deliciosamente ingenua y hasta graciosa a veces. Sin embargo el cine actual es muy distinto al de hace décadas; es posible que en su época esta película estuviera considerada obra maestra del terror. Pero aún hoy sus efectos especiales siguen siendo bastante creíbles, tiene escenas truculentas, acompañadas por una adecuada banda sonora. En resumen, película especial anti gafapastas bastante entretenida, que vale mucho más le pena que la mayoría de mierdas de "genios" tan inútiles como Orson Welles y Alfred Hitchcock.