Noche en la Tierra

Está bien llevada la idea de fijarse en esos microcosmos que son los taxis, con su ir y venida de viajeros, especialmente de noche, que es lo que hace Jim Jarmusch en esta obra coral que intercala cinco historias independientes, situadas en otras tantas ciudades del mundo, con estos hilos conductores, los taxis y la noche. En realidad, se supone que se producen a la misma hora. De todos modos, las películas de episodios no me gustan y en esta ocasión tampoco me ha atraído lo suficiente. En el fondo, lo que más me ha llamado la atención es que el look "finlandés" se parece bastante a los que se ven hoy en día y que en 1991 o 1990, que sería cuando se rodó, ya había teléfonos móviles. Lo que pasa es que los precios eran prohibitivos, un lujo para ricos, ejecutivos y otros similares.

Bien, como "Noche en la tierra" se divide en varios episodios vamos a valorarlos cada uno de forma independiente. El primero, en Los Ángeles, tiene cierto encanto aunque la atractiva y de apariencia frágil Winona Ryder no pega para nada en su personaje de brava taxista. Le daría un cuatro. El siguiente, en Nueva York, creo que es el mejor. Consigue ser tierno y gracioso a la vez. Un cinco. El tercero, ya en París, aunque empieza bien se hace irrelevante pese a querer ser distinto. Un tres. A continuación, el peor, ubicado en Roma, por poco realista y por un histriónico Roberto Begnino. Se lleva un dos y va que chuta. Por último, nos vamos a Helsinki para un cierre tristón pero que no tiene mucho recorrido. Lo califico con un cuatro. Así que de media le doy a la película también un cuatro.

En todas partes suceden hechos intrascendentes susceptibles de interesar sólo si se saben contar bien.

En Los Ángeles y en Nueva York las historias transcurren lentas pero seguras y su destino es ofrecer una moraleja roja como un hierro candente para que a nadie pase desapercibida.
La peripecia de París se ajusta a lo intenso y a lo visceral. Es efímera como una mariposa pero posee su misma belleza.
El calor de la noche romana permite desgranar la trama poco a poco y terminar con aire festivo y jocundo.
Helsinki es una ciudad fría y en la madrugada sólo hay lugar para una soledad y para una tristeza que van más allá de lo cotidiano.

J. Jamusch escribe el guión y dirige la película en un lejano 1991 para dejar patente la impronta de su talento.

Joya a descubrir, podría ser una breve descripción de este film.
El argumento es sencillo: 5 historietas cortas (unos 25 minutos cada una) en las que acompañamos a un taxista de servicio nocturno, cada uno en su respectiva ciudad del Mundo (Los Angeles, New York, Paris, Roma, Helsinki).

Jarmusch utiliza en cada historieta un tópico de dicha ciudad como introducción para una posterior y sorprendente desarrollo del mismo:
En LA está la industria del Cine como marco, se traslada a una historia de contraposición de clases sociales y mundos diferentes así como la no compresión entre ellos.
En NY nos cuenta la historia de un emigrante de la Alemania Oiental en busca del sueño americano para acabar sumergiéndonos en los bajos de Brookyn. Para mi gusto el mejor episocdio, con un humor que a ratos roza lo delirante.
En Paris tocamos la emigración africana, la hipocresía de los dirigentes; para acabar en discapacidad con una desgarradora y seria historia, llena de crítica social.
En Roma, la Iglesia; con un taxista "peculiar" (genial Begnini) que acaba llevando a un ovispo, volviendo de nuevo al humor delirante.
Y finalmente en Helsinki el ... frio (?).

La película sorprende porque comienza a ser adictiva desde el principio, te atrae y se te pasa volando. Diálogos y conversaciones muy buenas, graciosas, rozando lo delirante (las de NY y Roma geniales) y otras mas serias pero no menos brillantes (como París). Hay cierta critica social constante en todas las historias, contraposición de mundos, y en casi todas, moraleja final.
En todas está presente la soledad de la noche, por lo que me uno a los que recomiendan ver esta película de madrugada.

Da la sensación de que Jarmusch podría estar eternamente seleccionando ciudades y recreando una historienta de ella con el servicio nocturno de taxi como base argumental. Creo que todos cuando vemos esta película nos viene a la mente como sería la historia de nuestro País o ciudad para luego pensar en cómo sería las de otras ciudades no reflejadas en el film.

Eso le pasa a esta película, que está ciertamente sobrevalorada. Hay un problema con este tipo de composiciones a partir de historias más o menos independientes, y es el hecho de que la suma ha de producir una película coherente y armonizada. Esto Jarmusch lo sabe hacer, pero esta vez falta cine. Secuencias de lo más simples, historias previsibles, los mismos paisajes urbanas cutres y desaliñados que no sé qué pretenden demostrar...

No me convenció en absoluto y considero que esta película es totalmente prescindible, porque aunque no es "mala", tampoco tiene ningún interés más allá de ver a Roberto Benigni conduciendo como loco por las calles de Roma.

Cold/Cool/Be Cool.
Los Ángeles es la mejor. Muy buena. Cuestión de prioridades. Cualquier cosa menos ser una estrella de cine. Por quién me tomas. Al final la mamá grande la mira triste, feliz, sorprendida, no entiende nada, le ha roto los esquemas, y también lo comprende todo, el vellocino de oro no es más que el timo de la estampita. Las dos son y están estupendas.
Nueva York no está nada mal. Me gusta mucho Rosie Pérez, casi tanto como a Armin Mueller-Stahl que la mira embobado, lógico. Es gracioso el yoyó humano. Opiniones de un payaso. Antes se ponían una nariz roja, ahora llevan o levamos o nos llevan una mascarilla de colores, azul y negro, me estoy volviendo loco, me estoy volviendo loco, me estoy volviendo loco poco a poco, poco a poco, de la risa a la de pelo gran tomadura. Saber conducir está sobrevalorado, como casi todo. En Brooklyn nació Michael Jordan. Manhattan es una muy famosa película de Woody Allen. El cielo y el infierno, la hoguera de las vanidades. Vuélvete a Alemania, Helmut, que ahora ya está unificada y es una feliz y sagrada democracia, el paraíso en la tierra. Negros e hispanos como de Spike Lee. La caja de música no suena. Jessica Lange nos faltó aquí.
Paris es muy mala, rematadamente, el maniqueísmo, ella lo ve todo y él nada, claro, me matas, obvio, fácil, forzado, tonto. Los ciegos no son buenos, son un peligro público de hecho, peor incluso que los masones o los illuminati o los rothschild, incluso ahí le andan a los rockefeller, qué gente, tramando siempre horribles y negras atrocidades. Cargante, boba conversación. Insufrible. A ella la tenían que haber atropellado. Si la llega a coger Buñuel..., la hace polvo. Béatrice Dalle la recuerdo guapa y haciendo muy malas películas, Al límite creo que era una de ellas, señera. Él no me di cuenta, qué ojo clínico tengo, de que era el mismo de Los límites del control, de Madrid a París y viceversa o tiro porque me toca, viaje en el tiempo inmerso, como en el español imserso, lo mejor de cada casa.
Roma vaya. Benigni sí, el contrapunto del cura es un recurso muy cutre y torpe arcaico, cómo se va a escandalizar o sufrir algo un bonito obispo o gran sacerdote, es de locos, por semejantes naderías o monerías, tremendas nimiedades, si él le contara al pobre Roberto, sí que lo mataba de veras del susto, tanta depravación mediante, muy primario todo. Se salva por el ímpetu gritón e hipervitaminado del taxista, por alguna broma, los que follan, las direcciones de único sentido o destino a la mitad del camino de la vida Dante, algún detalle, las gafas de sol...
Helsinki sí. Aunque no tanto. Bien. Vale. Esa tristeza. Esa nieve. Los muertos de Huston/Joyce. Esos amigos y esa derrota de mala muerte. Homenaje a Aki con Matti, claro. Buen final, allí tirado solo, como salido de uno de los capítulos del decálogo de Kieslowski, jocunda desolación, abismal, impertérrita, cómica, borracha, resacosa, diezmada.
Como casi siempre con Jarmusch, la inteligencia no le da para más, no/nunca es suficiente, se queda en la superficie, no deja fluir/vivir a sus personajes, los encorseta, estabula y ordena, los fuerza con displicencia a una autocomplacencia vana ensimismada y huera, los aleja y encapsula, los aísla y despedaza, tiene mucha menos gracia de lo que se cree o piensa. Pero bien. Siempre es un agradable viaje. Es un buen amigo, el mejor de todos, el ideal compañero. Como contrapeso al tan convencional y mediocre resto que nos asola con malasaña.