Cold/Cool/Be Cool.
Los Ángeles es la mejor. Muy buena. Cuestión de prioridades. Cualquier cosa menos ser una estrella de cine. Por quién me tomas. Al final la mamá grande la mira triste, feliz, sorprendida, no entiende nada, le ha roto los esquemas, y también lo comprende todo, el vellocino de oro no es más que el timo de la estampita. Las dos son y están estupendas.
Nueva York no está nada mal. Me gusta mucho Rosie Pérez, casi tanto como a Armin Mueller-Stahl que la mira embobado, lógico. Es gracioso el yoyó humano. Opiniones de un payaso. Antes se ponían una nariz roja, ahora llevan o levamos o nos llevan una mascarilla de colores, azul y negro, me estoy volviendo loco, me estoy volviendo loco, me estoy volviendo loco poco a poco, poco a poco, de la risa a la de pelo gran tomadura. Saber conducir está sobrevalorado, como casi todo. En Brooklyn nació Michael Jordan. Manhattan es una muy famosa película de Woody Allen. El cielo y el infierno, la hoguera de las vanidades. Vuélvete a Alemania, Helmut, que ahora ya está unificada y es una feliz y sagrada democracia, el paraíso en la tierra. Negros e hispanos como de Spike Lee. La caja de música no suena. Jessica Lange nos faltó aquí.
Paris es muy mala, rematadamente, el maniqueísmo, ella lo ve todo y él nada, claro, me matas, obvio, fácil, forzado, tonto. Los ciegos no son buenos, son un peligro público de hecho, peor incluso que los masones o los illuminati o los rothschild, incluso ahí le andan a los rockefeller, qué gente, tramando siempre horribles y negras atrocidades. Cargante, boba conversación. Insufrible. A ella la tenían que haber atropellado. Si la llega a coger Buñuel..., la hace polvo. Béatrice Dalle la recuerdo guapa y haciendo muy malas películas, Al límite creo que era una de ellas, señera. Él no me di cuenta, qué ojo clínico tengo, de que era el mismo de Los límites del control, de Madrid a París y viceversa o tiro porque me toca, viaje en el tiempo inmerso, como en el español imserso, lo mejor de cada casa.
Roma vaya. Benigni sí, el contrapunto del cura es un recurso muy cutre y torpe arcaico, cómo se va a escandalizar o sufrir algo un bonito obispo o gran sacerdote, es de locos, por semejantes naderías o monerías, tremendas nimiedades, si él le contara al pobre Roberto, sí que lo mataba de veras del susto, tanta depravación mediante, muy primario todo. Se salva por el ímpetu gritón e hipervitaminado del taxista, por alguna broma, los que follan, las direcciones de único sentido o destino a la mitad del camino de la vida Dante, algún detalle, las gafas de sol...
Helsinki sí. Aunque no tanto. Bien. Vale. Esa tristeza. Esa nieve. Los muertos de Huston/Joyce. Esos amigos y esa derrota de mala muerte. Homenaje a Aki con Matti, claro. Buen final, allí tirado solo, como salido de uno de los capítulos del decálogo de Kieslowski, jocunda desolación, abismal, impertérrita, cómica, borracha, resacosa, diezmada.
Como casi siempre con Jarmusch, la inteligencia no le da para más, no/nunca es suficiente, se queda en la superficie, no deja fluir/vivir a sus personajes, los encorseta, estabula y ordena, los fuerza con displicencia a una autocomplacencia vana ensimismada y huera, los aleja y encapsula, los aísla y despedaza, tiene mucha menos gracia de lo que se cree o piensa. Pero bien. Siempre es un agradable viaje. Es un buen amigo, el mejor de todos, el ideal compañero. Como contrapeso al tan convencional y mediocre resto que nos asola con malasaña.