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True Detective II (Miniserie de TV)

Serie de TV. Intriga. Thriller. Drama Serie de TV (2015). 8 episodios. Segunda temporada de la popular serie de la HBO creada por Nic Pizzolatto. La trama se ambienta en California y gira en torno a tres policías y un mafioso en una red de conspiraciones que se suceden tras un asesinato. Ray Velcoro (Colin Farrell) es un detective que tendrá que enfrentarse a un dilema: mantener la lealtad a sus jefes, miembros de un departamento de policía corrupto, o ponerse de parte de ... [+]
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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
10 de agosto de 2015
131 de 164 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras atestiguar el desenlace, análogo en factura y tono a los episodios precedentes, quiero romper una lanza a favor de la segunda temporada de True Detective. Da la impresión de que todos los comentarios, críticas, inferencias que se han vertido sobre la entrega topan, como punto de anclaje y medición, con la trama de Rust y Marty ambientada en una salvaje y esotérica Louisiana; podríamos decir, de este modo, que la sombra de True Detective desacredita indefectiblemente a su continuación. Inspiremos hondo, asumámoslo: nunca se producirá nada como la primera temporada de True Detective; la excelsa convergencia de actores, guión, desarrollo artístico y dirección fue un pequeño milagro, incluso para los estándares de calidad de la productora HBO. Otrosí: el mismo creador de la serie dio en afirmar su pretensión de que cada temporada aúne una historia diferente, con un casting diferente y una atmósfera diferente —bien podrían haberse decantado por un nombre equidistantemente diferente y no redundar en True Detective, por cuanto así habrían eludido, quizás, un consumado batacazo a nivel de crítica—; por ende, debemos librarnos primero del fantasma de Rust, de la filosofía pesimista, de los magnéticos pantanos y de los cultos sodomitas para apreciar la segunda temporada en su justo grado.

True Detective II dimana, otra vez, de una premisa de oscuridad: personajes turbios que arrastran grávidos traumas, ángeles caídos en una búsqueda inconsciente de redención —Ray Velcoro, Annie Bezzerides y Paul Woodrugh, con Frank Semyon en un rol tangente y explosivo, conforman el plantel sobre el que trepida el argumento: un caso de homicidio y corrupción significativamente más denso que a lo que se acostumbra la televisión, a cuenta de que a cada episodio se introduce una cantidad abrumadora, aunque maravillosamente hilada, de información; pues si algo hay que destacar en esta dilatada historia es su sutileza —a diferencia de otras teleseries de éxito, más efectistas, es la delicadeza en el desarrollo de los personajes y la intimidad que éstos exhiben, la sorpresiva magnitud del enigma que poco a poco se va desanudando, y, sobre todo, el realismo que se imprime a cada retrato humano y cada giro argumental lo que encumbra a True Detective II. En último término sólo así se podría definir: una serie realista de pequeños matices y emociones palpables. No es de extrañar que haya quienes, modulados por el Espectáculo y la industria del entretenimiento, se sientan insatisfechos con ciertas decisiones de guión... en efecto, Nic Pizzolato ha sido valiente en lo que comporta a cómo lidiar con sus criaturas.

Las interpretaciones rayan a un buen nivel (a reinvindicar Colin Farrell, mastodóntico en su usurpación de un ex-policía alcóholico y destrozado, y a algunos secundarios); la banda sonora proporciona una atinada ambientación de texturas electrónicas; tanto fotografía como dirección, ahora bien, me parecieron levemente decepcionantes, demasiado anecdóticas para mi gusto. Con todo, True Detective II es un producto audiovisual envolvente, con sello propio, y sin lugar a discusión de lo mejor que se puede ver en televisión ahora mismo. Que no os lo estropee la nostalgia.
SanPietro05
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1 de julio de 2015
145 de 254 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no hago crítica a la serie porque voy a intentar verla del tirón como la temporada 1. Cuando termine, es ahí donde objetivamente opinaré sobre ella y puntuaré. Leo las críticas realizadas y es indignante. Primero le dan un 9 en el primer episodio, luego lo cambian... ¿en el tercer episodio lo cambiamos otra vez no? Prejuicios, prejuicios, prejuicios...

Animo a todas las personas a que miren la serie de manera objetiva, esto es sin leer a supuestos especialistas del cine y sin leer opiniones de gente que casi siempre para ir de listos copian y pegan esas críticas que leyeron por ahí para que parezca que entienden algo y van a la última. Para finalizar añadir que True Detective 1, es una cosa, y ahora es otra cosa diferente. Compararlas no tiene sentido y no es más que un ejercicio absurdo que llena de parcialidad la crítica.

P.D: Le pongo un 10 solamente porque la página me obliga a votar para poder enviar mi crítica y quiero compensar esos impresentables "5" y "7" que se ven por ahí, en pleno episodio 2...
LuckyLuciano
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10 de agosto de 2015
50 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni la primera temporada de esta serie es tan buena, ni ésta es tan mala como algunos nos quieren hacer creer. Así; sin anestesia.

Tanto en el cine, la música, la literatura o en este caso, las series; es complicado luchar contra las expectativas creadas, y mucho más cuando la gente se empieza a llenar la boca diciendo que True Detective I ya es una serie de "culto". Considero un recurso bastante barato el de poner a McConaughey soltando un discurso pseudo-filosófico sobre la conciencia y la naturaleza humana en el primer capítulo para que los hipsters y los tirarollos de turno empiecen a chuparse el miembro, y así crear un hype que hizo que todos nos quedásemos embobados viendo las aventuras de Rust Cohle hasta el último capítulo, donde para terminar se marcaba otra profunda reflexión sobre la luz y la oscuridad. Con estas líneas no pretendo desmerecer la primera temporada, la cuál me pareció bastante buena, sino recalcar que de la misma forma que no haces una crítica de una película que has abandonado a la mitad, no se puede actuar así con una serie por el mero hecho de que se fragmente en capítulos.

Supongo que al igual que a mí, a muchos otros nos enamoró el ambiente creado en ese Louisiana rural, y muchos venían buscando lo mismo en esta temporada y puedo entender esa frustración. Sin embargo creo que el bueno de Pizzolatto ha dado en el clavo haciendo suya la famosa frase de Lampedusa en El gatopardo: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Me explico: Siendo los personajes, la trama, y el escenario totalmente diferentes, en muchas escenas he visto ese sello característico que ha hecho de True Detective lo que es hoy en día; me refiero a escenas como por ejemplo las conversaciones entre Ray y Frank en el bar con esa tétrica música en directo. Marca registrada.

En cuanto guión me parece una auténtica maravilla, llegando incluso a ser difícil de seguir. Muchos personajes, bien escritos y profundizados; en los primeros capítulos podemos ver los demonios que atormentan a cada uno de nuestros detectives, siendo la profesión lo único que tienen en común pues son radicalmente diferentes; lo que ayuda a que nos sintamos identificado con alguno de ellos en mayor o menos medida. Por otro lado la lucha por volver a la cima de un gángster al que le vienen mal dadas; interpretado por un Vince Vaughn que va de menos a más.

Se tratan con bastante acierto temas recurrentes en este tipo de historias: tráfico de influencias, corrupción, trata de blancas, drogas... y otros quizás no tan recurrentes que no comentaré para no estropear el factor sorpresa a aquellos que aún no hayan empezado.

Resumiendo: Cada uno hará las comparaciones que desee con la primera temporada (actitud errónea desde mi punto de vista) pero de lo que no cabe duda es que considero bien invertido el tiempo que le he dedicado a True Detective 2, y que ya espero ansioso a que HBO confirme la 3º entrega.
Alvgv
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25 de agosto de 2015
31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque como bien se dice esta segunda temporada ha sido eclipsada por la primera, tras terminar de verla creo que ha sido tratada injustamente, y podría aseverar casi con certeza que muchos han sido temerarios en su veredicto. El problema radica precisamente en que el comienzo de la primera, con la exhibición del indeleble personaje de Rust (McCounaghey), fue inmejorable. Aquellos diálogos del policía mundano y afable (Woody Harrelson), y esa especie de semidios pesimista y tipo duro que era Rust, la poesía tétrica de los parajes desolados de Luisiana, la perversión que asomaba en lo cotidiano y se revelaba con crudeza en el momento adecuado... una mezcla que encontraba su broche perfecto en los créditos iniciales del tema interpretado por Leonard Cohen. Sin embargo, también tuvo sus pequeños defectos, aunque prescindibles por la brillantez del conjunto; a partir de cuarto episodio pegaba un pequeño bajón, y la trama también generó expectativas que no se cerraron en absoluto. Pues bien, casualidad o no (puede ser que aprendieran de los errores), a esta segunda temporada le pasa a la inversa: los cuatro primeros capítulos son buenos en general, pero pueden dejar un poco indiferente; los personajes están bien definidos, pero es cierto que no son Rust y Martin; y la trama, que es mucho más compleja que en la primera temporada, es demasiado amplia como para ser asumida por el espectador en los dos primeros episodios, en especial en el segundo, que es con diferencia el peor. Ahora bien, después de una pequeña elipsis, todo lo que sucede desde el quinto hasta el último capítulo es una maravilla, y supera con creces a su predecesora, inclusive el desenlace. Es aquí donde los personajes de Colin Farrell (Velcoro), Raquel McAdams (Bezzerides) y Vince Vaughn (Frank), se desarrollan al completo, y le dan un sentido al conjunto que a mí parecer le faltaba a la primera temporada. Es cierto que no tienen tanta fuerza como en ésta, pero se hacen más cercanos; los monstruos quedan en un segundo plano, pues no es Rust y Martin contra el Rey Amarillo, ni novela norteamericana del siglo XIX, son un conjunto de perdedores enfrentados a una podrida cotidianidad y a sus traumas del pasado. Aquellos eran poesía, algo inalcanzable; estos son simplemente personajes del mundo. La experiencia termina siendo diferente, pero merece la pena.
wasdred
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25 de agosto de 2015
46 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el fulgurante éxito de la primera temporada de True Detective, que convirtió a la serie en una obra de culto, Nic Pizzolatto vuelve con otra historia original buscando elevar el listón que él mismo marcó. En esta ocasión, un cuarteto protagonista liderado por Colin Farrell sustituye al insuperable dúo Harrelson-McConaughey. La historia de esta secuela difiere absolutamente de su predecesora, huyendo de los asesinatos en serie para adentrarse en el oscuro mundo mafioso del Los Ángeles contemporáneo, el cual se verá agitado por la repentina muerte de Ben Caspere, un conocido empresario relacionado con el hampa. Dicho detonante conlleva una profunda, larga y confusa investigación llevada a cabo por el terceto compuesto por Ray Velcoro (Colin Farrell), An Bezzerides (Rachel McAdams) y Paul Woodrugh (Taylor Kitsch). Estos tres agentes tendrán que indagar en los más bajos barrios de la ciudad y ensuciarse las manos para conseguir la cruda verdad. Junto a ellos les seguirá de cerca Frank Semyon (Vince Vaughn), un capo reconvertido a empresario que se verá afectado directamente por el asesinato de Caspere.

Comenzando por la dirección de Justin Lin, que junto a otros cuatro directores, no logra equilibrar la balanza del genial trabajo hecho por Fukunaga en la primera temporada. El tono y ritmo de los ocho episodios que la componen está demasiado disperso; algunos abundan en acción y suspense, mientras otros están carentes de tensión dramática. El problema aquí es que no tienen un rumbo o dirección predefinido; cada uno de los realizadores interpretan la historia a su manera y ejercen su propia técnica cinematográfica. Justin Lin es el nombre más reconocible y no cumple con el cometido de enganchar al espectador con los dos primeros episodios que dirige. Respecto al nuevo guión de Pizzolatto, las similitudes con aquel de la primera temporada son escasas pero la originalidad de esta no cuaja y frustra al televidente. La historia se centra en corrupciones y conspiraciones angelinas, abandonando así parte del encanto macabro de las marismas de Louisiana y este cambio no favorece en absoluto a construir una atmósfera. La jungla de asfalto californiana resulta estéril, carente de emoción o carisma y, en parte, la culpa recae en la repetitiva e insulsa fotografía predominantemente oscura (una característica común en el cine actual) que, lejos de presumir de parajes parcos y desoladores busca esconder las evidentes carencias con insustanciales tomas aéreas de autopistas y barrios marginales. En definitiva, el guión pierde en todas las comparaciones, no estando a la altura del título ni en confección de personajes ni en trama principal. Las actuaciones son dispares entre los cuatro protagonistas, siendo Colin Farrell el mejor del grupo con diferencia. Colin y su personaje nos transmiten atisbos de lo visto en el personaje de Rusty en la temporada original; Ray Velcoro tiene un aura dramática que funciona y se complementa a la perfección con su compañera Ani Bezzerides ya que juntos comparten pasados traumáticos. Completando el terceto policíaco está Taylor Kitsch/Paul Woodrugh que emerge durante el transcurso de la serie como un personaje misterioso y atormentado pero nunca llegamos a sentir impacto alguno en su arco narrativo, porque el guión no llega a desarrollarlo. Terminando con Vince Vaughn, el cuarto protagonista en discordia que, similar al personaje de Kitsch, tampoco llega a encajar dentro de la maquinaria detectivesca y se siente forzado e innecesario. La música, de nuevo de T Bone Burnett, es lo mejor y lo más continuista con respecto a la anterior temporada. El opening de la serie mantiene el pabellón alto, siendo este último más colorido y variopinto que el anterior y poniéndole música el inigualable Leonard Cohen con su “Nevermind”.

En resumen, True Detective II no cumple en absoluto con las esperanzas depositadas en ella. Si bien Pizzolatto busca reciclarse y sorprendernos con un nuevo relato, la jugada le sale mal y falla estrepitosamente con la narrativa de esta embarullada trama que tampoco nos entrega ningún personaje memorable. Colin Farrell y, en menor medida, Rachel McAdams son las estrellas que, pese a estar desaprovechadas dentro del maremágnum de personalidades que inundan la serie, sobresalen instantáneamente. El sabor que nos deja esta secuela es agridulce, donde incluso el mayor optimista no puede obviar la evidente falta de rumbo que, desesperadamente, busca encontrar durante el paso de la serie y que termina exhausta en su fallido cometido. Aquellos que recuerden el clímax final de Carcosa, se verán decepcionados con la precipitada y risible resolución de los protagonistas aquí. HBO apresuró la producción de esta segunda temporada y buscó que Pizzolatto repitiera éxito, pero aunque la idea fuera bienintencionada, el genio jamás salió de la lámpara.

P.D.: Esta y más críticas, análisis, noticias y opiniones las podréis encontrar en www.universolumiere.blogspot.com
RickDeckard'82
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