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4 meses, 3 semanas, 2 días

Drama Rumanía, 1987: el país se encuentra bajo el férreo régimen comunista de Ceaușescu. Otilia y Gabita son estudiantes y comparten habitación en una residencia. Gabita está embarazada, pero no quiere tenerlo. Las jóvenes acuerdan un encuentro con un tal Mr. Bebe para que le practique un aborto ilegal en la habitación de un hotel. (FILMAFFINITY)
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Críticas 153
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2009
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encumbrada con la Palma de Oro en Cannes 2007 y la crítica internacional (en EEUU y Europa fueron unánimes catalogándola de obra maestra). Obviamente “4 meses, 3 semanas y 2 días” supone un trampolín para el cine rumano, aunque esperemos no se produzca una hecatombe sinsentido de filmes-copia como ha sucedido con el cine iraní protagonizado por niños, dogmas variopintos o cine oriental sacado de a cada cual isla más remota. ¡Ahora tendremos película pro-abortista rumana cada año en los más importantes festivales!
No creo que sea para tanto y dudo que lo sea. Apareció en el momento indicado y Cannes siempre parece obcecado muchas veces tratando de dar relevancia a apuestas cinematografías menos explotadas o expoliadas: posiblemente la mitad de la Palma de Oro del estupendo filme de Cristian Mungiu se deba a la superior “The Death of Mr. Lazarescu” y la menor “12:08 Al este de Bucarest”.

“4 meses, 3 semanas y 2 días” vende morbo, vende ultra-realidad y enlaza con “Rosetta”, “El niño” o también la reciente “Entre les murs” (todas ellas premiadas con la Palma de Oro). Películas que venden realidad, que pretenden ser pura autenticidad, de ser aquello que nos contaba Jean-Luc Godard de la verdad a 24 fotogramas por segundo. No significa que vender sea sinónimo de hacer bien, de no resultar creíble o falsa.
En su puesta en escena austera y opresiva, con personajes atrapados en diminutos espacios. Resulta sencilla y simple, pero realmente elaborada al mismo tiempo y ahí reside su encanto. En explotar la realidad en largos planos —muchas veces tendiendo al plano secuencia— movimientos donde la cámara puede girar 360 grados y, sin trampa ni cartón, nos devela todo el escenario formando una realidad. Elimina la música para limitar un recurso efectivo del melodrama y acentuar el docudrama. Todo el conjunto resulta tan frío y creíble que provoca absoluto pavor.

Su otro éxito: tratar un tema tan puntilloso, artificioso y tan pretendidamente efectista para radiografiar un país, una época y unos personajes sacados de contexto y relatar esa prohibición para aumentar la mano de obra (cerca de medio millón de mujeres murieron por recurrir a los abortos ilegales durante la dictadura comunista). El punto de vista elegido, el de la protagonista, no es el del personaje que aborta sino el de su amiga. Extraña novedad teniendo en cuenta los filmes que habían tratado el tema como la reciente León de Oro “El secreto de Vera Drake” y le exitosa “Juno”.

“4 meses, 3 semanas y 2 días” triunfa por reflejar esa atmósfera gris, sombría y triste, donde los personajes acaban fundidos, abrazando su única posibilidad de escape.
Maldito Bastardo
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18 de agosto de 2008
22 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un eterno plano fijo de una anodina cena familiar le sirve a Mungiu para trazar una metáfora perfecta de lo que siempre es, y será, una dictadura: un espejismo de normalidad atravesado por una llamada de socorro que parece no escuchar nadie. En esta brutal escena, la banalidad de una conversación se dilata significativamente demostrado dos cosas: una, que su director sabe meter el dedo en la llaga con inteligencia; y dos, que su labor va más allá del realismo social neutro de, por ejemplo, Ken Loach. Para él el discurso se llena de fuerza a través de la forma en que se articula. En este caso, la forma supura atrevimiento por los cuatro costados.

El rumano habla del miedo en su película a través de algo más concreto (los abortos ilegales), y esta funciona porque ha conseguido dotarla de esa sensación de búsqueda expresiva que repercute en la mayor pegada de su mensaje, bosquejado en pinceladas de una eficacia incontestable (la protagonista recorriendo la ciudad casi en la más absoluta oscuridad). Es decir, 4 meses, 3 semanas, 2 días es desasosegante e inteligente, dura y nada complaciente. Tampoco es conmovedora: su fría artillería sólo llega a la cabeza, y de ahí al sistema nervioso.

Hablar de obra maestra es excesivo, de hecho en su discurrir detecto ciertos lugares comunes y algunas soluciones estéticas/narrativas cuestionables, pero es sin duda una Palma de Oro digna y elogiable, sobre todo teniendo en cuenta los últimos fallos (se aceptan todas las acepciones de la palabra) del certamen.

Lo mejor: la inquietud de su director, su contundencia.
Lo peor: algún momento más o menos esperado.
nachete
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22 de enero de 2008
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante los últimos años ha planeado una inquietante duda sobre el festival de Cannes. La concesión de la Palma de Oro es cada vez más controvertida, con lo que no es de extrañar que año tras año la opinión del gran público con respecto a ella sea menos unánime. Siempre hay una o dos grandes favoritas a llevarse tan ansiado premio, pero al último momento aparece el filme que apenas constaba en alguna quiniela para acabar llevándose el gato al agua. Cómo se explica este fenómeno? Será una consecuencia directa del sistema del “presidente del jurado” (véase a Quentin Tarantino dejando boquiabierto al personal al dar la Palma de Oro a ‘Fahrenheit 9/11’)? Echando un vistazo al palmarés de los últimos diez años es difícil no preguntarse si será un patrón que responda a una voluntad de acercar al gran público el cine más exótico y a priori minoritario. O quizás todo será una mera coincidencia ya que en realidad se está premiando a la mejor película? No corresponde a este humilde cinéfilo resolver este enigma, sino más bien centrarse en ‘4 meses, 3 semanas y 2 días’, que sin ser perfecta, a mi entender es una de estas películas realmente duras y necesarias.

El primer gran acierto de Mungiu se traduce en dos palabras: sobriedad absoluta. En el filme no hay lugar para ninguna clase de floritura con la cámara, ni con las luces, ni mucho menos con la fotografía. La banda sonora es inexistente. Por ello no es de extrañar que abunden largos planos estáticos, escenas con cámara al hombro y actores fuera del encuadre. Lo que puede ser considerado como una manera de poner a prueba la paciencia del espectador (es cierto, la austeridad técnica no ayuda precisamente a dar ritmo a la historia), es a la vez la mejor manera de crear un excelente marco intimista que supone la presentación ideal para la trilogía de historias subjetivas que tratan sobre el comunismo en Rumanía.

Precisamente el subjetivismo es el segundo punto fuerte del filme, lo que hace que casi todo el peso de la trama recaiga en los actores, que en todo momento están a la altura. Para retratar el régimen comunista rumano de la época, Mungiu se centra exclusivamente en las dos estudiantes y su entorno. Es curioso que a lo largo del filme la autoridad haga acto de presencia en una sola escena… y a través de dos oficiales medio bebidos! Sin embargo, la represión está presente en cada fotograma a través del miedo que infunda tanto en Otilia como Gabita.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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11 de mayo de 2009
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta grato recibir estas entregas centro europeas. A diferencia de la gama de paises que nos ofrecen pelis de todo tipo y sabor, cuando llega algo de un país que inusualmente no exporta su cine se doblegan las ganas de observar algo de sus costumbres locales. En 4 meses...hay algo de eso, si bien estamos ante una obra que trasciende por su temática a su lugar de origen.

El aborto, ilegal o no ilegal, he aquí el nudo de la trama pero Mungiu no pretende entrar en dilemas éticos. Prefiere cerrar su acción dentro de un marco de tensión en donde el espectador pueda sentir empatía hacia las protagonistas. Lo que sucede en la peli puede suceder en casi cualquier país occidental atrasado o tercer mundista y esto es importante: existe desde el devenir del argumento una fuerte influencia desde las limitaciones sociales, tanto económicas como éticas, si bien que la peli solo muestra el problema que se genera a partir de ahí, insisto, la peli no está fabricada para invitar a la reflexión sino a provocar en el espectador sentimientos guiados desde la mirada de la cámara. Desde esta premisa, entonces sí, 4 meses, que se manejaba dentro de su crueldad intrínseca con una valorable sutileza, comete un error de concepto que, esto es personal, no necesariamente pueda ser calificado de abyecto pero si de innecesario y efectista (spoiler). El localismo que se respira en la historia es de agradecer, si bien que por momentos el contexto se vuelve una subjetividad de las mentes de sus protagonistas al evocar tanta oscuridad y tanto pasaje sin salida.

Rumania se animó y gracias por esta entrega, pero hay cosas, influencias externas que hacen de esta peli algo no necesariamente autóctono salvo por determinados elementos locales que ayudan a su encuadre definitivo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Rúas
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10 de enero de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada mejor para acabar con los fastos de la navidad y el exceso de regalos de reyes, (tan malo es no tener regalos como tener de sobra), que ver esta premiada película rumana como inicio de la desintoxicación de enero y la purga de febrero y recibir de paso una buena bofetada de hiperrealidad, una ducha fría de austeridad absoluta y una cura de humildad necesaria.

Hacía tiempo que no veía una película en la que no pasaba tanto miedo; el miedo es un sentimiento humano en el cual tememos perder lo poco que tenemos, lo que tanto esfuerzo nos ha llevado conseguir; el miedo nos persigue, nos atenaza y nos convierte en las personas que somos. Es nuestro gen de identidad, somos el miedo que podemos superar, los temores nos acechan, nos paralizan y no nos dejan ser libres. No escribimos lo que pensamos por miedo a las represalias, no hacemos lo que debemos por miedo a perder a nuestra pareja, nuestros amigos, nuestro trabajo. El miedo condiciona y amordaza y curiosamente las personas que menos miedo tienen son las que más admiramos.

El miedo en esta película traspasa la pantalla pues es la supervivencia la que está en juego. El éxito radica en que sin haber ningún tipo de violencia, la atmosfera que se respira desde el primer momento agobia, enajena, asfixia y todo ello conseguido con un sencillo guión y una brillante actuación de la actriz protagonista Anamaria Marinca que nos dirige por la decrépita Rumania de Ceaucescu y con su lenguaje gestual y corporal es capaz de trasmitir esa sensación de incomodidad, de desasosiego, de nudo en el estomago, ayudado por unos planos largos y fijos desarrollados en muy pocos escenarios.

A medida que trascurre la historia se anticipa el final ya adelantado en el título de la película y para mí el desenlace me ha resultado absolutamente inesperado pero tan convincente como el que yo preveía. En definitiva, un alegato a la vida y a la libertad, y una prueba más que el talento y el dinero normalmente están reñidos, pues con 600.000 euros hacer esta joyita tiene un merito irreprochable que a más de un director subvencionado debería avergonzar
JOSE ANGEL
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