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Otra ronda

Drama Cuatro profesores de instituto se embarcan en un experimento sociológico en el que cada uno de ellos deberá mantener la tasa de alcohol en su cuerpo al mismo nivel, durante su vida diaria, intentando demostrar de esa manera que pueden mejorar en todos los aspectos de su vida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 147
Críticas ordenadas por utilidad
29 de noviembre de 2021
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Por desgracia hay etapas de la vida, dónde las personas se atascan, casi siempre debido al tren y ritmo de vida, donde los sueños se olvidan, el miedo se apodera y consume al ser, lo cotidiano acaba por ser la única verdad y las ilusiones no se renuevan debido a la inapetencia de quién los/nos rodean, y por desgracia los cuarenta o cuarentones son uno de los grupos que más lo sufren.

Aquí vemos como el alcohol, en formato juego de mesa, es la vía de escape del mundo gris de los protagonistas cuarentones, pero como en todos los juegos, las apuestas acaban por incrementarse e incluso llegar a ser algo obsesivo y quedar corrompido hasta el punto de volverse un mal hábito, que acaba por deformar la realidad, además de corromper y descomponer el mundo rutinario en el que vivían.

Un gran retrato social actual, por cuadriplicado, aunque tiene muchas pegas, como el ritmo, prefiero difundir el mensaje, no cebarme con el mensajero, 6/10.
Ranxomare
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29 de agosto de 2023
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“DRUK”

Año: 2021
Director: Thomas Vinterberg
País: Dinamarca
Calificación 7/10

‘Otra Ronda’ no es “un canto a la vida y al amor” -tal y como prometían sus premieres- sino más bien una buena reflexión sobre el alcoholismo y la crisis masculina de los 40. He de admitir que he echado un poco de menos ese nihilismo y vitalidad que promete tener, quizás en ocasiones se le van un poco los puntos dramáticos.
Miky Sánchez
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2 de febrero de 2024
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Esperaba mucho más de esta película. Los actores están genial, el ritmo no llega a aburrir, pero lo que cuenta no llega a interesarme y me parece haberlo visto ya, sobretodo con muchos paralelismos. Por ejemplo, con Die Welle ("La ola"), la similitud es excesiva, incluso parte desde el mismo entorno (un profesor), que propone un experimento y este va in creciendo hasta llegar a un dramático final... Le pongo un 6 por los actores, sino sería para un 5 y olvidarla sin recomendar.
Firedor
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8 de mayo de 2024
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¿Qué esta ridiculez de película? No tiene sentido, falsa, pretenciosa, aburrida, absurda, desagradable.
Que unos profesores quieran demostrar que pueden hacer cosas a través del alcohol me parece innecesario y asqueroso.
Lo único de esta película que me gusta es ver como hacen el ridículo nuestros personajes.
No me gusta la trama de esta película y me da nauseas, la veo y la olvido.
Santos Enrech
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25 de abril de 2021
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bebemos para celebrar. Bebemos para llorar. Bebemos para socializar. Pero, ¿de verdad el ser humano necesita una excusa para emborracharse? El alcohol ha sido una de las principales herramientas de socialización desde que la civilización es civilización, cada una apropiándose de ella a su manera. Para los antiguos romanos fue el vino, para los alemanes, la cerveza, para los americanos, el bourbon, para los japoneses, el sake, para los rusos, el vodka. Innumerables nombres para referirnos a la misma vía de escape de la realidad. A la misma solución para nuestros problemas. Al mismo momento donde el tiempo se detiene, volvemos a ser jóvenes y nuestros sentimientos, libres. Unos ríen, otros lloran. Algunos se atreven a perderse en sus encantos etílicos. Otros, sin embargo, se encuentran con ellos mismos. Todos encerrados en la misma pompa, frágil y mágica, diseñada para que miremos al abismo desde su protección y decidir saltar o no antes de que explote. Si el hombre es un genio cuando se está soñando, según Akira Kurosawa, el alcohol es el que hace de la vida, un sueño, en el que podemos ser genios, aunque sea, durante unos fugaces instantes antes de apagarnos como estrellas que nunca brillaron en su plenitud, perdidas en la noche eterna.

Bajo esta propuesta, Thomas Vinterberg nos regala una oda a la vida, una elegía a la muerte. La ambigüedad de la esencia humana definida en la alcohólica velada del director con sus nuevos compañeros de copas; ‘Bunky’ Jellinek, Finn Skårderud y Søren Kierkegaard. Cuatro amigos que se reúnen en el mismo bar y que, ronda a ronda, analizan al hombre y a la sociedad teniendo como punto de congregación la misma botella de la que beben hasta embriagarse del espíritu de la civilización en un viaje de altos y bajos, en una borrachera y una resaca, en el optimismo y el pesimismo que marcan el camino del hombre a recorrer en esta loca, loca vida.

Otra ronda ha conseguido ahogar las penas de medio mundo en unos tiempos tan convulsos como los que vivimos. Ha conseguido que miremos atrás, como su protagonista, añorando momentos de ebria lucidez en los que los problemas se disipaban entre copa y copa con amigos, familiares o hasta desconocidos. Ha conseguido retratar una sociedad ansiosa, depresiva y melancólica en una carta de vinos, amargos y dulces, con la que deleitarnos en una cata que emborrachó de penas y alegrías a los jurados de Alemania, de Chicago, de Francia, de San Sebastián y, esperemos, de Hollywood. Una tragicomedia en cuatro actos por la que atravesamos las fases del alcoholismo, experimentamos nuevos y viejos sentimientos y, sobretodo, nos hace exclamar qué vida es esta que nos ha tocado vivir.

Vinterberg diseña todo esto como una comedia satírica de altos niveles dramáticos en la que encuentra el equilibrio perfecto entre los patrones más actuales y aquellos que definieron el movimiento cinematográfico que él mismo impulsó, el Dogma 95, con la ayuda de su amigo y compatriota director Lars von Trier. Todo el peso de la película flota como una rodaja de limón sobre el explosivo y profundo cóctel que sus bármanes de confianza, Mads Mikkelsen y Tobias Lindholm, brindan en un despliegue de creatividad sin precedentes resistiéndose al canon cultural del alcohol como mal inapelable en la sociedad, invirtiéndolo como ya hizo von Trier con La casa de Jack (2018) en la que el asesinato se reformulaba como arte. A estas normas del denominado Voto de Castidad del Dogma 95 se le suma la enérgica dirección del director donde la cámara en mano está muy presente, y de forma más que acertada por las imágenes tambaleantes e inestables con las que se pretende dar cercanía, naturalidad y realismo a las veleidosas vidas de unos personajes que hacen del alcohol sus máximas vitales.

Son cuatro personajes, cuatro profesores, los que emprenden la crítica social del director danés probando la teoría de Finn Skårderud que asegura el déficit del 0,05% de alcohol que el hombre tiene en sangre y que, una vez corregido, es posible aspirar a la plenitud por el aumento de autoconfianza y la liberación de ansiedad que cada botella de licor tiene escrito, con letras invisibles, en sus etiquetas. Con la excusa del experimento sociológico, Martin (Mads Mikkelsen), Nikolaj (Magnus Millang Sørensen), Tommy (Thomas Bo Larsen) y Peter (Lars Ranthe), pacientes de ansiedad, crisis existencial y depresión, se suben al mismo barco para recorrer ese lago de etanol que da sentido a sus vidas.

Vinterberg arranca la película con una secuencia desbordante de alegría y felicidad como la semana de graduación danesa, en el que las instituciones acuerdan que la semana de celebración ha comenzado el 25 de junio para todos los estudiantes de secundaria graduados, haciendo de la ciudad una barra libre, una excusa para beber, para todos sus ciudadanos. Esto es precedido por un encabezado que evoca directamente a Kierkegaard acordándose de la juventud como un sueño y el amor como su contenido, inundando dicho preludio de melancolía por los buenos momentos vividos en la juventud, el ‘carpe diem’ que nuestros protagonistas añoran y el amor que les falta en sus vidas. Esta ambigüedad tonal va a ser la tónica general con la que Vinterberg mezcla el cóctel diseñado por Mikkelsen y Lindholm, moviéndose entre una graduación etílica de optimismo y pesimismo perfectamente balanceados que conforman la comedia y el drama, la borrachera y la resaca, en la que se sumerge. También, en estos tres minutos, el danés nos habla de algunos de los temas que analizará posteriormente; el alcohol como elemento de socialización, el fácil acceso a dicho producto por cualquiera que desee probarlo, la hipócrita promoción institucional de la bebida que alega que es justo, socialmente aceptable, beber si hay una causa que lo justifique o la teoría de Skårderud que vincula directamente el alcohol a la felicidad. Pero también nos sitúa en un tiempo muy concreto. [...].
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tiggy
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