Runner, Runner

Un joven que intenta costear su master en Finanzas en la universidad de Princeton colaborando con sitios de apuestas electrónicas, se involucra en la elaborada red ilegal que maneja un estadounidense desde Costa Rica. Si no se es muy exigente con algunos giros y situaciones del guión que en verdad cuesta creer, si se pasan por alto los clichés en torno a los latinos y no se toma demasiado en serio una estética y puesta en escena a medio camino entre la publicidad y el videoclip en sus facetas más estereotipadas, este thriller puede llegar a entretener y ofrecer un aceptable buen rato apreciando sus sofisticadas y tropicales locaciones, pero es poco más que eso. Mientras Justin Timberlake cada vez se muestra más cómodo como protagonista de un film, Ben Affleck sigue confirmando que -salvo esporádicas excepciones- es mucho mejor cineasta que actor, aunque acá hace lo que puede por mostrarse tan amenazador como carismático mientras refleja la ambigüedad ética de su personaje.

Una afición que en los ultimos tiempos se está poniendo de moda es, sin duda, el poquer; en especial el "poker online". De ahí, que sea normal que algún productor hollywoodense se fije en esta afición y los peligros que conlleva el manejo de dinero a través de internet para plantear una historia.

"Runner, Runner" empieza de una manera extraña. Mientras se nos bombardea con datos del juego en internet, un personaje es presentado: un estudiante de una conservadora universidad que se paga los estudios captando jugadores para una página de poker online. Tras prohibirle el rector de dicha universidad ejercer esa profesión por ir en contra de los valores de la institución, decide jugarse todo su dinero en una partida de poker. A partir de ahí es cuando empieza una película que nos asombra por su interesante trama. El protagonista, conocedor de que le han estafado en aquella partida de poker, va al encuentro del dueño de dicha página. A partir de ahí tendrá que vérselas con mafias y agentes de policía.

El largometraje destaca por la historia que cuenta y por su buena dirección, déjandonos muy buenas escenas de acción mezcladas con otras muy buenas de fondo humorístico. Además, entreve una ligera crítica a la corrupción y a los servicios de inteligencia norteamericanos. Su lado malo, tal vez algunas incoherencias argumentales.

En cuanto a los intérpretes. Destacar un Ben Affleck que está soberbio en un papel que, si bien es cierto, tampoco necesita grandes dosis interpretativas. De los otros protagonistas, Justin Timberlake no termina de convencer y Gemma Arterton infrautilisadísma.

Película bastante floja que empieza bastante bien pero que a medida que se va desarrollando la historia va cuesta abajo hasta llegar a un final que se veía venir desde los primeros minutos de la misma. Me gusta bastante la utilización de los términos de los casinos y juegos on line relacionados con el poker y demás juegos de azar con los que me pierdo pero que tampoco tiene la menor importancia para seguir la historia.
Lo mejor es la interpretación de Ben affleck que sin ser nada del otro mundo me convence su malo en ocasiones un pelín sobreactuado y lo peor es Gemma Arterton que parecia que iba a tener bastante peso en la historia y sin embargo no pasa de mujer florero, una más de las muchas que se paseaban en bikini por las propiedades de Affleck.

Interesante propuesta de Brad Furman, quien aprovecha la moda del póker online para narrar el viaje de un universitario espabilado (Justin Timberlake), que utiliza el juego como medio de costearse sus estudios universitarios (y con las reformas Wert más que deberá apostar).

"Runner, Runner" tiene un ritmo acelerado que la beneficia, ya que su argumento tiene poca profundización en los personajes, aunque entretiene y plantea algunos aspectos interesantes de las triquiñuelas de la red con las cuentas de sus clientes. Ben Affleck, tan de moda gracias a su dirección de "Argo", se muestra como un villano con complejo napoleónico bastante resultón.

Por supuesto, tenemos el clásico triángulo amoroso, un poco desangelado, pese a la belleza de Gemma Arterton, ya que es difícil saber si tiene dudas sobre su elección, está conchabada con uno, con otro... o simplemente le importa poco la partida que se está jugando.

Hay bellos pasajes exóticos de paraísos fiscales y algún buen secundario...

Se ve con la misma rapidez y velocidad con la que tal vez se olvida...

Necesitamos jugar para distraer a la muerte. Aunque el juego en las sociedades globalizadas termine siendo industria y negocio. Y a la vez crimen. El dinero lo inventó el Diablo y la avaricia humana atiza aún más esa inclinación (mi Padre diría: debilidad) hasta niveles de exacerbación demenciales. Jugamos y apostamos porque nuestras cotidianidades se regodean de vacío y banalidad. El propósito de todo jugador es tentar la suerte y a través de la emoción: ganar, y por la vía fácil, la del placer, sin dolor, sin sudor y sin sacrificio. Es la fiesta pagana más atractiva que el hombre se haya inventado para capear los tormentos de una existencia emocionalmente inestable, precaria. Los rituales alrededor del juego sólo representan un completo artilugio basado en el autoengaño y la auto alienación más pavorosa que el fracaso reiterado no contribuye a despertar. Jugamos porque nos aburrimos y muy en el fondo nos sabemos finitos. Los casinos y cualquier sistema de juegos y apuestas organizado contradicen el significado del envite y el azar. Nada es inocente y sí todo muy bien calculado. Los márgenes de ganancia son 70% para la “Casa” y un apenas 30% para los apostantes, y quizás, hasta menos. Este robo a la luz pública y con las víctimas que se dejan robar a su más completa satisfacción, cuando es legal, ya es obsceno, pero es legal. En cambio cuando la trampa y la corrupción se hacen presente ya entramos a unos niveles de flagrancia donde el crimen se expresa con toda su majestad. RUNNER, RUNNER es un thriller algo menor pero que Ben Affleck engalana y nos permite una radiografía de toda la corrupción que se mueve alrededor de los sitios de apuestas por INTERNET. Además, su planteamiento termina siendo discriminatorio hacia las “Repúblicas Bananeras” del Caribe, tal como es presentada Costa Rica en pleno siglo XXI, un lugar donde todo el mundo es propenso a ser sobornado. Tampoco se salva el siempre impoluto FBI cuando a través de uno de sus agentes llevan a cabo una declaración de principios que ya es común escuchar entre sus principales líderes políticos, al sostener la tesis que sólo en los Estados Unidos hay leyes que se deben cumplir a rajatabla, en cambio, en el “extranjero”, hábitat de mosquitos, monos, cocodrilos e indios, esa ley es perfectamente deleznable, es decir, su cumplimiento, una completa ilusión. Me he extendido algo porque el tema me toca muy de cerca ya que me confieso jugador y apostador empedernido, y en esto sobrellevo tanto la pasión como el chantaje (a nivel moral, a nivel de la conciencia), junto a un sentimiento basado en una ambigüedad relativa. El mejor retrato de los padecimientos y alegrías del jugador común se encuentra en la novela de Dostoievski: EL JUGADOR. En conclusión ésta RUNNER, RUNNER ni se acerca por asomo a CASINO de Scorsese, la mejor película sobre las miserias que envuelven a los casinos, aunque no desentona, y mucho mérito lo tiene la actuación sobria de Justin Timberlake.