Amor

Ta ta ta-tarararara-tarararara- etc. Qué gozosa y pegadiza música la que Francis Lai compuso para "Un hombre y una mujer", película mítica de los años sesenta que fijó para siempre la imagen icónicamente romántica y juvenil de Tritignant en nuestra memoria. Tal vez por eso resulta especialmente impresionante verle 45 años después enfrentándose a las dolorosas experiencias derivadas de la senectud y de una muerte próxima. Y lo mismo se podría decir de Emmanuelle Riva, inolvidable y bella protagonista de la genial "Hiroshima mon amour", autentica precursora de la Nouvelle Vague.
Pero todos somos Tritignant y Riva en cierto modo: en los momentos culminantes y gozosos de nuestra vida casi todos hemos retozado apasionadamente con nuestro ser amado mientras una cámara imaginaria nos acariciaba entusiásticamente dando vueltas a nuestro alrededor (como en "Un hombre y una mujer"), totalmente ignorantes del inmenso sufrimiento que la decrepitud previa a nuestra muerte tal vez nos depararía en el futuro. ¡Me cago en tus muertos Haneke, yo lo que quiero es ser siempre joven y feliz y pegarme un interminable morreo con mi amada en alguna de las muchas estaciónes de ferrocarril (simbólicas) que jalonan este absurdo y a la postre trágico viaje! Aunque en honor a la verdad debo decir que los reparos que tenía yo a la hora de ver esta película debido a su previsible dureza y clima más bien depresivo se han visto disipados al compararla con otras películas de Haneke, especialmente "Funny Games", casi insoportable en su descarnada crueldad. Y sigo en el spoiler...

Desde cierta distancia prudente el espectador observa como una enfermedad degenerativa pone a prueba el amor entre un matrimonio formado por personas mayores de clase media alta, cultos y bien educados. Ella que en su juventud fue maestra de piano estando aún en pleno conocimiento ve como la vida que en un tiempo fue hermosa se está convirtiendo en un pequeño infierno para ella y su compañero sentimental. Él con una paciencia sin límites intenta aparentar una falsa normalidad hacia el exterior, incluso hacia su hija.
Como todos los largometrajes de Michael Haneke es incomoda, dura, cruda, sin final feliz, este es un plato frío que te sirven sin música de acompañamiento, con el aperitivo de un cadáver en proceso de descomposición. Y con un final que te deja clavado en la butaca y que quizás no tenga ningún sentido, pero te hace pensar que significado podría tener, al igual que esa paloma que se cuela en el apartamento o esa carta que escribe el protagonista que no está dirigida a nadie en concreto.

Todos los que se acercan a este filme terminan coincidiendo en que sería maravilloso vivir un amor así. Sí, la noción de amor en la que se fundamenta la ilusión está ligada al hecho de que llegaremos a viejos y quisiéramos que la llama se mantuviera ardiendo con la intensidad de la juventud, transformada en grata compañía o en inigualable silencio junto a la cama, pero ardiendo.
Son tiempos difíciles para un amor así; a veces los encontramos en los ancianatos, cuando dos viejos se conocen para mitigar sus dolores y decir que se aman, así sus cuerpos ya no prometan más que la vida en el Cielo.
Por eso mismo esta película es vital, tan esperanzadora como triste; tan cargada de dramatismo como de alegría. Son días narcisistas para el amor... pero estas historias jamás dejarán de ser notables.

Michael Haneke, aquel cineasta que mostraba alguno de los peores defectos del ser humano en películas como 'Funny Games' se pone, o lo intenta, sentimentaloide mostrando a una pareja de ancianos que han vivido tiempos mejores.

Hasta ahora había visto dos películas del señor Haneke (la 'Funny Games' de 1997 y Caché) y ambas estaban correctas sin parecerme nada del otro jueves; en este caso mucha gente ha puesto por las nubes a 'Amor' elevándola a una de sus mejores películas, o la mejor, y llevándose multitud de premios por todo el globo terráqueo. Sin embargo, para mi, es otro intento fallido de congeniar con el trabajo del cineasta alemán, aunque esta película tiene sus virtudes.

Lo que más me ha gustado ha sido la pareja protagonista, tanto Jean-Louis Trintignant como Emmanuelle Riva están soberbios en sus papeles de George y Anna, pero está un poco mejor ella, esa interpretación de persona enferma que sufre y no quiere que la vean así es muy buena. Quizás el que cuente el final ya al principio le resta un poco de emoción al final, pero no hay algo que me haya hecho levantar del sofá excepto como ya digo las interpretaciones de los personajes protagonistas. Vale que es un retrato real de como se sufre la vejez y como se sufre cuando un ser querido lo pasa tan mal, eso lo reconozco y está bien que se haya hecho una película así, pero le falta ese algo para que me parezca una mejor película, quizás con un poco menos de escenas de como cuida él a ella y hubiera introducido un poco más de drama hubiera conectado más.

Como ya he dicho, está bien que alguien se haya atrevido a hacer una película así dando aire fresco al mundo del cine, y alabo los papeles de los protagonistas, pero ahí se queda. Buen intento.

Estamos ante una película que muchos describirían como terrible, pero no por su factura si no por los hechos que relata; la vida misma, esa etapa donde los más 'afortunados' aspiran a llegar y que sin embargo carece de las condiciones para ser comprendida y apoyada de la manera adecuada.

Michael Haneke nos demuele con "Amour" (2012), una cinta tan devastadora como agónica. Más de dos horas de la cotidianidad de una pareja de avanzada edad que -sin pretender revelar su trama- nos muestra incluso sin musicalización alguna, si no que en base a sólo los ruidos, diálogos y discusiones de la vida diaria, de las rutinas, de complejidades que no sabemos ver o que no queremos notar.

Se trata a todas luces de un film incluso incómodo pero igualmente vital. Íntimo y crudo, "Amor" es una sucesión calculada de tomas que aunque a veces parecieran torpes o innecesarias, están calculadas en su parte más mínima.

La honestidad a veces nos molesta y en este caso, llegando sin aviso nos desmorona. Nos vuelve pequeños y nos deja toda serie de conclusiones. Podrían escribirse libros sobre la gran cantidad de lecciones que se sacan tras ver este film.

La humanidad expuesta nos da pavor. El miedo nos inunda cuando nos vemos enfrentamos a lo inevitable en un mundo con tendencia hacia el aquí y el ahora, dando prioridad a lo exterior. Haneke en este atentado visual a la superficialidad, nos da una bofetada sin adornos sobre la vida, la muerte, las luces y las tan temidas sombras. Todo con protocolo y clase.

Recomendación:
Excelente. Una de las películas más crudas y a la vez elegantes sobre la vida y la muerte en la vejez.