Haz click aquí para copiar la URL

El triunfo de la voluntad

El triunfo de la voluntad
1935 Alemania
Documental, Intervenciones de: Adolf Hitler, Josef Goebbels
7,4
5.291
Documental Alemania, año 1934. Adolf Hitler acababa de llegar al poder un año antes. En Nuremberg, el partido nacionalsocialista celebra un triunfalista y patriótico congreso en el que se exaltan los valores del pueblo alemán y la raza aria. (FILMAFFINITY)
<< 1 3 4 5 6 9 >>
Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
13 de noviembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a repetir, con mis mediocres conocimientos cinéfilos, algunos de los elogios técnicos que se le pueden hacer a esta película-documental y a su directora. Tal vez, lo mejor que se puede decir de esta obra y de la intención de su directora es que, todavía hoy, 80 años después de su filmación, y conociendo la insondable oscuridad que la barbarie nazi hizo emerger de la entrañas de la moderna civilización, aún mantiene su vigor propagandístico y proselitista... hablando en plata, es difícil, por más probados que sean las credenciales y convicciones antifascistas de uno, no experimentar el deseo, aunque sea por un segundo, de alzar el brazo derecho... aunque sea para recuperar la cordura un segundo después y sentir cierta placentera auto-repugnancia (no quiero entrar en profundidades psicoanalíticas al respecto).

En cualquier caso, ése es en mi opinión el valor duradero de esta película, más allá de sus indudables virtudes cinematográficas: que es imprescindible para conocer en profundidad un fenómeno histórico como el nazi-fascismo. En general, soy poco amigo de convertir la Historia en un tribunal moralizante, algo que casi siempre desemboca en un ejercicio más reaccionario que lo que pretende denunciar y que suele servir únicamente para la autocomplacencia del que lo practica y para evitar ver las raíces de ese mal del que se pretende abjurar, y que, tal vez, si se miran con algo más de fría objetividad, acabe diciendo cosas poco tranquilizadoras sobre el sistema civilizatorio y de valores en el que uno se haya cómodamente asentado.

Sea como fuere, el fascismo como fenómeno histórico y como movimiento de masas, es el hijo postrero decantado de toda la crítica romántica a la Ilustración, tardío maridaje de añoranza feudal y fría racionalidad técnico-capitalista. Es precisamente esta singular mezcla lo que hace imprescindible el visionado de “El triunfo de la voluntad” para comprender en su amplitud este oscuro fenómeno “fascinante” (Sontag), que precisamente por tener las raíces que tiene, se basa en un componente de sentimentalismo irracional y atávico espíritu de grupo que no tiene igual en otras ideologías contemporáneas (en general, herederas de la Ilustración y con un componente predominantemente racionalista, como pueden ser el liberalismo o el marxismo). Por ello el nazismo es imposible comprenderlo plenamente simplemente desde la lectura de simplezas como el “Mein Kampf” o de “complejidades” heideggerianas, sino que exige sumergirse en la experiencia catártica de masas que tan bien supieron interpretar e instrumentalizar los nazis, empezando por ese auténtico genio político que era Goebbels. Por eso la crítica racionalista a la indudable pobreza de contenido del discurso fascista, propia de espíritus ilustrados, fracasó históricamente al hacer frente al nazismo.

La película pone de relieve estos elementos anudados de espectacularización y movilización de masas, que dormitan ocultos en el seno de nuestra misma sociedad –he ahí lo alarmante y lo que hace del visionado crítico de esta película un ejercicio intelectual y hasta políticamente saludable-, en espera de que se den las condiciones, tal vez no muy lejanas, para una nueva invocación. “El triunfo de la voluntad” es tal vez la mejor visualización de esta experiencia y por ello aún es un punto de paso obligado, histórico y, si se me apura, antropológico, para comprender los elementos de que se alimenta el fascismo. Insisto, ésa es precisamente la cuestión inquietante, la legitimidad intelectual de la conexión histórico-antropológica entre, por ejemplo, la muchachita bávara extasiada ante la presencia de su Führer y la cotidianeidad banal del fenómeno fan de la cultura pop: de la “fascinación” de Sontag a la “banalidad” de Arendt.

Una nota peligrosamente facilona: 8'8.

P.D.: En spoiler una recomendación extra para profundizar en el sentido de esta crítica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Muntzer
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leni Riefenstahl ha dejado una huella imborrable en la Historia del Cine. Su influencia en el campo del documental es notoria, pero ante todo se la recordará por dotar al mundo de documentos fílmicos de incalculable valor histórico: los documentales de propaganda fascista que le encargó el partido nacionalsocialista y que ella desempeñó con maestría. Nunca se ha conseguido captar en imágenes una idea, una ideología, un mensaje, del mismo modo.

Hitler convocó en septiembre de 1934 un acontecimiento de una magnitud jamás igualada: el sexto congreso del partido en Nuremberg. Miles y miles de alemanes se congregaron durante tres días alrededor de su ídolo, en un fastuoso espectáculo en el que se se sucedieron discursos, desfiles militares y demás ceremonias de exaltación nacional. La espectacularidad del evento, en que miles de individuos se comportaron como una masa uniforme fue retratado por la joven cineasta, que contó con todos los medios para realizarla a lo grande. Las casi dos horas de metraje del documental son solo una pequeña parte del total rodado, y el resultado conserva toda su fuerza casi ochenta años después. Los encuadres fotográficos son hermosos, espectaculares y de gran complejidad técnica incluso hoy. Pero no sólo la genialidad de la fotografía y el montaje brillan, sino la habilidad para grandificar el nacionalsocialismo. Cada imagen busca transmitir lo símbolos, el poder de la figura del Fuhrer y la grandilocuencia de su discurso (efectista pero vacuo y simple en contenido, así como la bárroca escenografía, burda y exagerada. Hoy cuesta creer como tamaño despropósito tuvo tanta acogida).

Estremecedora, poderosa y efectista, “El triunfo de la voluntad” es el mejor documento de esa oscura etapa histórica, y un documental de gran valía visual.
Néstor Juez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
24 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente la película de propaganda más famosa, infame e importante de la historia. Fue un encargo personal de Hitler a Leni (puenteando a Goebbels, por cierto, lo cual no le sentó especialmente bien; al contrario de lo que dicen por ahí, al enjuto ministro de propaganda no le gustó nada la película) y se convirtió en visionado obligado de los niños en el colegio durante la siguiente década. Fue un elemento imprescindible en la fábrica de nazis. Y sigue siendo alabada en parte por sus logros técnicos: nada que discutir al respecto, es una maravilla técnica y estética, llena de imágenes memorables que marcarían escuela y con un montaje quasiperfecto. También es, la verdad, un poco aburrida (al final son dos horas de desfiles, revistas y marchas militares con discursos). Pero me ha sorprendido (y esto hay que cogerlo con pinzas) lo curiosamente poco “ideológica” que es. Apología y glorificación total del nazismo, sí, pero salvo el discurso final de Hitler en la clausura del congreso la realidad es que hay más bien poco contenido político (la mayoría del resto de discursos son breves, simplones y genéricos). Propaganda mal hecha y poca oratoria. ¿Dónde está su poder entonces? En la fuerza bruta. Es una glorificación del nazismo no por la vía de su discurso o sus ideas sino de su poder físico puro: las aglomeraciones de decenas de miles de personas en perfecta sintonía física, las marchas, los gritos, los gestos sectarios, las amenazas, los cañonazos, el mar de banderas, las insignias, las catedrales de luz… el objetivo no era convencer sino fascinar. Y no es de extrañar que lo consiguiese porque, visualmente, sigue siendo una película sencillamente apabullante. El sentido geométrico de Leni Riefenstahl filmando el movimiento las masas es increíble (por cierto, cierto señor barbudo de San Francisco reconoció haberse inspirado en ello para sus propios “storm troopers” de cierto imperio maligno) y la forma de usar el montaje para poner a Hitler en el centro de toda la acción, aun sin hacer nada, aun siendo un fotograma congelado en alguna escena, magistral.
¿Sigue teniendo relevancia hoy en día? Para mí, mucha. Por supuesto está el innegable interés histórico (desde esas imágenes aéreas de un impoluto casco antiguo de Nüremberg antes de los bombardeos o esa arquitectura funeraria megalomaníaca de Albert Speer en pleno esplendor al registro en vivo de personajes tan decisivos en la historia del siglo XX) pero hay, sobre todo, un interés humanista: presenciar de primera mano, y sin ficciones, lo bajo que puede llegar a caer el ser humano. Y, sobre todo, identificar cómo se llega ahí. No es que sea precisamente un gran aficionado a los grandes actos públicos, el orgullo nacional, la cultura identitaria, las exhibiciones militares o el tradicionalismo, pero esta película ayuda a no tocar ni con un palo nada relacionado con lo anterior, a ver sin filtros la absoluta locura de la masa cuando se le da rienda suelta (también llamada “libertad o comunismo”) para actuar dejando de lado los principios morales y la ética individual para ocultar sus crímenes en la mayoría. Es un retrato escalofriante de lo que pasó que radiografía las señales, tan obvias como aparentemente desconocidas, para saber lo que puede llegar después e intentar evitarlo mientras aún estamos a tiempo.
Y, sobre todo y a modo personal, es un registro criminal de sus autores. No sólo de sus responsables políticos o militares conocidos, también de esa señora con bebé en brazos que se acerca a entregar una corona de flores a Adolfito, esa pareja joven que no evita la llorera ante la vista del amado líder, esos niños prepúberes que disfrutan con la autoridad absoluta de juguete que les han dado, esas familias con parálisis muscular en el brazo derecho que abarrotan ventanas y azoteas con entusiasmo infinito. Para los negacionistas, los que exculpan a los que colaboran con el horror porque todo el mundo hacía lo mismo, los que nunca fueron fascistas pero no podían hacer otra cosa, los que no les importa porque al menos saben gestionar, los que miran siempre a otra parte. Ahí los tenemos a todos, inmortalizados con su culpa para la eternidad. La película de propaganda definitiva convertida en el mejor documento para desautorizar a sus responsables. Una película necesaria para tener cautela, para reflexionar, para no dejarnos llevar por el odio. Aunque sea sólo por no quedar retratados así para la posteridad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mogwai
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
16 de agosto de 2011
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Años después de mi último pase de esta película, vuelvo a retomarla con cierta distancia y una pizca más de crítica y, aún así, sigue intachable y sorprende el tremendo poder de emocinar que tienen sus imágenes. Uno casi se deja arrastrar por la marea de imágenes, ángulos, travellings, panorámicas, planos,... Se puede emplear este material como un continuum de clase magistral de buen cine. Increible también que todo el peso que tiene detrás siga siendo un pozo sin fondo de terror y podredumbre. "Y detrás de la belleza habitaba el horror".
pepemorocha
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2 de agosto de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No temáis por ser un documental nazi de propaganda y acercaos a esta maravilla visual que puede ser "El acorazado Potemkin" alemán.

La directora, Leni Riefenstahl, logra hacernos sentir lo peor: simpatía por los nazis. Lo consigue con un excelente despliegue de ingenio cinematográfico que también supone una innovación en el Séptimo Arte (tal y como hizo el ruso Eisenstein) en el que se incluye el uso magistral de planos en movimiento y fijos (primeros planos, planos detalle, planos generales, planos medios, etc) con un gran gusto estético y que, combinados con la música, que sabe callar cuando debe, de manera excepcional, nos logra arrastrar en esta marea propagandística triunfalista del III Reich. El combinado resulta en unas imágenes poderosísimas que se te quedan grabadas en la retina y la memoria y te estremecen haciéndote sentir como un fanático hitleriano durante casi dos horas.

Si todos los propagandistas fueran como Leni Riefenstahl no dudaría en tragarme todo su panfletismo.
Pachón
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 3 4 5 6 9 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow