Dallas Buyers Club

Llegados a este punto, la mafiosa industria farmacéutica se posiciona como una de las más potentes de la actualidad mundial junto a drogas y armas. Arma de doble filo sin duda, los grandes sobornos que ofrecen, les permiten limpiar la nefasta imagen que en realidad tienen.
Jean-Marc Vallée, muestra esa faceta que tantos años lleva acechándonos y que tan difícil esta siendo eliminar, sin importarle ni lo más mínimo a las altas esferas si los fármacos que nos intentan colocar pueden ayudarnos a vivir o a morir.

Un pletórico aunque físicamente demacrado McConaughey (Oscar incluído) sostiene él solito todo este drama médico; una dura crítica sobre los intereses de las grandes empresas farmacéuticas por sacar tajada económica en los albores de la epidemia de Sida en los años ochenta. Aquello que ya se ha visto otras veces de si las farmacéuticas pelean por erradicar realmente una enfermedad o sólo buscan lucrarse a costa de los pacientes, los cuales convenientemente seguirán enfermos.
Un drama de andar por casa, que no recae en la sensiblería lacrimógena ni el pesimismo existencial, con una visión también sobre la evolución de la visión de la homosexualidad que tiene este vaquero de rodeo de Texas, quien al principio considera su diagnóstico de seropositivo como una afrenta a su hombría. Por otro lado, una visión realista de cómo se consideraba esta enfermedad en sus inicios por la información sesgada e interesada.
Secundado por un Jared Leto sorprendentemente caracterizado, pero cuyo Oscar a actor secundario se antoja un tanto excesivo. Pero ya saben que en Hollywood este tipo de transformaciones valen medio premio ya de por sí.

Película basada en la vida real de Ron Woodroof un vaquero de rodeo tejano que diagnosticado de SIDA en Julio de 1985, y con una esperanza de vida de 30 días, luchó para no ser medicado con AZT y sí con fármacos alternativos menos tóxicos enfrentándose por ello a la administración estadounidense.

Una vez más la historia del hombre que solo inicia una lucha contra gigantes, se le unen cuantos desesperados como él le conocen y, finalmente, consigue su propósito tras no desistir en ningún momento ante tantas dificultades que se le presentan.

Con aceptables guion y dirección sin duda esta película quedará sobre todo en la memoria de sus espectadores, salvo a quienes la lucha contra el SIDA les ataña muy de cerca, por las grandes interpretaciones de sus protagonistas (Matthew McConaughey y Jared Leto fueron galardonados con sendos oscars y la interpretación de Jennifer Garner también resulta memorable).

“Dallas Buyers Club” es un correcto “biopic” susceptible de un análisis doble.
De una parte, la narración que hace de la lucha por la supervivencia de ese pícaro que acaba convertido en una especie de Robin Hood moderno primero, y de Martin Luther King después, de los enfermos de SIDA durante los oscuros –oscurantistas- primeros años de la entonces mal llamada “peste gay”. A ese nivel, la película funciona. Con más oficio que brillantez, sí, pero demuestra sobrada eficacia. Sobre todo porque elude la tentación lacrimógena para fajarse con áspera hombría en la denuncia de las prácticas más que abusivas, mafiosas, de las grandes corporaciones farmacéuticas, y la connivencia casi criminal –sin el “casi”, me atrevería a decir- de éstas con el Estado.
No obstante, el meollo de “Dallas Buyers Club” se encuentra, indudablemente, en el duelo interpretativo entre Matthew McConaughey y Jared Leto. El primero se reivindica de una vez como actor, tras cerca de dos décadas siendo poco menos que un pedazo de carne bien torneada. El papel es perfecto para ello, la Academia ha acreditado con creces su gusto por personajes del mismo pelo. Independientemente de lo cual, McConaughey entrega un trabajo impecable, reforzado por una caracterización definitivamente sobrecogedora. Ambos premios Oscar –Actor y Maquillaje- resultan indiscutibles. El tercer galardón con que se alzara esta cinta fue para el otro pilar de la misma: Jared Leto. Éste se desenvuelve con suma comodidad en la travestida piel que le toca en suerte. Aunque a él es más habitual verlo en aprietos así –y no es juego de palabras; “apreturas” quizá sí lo fuera-, ofrece una interpretación no por esperada menos admirable. Roba planos consumado, el tira y afloja al que asistimos entre su transformista politoxicómano y el vaquero homófobo encarnado por McConaughey hace volar la película mucho más alto de lo que sus premisas, tanto argumentales como fílmicas, pudieran haber hecho suponer.

La nueva película de Jean-Marc Vallée, después de Café de Flore, es un biopic nominado a 6 Premios Oscars que se estrenará en España el 14 de marzo. La película narra la historia real de Ron Woodroof, un tejano, cowboy de rodeo y electricista. Ron es un retrógrado y homófobo sureño que gasta su tiempo en probar todas las drogas y mujeres a su alcance.

Después de un accidente descubre que tiene SIDA y solo le dan treinta días de vida. Estamos en 1985 y su enfermedad representa un estigma social que lo deja sin amigos, sin casa y sin vida, además de ser considerado por su círculo social como un “marica infeccioso”. A partir de este momento, el único objetivo de Ron será sobrevivir todos los días que pueda. Para ello, luchara contra los laboratorios y el Estado para poder utilizar y vender todas las drogas prohibidas que pueden ayudar a sobrevivir al SIDA un día más. Pero el Estado y las farmacéuticas, que de esa forma no ganan dinero, intentaran impedir sus avances.

La película consta de dos partes. La primera, en la que descubrimos a Ron, es un excelente drama que lleva a la película a un alto nivel. Sin embargo, la segunda parte, que es casi todo el metraje del film, se basa en su lucha con las farmacéuticas y aunque está bien realizada y es interesante, se hace muy monótona y plana dejando la película un poco estancada.

Pero lo importante de Dallas Buyers Club es otra cosa. Hay ocasiones, y esta es una de ellas, en las que una interpretación es tan grande que la película que la contiene se queda pequeña a su lado. Este es el caso del film de Jean-Marc Vallée, una película más que aceptable pero que tiene a un actor haciendo una obra maestra de la interpretación. Ron está interpretado magistralmente por Matthew McConaughey. Favorito en todas las quinielas para el Oscar a mejor actor y ya ganador de varios premios por esta interpretación. Es increíble ver la progresión de este actor, anterior guaperas de Hollywood, convertido en un intérprete de esta envergadura. Algunos podrían pensar que su extrema delgadez es lo que hace que se lleve los premios, muy dados a recompensar los cambios resultones, pero este no es el caso. Su personaje está muy delgado, sí, pero eso es lo de menos, cada frase, cada escena, cada postura y cada expresión de su interpretación llena la pantalla de calidad y eso es lo importante. Su personaje está interpretado con pasión, profundidad y una perfección de veterano. El otro punto destacable de la película es la interpretación de Jared Leto, también muy premiada y firme candidata al Oscar a Actor Secundario. Su interpretación de travesti es simplemente magnífica. El reparto lo completa una discreta Jennifer Garner en el papel de doctora.

Por lo tanto, estamos ante una interesante película sobre los albores del SIDA en Estados Unidos que, además, plantea y denuncia cuestiones sobre la ética de las farmacéuticas y los organismos de regulación de las mismas muy interesantes dado que están basadas en sucesos reales. Pero por encima de eso, esta la interpretación de Matthew McConaughey que hace grande la película y todas las escenas en las que aparece junto a un también destacable Jared Leto. Sin duda, Dallas Buyers Club es una de las películas de la temporada, pero por encima de todo, tiene la interpretación del año.

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