Los fabulosos Baker Boys

El cine nos ha dado grandes películas. Muchas de ellas me gustan, incluso las recomendaría. Y algunas de ellas, no las puedo olvidar.

Es el caso de "Los Fabulosos Baker Boys". Después de una estancia por EE.UU. y de observar y vivir distintas situaciones tantas veces recreadas en el cine, tenía claro que a mi vuelta a España iba a revivir por tercera vez, y antes que ninguna otra cinta, esta obra que me fascina. Y muchos han sido los momentos que he podido ver recreados.

Reconozco que quizás buscaba una vuelta a la realidad. Si algo tiene la aventura de los hermanos Baker y Susie es una buena dosis de realidad, como la vida misma. Pasajes románticos y desencuentros. Éxito y fracaso. Decadencia y supervivencia. Rencor y perdón.

La película en sí tiene grandes momentos, desde la aparición en escena de Susie o su interpretación del "Making Whoopee" hasta un final sencillamente espectacular. ¡¡Me encanta!!.

¿Quién no confía en su intuición?.

Desde los 80, nos llega esta cinta fabulosa sobre el "negocio" familiar de dos hermanos, consistente en tocar el piano en locales donde para tal menester se les requiera. Aunque la reinvención se meterá en su empresa, malos tiempos mediante: La adición de una cantante que dará (mucho) más empaque a su espectáculo, pero que peligrosamente trastabillará unas bambalinas ya en proceso de deterioro progresivo; que una de bandera fémina entre dos hermanos de caracteres distintos pero igual de cabezotas, no puede sino recortar la longevidad de tan entrañable trío.

Un conjunto fílmico de lograda calidad, con hermosos momentos como la celebración en la habitación de hotel, con estética de musical de los años 30 con Fred Astaire, con la preciosa "Moonglow" de banda sonora. ¿Menciono el ya antológico momento de una Diosa en rojo, de sensual y acariciante voz cantando sobre el piano, por si queda alguien que no lo conoce?

Kloves nos regaló una de las películas más sinceras, románticas e imperecederas de los años ochenta. Nos encontramos probablemente ante una película de muy agradable visión, donde no abundan los momentos melodramáticos. Es un film sobre sentimientos verdaderos y relaciones familiares.
Desde un punto de vista técnico es una película notable. La banda sonora es sobresaliente. Ver actuar juntos a los hermanos Bridges es un gusto pero sin lugar a dudas la mirada, la voz, la gestualidad y la legendaria belleza de la talentosa Michelle Pfeiffer se adueñan de la función.
En resumidas cuentas, solo por ver el despliegue de una bellísima y talentosa Pfeiffer merece la pena.

Dirigida por hoy un prácticamente desconocido Steve Kloves, el cual hasta entonces había sido guionista, el film nos ofrece un curioso triángulo: Frank (Beau Bridges) y Jack (Jeff Bridges) son dos hermanos pianistas que trabajan en clubs diversos en plan dúo de pianistas (en nuestro país se dedicarían a los BBC), y que ven la necesidad de localizar a una vocalista para salir del estancamiento en que se encuentran. Y entonces llega Susie (Michelle Pffeiffer).

El film avanza entre actuación y actuación enlazando aspectos cotidianos de una vida de hotel en hotel, de club en club. Kloves, mantiene un ritmo delieradamente lento, al igual que la banda sonora que adorna su relato, mientras se toma su tiempo para dar profundidad a los tres personajes (de hecho aparte de ellos el resto de personajes estan desdibujados o incluso simplemente esbozados), Frank que ha sabido tragarse su orgullo para sacar adelante a su familia, por lo que el piano no es más que un negocio para él, Jack un perdedor que se deja llevar por su hermano, a pesar de sus inquietudes algo más artísticas que su hermano, y finalmente Susie, un personaje del que no sabemos mucho, excepto que es independiente y trata de evitar cualquier relación no profesional con sus compañeros de trabajo, en especial de Jack.

Sin embargo, este tercer personaje será en el fondo el detonante de convulsiones entre los dos hermanos aparentemente bien avenidos hasta su llegada. Aunque sólo aparentemente. La fuerza del film radica sobretodo en las interpretaciones de los tres protagonistas, y hay que decir que los tres están soberbios. Sobretodo Michelle Pffeiffer (su escena encima del piano ya es uno de los referentes del cine), aunque los hermanos Bridges no quedan demasiado detrás. Kloves maneja perfectamente el material al ritmo que le conviene, articulando una película muy interesante.

Las vicisitudes del trío formado por dos pianistas y una cantante, de a pie, que son la inmensa mayoría de los músicos en la vida real. Ganándose la vida como pueden, tocando en bares, hoteles y salas de fiesta.

Se muestran las frustraciones, la dureza del trabajo, de aquí para allá haciendo disfrutar a la audiencia pero sintiéndose insoportáblemente solos entre el público, los efectos en la relación profesional entre ellos. Efectívamente uno de los principales males de casi todos los músicos, sean generales, o como estos, miembros de la tropa.

Es, por tanto, una historia muy real, pocas veces en el cine salen tan bien y exhaustívamente retratados estos "obreros" permanentes de la música. Aunque poco se cuenta de la situación personal particular de cada uno de ellos fuera del ámbito de sus actuaciones.

El argumento es atractivo, está muy bien hilvanado; posee escenas memorables: algunas elegántemente cómicas, otras tristes y muy duras, tanto de las rerlaciones entre los tres personajes, como de las actuaciones de los dos instrumentistas y de una pletórica Pfeiffer, que canta muy bien y ofrece fascinantes e hipnóticas actuaciones.

Magnífica, bellísima música de jazz. Absorbente todo el conjunto de este filme sobresaliente, que deja un agridulce sabor y la sensación de haber visto un clásico.