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A pleno sol

Intriga. Thriller Tom Ripley, un cazafortunas, es enviado a Europa por el señor Greenleaf para buscar a su hijo Philip, un playboy mimado, y llevarlo de vuelta a los Estados Unidos. A cambio recibirá 5000 dólares. Philip engaña a Tom fingiendo que está decidido a volver, pero no tiene ninguna intención de dejar a su prometida ni de cumplir los deseos de su padre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
2 de mayo de 2014
26 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alain Delon, el Tom Ripley más fiel, según Patricia Highsmith. No sólo eso: también declaró que era la mejor adaptación de todas sus novelas. Convertida, a los más de cincuenta años de su realización, en un clásico, en un film de culto para aficionados despiertos, “A pleno sol” es uno de esos “milagros” irrepetibles que dio el cine europeo en unos años de gran creatividad y que sólo puede entenderse y apreciarse a la luz de la época en la que nació, el final de los años cincuenta, uno de los propósitos que animó a René Clement fue demostrar que los postulados de la “Nouvelle vague” podían aplicarse a un film comercial. Una magistral adaptación de la novela “El talento de Ripley” de P. Highsmith, un thriller vigoroso donde no falta el suspense, la angustia y el crimen. Fotografiada excelentemente bajo el sol del mediterráneo por Henri Decae y una música maravillosa de Nino Rota.

En “A pleno sol” se viaja mucho, los personajes se mueven por mar en yate y por tierra, pasan la noche vagando por la romana Vía Veneto y en los clubes nocturnos de la zona para amanecer en el soleado Mongibello. Pero nunca lo hacen por placer, aunque en ocasiones pueda parecerlo: para ellos el viaje no es más que la proyección de su vacío, Phillipe Greenleaf (Maurice Ronet), o de su atormentado interior, Tom Ripley (Alain Delon), Marge (Marie Laforet), o una necesidad para conseguir su propósito. El dinero, la envidia y las relaciones de dominio conforman el argumento, desarrollado en los ambientes de la “dolce vita” romana en días de frenesí. Phillipe es un caprichoso millonario que mantiene amistades con otros ociosos de su clase, como Freddie, otro adinerado grotesco, charlatán y clasista, no sabe qué hacer con su tiempo y con su dinero, Marge es su enamorada que se debate entre un amor que le hace sufrir y un trabajo sobre arte que no sabe concluir. Ripley recibirá 5,000 $ del padre de Phillipe si consigue que éste vuelva a casa en San Francisco.

En apariencia, todos se llevan bien pero hay un desplazado entre ellos: un pobre entre ricos: Tom Ripley. ¿Y qué puede hacer éste rodeado de semejante fauna? Freddie lo desprecia en público, y Phillipe tiene todo lo que le falta a Ripley: el amor de Marge, dinero y elegancia, no se puede vivir entre tanta humillación sin sentirse afectado: Ripley tiene que escribir las postales turísticas de Phillipe , servirle de guía, ser ocurrente, mediar en sus disputas amorosas con Marge. Es el bufón en una corte de parásitos que tiene su centro en Mongibello en el que reina Phillip Greenleaf. Ripley es frío, astuto y calculador, un amoral corroído por la ambición. Una sencilla camisa veraniega es una prenda elegante en Phillipe, y en Ripley poco más que un andrajo, hasta los bronceados tienen matices clasistas.

Los mejores momentos de “A pleno sol” – si puede decirse eso de un film tan denso y compacto como éste – están apoyados sobre el contraste entre la tensión interna del relato y los elementos externos que, a veces, la suavizan y, otras, la potencian. El cineasta sabe exprimir la tensión de forma natural, cuando Ripley adapta la impostura, desenvolviéndose con naturalidad ante los acontecimientos. René Clement siempre jugando con el paisaje y el folclore italiano, sus gentes, sus mercados y su aire desenfadado. La mecánica del suspense está al servicio de la fascinación que despierta el personaje de Ripley y su metódico comportamiento. Una lección de cine, manteniendo intacto el origen literario.
Antonio Morales
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5 de mayo de 2012
24 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está basada en la novela "El talento de Mr. Ripley" (1955) de Patricia Highsmith. Las peculiares características del protagonista, su oscuro y tortuoso mundo interior, su amoralidad, causaron tal fascinación por la originalidad y la audacia de la autora, que dieron lugar a una serie de cuatro novelas más basadas en el desenvolvimiento posterior de las aventuras de Tom Ripley: La máscara de Ripley (1970), El amigo americano (1974), Tras los pasos de Ripley o El muchacho que siguió a Ripley (1980) y Ripley en peligro (1991).
El desarrollo del film de Clément expresa a la perfección el espíritu de la novela, en particular gracias a la actuación inmejorable de Alain Delon, que parece haber desplegado todo su talento en aquel 1960 en que también se estrenó la imperdible "Rocco y sus hermanos", donde Luchino Visconti lo elevó a la más alta cima de la actuación.
Lo que cuesta comprender es por qué, llegados los minutos finales, el director decide apartarse por completo de la novela y dar un giro hacia un final "políticamente correcto", más propio del universo de Hollywood que lo que esperamos de una película francesa.
De todos modos, a quien no haya leído la novela, la película le fascinará sin que el final le traiga decepción alguna. Así, pues, a disfrutarla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LaRubia
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5 de agosto de 2010
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que me llevó a verla la aparición en ella del apuesto Alain Delon. Pero, una vez vista, todo lo que recuerdo es bueno -incluso Alain Delon.

El personaje de Maurice Ronet es tan déspota y fatuo que hasta hubo momentos en que comprendí las pretensiones de Ripley. Es natural querer medrar, sobre todo si crees que tu inteligencia se lo merece; pero hay formas inmorales de medrar. Y eso, no puede quedar impune. Pero me gustaría que quedara.

Porque Ripley es más simpático, tiene más carisma, es más guapo, ... sólo le falta tener dinero para poder dedicarse a distribuir su "savoir faire" y su "charmée" a discrección.

Un personaje que cautiva, en todas las novelas. Aunque sabemos que es calculador, interesado, frío, tiene tanto poder de persuasión que siempre nos ponemos a su lado.
luguca
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21 de diciembre de 2009
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un ambicioso joven es contratado por un multimillonario americano para intentar convencer a su alocado hijo, que lleva una vida de disipación y de juergas continuadas en el sur de Italia, de la necesidad de regresar a los Estados Unidos. La relación entre los dos jóvenes pronto se volverá tensa y desembocará en un planificado crimen y en una suplantación de identidad.
A pleno sol tiene todas la virtudes y encantos del cine de principios de los años 60, un cine clásico pausado y sin sofisticaciones ni trucos digitales. La película tiene una excelente fotografía con unos exteriores de un gran valor histórico, que reflejan la sencillez de la vida y costumbres de los pueblos y ciudades mediterráneas de aquélla época.
El film empieza de manera cansina, pero a medida que avanza el metraje el interés va aumentando hasta enganchar al espectador con una trama de engaños bien narrada.
Alain Delom asume con un carisma incipiente, el papel de un joven amoral y ambicioso que no dudará de llegar al asesinato. Maurice Ronet interpreta el papel del hijo descarriado, con esa ambigüedad tan característica en el.
Conclusión: Excelente ejemplo del cine policíaco europeo de aquella época, muy recomendable.
El marinero solitario
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10 de abril de 2015
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una Nouvelle Vague en pleno proceso de ambiciosa renovación de las convenciones cinematográficas, René Clément se atrevió en 1960 a adaptar la archiconocida novela de la escritora estadounidense Patricia Highsmith "El talento de Mr. Ripley", dejando a un lado la pretenciosidad cahierista, abrazando con sincera nostalgia el clasicismo del género thriller.

La película es una historia de suplantación de la identidad llevada a cabo por Tom Ripley, encarnado por un joven Alain Delon. Ripley, en su ansia por conseguir el dinero que conseguiría con la muerte de su amigo Philippe Greenleaf, decide consumar su crimen en una alucinante y perturbadora escena en un barco en alta mar. A partir de aquí, Clément nos narra con pulso firme las tretas del asesino y los momentos de extrema tensión donde deberá mostrar su sangre fría para ocultar su engaño a familiares, al personal del hotel donde se hospeda y a la Policía.

A este respecto, la continua sensación de riesgo que vive el protagonista en su temor por ser descubierto hace que el espectador se sorprenda a sí mismo empatizando con él en todo momento. Clément juega con nuestros deseos diabólicamente, nos pone en el papel de Ripley, mantenemos la respiración en sus momentos más decisivos. Consigue que hagamos de Ripley la encarnación de nuestro lado perverso. Y para ello engrana de forma eficaz un ritmo y una puesta de escena en la trama que cuenta. El mejor Hitchcock asoma en cada secuencia, en cada silencio de los personajes, en cada primer plano angustiante, que contribuyen a acrecentar esa sensación de riesgo al que hacía referencia.

A todo esto ayuda la música del genial Nino Rota y una factura técnica sin casi ningún atisbo Nouvelle Vague y precisa en su contribución a mantener la tensión en cada segundo. La película sirvió también para la consagración como mito erótico de Alain Delon.

Muy recomendable.
pedro_terrero
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