David el gnomo (Serie de TV)

Decía aquel eslogan eso de que "No te haces más viejo, te haces más sabio"... Viendo con la siempre cruel perspectiva que da el tiempo ésta serie, he de reconocer que David no sólo venció a las polillas que acartonan los viejos recuerdos. En vez de eso, cuando revisitas la serie, percibes en cada capítulo un mimo y un acervo por contar una historia de calidad para niños y adultos. Convirtiendo la serie en un clásico para los que nacimos en los 80'.

David el Gnomo supo imbuir el acervo y el espíritu constructivo, imaginativo y soñador de toda una generación, ahí donde comienzan a formarse los valores y las identidades, una simple serie de dibujos animados consiguió eso sin pestañear y sin convertirse en un tostón infumable. Todos los capítulos son entretenidos y los personajes te atrapan y se hacen querer, hasta el punto que su epílogo final, traumatizó a una generación entera de la misma forma que hiciera el entrañable Chanquete.

Pero para la historia quedaron los cientos de aventuras frente a los malvados y torpes trolls, la batalla contra las arañas, entre otras muchas.

La realización es estupenda: canciones y melodías inolvidables y una calidad en el dibujado de los capítulos que, a pesar de los años, sigue conservando su estilo y lustre.

Fue tal el impacto de esta serie, que hasta una conocida marca de galletas sacó una maqueta de la casa de David el Gnomo bastante cuidada para los estándares de la época.

Valores. Esto es lo que aportaba esta serie a los niños que, como yo, la veíamos en nuestra tierna infancia. Humildad, generosidad, ser amigos de nuestros amigos, sentido de la justicia.
No llego a comprender porqué tiene esta nota tan baja, injusta a todas luces en mi opinión. Me gustaría que algún día mis hijos vieran esta serie y no Sinchan y cosas peores.
Enfin, siempre recordaré con cariño esta serie. Y no estaría de más que algunos adultos la revisarán.

Aparte de los enormes Ramón Langa y Matilde Conesa, que ponían palabras y sonidos en las bocas de Swift y Lisa, sobresalía, entre las voces de los actores de doblaje, la de Teófilo Martínez, el maestro, en las veces de narrador de toda la historia. Voz que resultaba, a la postre, uno de los tesoros de una serie inspirada en la Naturaleza, una serie que nos enseñó que nadie es mejor por ser más grande y que nos hizo llorar a lágrima viva: ese episodio final con árboles de por medio fue un trallazo a la línea de flotación de toda una generación hipersensible.
Un espacio bonito y respetable, DAVID, EL GNOMO; que muchos de nosotros sabemos ahora cómo y cuándo cambia el tiempo y hacia dónde sopla el viento porque lo aprendimos allí.

¿Quién no recuerda el maravilloso rap de David el Gnomo en la sintonía inicial de la serie?
Vamos, tenía el tío un flow que ni Eminem. "Evitando a los enemigos, a los trolls y a las mofetas, con mi gorro y con mi zorro voy corriendo de aquí para allá. Ten cuidado, no me pises, si es que estás cogiendo setas, no sea que cometas una barbaridad". Maravilloso.
Bromas aparte, sin duda es una serie que gustó e hizo llorar (ese final...) a muchas generaciones de niños y no tan niños españoles, que enseñaba buenos valores de valor y solidaridad y que era la mar de entretenida. Personajes entrañables, sensiblería y nada ofensivo para los que hemos sido niños en los 80-90 y añoramos unos dibujos animados más apropiados para la infancia.

David El Gnomo es una fábula que nos habla de la vida y legado mágico de los gnomos de los bosques. Cada capítulo es una lección altruista y ecologista del respeto que debemos tener a nuestro entorno, a los animales y a nosotros mismos.
Ideal para verla con niños y en general para todos los públicos.